Descubrí Linux durante mi breve pero intenso período en la Facultad de Informática. Por aquel entonces, mediados de los 90, no era más que lo que hoy un usuario medio de Ubuntu calificaría como el horrendo terminal. Mi primera experiencia con un sistema Linux fue penosa. Tras descargar el core a 4 disquettes – sí, antes usábamos estas cosas – en el Centro de cálculo y llevarlos a casa, los introduje en mi IBM y ejecuté el «instalador». Tras unos segundos de emoción, la línea de comandos me devolvió el siguiente mensaje: «Too many hard drives» y se abortó la instalación. Y es que manejar cuatro discos duros en aquella época era demasiado.
Ya en la época moderna, Internet y demás, le di una nueva oportunidad instalando una Mandrake que venía con una revista de Informática. Esta distribución es la que ha terminado derivando en Mageia. Pues bien, corría el año 2001 creo recordar, y la instalé en un Athlon a 1 Ghz junto a un Windows 98 SE. Tras unos días trasteando aquí y allá no fui capaz de hacerla funcionar a pleno rendimiento y la eliminé del disco duro.
Y entonces, varios años después, llegó Ubuntu. La instalé, con bastante escepticismo, en mi P4 de HP y, tras varios días usándola descubrí que entraba cada vez menos a mi partición Windows XP. Cada vez menos hasta que dejé de entrar. Fue así como me convertí en un usuario Linux primero, y en un penoso distro-hopper después.
Se podría decir que no he dejado de probar ninguna distro de las más o menos mayoritarias. Tras Ubuntu vino Mint. Luego, con más conocimientos en mi zurrón, me lancé a por Debian. Instalar y configurar un sistema con «la Gran Dama» no me parecía suficiente y me fui a por Arch. Entre medias pasaron OpenSuse, Fedora, Sabayon…
Todo este rollo viene a cuento de que un buen día decidí darle otra oportunidad a Arch Linux. Esta distro de orígen canadiense, que ya había tenido instalada y que borré por pura compulsividad de distro-hopper ha resultado ser la más rápida y estable que he probado nunca. Su instalación y configuración no es más complicada que en una Debian, antes al contrario, y los resultados, al menos en mi caso particular, son impresionantes. Todo funciona como debe, además lo hace rápido como el rayo – y en un P4 a 3 Ghz, un micro del pleistoceno ya.
Tienes respuesta a todas tus preguntas en el excelente wiki de la comunidad Arch. Evidentemente no es una distro para novatos, esto es, gente que tiene el primer contacto con Linux. Pero para usuarios intermedios y avanzados es muy recomendable, te haces un sistema a medida que no carga nada que tú no le hayas dicho que cargue, resultando en una experiencia fluida incluso en ordenadores tan antiguos como el mío. Una gozada.