Tenemos lo que nos merecemos. Hace mucho tiempo que estoy convencido de que somos un desastre como país, nuestra cultura nos puede. Con los lamentables acontecimientos de los últimos tiempos el convencimiento es total y absoluto.
Estoy hablando de Economía, aunque no lo parezca. Economía de andar por casa, la del ciudadano de a pie, que no entiende de primas de riesgo ni sabe quién o qué es Goldman Sachs. Y es que vivo en un país donde la mayoría de fuentes de ingresos se basan en cosas tan volátiles como el turismo o tan asquerosas como la promoción inmobiliaria salvaje.
Y aun peor, vivo en un país estancado en 1936, donde la ¿clase? política sigue empeñada en acusar, en rebatir por revanchismo, en no alabar ni una sola idea por buena que sea si viene del contrario. Políticos, sálvese el que pueda, que miran más por sus intereses actuales y futuros que por los tuyos y los míos. Sean cuales sean sus siglas políticas, actuando contra los ciudadanos en lugar de para ellos.
¿Cómo es posible que aun no se haya reformado la Constitución para acabar con algo tan manifiestamente injusto como la Ley D’hondt? ¿Para qué narices sirve una Diputación provincial? ¿Y un Senado en el que alguno de sus propios integrantes tiene un atisbo de vergüenza torera y admite que no sirve absolutamente para nada más que para generar un gasto desmesurado? ¿Qué hay de justo en tener 17 sistemas sanitarios diferentes, 17 sistemas educativos, 17 formas diferentes de tributar? ¿Es que acaso vale más un señor de Cataluña que yo? ¿Por qué?
Y reitero que tenemos lo que nos merecemos. Somos esclavos de nuestra cultura, del esforzarse poco y esperar mucho, de vivir de las subvenciones mientras trabajamos y cobramos en negro, de querer beneficios rápidos y no pensar más que en eso, en la pasta, y no en los puestos de trabajo o en la productividad como país. En tratar la política en términos duales, como el fútbol, PP o PSOE, Barça o Madrid, conmigo o contra mí.
Las encuestas sobre los resultados de las próximas elecciones de Noviembre arrojan la casi segura victoria del PP, puede que incluso con mayoría absoluta. Pensar que estos señores, igual que los anteriores pero con menos escrúpulos a la hora de recortar gastos donde a ellos les conviene y a sus amigos poderosos no les duele, pensar digo, que van a solucionar algo es de ser cuando menos ingenuo, y cuando más completamente subnormal. Qué país.