Siguiendo con mis habituales inquietudes en el mundo Linux no me parecía suficiente con haber instalado y configurado un Arch con XFCE en mi máquina del pleistoceno, la cual, para colmo, había perdido memoria por un fallo en uno de los módulos RAM, quedando en 768 Mb para un Pentium IV a 2’8 Ghz.
Por alguna razón XFCE no me termina de llenar del todo. Es un buen escritorio, es liviano y cada vez tiene más y mejores opciones de configuración, pero echaba en falta algo. Como quiera que Gnome está ahora en pañales con su versión 3, nada que ver con la estabilidad de antaño y mucho menos con los requerimientos mínimos, decidí darle otra oportunidad a KDE.
Mis instalaciones anteriores de distros con este escritorio me habían dejado siempre un regusto amargo. A excepción, quizás, de la última con OpenSuse 11.4, que se complementa muy bien con KDE aunque de nuevo me echó para atrás el sistema de paquetes – no me gustan los RPM, qué le vamos a hacer.
La instalación de Arch, una vez más, fue como la seda. Ningún problema grave, algunos leves que la wiki se encarga de solucionar. Una vez andando KDE lo primero, esto es esencial, es desactivar Strigi y Nepomuk. Yo no sé si alguien usa estas cosas, pero desde luego son devoradores de recursos. Lo de indexar archivos no me parece útil, prefiero organizarme yo mismo y saber siempre dónde encontrar cada cosa, con lo cual, una vez deshabilitados ambos servicios, KDE va perfecto.
Quizás el problema que más quebraderos de cabeza me ha dado ha sido la configuración de vídeo. Por supuesto, compiz no es una opción en mi sistema, aparte de que no le veo utilidad más allá del consumo innecesario de recursos. Aún sin compiz, ciertos vídeos, en concreto los grabados en HD, se veían con una saturación excesiva, con los colores muy brillantes, usando VLC. Si cambiaba la salida de vídeo a XCB, los colores se arreglaban pero la reproducción se hacía lenta y a saltos.
La solución, de nuevo, estaba en la wiki de Arch. Concretamente en la entrada dedicada al driver de intel. La simple adición de la instrucción «SwapbuffersWait» «false» en mi xorg.conf resolvió el problema.
Y poco más, con unas cuantas horas de configuración, iconos faenza, paquetes de estilo qt para aplicaciones gtk y demás, el resultado es este:
Consume apenas 250 Mb de RAM en idle, un muy buen resultado para todo lo que ofrece, tanto en productividad como visualmente. Estoy en la versión 4.6 de KDE, más a gusto que un cochino en un charco, y de aquí – y esta es la definitiva, de verdad – no me muevo. Dejo para otra entrada mis experimentos con las distros más populares y por qué no son una opción para mi.
Después de todo estoy convencido de que hay una distribución ideal, no ya para cada persona, sino para cada hardware. Arch con KDE es la mía.