Kubuntu 11.10: luces y sombras

Me voy a saltar mi costumbre de analizar distribuciones conforme van apareciendo en el mundo Linux para dar cuenta de una que, pese a que muchos puedan pensar que no es más que Ubuntu con un escritorio diferente, ha sido, es y será referente entre los usuarios que prefieren el entorno KDE. Estoy refiriéndome a Kubuntu, la distro que la comunidad ubuntera pone a disposición de todos al mismo tiempo que la versión principal y que, por lo tanto, lleva tres meses ya entre nosotros.

Por los comentarios que había leído sobre Kubuntu, la gran mayoría positivos, me había hecho una idea sobre hacia dónde se estaba dirigiendo esta distribución. La última versión que tuve instalada, si no recuerdo mal, fue la 9.10 y ya ha llovido desde entonces. Al probar la distro en mi equipo he encontrado muchas cosas que han mejorado y, desgraciadamente, muchas otras que han empeorado. Trataré de analizar la experiencia en las siguientes líneas.

Instalación
Al iniciar desde el pendrive, al igual que ocurre con Ubuntu, se nos ofrece la posibilidad de probar la distro en modo live o directamente instalarla. No soy amigo de las probaturas en entornos sin instalar, más de una vez me he llevado sorpresas en ambos sentidos, para lo bueno y para lo malo, por lo que opto por la instalación directa. Como quiera que marco las casillas para habilitar la descarga de actualizaciones y de códecs multimedia, el proceso se hace realmente lento, llevando alrededor de 40 minutos en total. Eso sí, el aspecto gráfico, slideshow incluido es excelente, si bien en ocasiones se hace algo lento en responder, como demasiado pesado. Es un problema que muy probablemente no encontrarán los que disfruten de hardware más moderno.

Una vez reiniciamos y entramos por primera vez en nuestro Kubuntu encontramos el fondo de escritorio estándar de KDE (uno propio de la distro no hubiera estado mal, la verdad) y un aspecto gráfico realmente cuidado entre el que destaco la estupenda tipografía Ubuntu, una de mis preferidas junto a la Lucida de Apple. Los efectos de escritorio de Compiz están activados por defecto, lo que para mi tarjeta gráfica es un problema, nada que no pueda resolverse con un Alt+Mayúsculas+F12. Al poco de iniciar se nos ofrece la instalación de actualizaciones, unas 300 aproximadamente, de las cuales solamente restan por descargar unas cuantas. Y es aquí donde va a comenzar el galimatías que ha hecho que mi experiencia con Kubuntu haya resultado poco menos que una sarta de problemas, uno tras otro.

La actualización se lleva a cabo a través del gestor de software Muon, programa que desconocía y que no me ha podido dejar peor sabor de boca. En primer lugar, la actualización se detiene cuando la barra de progreso alcanza el 56%. Ni parpadeo del led, ni carga de procesador, ni nada, se queda como esperando algo. Me dirijo al menú de KDE para abrir el monitor del sistema y, oh sorpresa, han desaparecido todas las aplicaciones. Opto por la solución de abrir un diálogo de ejecución con Alt+F2 y correr Konsole. Una vez en el terminal, y dado que la ventana de Muon es imposible de cerrar y además no nos deja reiniciar el equipo, mato el proceso con kill y hago un «sudo reboot».

A la vuelta del reinicio las aplicaciones han regresado también al menú principal. Al intentar ejecutar el gestor de software Muon me encuentro con una ventana de error. Sin embargo, y esto es lo más extraño, al abrir un terminal y teclear «muon», el programa se inicia sin problema alguno. Ya tenemos el lío montado.

Y es que, a raiz de este problema, cualquier intento de instalar aplicaciones desde Muon, vía consola ya que es la única forma que tengo de iniciarlo, va a resultar en un problema detrás de otro. Programas que parecen instalarse pero luego no se muestran en el menú, programas que ni siquiera inician, procesos de instalación que se quedan colgados. Un auténtico berenjenal. De modo que decido prescindir de Muon y me dedico a instalar usando el terminal, con el socorrido «sudo apt-get install loquesea». La primera vez que lo intento me indica que dpkg, el instalador de paquetes de Debian, se ha quedado a medias y debe ejecutarse un «sudo dpkg –configure -a» para corregir el error.

Llegado este punto el lector entenderá que Kubuntu ha dejado de ser una distro para no iniciados y requiere, en mi caso particular, algunos conocimientos extras y el manejo de la terminal, lo que resultará en usuarios noveles huyendo despavoridos (no todos, afortunadamente, y sálvese quien pueda).

Navegación
Kubuntu es de las pocas distribuciones que optan por presentar como navegador el controvertido Rekonq, programa que se presenta como integrado en KDE en lugar del tradicional Konqueror. Si bien he leído que presenta muchos fallos y las veces que lo he probado así ha sido (recuerdo haberlo hecho en Chakra) he de reconocer que su integración con Kubuntu es muy buena. En las pruebas a las que lo sometí me arrojó un error, con cierre forzoso incluido. En su haber, decir que reproduce flash perfectamente y se navega con mucha fluidez. Debe mejorar todavía, en mi opinión, y en este caso para quien piense como yo está disponible el siempre excelente Firefox con un enlace en el menú K –> Internet desde el que se puede instalar. La apariencia de Firefox en Kubuntu es muy buena, al nivel de las distros que mejor integran aplicaciones GTK en KDE, caso de openSuse.

Vídeos
Dragon Player es el reproductor elegido. Si bien corre todos los formatos vuelven a aparecer mis viejos amigos, los problemas de la saturación de colores exagerada y los saltos en vídeos de alta definición. La instalación de VLC corrige el primero de estos problemas, mas permanece el segundo.

Música
Nada que objetar, tenemos Amarok preinstalado y funcionando a tope. A destacar el plugin de letras de canciones, con un desplazamiento automático del texto, tipo karaoke, muy útil. Genial.

Ofimática
Para el desempeño de labores de oficina podemos usar el omnipresente Libreoffice. La integración con KDE es buena, sin llegar a los niveles que he conseguido en mi Arch, pero buena al fin y al cabo.

Fotografía e imágenes
Ni Shotwell ni Gimp vienen preinstalados, probablemente por tratarse de software que emplea las librerías GTK. En cualquier caso están disponibles en los repositorios para su instalación.

Gestor de software
El punto negro, negrísimo, de esta versión de Kubuntu, al menos desde mi experiencia. Muon no me dió más que problemas desde el inicio, como explico en el apartado destinado a la instalación. Prescindible.

Reconocimiento de hardware
Totalmente automatizado, Kubuntu reconoce mi impresora Epson Stylus Color 685, mi escáner Epson Perfection 640U (dos piezas de museo, lo sé) y mi webcam Hércules Dualpix Exchange. Como programa de gestión del escáner instalo Skanlite y para usar la webcam opto por Kamoso. Todo perfecto.

Software de uso común
Más problemas de los esperados a este respecto. Cheese o Kamoso están disponibles, así como Skanlite o Simple Scan, como hemos visto. Con Dropbox no hubo manera, ya que kfile box no aparece en los repositorios y nautilus-dropbox me tira un error al iniciarse referente a los permisos de mi directorio principal. No me había ocurrido con ninguna otra distro, la verdad. Vagalume no funciona, si bien en este aspecto ya tengo precedentes. Skype se instala desde su web y jDownloader con el script correspondiente, también en su propia web.

Gestor de arranque
Menú clásico de Grub, reconoce todos los sistemas del equipo. Se puede editar instalando el Administrador de arranque Startupmanager, que está en los repositorios.

Estabilidad y suspensión a RAM
El sistema es estable si nos abstraemos del ya mencionado gestor de software. El iniciar dicha aplicación desde la consola para instalar programas redundó en multitud de problemas de estabilidad. Por lo demás, ningún otro error y la suspensión a RAM perfectamente operativa.

La impresión general que me ofrece Kubuntu 11.10 es que, con algunos retoques y empleando algo de tiempo en su configuración nos quedaría un sistema muy estable y funcional, con todas las ventajas ya consabidas de Ubuntu en cuanto a facilidad para encontrar software y una ingente comunidad de usuarios dispuesta a ayudar. Pero claro, si se precisa tiempo y configuración nos estamos alejando de una de las principales virtudes de Ubuntu y sus derivadas, la posibilidad de usarse «out-of-the-box» y sin que el usuario precise de conocimientos sobre el terminal (y no voy a entrar en la idoneidad de esta cuestión, sería un debate estéril y fuera de los límites de una revisión).

Tampoco sería justo desacreditar a Kubuntu, pues la mayoría de inconvenientes que he encontrado se deben a su gestor de software. Más allá de éste, si el usuario opta por Synaptic, por poner un ejemplo, o por usar aptitude o apt-get desde la terminal, hallará en Kubuntu una distribución eficiente, rápida y con muchas posibilidades de mejora. Los «enemigos» de Unity y Gnome shell disponen aquí de una alternativa muy válida para no tener que abandonar su distribución preferida. Obtiene un 7’35. Saludos y gracias a INDX por la sugerencia.

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