Presentando un nuevo equipo

Tras varias semanas de espera ya le ha llegado su merecida jubilación a mi Pentium IV. Un HP Small Form Factor que contaba en sus últimos días con solo 512 Mb de RAM y su modesta placa gráfica integrada Intel 82865G. A partir de ahora, las pruebas se van a realizar en una máquina acorde al año en que estamos, representando un cambio total y absoluto en el hardware, no solo en cuanto a potencia sino en cuanto al fabricante de los componentes.

El nuevo ordenador incorpora un procesador AMD A8 3870 Black Edition a 3 Ghz con 4 Mb de caché montado en una placa Gigabyte A75-UD4H. 4 Gb de RAM de memoria y disco duro de 500 Gb. La gráfica está integrada en la CPU (APU, en realidad) y es una ATI Radeon HD 6550D.

No hay más razones para haber elegido esta configuración que la existencia de una buena oferta por parte de un distribuidor conocido. Creo que es un equipo sobradísimo de prestaciones (mis miras, en principio, eran mucho más modestas) y que plantea no pocos incovenientes a los amantes de Linux, como ya he tenido ocasión de comprobar. El equipo venía con Windows 7 Professional SP 1 instalado, sistema que en principio «vuela», como suele ser habitual recién instalado.

Decidí particionar el disco de forma que quedan dos particiones NTFS (una de apenas 100 Mb para el bootloader de Windows 7 y otra de 50 Gb para el sistema de Microsoft, conocido devorador de recursos y espacios), una Swap de 512 Mb, tres particiones ext4 para distribuciones Linux de 30 Gb cada una (ya sé que sobra espacio) y el resto para los datos, unos 350 Gb en formato ext4, pues no tengo intención de usar Windows más allá de lo estrictamente necesario.

Puesto que recientemente se ha lanzado por parte de Canonical la última actualización de su Ubuntu 10.04 LTS, la que hace 4, decidí darle una oportunidad para probar qué tal se adapta esta distro de casi 2 años de edad al nuevo hardware. Ubuntu no pasó la prueba debido a los problemas con los drivers de ATI (no se reconocía la gráfica como tal) y con la tarjeta Ethernet (una Realtek GBE). El inconveniente de la tarjeta de red lo resolví desinstalando el módulo r8169 que cargaba Ubuntu y sustituyéndolo por el de la web de Realtek (r8168).

Luego intenté cargar el instalador de Arch, pero no pude hacerlo desde el pendrive. El sistema dejaba de reconocer el propio dispositivo USB durante la instalación ¿? Tras grabar la iso en un CD, el problema era otro: la pantalla se ponía en negro. Lo dejé con la premisa de retomar la instalación intentando cargar el kernel con el parámetro -nomodeset.

Y, finalmente, Linux Mint Debian Edition. Se reprodujeron los problemas de Ubuntu 10.04, pero tras un rato «googleando» terminé por solucionar ambos. El driver de Realtek funcionó muy bien, y para los gráficos solamente tuve que instalar el paquete «fglrx-driver» que corresponde a los controladores privativos de la Radeon. Otro problemilla que tenía con el audio (se oía doble, como con eco) se solventó por sí solo al instalar las actualizaciones propuestas por el sistema.

Aunque me faltan por pulir algunos detalles, ya tengo el equipo funcionando y listo para producir. Dejo una captura del escritorio con LMDE desde el que redacto este artículo, en espera de retomar muy pronto las revisiones. Me da la impresión de que probar distros en un equipo tan nuevo y con gráficos ATI va a ser un auténtico reto. Saludos.

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