Nos encontramos en una de esas épocas del año en que el mundo Linux parece contenerse mientras espera el lanzamiento de una nueva Ubuntu. A escasos 8 días de la llegada de la primera edición LTS con 5 años de soporte a usuarios domésticos de la distribución de Canonical caigo en la cuenta de que llevo dos semanas sin escribir nada en el blog. Por desgracia no es que haya estado más ocupado de lo habitual o que no haya tenido distribuciones a mi alcance para evaluar. Tampoco es que tenga que lamentar errores en mi nuevo ordenador, por suerte. Sencillamente, hay distribuciones que no se dejan probar.
En ocasiones he comentado mi opinión sobre la excesiva fragmentación, división o como se le quiera llamar, existente en Linux. Cientos, acaso miles, de distribuciones ahí fuera, basta echar un vistazo a Distrowatch. Personas que emplean su tiempo, su esfuerzo y dedicación en cambiar cosas, la gran mayoría de las veces pequeños detalles, que creen que no están a su gusto en una distribución concreta. Existen variantes de Ubuntu a patadas, pero también las hay de OpenSuse, de Fedora, de Debian, de Arch… La lista es interminable, de hecho existe entre los campos que podemos consultar en la gran base de datos que es Distrowatch, uno que se refiere a la distribución base de cada una.
Viene todo esto al caso de mis últimos fracasos en la instalación de distros. Los dos primeros que voy a relatar ocurrieron con mi viejo Pentium IV, los cuatro últimos han sido durante el pasado mes, ya con el AMD A8.
GhostBSD
Me atraía la idea de probar una distro basada en el UNIX desarrollado por la Universidad de Berkeley, con el cual no tenía experiencia alguna. El pendrive con GhostBSD no arrancaba, de modo que grabé un CD. Tras instalar el sistema, me encuentro que Grub, simplemente, no está, dejando mi sistema inutilizable y obligándome a recuperarlo. La partición donde supuestamente se había instalado GhostBSD ni tan siquiera es reconocida.
Deepin Linux 11.12
Quise probar esta distribución animado por los comentarios de su excelente gestor de programas. Al estar basada en Ubuntu pensé que no tendría excesivos problemas. Esta vez, las dificultades sobrevinieron por el lugar de origen de la distro: China. Carácteres asiáticos por todas partes que me hacían imposible hacer nada, pese a elegir el idioma inglés tras pulsar F2.
Guadalinex V8
En vísperas de las elecciones andaluzas vió la luz una nueva versión del sistema que la Junta de Andalucía desarrolla y patrocina para luego apenas usar en las administraciones ¿? El pendrive no iniciaba, con lo que tuve que gastar otro CD. Al tratar de iniciar la sesión live me tiraba a modo consola sin explicación alguna. Decidí elegir la opción de instalar directamente, encontrándome con el típico instalador de Ubuntu, aunque con su propio slide show. Una vez concluyó, el sistema se quedó congelado y me obligó a hacer un «hard reset», esto es, pulsar el botón para reiniciar el equipo. Cuando intento entrar por primera vez me arroja un extraño error: «HDIO_GET_IDENTITY failed for ‘dev/sdf’: Invalid argument» y ahí se queda.
Snowlinux 2 LXDE
Con la única experiencia de Lubuntu me propuse probar una segunda distribución con el escritorio ligero LXDE por bandera. El inicio del live cd fue de los más rápidos que puedo recordar, en apenas 15 segundos tenía el escritorio en pantalla. El instalador resultó también impecable, con gran velocidad y un gestor de particiones muy intuitivo y sencillo. Todo era muy prometedor, a excepción de la resolución del monitor, algo a lo que estoy acostumbrado desde que pasé a integrar el nutrido grupo de sufridores de ATI en Linux. El problema llegó al reiniciar: no se detecta la tarjeta de red y, por consiguiente, no tengo conexión. Demasiado problema para siquiera tratar de solucionarlo.
Debian 6
Como no había forma de probar nuevas distros me aventuré con uno de mis favoritos, Debian Stable. Error mío considerar que un hardware tan nuevo iba a estar soportado. El problema vino por los puertos USB 3.0, aparentemente, que hacían que ni teclado ni ratón estuviesen operativos. Imagino que con Debian Sid no habría pasado.
Trisquel 5.5
La gota que ha colmado el vaso. Nueva versión de una distro española que siempre he querido probar. El pendrive me manda a consola como ocurría con Guadalinex. Gasto otro CD más e intento iniciar con el parámetro «nomodeset» activado, obteniendo idéntico resultado. En un alarde de optimismo pruebo a iniciar en modo «vesa» y por fin logro llegar al escritorio, bonita adaptación de Gnome 3, por cierto. Intento instalar, para llevarme una nueva decepción al saltar una ventana de error (ubi-partman failed with code 141).
Y en estas estamos. No ser capaz de ni siquiera iniciar algunos sistemas supuestamente operativos me provoca un profundo malestar. Es cansino, realmente. Sé que casi todos estos problemas no se reproducirían si me limitara a hacer las pruebas en una máquina virtual, pero no tendría sentido, al menos no para mí. Cuando un usuario se decide por una distribución suele ser para instalarla de manera «real», no mediante virtualización, y el encontrarse este tipo de problemas me parece del todo inaceptable.
Me sigo preguntando si todo esto merece la pena, si no sería más conveniente remar todos en un mismo sentido en aras del avance del software libre. Es un debate complejo, más aún en los tiempos que corren que invitan a agrupar más que a dividir para disminuir costes. Yo ya he tomado mi decisión, y lo siento por aquellos que en alguna ocasión me han manifestado su alegría por encontrar en este blog revisiones de distribuciones minoritarias que escapan del foco de atención de otras webs. No sigo por ese camino, estoy cansado. Seguiremos comentando las novedades más importantes de las principales distribuciones pero no deseo perder más tiempo (ni más CDs) con algunas otras, no conduce a nada. Saludos.