Y no ha sido por falta de ganas, he probado varias versiones en los últimos años con suerte dispar, pero nunca una experiencia completamente agradable. Y, lo que es peor, dada la importancia que concedo a la sencillez para los usuarios noveles, lo difícil que resulta siempre poner Fedora a punto. Tenemos montones de posibilidades en Linux, ya lo sabemos, e intuimos que pasaremos mucho rato configurando en el terminal si queremos tener, por poner un ejemplo conocido, un Arch Linux funcionando a nuestro gusto. Esto es conocido y perfectamente asumible, si no quieres perder mucho tiempo debes optar por distribuciones más fáciles de personalizar.
Y si entendemos que entre estas distros está Fedora, estamos cometiendo un error, al menos desde mi experiencia. No afirmo que sea complicada de instalar, para nada lo es, lo que vengo a resaltar es que durante su puesta a punto se encuentran a menudo excesivos pequeños problemas, que terminan por exasperar. Problemas que uno no se encuentra en Ubuntu, por ejemplo, y que no espera encontrar en Fedora. Pero, como veremos, ahí están.
Instalación
He optado por utilizar el programa SUSE Studio Imagewriter en detrimento de Unetbootin, el cual últimamente no me servía para nada ya que no era capaz de iniciar con normalidad casi ninguna distribución en pendrive. El resultado ha sido el esperado, Fedora se inicia y da a elegir, antes que nada, entre prueba o instalación. Hago como siempre, obviar la experiencia de escritorio en vivo e inicio el proceso de copia al disco duro.
El instalador es el típico «fedoriano», con las opciones precisas, sin grandes alardes gráficos pero muy fácil de usar. Es por esto que no considero que la dificultad de Fedora estribe en el proceso de instalación, bastante sencillo per se, sino que el problema viene después. Cinco minutos para que finalice la copia de archivos, reiniciamos y, tras comprobar que Grub ha hecho bien su trabajo, la instalación concluye pidiéndonos los datos básicos del usuario.
El primer contacto con el escritorio, versión Gnome 3, por cierto, me recuerda inevitablemente a Debian (ese fondo de pantalla con estrellas y colores azules y rosas me trae memorias de aquel entorno Gnome 2 en Debian Testing que duró instalado mucho tiempo en mi viejo ordenador). Como todo aparece en inglés, me dirijo al menú de usuario, que es el que encontramos en la esquina superior derecha, para elegir desde ahí System Settings –> Language y cambiar al español. Debemos igualmente cambiar la distribución de teclado que por defecto habilita la inglesa. Tras hacer un cierre de sesión y vuelta a entrar, el sistema está en castellano.
Como llevo ya algún tiempo disfrutando de mi nuevo equipo sé reconocer la presencia de los problemáticos controladores libres para hardware ATI/AMD. Basta iniciar un sistema para que aparezcan los molestos parpadeos iniciales que lo delatan. No es un asunto importante, excepto cuando llega el momento de entrar en modo de ahorro de energía, en el que el monitor se queda en «stand by» para siempre salvo que reiniciemos el equipo. Por este motivo siempre intento, antes que cualquier otra cosa, instalar los controladores privativos conocidos como Catalyst.
Y aquí viene el primero de los inconvenientes a los que hacía referencia antes. Lo que en Ubuntu (e incluso en Arch, cuando sabes cómo, claro) es cosa sencilla, aquí en Fedora no encuentro el modo de conseguirlo. Distintos tutoriales referidos a Verne no sirven con esta nueva versión. Y en uno específico de Beefy Miracle ya advierten que, de momento, los drivers Catalyst no son compatibles en modo alguno con esta nueva Fedora. Por si alguien es «sufridor» de ATI como yo, la única solución pasa por quedarse con los drivers libres e instalar la extensión de Gnome que nos permita inhibir el modo de ahorro de energía del monitor.
Desde el punto de vista estético, pocos cambios en cuanto al aspecto visual. Versión muy parecida a la anterior, con el color azul predominando y el tema Adwaita presente en Gnome 3. La función que hace el Dash en Ubuntu aquí la hace el simple movimiento de desplazar el ratón a la esquina superior izquierda, dando paso así al lugar desde el que podemos acceder a casi cualquier cosa en nuestro escritorio e incluso en la web (barras de búsqueda en Google y Wikipedia incluidas). Destacaré, porque lo merece, el avance que ha experimentado Gnome en sus últimas versiones, aderezado por las siempre útiles extensiones que nos pueden facilitar la vida sobremanera. Ya es cuestión de gustos, en mi opinión sigue sin ser todo lo productivo que yo deseo, pero uno puede acostumbrarse a trabajar con Gnome Shell y no cambiarlo por nada, afirmación esta que en los primeros esbozos de la versión 3 me hubiera parecido una completa quimera.
El segundo de los problemas inherentes a Fedora es la falta de software en los repositorios oficiales. Se trata de un asunto de licencias y de filosofía, tema este último que no me interesa en absoluto en su vertiente referida al software libre. Lo que sí que me interesa es que sea sencillo para el usuario instalar un programa. Y para poder optar a algo tan banal como reproducir un sitio web con contenidos en Flash, hay que tener un plugin. Como quiera que en Fedora no está disponible tal cosa, debemos una vez más añadir el repositorio por antonomasia de esta distribución, RPMFusion.
Navegación
Se opta por la versión 12 de Firefox, que no trae el plugin flash por defecto. La adición del repositorio que veíamos en el párrafo anterior solucionará el problema una vez instalemos el paquete correspondiente.
Vídeo
Seguimos con los problemas. El reproductor de películas de Gnome, también conocido como Tótem, no solo no es capaz de abrir ninguno de los archivos de vídeo sino que se cierra de forma abrupta. Si lo inicio desde consola me informa de un error en las X que no consigo descifrar. Afortunadamente, y con RPMFusion al rescate una vez más, la instalación de VLC colma todas las necesidades de reproducción de vídeo del usuario.
Música
El elegido es Rhythmbox. Como no podía ser de otra forma, al abrir un archivo en mp3 no se reproduce absolutamente nada. Esto empieza a recordar a cierto sistema operativo que requiere instalar de todo para poder llamarse, oh ironía, operativo. En esta ocasión, el paquete que precisamos es gstreamer-plugins-ugly y (lo habéis adivinado) lo añade RPMFusion.
Ofimática
Tampoco encontraremos suite ofimática en Fedora. Si hacemos clic en un archivo de texto en formato odt, el sistema nos informa de que no hay aplicaciones disponibles para abrirlo. Eso sí, punto a favor, nos presenta una lista de aplicaciones instalables desde los repositorios para solucionar el problema. Entre estos programas tenemos Abiword, Calligra y, por supuesto, Libreoffice.
Fotografía e imágenes
El gestor fotográfico, que incluso viene con un acceso directo en la barra de favoritos del shell, es Shotwell. Para editar y trabajar con imágenes podemos instalar Gimp 2.8 desde los repositorios.
Gestor de software
Para mí, que no estoy muy familiarizado con yum (el comando de instalación y desinstalación de paquetes en Fedora) se hace especialmente necesario el gestor de aplicaciones. Los desarrolladores siguen apostando por gpk-application, un sencillo gestor del estilo de Synaptic, que es funcional y ligero. Ofrece, así mismo, la posibilidad de programar actualizaciones automáticas.
Reconocimiento de hardware
Es en este crucial apartado donde Fedora se comporta como se espera de ella. La distribución pone las cosas fáciles al usuario al reconocer la impresora, el escáner y la webcam sin más trabajo que pulsar el correspondiente botón de encendido. Es especialmente significativo, por positivo, el tiempo de configuración de la impresora, que se auto-prepara en 5 segundos. En cuanto a los programas de gestión de los dispositivos señalar que Simple Scan viene instalado. Cheese también, pero arroja un error en las X similar al que tuve con Tótem. Tampoco me funcionó fswebcam, pero a la tercera fue la vencida con Camorama.
Programas de uso habitual
Con Cheese y Simple Scan ya instalados, el resto de programas precisa la adición de RPMFusion para poder optar a conseguirlos. Dropbox, además, requiere de un repositorio adicional. Vagalume sí que está en los repos oficiales, curiosamente, pues quizás es el menos conocido de los programas que uso. Skype debe instalarse desde su web, aunque a mí no me funcionó al provocar un error al ejecutar el proceso hijo (ni idea de a qué se refiere). Por último, el popular jDownloader lo encontré como siempre en su propia web. El script funciona siempre que instalemos además una máquina virtual Java.
Gestor de arranque
Otro aspecto positivo de Fedora lo encontramos en el Grub, que no falla en el reconocimiento de ninguno de los sistemas de mi equipo. Lamentablemente no fui capaz de hallar software parecido a startupmanager para poder editar gráficamente el menú.
Estabilidad y suspensión a RAM
No he notado problemas de estabilidad con Fedora 17, no hay cuelgues, pero sí fallos puntuales de aplicaciones (Skype, Tótem, Cheese) que afean un poco la experiencia. La suspensión a RAM es imposible con mi APU A8 de AMD, como explicaba en la parte dedicada a la instalación.
Ciclo de desarrollo
Suele aparecer una nueva versión cada 6 meses, aproximadamente, dándose soporte a las antiguas hasta un mes después de las aparición de la segunda versión posterior. Es decir, Fedora 17 estará soportada hasta un mes después de que Fedora 19 vea la luz. Parece un mantenimiento excesivamente corto para mi gusto, pero dado que es una característica muy relacionada con el mundo empresarial, es lógico que no deseen tirar piedras contra el tejado de RHEL, quien sí ofrece soportes más prolongados.
La conclusión que me deja esta Fedora 17 Beefy Miracle es de continuismo. Sigue pareciendo Fedora, sigue siendo complicado y trabajoso poner a punto el sistema excepto en determinados puntos (reconocimiento de hardware, por ejemplo) y sigue sin ser una distribución de mi agrado. Me ha servido al menos para tomar conciencia de los avances de Gnome 3, que parece ir mejorando poco a poco aunque persevera en su estilo; sigue precisando de extensiones para hacerse más productivo.
No quisiera concluir la revisión sin resaltar un punto por el que siempre se ha destacado a Fedora, y es la inclusión de software «bleeding edge», esto es, muy novedoso, en forma de las últimas versiones de los paquetes disponibles en el momento de su lanzamiento. Puede ser esto la causa de los errores que encontré en algunos programas. En cualquier caso, el sistema en sí es estable. Lo que yo echo en falta entra en el terreno de lo intangible, los pequeños detalles que hacen la vida más fácil no están presentes en Fedora. Tal vez algún día deje de ser mi «distro maldita». De momento, le otorgo un 7’73. Saludos.