Hace año y medio, aproximadamente, mi cuñado decidió dar el salto hacia la era digital. Esto no es cualquier cosa, tratándose de una persona que nunca había tenido móvil, jamás había utilizado un ordenador y sus conocimientos de Informática no llegaban, por razones obvias, al tan manido «nivel de usuario». Por motivos que no vienen al caso se vió forzado a dejar de ser «el hombre desactualizado» y entró de lleno, con ganas y energía, en la vida digital.
Por mi pasado y mi presente soy, en mi familia, el consultor preferido para dos temas: tecnología y salud. Estaba claro que tendría que aconsejarle sobre lo que para él era un mundo totalmente nuevo, y el obligado primer paso era comprarse un ordenador. Estuve consultando ofertas de aquí y de allá hasta que encontré una buena (en APP informática) de un Intel Core Duo, no recuerdo el modelo en concreto. Venía con tarjeta NVidia, 3 Gb de RAM y con Ubuntu 10.04 LTS preinstalado. Antes de hacer la compra me esmeré en poner al día a mi cuñado sobre lo que es el software libre, sus implicaciones y principales argumentos a favor y en contra. No dudó ni un instante en decantarse por dicha opción en detrimento de Windows.
El problema que se me planteaba era si debía ceñirme a Ubuntu o no. Si bien el equipo traía la LTS de Lucid instalada, era obvio que el soporte de ésta se encontraba en sus últimos meses, y el resto de opciones con Unity no me agradaban. Como tampoco andaba sobrado de tiempo (mal endémico este), me limité a cambiar a Ubuntu Lucid con el excelente tema Macbuntu, del que estaba enamorado en aquellos días (creo que por aquel entonces yo usaba Debian Testing con Gnome) y le dejé el escritorio tal que así:
Varias sesiones sobre el manejo básico del ordenador y sucesivas llamadas telefónicas para resolver pequeños inconvenientes hasta que, un buen día, mi cuñado era ya autosuficiente. Y lo ha seguido siendo hasta hace poco, cuando se vio obligado a cambiar su tarjeta wireless y comenzaron los problemas, al tratarse de hardware nuevo que Ubuntu Lucid no manejaba bien. La conexión se cortaba continuamente. Así que decidí que había llegado el momento de dejar atrás su Ubuntu… ¿y ahora qué?, pensé.
Lo más fácil hubiera sido instalarle Xubuntu, es lo más parecido a lo que él estaba acostumbrado a usar. Pensé también en SolusOS, pero su estado «a caballo» entre dos versiones me hacía dudar, a parte de una serie de problemas que tuve cuando la instalé en el ordenador de mi padre. Por no hablar de que, basada en Debian Stable era posible que se reprodujera el problema con la tarjeta wireless. Al final decidí liarme la manta a la cabeza y llevarme a su casa tres distros: SolusOS, Xubuntu y… Chakra.
No tengo muy claro por qué elegí a Chakra en la terna, el caso es que me pareció que debía incluir alguna no basada en Debian y sí cercana a Arch, sin ser esta misma. Ocurrió que probé primero con Chakra y… todo iba perfecto. Rápido, bastante más que Ubuntu Lucid según mi cuñado. Y además se quedó prendado del artwork y la sensación general que le causó la distribución fue muy positiva. No quiso probar más. Chakra Archimedes para él.
Como aquel día tampoco tenía demasiado tiempo (lo sé, me repito en exceso pero es la realidad) le ofrecí no instalarla en ese momento, pero ya estaba prendado y ni siquiera le importó tener que aprender a manejar un sistema muy diferente a aquel que conocía. «Ya no le tengo miedo a experimentar», me comentó. Así que le instalé Chakra, le dí algunas nociones básicas y lo dejé, tan a gusto, con su nueva y flamante distribución. El caso es que al día siguiente se fue de vacaciones y aún no ha tenido tiempo de toquetear mucho.
Pero yo ya andaba barruntando la idea de disponer de una partición con Chakra, como antaño, para poder atender sus casi seguras llamadas telefónicas sobre cómo hacer esto y lo otro. La cabeza de un distrohopper funciona así, cuando se activa el clic de cambio de distro es imparable. No he borrado Arch con XFCE, funciona tan bien que la ausencia de problemas me aburre, incluso. Digamos que ahora es mi distro estable. Pero el retorno a Chakra me ha provocado dos cosas: no volver a entrar en la partición de Arch (esto suele pasar con el distrohopping, sobre todo al principio) y estar de nuevo al tanto de lo que se cuece en la excelente distro pro-KDE.
Actualmente se encuentra en fase de pruebas la nueva iso de Chakra, llamada Claire en memoria de Claire Lotion, desarrolladora de KDE recientemente fallecida. Esta edición viene con dos novedades principales:
– Un artwork renovado, sustituyendo el tema Ronak por Dharma. Es la obra de Malcer, español y gallego para más señas, cuyo trabajo habla por sí solo.
– La inclusión de Kapudan, una versión del Kaptan de Pardus que sirve para ayudarnos a dar los primeros pasos una vez se instala Chakra.
Por lo que he podido comprobar la comunidad sigue tan activa como siempre, lo cual me congratula. El nuevo artwork de Malcer me parece una maravilla y la última versión de KDE, la 4.9, aún mejor que las anteriores. Sé que el presente artículo se podría resumir en una frase: «Sigo siendo un distrohopper, ahora he vuelto a Chakra». Pero quedaba mejor dar explicaciones y tal. Espero no haberos aburrido demasiado, sed comprensivos. Un saludo.