Ubuntu 12.10: nada recomendable

Pasada la tormenta de la semana anterior creo que ya va siendo hora de acometer la revisión de rigor a la que nos obliga, cada seis meses, la aparición de una nueva versión de la distribución que empezó a convertir a Linux en un sistema «para seres humanos». Y escribo que es una obligación, porque lo siento así, ya que hace algún tiempo que Ubuntu dejó de ser un sistema apetecible de probar. Motivos tengo de sobra para temer que las versiones que Canonical publica entre sus LTS (Long Time Support, Soporte Extendido, actualmente de cinco años) no son más que meras pruebas para dotar de madurez a su edición definitiva. Como escribía en el artículo anterior a este, mi instalación de Ubuntu 12.04 había durado más bien poco al no resultarme lo suficientemente estable y confiable para trabajar.

Por otra parte hay lectores que consideran que esto no es así y la ven como una muy buena opción a tener en cuenta. He de admitir que, si bien Unity me ha causado muchas reticencias desde un principio, con el tiempo es una interfaz que se puede sentir como cómoda y a la que se puede uno llegar a acostumbrar. Todo muy bonito, si no fuera porque se rompe, falla y se cuelga varias veces en cada sesión en mi equipo. Y sigue siendo para mi una tremenda decepción tener que apagar el ordenador, bajo Linux, usando el botón frontal de la caja. Totalmente antinatural.

Mas no adelantemos acontecimientos y veamos lo que dieron de sí las horas que pasé con Ubuntu 12.10 Quantal Quetzal. Voy a permitirme la licencia de no utilizar esta vez el típico esquema que acostumbro a la hora de revisar una distro (instalación, navegador, vídeos, etc.). Apenas se encuentra diferencia entre esta versión de Ubuntu y la anterior en cuanto a los programas escogidos y sería prácticamente una repetición del artículo dedicado a Precise Pangolin. De modo que vamos a simplificar la cuestión, a lo Barrio Sésamo, en lo bueno y lo malo de la nueva entrega de la distro sudafricana.

Lo bueno de Ubuntu 12.10

Facilidad de instalación
Si por algo destaca Ubuntu es por lo fácil que resulta instalarla, tanto o más que Windows. Un usuario sin conocimientos previos, ni siquiera de particionado de discos, puede instalarla sin mayores problemas gracias a la excelente detección del resto de sistemas que se encuentran en el disco duro y a la opción que permite que Ubuntu se acomode junto a estos. En el caso de mi equipo detectó a Windows 7, Manjaro y SolusOS. Grub se instala, por tanto, completo y si deseamos modificarlo podemos recurrir a grub-customizer, como aquí se indica.

Buena selección de programas
Ubuntu incluye Firefox 16 para navegar, Tótem como reproductor de películas, Rhythmbox como organizador y reproductor de música, Libreoffice como suite ofimática, Shotwell para gestionar la colección de fotografías… A todo el arsenal de programas se añade la gran cantidad de software disponible en los repositorios y accesibles mediante el Centro de Software de Ubuntu, amén de montones de PPAs que el usuario puede instalar a poco que busque un poco por la red.



Reconocimiento de hardware
Otra de las facetas en las que Ubuntu se lleva el premio es la de detección de dispositivos. La impresora se configura de modo automático y con todas las opciones correctas para su funcionamiento. El escáner está disponible con tan solo enchufarlo y abrir Simple Scan y la webcam ya funciona desde el mismo momento de instalar el sistema, cuando se nos permite tomar nuestra foto de usuario. Igualmente no encontré problema alguno con mi disco duro externo, mis pendrives ni mis tarjetas de memoria. Todo reconocido al vuelo.

Códecs multimedia
Con la sencilla acción de pulsar en una caja de selección al principio de la instalación Ubuntu resuelve el problema que se plantea en otras distribuciones: la inclusión de códecs propietarios para la reproducción de determinados formatos (mp3, flash, mkv…). Todo funcionará sin preocuparse el usuario de nada.

Hasta aquí las bondades de Ubuntu. Como se puede observar, no hay ninguna característica que no acompañase a Ubuntu desde casi el principio de su andadura en Linux. Son las cosas que se le presuponen y que la hacen una distribución ideal para el usuario con escasos conocimientos del funcionamiento interno del sistema o de la terminal.

Lo malo de Ubuntu 12.10

La interminable instalación
Tengo la sensación de que cada versión de Ubuntu que instalo tarda más que la anterior. En esta ocasión empleé, medido, cuarenta y cinco minutos de reloj. Tal vez no sería tan malo si no fuese porque tengo que pasarme dicho intervalo de tiempo sentado moviendo el ratón de cuando en cuando por obra y gracia de los drivers libres de AMD/ATI, esos que no permiten al sufrido usuario poner la pantalla en reposo si es que pretende volver a usar el equipo sin tenerlo que apagar antes. El problema con la instalación está en los servidores de Ubuntu para España, que se auto-seleccionan sin que nadie los llame durante el propio proceso. ¿Tan difícil es hacer un rankmirror antes y alegrar al usuario con una rápida descarga desde el mejor espejo disponible? En serio, es algo insufrible y uno llega a odiar la frase «Esperando las cabeceras» más que a su peor enemigo.

La odisea de los drivers privativos
Se me escapa el motivo por el que los desarrolladores de Canonical han decidido prescindir de la siempre sencilla y útil aplicación Jockey, también conocida como «Controladores adicionales» en esta edición. Resultaba simple y directo que, tras el primer reinicio al sistema nos diese la bienvenida la típica ventana informándonos de que teníamos la posibilidad, que no la obligación, de instalar los controladores de código no abierto. Este sencillo gesto aliviaba en parte la ya de por sí pesada lucha que mantengo con este tema de los drivers de AMD/ATI.

Pues bien, en la presente edición de Ubuntu, dado que la opción no aparece por ninguna parte, tras buscarla con el dash se me remite a la instalación de jockey-kde, un paquete cuyo nombre no deja lugar a dudas. Lo gracioso es que, tras intentar ejecutar jockey-gtk, el sistema me informa de que no se encuentra instalado. «No hay problema», pienso, «basta instalarlo y ya está». Craso error. Me encuentro con una suerte de paradoja cíclica en la que si quiero ejecutar jockey-gtk el sistema me dice que lo instale y si lo quiero instalar el sistema me dice que ya está instalado. ¿Pero esto qué es?

Como no me queda más remedio que seguir lo que el dash me propuso en un principio, instalo jockey-kde. El asunto es peor de lo que me temía, pues no es que necesite algunas dependencias de KDE para hacerlo… ¡es que prácticamente me instala Kubuntu! Más de 120 Mb de paquetes para ejecutar unas líneas de código. Brutal.

Podría dar por buena la espera si al final hubiese conseguido algo. Tras ejecutar jockey-kde aparece, en inglés, la ventana con las dos opciones idénticas para escoger. Tan idénticas son que, efectivamente, ninguna de las dos funciona.

O eso parece en primera instancia, porque al reiniciar, a pesar de las ventanas que informaban del fallo en la instalación, han desaparecido dos cosas: los parpadeos que revelan la presencia de los drivers libres y Unity al completo. Así es, la nueva sesión me priva de la interfaz de escritorio, dejándome con un fondo de pantalla pelado en el que lo único que se me ocurre hacer es pulsar CONTROL+ALT+T para abrir una terminal y desinstalar el driver propietario que decía Ubuntu que no se había instalado pero resulta que sí. Por si alguien se mete en este laberinto:

sudo apt-get purge fglrx

Y a olvidarse de los drivers propietarios en esta versión de Ubuntu. Gracias.

NOTA IMPORTANTE: en los comentarios a la entrada se ha propuesto la solución a este problema. Los desarrolladores han incluido la opción de instalar los drivers propietarios en Orígenes de Software –> Controladores adicionales, en lugar de en el menú principal donde se encontraban anteriormente. De igual modo, antes de instalar los controladores es preciso que hagamos lo propio con el paquete linux-headers-generic, que no se incluye por defecto en Ubuntu cuando antes sí se hacía. Hay un enlace, referido a Nvidia pero que se puede aplicar también a AMD/ATI, donde explican el tema. Hacerlo así probablemente reduzca los problemas gráficos y de continuos cuelgues de esta versión de Ubuntu. Gracias a Álvaro Jesús y Vladimir D. Paulino por la aportación.

El cuelgue no es la excepción, sino la norma
No he probado ningún sistema Linux que me haya obligado a reiniciar tantas veces el equipo como Ubuntu 12.10. La primera vez que entré al escritorio tras instalarse, cuando me notificaba de varias actualizaciones disponibles, fue pulsar el icono correspondiente y listo, pantalla congelada. Al menos la combinación CONTROL+ALT+F1 me permitió abrir mi socorrida sesión de consola. Pensé que desde ahí podría entrar y hacer un reinicio. Segundo craso error. Ubuntu no reconoce mi usuario y contraseña cuando pretendo loguearme. Nuevamente tengo que parafrasear a Matías Prats: ¿pero esto qué es?

Ante la situación irresoluble con mis conocimientos, que a la vista está que deben ser bien escasos, pulso el botoncito de «hard reset». Hubo más cuelgues, por desgracia, como al intentar reproducir con Tótem un archivo .avi. Igualmente imposible de solucionar, otra vez a darle al botón. Buff…

En otro momento se produjo un cuelgue con la simple pulsación del dash en la barra de Unity. Y ya se imaginan cómo terminó la cosa. Pues sí, botón y a reiniciar. Sencillamente lamentable, más allá de fanboyismos y odios absurdos, no es de recibo que un sistema Linux se comporte de este modo. Se llame como se llame la distribución es, simple y llanamente, inaceptable.

Por no hablar de las veces en que iniciar un programa hace aparecer la ventana de Apport para informar de un error, al más puro estilo de los cansinos avisos de seguridad de SELinux en Fedora. En resumen, fallos y errores por todas partes.

El asuntillo de las «shopping lens»
Si se pudiesen obviar todas estas grandes calamidades, Unity sería una interfaz productiva, incluso. O por lo menos lo era hasta ahora. Se ha escrito mucho en la red sobre el acuerdo entre Canonical y Amazon para la inclusión de resultados de la popular tienda online en las búsquedas hechas con el dash de Unity. Lo que no nos contaron era que dichos resultados iban a copar, de manera casi absoluta, la totalidad de los que el sistema nos muestra. ¿Busca usted un archivo que comienza con, pongamos, la palabra «verano»? Se va a encontrar con multitud de referencias a libros, discos, electrodomésticos y cachivaches varios que tengan que ver con dicha palabra. Afortunadamente el tema tiene una fácil solución. Solución que no habría que poner en práctica si Canonical, siendo honesto, permitiera al usuario elegir en primer lugar si quiere que le vendan cosas mientras está sentado ante el ordenador buscando un vídeo casero. Pero no, hoy en día hay muchos, demasiados, desarrolladores que opinan que el usuario no sabe lo que le conviene. Ellos sí que lo saben, faltaría más.

Puede que a estas alturas todavía haya quien se pregunte si vale la pena actualizar su Ubuntu LTS a la nueva Quantal Quetzal. Por si no queda claro con el artículo: «ni se le ocurra». En primer lugar, es obvio, porque se trata de un sistema altamente inestable. Y, por otra parte, las presuntas mejoras o novedades que le pueden empujar a acercarse a esta versión brillan por su ausencia. No me canso de repetir que en Linux no hay realmente malos sistemas – o sí los hay, pero eso es harina de otro costal – sino malas combinaciones de hardware-usuario-sistema. ¿Por qué afirmo esto? Por dejar una rendija abierta a la esperanza de que las malas sensaciones que Ubuntu me deja estén relacionadas con mi equipo y los controladores gráficos.

Pero mucho me temo que no es el caso. Canonical sigue fiel a su cita bianual con los usuarios sin importar demasiado la calidad del producto (gratuito, esto siempre hay que destacarlo para no olvidarlo) que se pone en liza. Yo no soy nadie para decirle a Canonical cómo tiene que hacer las cosas, pero si mi opinión le importa a alguien, este modelo no es el adecuado. Aconsejaría a los usuarios no dejarse llevar por la «versionitis» y quedarse con Ubuntu 12.04, al menos, hasta que aparezca la nueva versión de soporte extendido allá por la primavera de 2014. Hoy por hoy, Ubuntu Quantal no merece la pena. Pese a todo, sus grandes facilidades para el usuario novel, aspecto en que se centra nuestro ranking, le otorgan un 8’14. En otras cuestiones, cero patatero. Un saludo.

Anuncio publicitario

Crónica de una semana perdida

No pretendo con este artículo justificar estos días sin actividad en el blog que no han sido de asueto, precisamente. Pero espero sirva para entender lo que tantas veces me exaspera de Linux y lo que posiblemente aleje a muchos usuarios de él. Sé que me había marcado el objetivo de no seguir saltando de distribución en distribución, salvo caso de fuerza mayor y que incluso pretendía volver a usar Windows como sistema principal. Ambas cosas, siendo honestos, no me las creía ni yo mismo. Pasen y vean:


Sábado 20: Arch, Catalyst y xorg… otra vez
Andaba yo tan contento con mi Arch Linux, sistema que solamente actualizaba una vez por semana sin incidencia alguna hasta que… échense a temblar, toca actualización de xorg-server a la versión 1.13. La última vez que xorg-server avanzó de versión se me fastidió el sistema, de modo que leí y releí en los foros. En principio decidí retener la antigua versión por si acaso, pero me pudo el ansia y la «versionitis», amén de ese malestar ocasionado por tener que andar preocupándome por estas cosas (retener paquetes, actualizar a trozos, etc.).

El resultado no es difícil de adivinar: tras actualizar xorg-server y Catalyst, encuentro que ambos son incompatibles de nuevo. No sé qué fue lo que toqué, pero a pesar de volver a la anterior versión el entorno gráfico se negaba a arrancar. Otra de esas veces en que una actualización estropea en lugar de mejorar, o para ser exactos, otra de esas veces en las que un manazas se carga un entorno funcional con Arch. La diferencia estriba en que, en esta oportunidad, me había documentado y a pesar de eso, no hubo ningún cambio en el resultado final. Tal vez no tengo ya la paciencia o habilidad suficientes para lidiar con Arch Linux. Hora de saltar.

Domingo 21: Debian, te necesito
Se me ocurre entonces pensar en la última distribución que duró más o menos el tiempo que Arch en el equipo. Siempre he sido un enamorado del sistema de repositorios de Debian, esto no es ninguna novedad, así que me lío por mil-millonésima vez (en mi tierra exageramos así) la manta a la cabeza y me introduzco de lleno en el apasionante mundo de la espiral carmesí. Con Gnome 3, incluso. La instalación va bien (uso una imagen netinstall) y apunto a Testing. Descarga de un montón de paquetes, configuración de algunas cosillas y ya tengo a Debian funcionando.

El proceso de adaptación a Gnome 3 no iba mal, la verdad, en su versión 3.4 lo encuentro algo más estable. No termina de gustarme el tema de la no minimización de las ventanas, pero es un tema menor. Además, las extensiones lo hacen medianamente usable e incluso productivo. Todo parecía ir bien… hasta que se actualiza al final del día («¿Testing no estaba congelado?», me pregunto). No tengo respuesta, el caso es que tras acometer la actualización… pantalla negra al iniciar. Tremendo dejá-vu y sensación, muy real, de haber perdido todo el domingo para nada.

Lunes 22: Ubuntu, mi (pen)última esperanza
Comienzo a barruntar la idea de ser escrupulosamente fiel a lo escrito en el blog y volver a Windows. Sé que no sería plato de buen gusto, pues me he acostumbrado a trabajar con Linux y a su filosofía y forma de hacer las cosas. Recuerdo al compañero visesen y su reflexión. Tal vez haya que volver a los orígenes, es buen momento para probar Ubuntu, eso sí, la versión LTS, pues las otras suelen dejar bastante que desear. Instalo Ubuntu Precise y me dispongo a intentar acostumbrarme a Unity. Casi lo consigo, de no ser por las numerosas interrupciones causadas por toda clase de programas que terminan con aquello de «Ubuntu encontró un error». Si una versión LTS, con seis meses ya de vida, es tan tremendamente inestable, algo debo estar haciendo mal.

Quizás se deba al pobre desempeño de estos entornos con los dichosos drivers Catalyst, el caso es que no termina de cuajar la relación. Abandono a Ubuntu tras un tercer día de configuración baldía. Estoy a punto de tirar la toalla.

Martes 23: ¿Por qué no Manjaro?
El cuarto día comienza con la idea de apostar por una derivada de Arch, ya que había probado Manjaro recientemente con resultados esperanzadores. Tras leer que la distro de origen alemán maneja de distinta forma los drivers gráficos veo una buena oportunidad de tener Arch sin las molestias causadas por dichos paquetes. Manjaro se instala fácilmente, se actualiza con más de 500 Mb de paquetes (usé la iso de la 0.8.1) y tras tocar y retocar consigo dejarla más o menos a mi gusto, pero…

El problema aquí soy yo y mi escasa flexibilidad a la hora de adaptarme a XFCE. El simple hecho de cambiar la hora del sistema me lleva un buen rato de búsqueda entre los menús. Es lógico encontrarse algo perdido con tanto cambio de escritorio y de sistema, pero XFCE siempre que lo he usado me ha dado buen rendimiento a expensas de «algo» que encuentro a faltar. Y ese «algo» sigo sin hallarlo. Termino el día contento con Manjaro pero insatisfecho con XFCE, de modo que me planteo instalar, sobre este sistema, un Gnome. Dejo a KDE fuera de la ecuación, llevo mucho tiempo usándolo y deseo descansar un poco y probar otros sabores.

Miércoles 24: Gnome, ¿por qué tuviste que cambiar?
Día número cinco de esta locura de semana. Instalo Gnome 3 en Manjaro, en principio sin atreverme a eliminar XFCE por si algo sale mal. Montones de paquetes y de actualizaciones se descargan y comienzo a configurar todo otra vez. Tras la ardua tarea, llegan los pequeños detalles («The Devil is in the details», dicen los angloparlantes, no les falta razón). Cosas como no poder hacer uso de ningún cambiador automático de fondo de escritorio, a los que Gnome ignora por completo, o no encontrar un applet meteorológico de mi gusto. Tonterías que, conociéndome, sé positivamente que no iba a conseguir sobrellevar. Con lo que a mi me gustaba Gnome 2, está claro que nunca me acostumbraré a esto… soy un viejo dinosaurio en mis hábitos informáticos, qué le vamos a hacer.

Mucha gente por ahí fuera alaba las virtudes de Cinnamon como solución para las incomodidades de Gnome 3. ¿Por qué no probar? Total, tras tantos cambios lo único que puedo perder es un nuevo día. Dicho y hecho, el miércoles fue también el día en que descubrí que Cinnamon (lo probé en Manjaro) es, en efecto, menos chocante que la shell de Gnome, pero en ciertos aspectos se deja modificar tan poco como esta última. Los extraños flashes que aparecen de cuando en cuando me resultaron muy molestos. Acabé la jornada convencido de que este tampoco era el camino.

Jueves 25: MATE, lo más parecido a lo que busco
El as en la manga que me quedaba por sacar en mi instalación de Manjaro se llama MATE. Estuve un tiempo usando una excelente implementación del heredero de Gnome 2, en concreto en LMDE. También quedé bastante satisfecho con la revisión de Linux Mint Maya, de manera que había que intentarlo. MATE en Manjaro instala un entorno totalmente somero, «vanilla» en terminología inglesa, pero con los consabidos retoques se obtiene un buen resultado. Logré, tras otro día, un sistema funcional, rápido y de mi gusto. Creí haber encontrado, por fin, un nuevo hogar linuxero. Las pequeñas cosas que no andan en MATE no me disgustaban tanto como en los otros entornos, y me refiero a varias aplicaciones que aún no han sido portadas y siguen intentando comunicarse con Gnome en lugar de con MATE. Por poner un ejemplo, el cambiador de fondos de escritorio tampoco funcionaba por mucho que me esforzase en configurarlo. Pero, como ya digo, estas nimiedades no me importaban tanto al lado de la funcionalidad y la estética muy de mi gusto.

Viernes 26: Manjaro y Catalyst: catacrac otra vez
La felicidad es efímera en las tierras ATI del mundo Linux. Mi Manjaro con MATE, que estaba ya bien configurado y preparado para durar como sistema estable, se va a romper igual que su «madre» Arch, o más bien, parecido. El problema comienza, como no podía ser de otra forma, con una actualización de Manjaro. Al reiniciar noto unas pequeñas líneas negras parpadeantes que «adornan» la parte superior del escritorio. No es un problema achacable a MATE, ya que hacen su aparición ya en LXDM, y además no ocurren siempre, pero sí en un ochenta por ciento de los inicios al sistema. Este nuevo fallo hace colmar el vaso de la paciencia con Catalyst y me dispongo a abrazar la fé de los drivers libres aunque obtenga peores resultados y no pueda ni poner en reposo la pantalla… que ya de por sí, manda narices. Pero el hartazgo era ya tal que decidí pasar eso por alto.

Manjaro incluye una herramienta llamada mhwd que nos da una lista de los drivers gráficos disponibles para nuestra tarjeta y nos permite instalarlos, ya sean libres o privativos. Atendiendo a la documentación, la instalación de uno de ellos elimina el otro… pero resulta que no. Me encontré con un sistema en la que ambos drivers coexistían, mala cosa. El resultado es el mismo de siempre, no se inicia el entorno gráfico y, para colmo, si pretendo eliminar el driver privativo me insta a desinstalar el kernel… Mamma mía.

Sábado 27: in Ikey we trust
«Estoy cansado de configurar, ¡solo quiero que todo funcione hoy!» Me descubrí a mí mismo en el punto álgido de cabreo y hartura con todo lo relacionado con AMD/ATI, los dichosos drivers, e incluso Arch. Tras una semana entera de tiempo perdido, habiendo configurado hasta la saciedad lo mismo una y otra vez en varios sistemas me tiro de cabeza a por la estabilidad, el soporte de larga duración y los programas de casi dos años de antigüedad que me ofrece Ikey Doherty en SolusOS. Después de todo, los «carrozas» informáticos somos así: reacios al cambio. El momento de identificarme como ex-gurú de la terminal, si es que alguna vez lo he sido, es ahora. Quiero las cosas fáciles y la estabilidad rocosa, a ser posible con Gnome 2 o algo parecido. Y la respuesta es SolusOS.

La última vez que fui usuario de la distro la dejé, si no me falla la memoria, por versionitis de determinados programas, como Cheese, con el que le gustaba juguetear de vez en cuando a mi hijo de cinco años y echaba en falta los nuevos efectos. En Linux, como en tantas cosas de la vida, no se puede tener todo. El precio a pagar por la estabilidad es usar algunos programas algo más antiguos (siendo esto muy relativo, hay gente que sigue usando Windows XP después de más diez años y no tiene ningún problema con ello).

Así que, de momento, me quedo con lo que Ikey me ofrece. No tengo duda alguna sobre su talento, sí albergo alguna sobre el futuro de SolusOS si no encuentra apoyo financiero o, en su defecto, colaboración en su titánica tarea. Mantener y mejorar una distribución durante la tarde/noche mientras uno se ha pasado el día tratando de asfaltar carreteras del Reino Unido no debe ser nada fácil. El mérito del señor Doherty no es poco. Aprovecho la ocasión para dejar clara mi admiración por Ikey y por Yoyo Fernández, cuyo contagioso entusiasmo no hace sino empujar a SolusOS hacia arriba.

Para terminar esta crónica de lo absurdo que puede llegar a ser uno mismo como para perder toda una semana de su vida en instalar y configurar sistemas operativos, quisiera que todo lo anterior se tomara en clave de humor. Me refiero a que nada hay en estas líneas del agobio y malestar de los momentos de distro-hopping que relataba en anteriores artículos. Me lo tomo con filosofía y punto, parece ser que cuando no es uno mismo quien desea saltar son las circunstancias las que lo empujan a hacerlo. Dos puntualizaciones:

1 – Todas las distribuciones que aquí se citan son buenas y perfectamente funcionales en otros entornos. Que a mí me den problemas o yo no me acostumbre a ellas es algo subjetivo y puntual.

2 – Absténganse de usar AMD/ATI en Linux, en la medida de lo posible. En serio, es lo que los ingleses llaman PITA y en mi tierra, un grano en el culo. Horripilante.

Y con esto termino las referencias al idioma de Shakespeare por hoy. Y el artículo, que ha quedado un poco tocho. Próximamente iniciaré las revisiones de la familia *buntu. Un saludo a todos.

Snowlinux 3.1 E17: sistema poco operativo

La distribución de origen alemán Snowlinux hace tiempo que me llama la atención por una razón: no la veo bajar del puesto quince en ese ranking oficioso de popularidad que es Distrowatch. En varias oportunidades he estado a punto de probarla, llegando a intentarlo en una ocasión sin demasiado éxito, con lo que pasó a engrosar mi lista de «quiero y no puedo». Como quiera que sigo intrigado por los motivos de semejante apoyo entre la comunidad linuxera, que dicho sea de paso es realmente silencioso, decido darle una nueva ocasión de demostrar su valía.

Logo de Snowlinux

La versión que vamos a revisar es la que desarrollan con el escritorio ligero E17 (Enlightenment), un mundo aparte dentro de los entornos Linux, con sus propias librerías y una versión en estado beta por los siglos de los siglos. En aras de la diversidad decido probar esta versión, pues entre las distros analizadas aquí tan solo Bodhi ha tenido cabida. Es hora de ver lo que otras distribuciones entienden que E17 puede ofrecer. Al grano:

Instalación
Empleo de nuevo el método de prueba en una máquina virtual. Tenía y sigo teniendo mis dudas sobre la idoneidad del mismo, ya que cualquier problema que encuentres te hace dudar de si se debe a la propia distribución o al desempeño en un sistema en el que no tiene acceso directo al hardware. Es una suerte de duda existencial que no acabo de resolver… Pero de momento es lo que hay. Al iniciar el escritorio en modo live me llama la atención que el icono de instalación del sistema es un signo de interrogación (instalar o no instalar, ¿difícil decisión?). Si la respuesta es afirmativa el usuario se encontrará con el instalador sencillo visto otras veces, en LMDE o SolusOS sin ir más lejos.

Escritorio live en Snowlinux

Seis minutos de nada es lo que dura la instalación en el disco duro virtual de Snowlinux. Dicho disco tenía ya una partición con la última distro revisada, Cinnarch, pero el Grub que incorpora la que hoy nos ocupa no fue capaz de detectarla. Mal empezamos y peor que vamos a acabar…

En primer lugar, pese a que el entorno virtualizado poco tiene que ver con un portátil, encontramos iconos de batería y de brillo de la pantalla en la barra de tareas de E17. Cuando se instala dicho escritorio en cualquier distribución se permite elegir el perfil del equipo donde se está instalando (sobremesa, portátil, servidor, etc.). Hecho en falta esto en Snowlinux. Parte de los menús no están traducidos al castellano, con lo que tenemos un batiburrillo de palabras inglesas y españolas. La solución, en parte que no totalmente, se encuentra en Menú –> Settings –> Language –> Español y un reinicio.

Menú a medio traducir en Snowlinux

Tras esto, el estrecho icono de la carpeta home pasa a ser el adecuado al juego instalado (Faenza). Sigue habiendo palabras sin traducir, pero ya son menos. El aspecto general de la distro es positivo, no especialmente bello para mi gusto y muy parecido al que nos ofrece Bodhi. El renderizado de fuentes lo encuentro pobre y hay ciertas inconsistencias gráficas, como por ejemplo, el hecho de que ciertas ventanas al maximizarse se escondan en parte bajo la barra de tareas superior. En fin, pequeños detalles que afean un poco la distro, pero nimiedades si lo comparamos con el principal problema que, por segunda vez, encuentro en Snowlinux: no hay acceso a Internet.

Networkmanager en Snowlinux

Y lo subrayo por dos motivos. Uno, no me ocurre con ninguna otra distribución, ni siquiera con las menos sencillas de instalar ni tampoco con la supuesta «madre» de esta, Debian. Dos, sin conexión a Internet poco se puede hacer hoy día, con lo que nuestro sistema «operativo» deja prácticamente de serlo. No obstante, como estoy cansado de no poder probar distribuciones por problemas variados, decido seguir adelante con la revisión y a ver qué pasa. Para ser exactos, la red se detecta y se pueden transferir archivos entre equipos de mi casa, pero a la hora de salir a Internet no hay manera, ignoro por qué. Todo parece correcto en la configuración de red, es un error muy extraño que parece inherente a esta distribución y que va más allá de mi hardware, pues en la anterior prueba ocurría lo mismo y mi equipo era otro completamente distinto. Vaya usted a saber qué problema hay, pero sea el que sea arruina absolutamente todo el trabajo tras Snowlinux.

Navegación
Ya sabemos que navegar, lo que se dice navegar, menos que los barcos del Saler. Si fuera posible, que no dudo que en otros equipos lo será, podríamos usar Firefox 14.0.1, eso sí en inglés. Mis intentos por solucionar el tema de la falta de acceso a Internet se toparon con diversos errores, como el necesitar un paquete (Econnman) que ni viene instalado ni es solución de nada, como comprobé al descargarlo a un pendrive en Arch y conseguir instalarlo en Snowlinux.

Error de Econnman en Snowlinux

Vídeo
El reproductor es Gnome Mplayer. Pese a poder ver todos los archivos de vídeo me tiró un error al salir del programa cuando estaba viendo dos tipos en concreto, mp4 y mkv. Además, no viene establecido como reproductor por defecto, problema éste que se extiende a todo tipo de archivo que intentemos abrir en el sistema. Es decir, la primera vez que tratamos de abrir un fichero hay que decirle a Snowlinux con qué tiene que abrirlo, una característica que denota dejadez por parte de los desarrolladores.

MPlayer en Snowlinux

Música
Para la reproducción de archivos de música tenemos el ligero programa Audacious, que funciona sin ninguna dificultad.

Audacious en Snowlinux

Ofimática
En principio solamente tenemos disponible un procesador de textos ligero, Abiword. Si queremos una suite completa, pongamos Libreoffice, la podemos descargar desde los repositorios oficiales.

Fotografía e imágenes
Contamos con el completo Shotwell como gestor de colecciones de fotos y con Gimp disponible en los repos para retoque y mejora de imágenes.

Shotwell en Snowlinux

Gestor de programas
Incluyen el Centro de Software de Ubuntu como programa predeterminado para instalar y desinstalar aplicaciones. También tenemos Synaptic para quienes gusten de una opción más ligera. El sistema nos avisa cuando hay actualizaciones automáticas, aunque no pude comprobarlo por mi ausencia de conexión a Internet.

Centro de software en Snowlinux


Reconocimiento de hardware
La impresora no es reconocida automáticamente. La secuencia a seguir, tras encenderla, es Menú –> Preferencias –> Panel de opciones –> Sistema –> Impresión –> Añadir. Nos aparecerá el controlador correspondiente y podremos así instalar nuestra impresora. Para el escáner y la webcam lo cierto es que no tengo ni idea de si funcionan, ya que Snowlinux no incluye ningún programa para darles uso y no puedo descargarlos al carecer de conexión.

Instalar impresora en Snowlinux


Navegador de archivos
Extrañamente los desarrolladores incluyen dos opciones para manejar nuestros ficheros. La predeterminada es PcManFM y en el menú podemos encontrar también Thunar. Supongo que lo que motiva la inclusión de esta última es la ausencia de opciones de red en la primera, no lo sé. En cualquier caso, dichas funciones de red funcionan correctamente, al igual que la identificación y montaje de un pendrive y una tarjeta de memoria SD. Aunque, a decir verdad, la copia de ficheros entre equipos domésticos se hace eterna, cosa que no sucede con otras distribuciones y que imagino tendrá que ver con el problema en la red.

Gestor de arranque
El Grub que incluye Snowlinux no fue capaz de detectar Cinnarch. Existen en los repos herramientas para editar y modificar el gestor a nuestro gusto, como startupmanager.

Estabilidad y suspensión a RAM
La suspensión no es valorable, ya que no he conseguido que me funcione en ninguna máquina virtual bajo ningún sistema. En cuanto a la estabilidad, digamos que tiene sus fallos, como los mencionados tras cerrar MPlayer o algún que otro cuelgue durante la copia de archivos desde el pendrive al disco duro. Errores molestos, ciertamente.

Ciclo de desarrollo
Snowlinux no cuenta con un ciclo de desarrollo concreto, van lanzando versiones conforme aparecen aquellas distros en las que se basa (Ubuntu y Debian). En su web anuncian la aparición de una versión basada en Debian Wheezy con E17 y otra basada en Ubuntu Quantum con MATE y Cinnamon. Dichos lanzamientos los fijan para «las próximas semanas».

Escritorio en Snowlinux


Compruebo en la propia web de los desarrolladores que han retirado la presente versión aquí analizada debido a un error crítico. Al parecer volverán a ofrecerla en unos días con el error corregido. Error que, por otra parte, no detallan, con lo que sospecho que pueda ser el referente a la conexión a Internet. Sea como sea, un sistema operativo que se presenta con un problema tan grave deja de ser eso, operativo, para convertirse en otra cosa de difícil definición.

Las razones de la popularidad de Snowlinux se me escapan definitivamente, tal vez se deba a que han estado ofreciendo una versión con Gnome 2 que, como veíamos más arriba, parece que van a discontinuar en favor de MATE y Cinnamon. Aun así, no veo motivos para destacar a esta distribución por encima de otras y ni mucho menos algo que justifique su posición en el ranking de Distrowatch. Obviando este tema, veo una distro que parece abarcar mucho para apretar poco. Tiene, en términos numéricos, un 6’97. Un saludo.

Distros que quise y no pude probar II

Tiempo hoy para una segunda parte de mis crónicas de un fracaso tras otro al intentar probar determinadas distribuciones. En su día veíamos los problemas acaecidos en la instalación de varias distros Linux que, por una u otra razón, no tuve oportunidad de instalar siquiera. Retomo el hilo de este tema debido a que ha vuelto a ocurrir esta semana con dos distros y un sistema «operativo» de pago en ciernes, los cuales traté de revisar para este blog sin éxito alguno. Ignoro si el problema está en Virtualbox, pero aunque así fuera hice hace una semana una revisión de Manjaro en la que casi todo iba bien.


Slackware 14
Pretendía con esta prueba adentrarme en el semi-desconocido (para mí, claro) mundo de la más antigua distro Linux conocida. Slackware va ya por su versión número 14 y me parecía buen momento para darle una oportunidad a tan ilustre sistema. A decir verdad, puesto que ya anteriormente intenté probar Slackel y no conseguí instalarla, me esperaba el resultado.

El inicio del DVD de instalación me permite introducir parámetros extra en la línea correspondiente del kernel, lo cual es de agradecer. Todo, absolutamente todo, está en inglés, con lo que los desconocedores de dicho idioma mejor se abstengan de instalar Slackware. En realidad se advierte desde un principio que no es una distro fácil de instalar, con esto me refiero a que no es para usuarios noveles, claramente. Se han de tomar varias decisiones durante el proceso, ninguna de ellas sencilla, como la partición usando cfdisk o fdisk. El instalador propiamente dicho se inicia entrando como root y escribiendo el comando setup. Luego continúa la personalización llevada al extremo (esto sí me gusta) de poder escoger qué series de paquetes se desean instalar.

Instalación de paquetes en Slackware

Finalmente se nos ofrece la posibilidad de instalar LILO, sin rastro de Grub. En ningún momento durante el proceso se puede añadir un usuario al sistema, lo cual me parece extraño. Tras reiniciar me encuentro con que LILO no ha detectado a Manjaro (el otro sistema instalado en la máquina virtual) y que, al seleccionar Slackware para iniciar, me lleva a modo consola a pesar de haber instalado KDE y haber seleccionado el modo gráfico por defecto.

LILO en Slackware

A pesar de los inconvenientes que ya de por sí espantarían a cualquier usuario con un nivel medio-bajo de conocimientos linuxeros, decido continuar. Añado un usuario (adduser) y levanto el entorno gráfico (startx). Me encuentro con un KDE somero, pues a pesar de haber escogido el modo de instalación full (completo), el entorno resulta algo minimalista, lo cual, insisto, no es necesariamente un problema sino todo lo contrario. Lo que sí que es un problema es que network manager no detecte la red o que no cuente con un gestor de programas.

KDE en Slackware

En este punto decido abandonar la partida debido a mi desconocimiento del sistema de paquetes de Slackware. Podría empaparme de información en la red y seguir adelante, pero es demasiado trabajo para hacer una sencilla revisión destinada al usuario novel. Nadie con pocos conocimientos se iba a aventurar con Slackware, visto el resultado.

Cinnarch 2012.10.01
Distribución a la que, al igual que Manjaro, llevaba tiempo deseando hincarle el diente. Decepcionante es la palabra que describe mi experiencia, si bien tal sensación no la achaco del todo a la propia Cinnarch (comparte repositorios con Arch Linux que me funciona perfectamente) sino más bien a la nefasta combinación Gnome+ATI que básicamente es la que me obliga a manterme al margen de todo lo que huela al otrora magnífico entorno de origen mexicano. Por mucho que en la web de Cinnarch califican un Arch con Cinnamon como «la combinación perfecta» en mi hardware digamos que no es así para nada.

Inicio del Live CD de Cinnarch

El caso es que la cosa se tuerce desde el inicio, pues entre las opciones que se ofrecen nada más empezar, que son tres, aparece como no seleccionable la instalación gráfica. Las otras dos, instalación en modo texto y probar el entorno live sí se pueden elegir. Nuevamente, como en el caso anterior, todo el proceso se realiza en inglés. A pesar de elegir el supuestamente seguro instalador en modo texto me encuentro con parpadeos y errores gráficos muy molestos (Mutter, siempre Mutter, con lo bien que iba Metacity). La parte más compleja del instalador, muy parecido a AIF, es la del particionado de discos, pero es posible realizarlo de antemano con Gparted en el modo live (el password para obtener los privilegios necesarios es precisamente ése, «live»). Toda la instalación se debe hacer desde los repositorios online (son más de 400 Mb), lo cual es un poco absurdo cuando uno se ha descargado una imagen iso que pesa ya 653 Mb por sí sola.

Instalador de Cinnarch

Al menos tenemos la posibilidad de seleccionar el mirror de descarga, que ya es algo. Tras esperar pacientemente la instalación de Cinnarch y reiniciar, todo lo que obtengo es un pantallazo negro del que no puedo deducir otra cosa que la inmadurez como distribución que aun presenta. O tal vez la incompatibilidad con mi hardware. En su descargo está el que admiten abiertamente en la web que es una versión todavía alfa, con lo que el osado que la intenta instalar ya es puesto sobre aviso.

Windows 8 Release Preview
No, no me he vuelto loco (o al menos, más loco de lo que ya estoy). Ya sé que bajo la cabecera del blog reza la frase «un blog sobre Linux», pero de vez en cuando está bien comparar y, quién sabe, uno puede llevarse sorpresas agradables con la evolución del sistema de Microsoft. Habiendo leído una revisión de Indixer sobre Windows 8 pensé que podríamos darle un vistazo y así comparar, o incluso calificar, esta nueva versión.

Pero, una vez más, me equivocaba. Y que conste que me había informado sobre las dificultades de instalación de Windows 8 RP en máquinas virtuales y había configurado la mía con todos los parámetros necesarios para que la cosa fuera bien. No hubo manera. Al inicio me recibe un logo de Windows estático, que no te ofrece información alguna sobre si la instalación va bien o se ha quedado estancada. Muchos minutos después aparece la ventana de instalación y, tras continuar, vuelve el logo de Windows en fondo negro y ahí se queda otro buen rato.

Pantalla negra de Windows

A pesar de todo, la instalación prosigue, con su gran lentitud. Luego el sistema se reinicia y te encuentras con una pantalla que te invita a introducir tu dirección de email, de modo que la cuenta quede vinculada al sistema. Más abajo, en letra más pequeña, está la opción de no hacer esto e iniciar igualmente. Aunque yo escogí la primera, tras ver la interfaz Metro y pulsar en el icono de correo no encontré ni rastro de mi bandeja de entrada y tampoco fui capaz de encontrar el modo de volver a Metro. O me he vuelto terriblemente torpe o algo fallaba en mi instalación…

Interfaz Metro en Windows 8

Decidí entonces apagar el sistema, lo que se realizó con gran rapidez, apenas unos diez segundos. Luego intenté volver a entrar y, tras treinta minutos con el logo de Windows en su fondo negro decidí que había tenido suficiente de esto. Claramente algo no funciona en la instalación de Windows 8 en máquina virtual, así que a otra cosa. No voy a emitir juicio alguno sobre la mejoría o no de esta nueva versión o sobre la conveniencia de una interfaz orientada a lo táctil, ya que no he tenido oportunidad de probar casi nada. Eso sí, el modo en reposo ofrece un bonito aspecto.

Modo en reposo de Windows 8

Pues aquí dejo otra «no-experiencia» sobre distros y sistemas varios. Aunque sé que ya lo he advertido en más de una ocasión no viene mal recordar que este es el relato de un experimento en un hardware determinado y con una configuración dada. Puede darse el caso de que alguien instale cualquiera de los tres sistemas y todo vaya absolutamente perfecto. Un saludo.

Manjaro 0.8.1: un XFCE de altura

Antes que nada debo aclarar que sigo siendo «archer». Reafirmado este punto, y como después de la tempestad viene la calma, he decidido que estoy curado de mi enfermedad de distrohopper. Arch es mi pastor y nada me falta, no quepa duda de esto a los lectores. Lo cierto es que el blog pierde mucho si dejamos de mirar a la totalidad del mundo Linux para centrarnos solamente en mi distro preferida o en Ubuntu, la que emplea visesen. La época de agobios que he pasado con continuos cambios de distribución ya es eso, pasado. Y una nueva instalación de Arch me ha vuelto a demostrar que es la única en la que nada falla en mi equipo, todo se comporta como debe y además la configuro desde cero a mi gusto. A día de hoy no hay distro que pueda competir con eso, insisto, en mi caso particular.

Logo de Manjaro

Con esta premisa ya interiorizada considero que no hay «peligro» en seguir probando distribuciones y presentándolas para quienes gusten de ellas. Eso sí, por comodidad y para evitarme problemas me he pasado a los análisis en sistemas virtualizados (ya hice una prueba con la revisión de Peppermint con buenos resultados). Y la distro elegida para reanudar las revisiones no es otra que Manjaro Linux, precisamente una derivada de Arch que ha dado y sigue dando mucho que hablar entre los amigos de Tux. Con un comienzo explosivo, de crecimiento exponencial en usuarios parecido al que en su día experimentó SolusOS, Manjaro se ha hecho merecedora de muy buenas críticas entre todos los que la han probado. Vamos a ver el porqué:

Instalación
Para empezar Manjaro ha recuperado un script de instalación parecido al ya discontinuado AIF de Arch. Sin ser tan sencillo como un instalador gráfico he de reconocer que la necesidad de intervención del usuario se limita a cuatro cosillas, resultando una tarea bastante simple. Para mayor facilidad se permite el inicio al escritorio live con los drivers gráficos propietarios (al igual que en Chakra) cuestión que considero muy importante y que se omite en otras distribuciones posiblemente por temas de interpretación de las licencias. Manjaro también se puede poner desde un principio en español, aunque el script de instalación permanece en inglés, complicando el proceso para quienes desconocen el idioma.

Menú del live dvd de Manjaro

Una vez que se escoge la lengua, Manjaro asume la tarea de configurar los ficheros de localización por el usuario. De este modo, cuando finaliza la instalación y se reinicia el equipo entramos de lleno a un escritorio completamente en español. De aspecto elegante, con un fondo de escritorio que imita la textura de una piel y en tonos oscuros y verdes, acordes con el logo. Estéticamente muy agradable, sensación a la que contribuyen lo acertado del tema de iconos (Faenza Dark, un clásico) y el tipo de letra (Source Sans Pro). A ellos se suma un cuidado Conky, que por cierto podemos cambiar fácilmente utilizando una herramienta llamada Conky Control, que se incluye en el menú. El tema por defecto nos presenta un Conky de tipo «en aros» con información relevante sobre los procesos del sistema (también los puertos abiertos, interesante opción).

Escritorio de Manjaro

Lo primero que hago, como es costumbre y norma, es actualizar el sistema. Manjaro no informa automáticamente de las actualizaciones disponibles, para ello existe una entrada en el menú principal, submenú Sistema. Me encuentro con 173 actualizaciones que descargan más de 350 Mb. El problema surge en el momento de instalarlas, una ventana me informa de un conflicto entre dos paquetes que invalida el proceso completo. Nada que no se pueda solucionar, por supuesto, empleando la consola:

sudo pacman -Syyu

El método tradicional, pacman mediante, demuestra una vez más que para manejar actualizaciones no hay nada como la terminal. Tras actualizar, vuelvo a reiniciar el sistema y todo marcha perfectamente, sin errores.

Actualizaciones en Manjaro

Navegación
Con Manjaro se incluye la versión 15.0.1 de Firefox, última disponible. Funciona como debe, con fluidez y con reproducción de Flash incluso a pantalla completa. Si no nos gusta Firefox, ni que decir tiene que podemos instalar cualquier navegador usando tanto los repositorios oficiales de Manjaro como el potente AUR de Arch, gracias a la inclusión del script yaourt.

Firefox en Manjaro


Vídeo
SMPlayer, un GUI para Mplayer es el reproductor multimedia elegido. Todos los archivos de vídeo que intenté abrir funcionaron sin problemas.

SMPlayer en Manjaro

Música
El minimalista DeadBeef, acorde con un escritorio de los considerados livianos como XFCE, no desentona. Como ocurre con todo el software incluido en Manjaro, hay multitud de opciones en los repositorios en caso de preferir otro reproductor. DeadBeef va bien y reproduce los mp3 sin tener que instalar nosotros el códec.

DeadBeef en Manjaro


Ofimática
Libreoffice en su versión 3.6.1.2 para Arch. Para qué queremos más.

Libreoffice Calc en Manjaro


Fotografía e imágenes
Si bien se incluye el programa de manipulación de imágenes por excelencia, Gimp, el visor elegido (Viewnior) se queda un poco corto en cuanto a funciones de clasificación. O más bien, carece de ellas, con lo que podemos, si lo precisamos, instalar Shotwell o Digikam para estos menesteres.

Viewnior y Gimp en Manjaro


Gestor de programas
Los desarrolladores de Manjaro, en su afán por facilitar la vida al usuario final, han incluido el GUI gpk-application para manejar la instalación y desinstalación de programas. Dejando a un lado mi preferencia por el uso de la consola para estas cosas, gpk-application no se integra del todo bien con pacman, como hemos podido comprobar antes en las actualizaciones. Si bien en el proceso de instalar software no encontré problemas, para todo lo demás aconsejo usar pacman directamente.

Reconocimiento de hardware
Al encender mi impresora aparece el típico mensaje de «Configurando impresora nueva». Hecho que no se produce, por cierto. Para que podamos empezar a usar el dispositivo es necesario irnos al menú –> Configuración –> Print Settings –> Añadir. Siguiendo este proceso, tras unos segundos de búsqueda automática del controlador de impresora correspondiente, nuestro aparato estará listo para funcionar.

Añadiendo impresora en Manjaro


En lo referente al escáner, ningún problema. Se incluye el programa Xsane, que detecta el dispositivo y escanea sin más. Con la webcam ocurre otro tanto de lo mismo, solo hay que instalar el programa correspondiente para utilizarla. Cheese no iba del todo bien, la imagen se veía con unos molestos parpadeos. Guvcview, por el contrario, funcionaba a la perfección.

Navegador de archivos
Thunar, navegador de cabecera de XFCE, es el elegido. Si bien he leído comentarios de gente que lo encuentra algo escaso de funciones, para mí no es así, ya que cubre mis necesidades en este sentido. La compartición vía samba con el portátil me funcionó a la primera, al igual que el montaje y detección tanto del pendrive como de la tarjeta de memoria. Todo perfecto en Thunar con Manjaro.

Gestor de arranque
No pude probar el funcionamiento del Grub2 que incluye la distro dado que el disco duro virtual empleado para el testeo estaba vacío, con lo que no he tenido en cuenta el dato en la puntuación final. Lo que sí pude comprobar es la disponibilidad (que ya lo sabía, uso AUR continuamente) de varios programas para modificar la apariencia y el comportamiento del menú de arranque, como startupmanager (no funciona en Manjaro) o Grub-customizer (éste va genial).

grub-customizer en Manjaro


Estabilidad y suspensión a RAM
Manjaro incorpora lo que tanto tiempo añoré cuando solía saltar de distro en distro: un Arch Linux estable, con las últimas versiones de los programas pero más conservador en cuanto a los paquetes que conforman el corazón del sistema. Manjaro no comparte repositorios con Arch (salvo el comunitario, AUR) y en los suyos propios tiende a mantener algo más de tiempo paquetes clave que puedan ser susceptibles de romper el sistema. Es parte de la filosofía de Chakra, con sus ventajas pero sin su inconveniente anti-gtk.

El sistema así planteado es estable como una roca y tremendamente rápido y ligero. La implementación de systemd también ayuda a esto último, en especial se nota a la hora de apagar el equipo, operación que lleva… ¡menos de un segundo! De locos. Sin embargo, por alguna razón no se ofrece la opción de suspender a RAM, siendo únicamente posible la hibernación.

Administrador de energía en Manjaro

Ciclo de desarrollo
Como explico en el párrafo anterior, Manjaro se puede calificar como semi-rolling release, si bien el la web de la distribución la llaman «rolling release a menor ritmo que Arch». Cuestión de denominaciones, el sistema elegido para actualizarse me parece posiblemente el más acertado que existe y minimiza el riesgo de ruptura del sistema que tanto asusta a muchos usuarios de Arch.

Podemos concluir, por tanto, que estamos ante una distro que apunta realmente alto. Se dirige tanto a usuarios sin tiempo o conocimientos para instalar Arch Linux como a aquellos que sí poseen esto último pero prefieren algo menos de «bleeding edge» en lo referente al núcleo del sistema. Combinar la potencia y rapidez de Arch con todo esto nos da una mezcla muy atractiva, de ahí la relevancia que está alcanzando Manjaro en el mundillo linuxero.

Login en Manjaro


En nuestro particular ranking obtiene un 7’99. Tratándose de las primeras versiones es una nota más que aceptable, no he encontrado verdaderos problemas usándola, la verdad. Si acaso el hecho de que el sonido siempre se inicia silenciado (a pesar de hacer un sudo alsactl store), del no poder suspender a RAM o las dificultades actualizando vía GUI le restan un poco. Pero en cuanto a sensaciones reconozco que es una gozada usar Manjaro, su rapidez y su estética. No la cambio por Arch, desde luego, pero recomiendo probarla a quien aún no lo haya hecho. Esta versión principal, con XFCE, deja un muy buen sabor de boca, pero también está disponible con Gnome (Cinnamon incluido) y KDE. Un saludo.