Me está resultando difícil últimamente encontrar distribuciones para revisar, de ahí la falta de actividad en el blog estos días pasados. A decir verdad intenté echar un vistazo a un par de ellas, Pear 6 y Pinguy OS 12.04, pero ninguna de las dos conseguí que arrancaran desde mi pendrive, por mucho que grabara las imágenes con dd, con Imagewriter o con Unetbootin. Nada de nada en todos los casos. Ya me encuentro en un punto en el que no me apetece (básicamente porque no me da la gana) perder soportes físicos para probar distribuciones que sé de antemano que no me van a aportar nada más que un artwork distinto o una selección de programas concreta.
De manera que me he estado dedicando a la personalización y las probaturas con mi SolusOS Eveline, distribución que continúa funcionando perfectamente en mi equipo y que he instalado con éxito en el ordenador de mi cuñado. Ese equipo, un Intel Core Duo al que en su día le puse Chakra, había experimentado algunos fallos con el wifi y la impresora, problemas que no entiendo de dónde pueden venir si no se han instalado ni programas nuevos ni actualizaciones en él. En cualquier caso, mi cuñado está encantado con SolusOS y reconoce ser más gnomero que KDEero, cosa que comprendo y comparto. Contando con esta instalación de Eveline son ya tres los familiares que se han beneficiado de la distro de Ikey Doherty y todos tan contentos.
Pero vamos al grano y al tema que trataremos hoy: la última versión de Linux Mint, la que hace la catorce y que han bautizado, como es su norma, con nombre de mujer. Nadia, para más señas. Puesto que Mint se basa en Ubuntu tenía motivos para temer un empeoramiento del sistema siguiendo una idea básica, esto es, si Quantal es peor que Precise, Nadia debe ser peor que Maya. No es exactamente así, pero veremos que las ventajas de cambiar una por otra no van más allá de… bueno, de nada, en realidad. Serían más bien desventajas, al perder un soporte extendido a cambio de nuevas versiones de los programas que en muchos casos no mejoran a las anteriores. He escogido otra vez la edición con MATE por la sencilla razón de que Cinnamon no me gusta, aunque en las notas de la versión se reconocen muchas más correcciones para dicho entorno, que parece ser el preferido de Clem y su equipo.
Instalación
Poca cosa que contar. El continuismo en esta edición de Mint es total, nada ha cambiado. Esto tiene su parte positiva, puesto que la versión anterior es de lo mejorcito que ha pasado por mi ordenador, pero también su contrapartida que lleva a preguntarse para qué sacar una nueva edición que supone más de lo mismo. El instalador de siempre, el slideshow de siempre y la sencilla instalación de siempre. Para ser exactos, encontré un cambio: donde antes se recomendaban unos 4 Gb de espacio libre en disco ahora se precisan más de 6. Es la única diferencia que noté.
Por lo demás, Mint se instaló en doce minutos exactos pese a que apenas habían transcurrido veinticuatro horas desde que se lanzó la versión y suponía que se saturarían los servidores. Esto es algo que también me da que pensar. ¿Se corresponde la popularidad de Mint y su liderazgo en Distrowatch con la realidad? ¿O acaso su base de usuarios no es tanta como se desprende de dicha posición? Son preguntas retóricas, no tengo la menor idea.
Tras entrar al escritorio me encuentro con 72 actualizaciones. Aplicadas y reiniciado el sistema, todo va bien. Para instalar mi viejo compañero de fatigas, también conocido como el «dichoso driver privativo de AMD/ATI» o fglrx, hay que remitirse a Menú –> Preferencias –> Controladores adicionales. La aplicación del citado driver resulta un éxito, obteniendo unos valores de FPS con glxgears brutales, del orden de 7 u 8 mil cuadros por segundo.
En mi modesta opinión va siendo hora de cambiar un poco el aspecto de Mint, que viene utilizando el mismo tema desde la versión 10. El fondo de pantalla comienza a verse ya un tanto repetitivo igualmente. El sacar nuevas ediciones tan exactamente idénticas a las anteriores resulta aburrido, por mucho que sea cuestión de hacer un par de cambios aquí y allá y dejarlo todo al gusto particular de cada uno. Alguna variación estética por parte de los desarrolladores estaría bien.
Navegador
Firefox 16.0.2. Debido a los acuerdos de Mint con Yahoo se ofrece dicho buscador como el predeterminado del navegador. Como es norma de calidad de la casa, todo funciona como debe sin que el usuario tenga que preocuparse de instalar nada. Flash fluido y sin errores.
Vídeos
Podemos escoger entre Tótem y VLC, los dos reproductores multimedia instalados por defecto en Mint. En ambos casos se reproduce todo sin sobresalto alguno.
Música
Se sigue apostando por Banshee, lo que en su día dejó de hacer Canonical en Ubuntu en favor de Rhythmbox. Correcto en todos los aspectos.
Ofimática
Contamos con la versión 3.6.2 de la suite Libreoffice. Con cada nueva versión se da un pasito más hacia la perfecta integración con los estándares de otras suites de pago. Muy buena.
Fotografía e imágenes
Para clasificar fotos podemos usar gThumb o instalar Shotwell o Digikam. Para edición digital de imágenes contamos con Gimp ya instalado y en su versión más reciente.
Gestor de programas
MintInstall y MintUpdate se encargan de que podemos añadir o quitar software de nuestro equipo así como de advertirnos de las actualizaciones pertinentes.
Reconocimiento de hardware
¿Para qué cambiar lo que tan bien funciona? Todos los periféricos se conectan y a trabajar, como suele ser habitual en Ubuntu y derivadas.
Navegador de archivos
Caja, el continuador del «auténtico» Nautilus, funciona sin fisuras, con total integración. Se puede conectar con equipos Windows sin configurar nada gracias a Samba y el sistema monta y abre los dispositivos externos que se conecten, en mi caso, disco duro USB, tarjeta de memoria SD y pendrive.
Gestor de arranque
El clásico Grub sin demasiadas florituras. Al igual que en Ubuntu se puede personalizar con la adición de programas que no están en los repositorios oficiales, como Grub Customizer.
Estabilidad y suspensión a RAM
Un par de asuntillos en cuanto a estabilidad: tuve que matar el servidor X en una ocasión al reiniciar y no ser capaz de llegar al gestor de entrada MDM. Al igual que me pasara ya con Mint Maya, cualquier intento de personalizar el aspecto del escritorio termina dando al traste con la sesión. Me explico: algo tan simple como cambiar el tema de MATE a Shiki-Brave y activar la composición en las ventanas me lleva a la desaparición, tras el reinicio, del panel completo y a que no se respete el fondo de pantalla que yo había cambiado antes. Esto nos deja con una situación donde únicamente tenemos el fondo estándar de Mint y nada más. Para un usuario novel significaría un «hasta aquí hemos llegado, me largo a otra parte», ya que no sería capaz de iniciar ningún programa y ni tan siquiera de apagar el equipo.
Suspender, suspende bien a RAM. Pero a quién le importa esto si algo tan sencillo y básico como personalizar un poco tu escritorio tiene estos desastrosos resultados. No es algo achacable a MATE, que va por la versión 1.4, pues en Manjaro lo tengo instalado y toqueteado al máximo sin problema alguno. Por lo menos tuve tiempo de hacer una captura de pantalla de lo bien que me había quedado antes del reinicio que hizo desaparecer todo el trabajo:
Ciclo de desarrollo
La versión 14 de Linux Mint estará soportada hasta abril de 2014. Una nueva versión verá la luz aproximadamente un mes tras el lanzamiento de Ubuntu 13.04 en abril del próximo año, si todo sigue como hasta ahora y los Mayas estaban equivocados…
A poco que profundicé en el uso de Mint Maya encontré algunos problemas asociados a la personalización del entorno, con Docky, con AWN y con Compiz. En Nadia no he llegado tan lejos, si no he sido capaz ni de cambiar el tema del sistema sin cargarme el escritorio no voy a intentar tareas más complejas, no me apetece. Y lo peor es que en este caso no puedo culpar a Mutter o Gnome 3 y su pobre implementación en cuanto a los drivers propietarios de ATI, en MATE no hay nada de eso. Por otro lado, como indicaba más arriba, mi buena experiencia con MATE en Manjaro descarta también que se pueda atribuir la culpa a éste.
Sea por esto o sea porque simplemente no veo una mejoría que lo justifique, si yo fuese usuario de Mint me quedaría con Maya. Nadia no me ofrece nada, en lo bueno y en lo malo, que no me ofrezca ya su anterior versión. Y, a su vez, me hace perder el soporte extendido hasta 2017 que proporciona la LTS de Maya. De las supuestas mejoras de las que se hace eco el equipo de Mint en las notas de desarrollo no hay ninguna que haga que merezca la pena cambiar. Tal vez en el caso de Cinnamon sea una historia diferente, pero ya digo que no me gusta ese entorno y no le voy a dar otra oportunidad, al menos por el momento. Linux Mint Nadia me deja un regusto amargo junto con la sensación de que va haciendo falta renovar un poco el aspecto de la distro para que no empiece a parecer que se lanza siempre lo mismo. Pese a los problemillas de personalización, Mint Nadia obtiene un 9’54, pues en todo lo demás cumple con creces. Saludos.