Febrero se escribe con f de Fedora, porque así lo han querido los lectores del blog, que han elegido a la distribución comunitaria base de Red Hat Enterprise Linux como la favorita para ser instalada y probada a fondo. Mis aventuras y desventuras con la distro del sombrero de Indy son conocidas por los habituales de por aquí: malas experiencias, malas sensaciones y cierta incomodidad a la hora de usar Fedora como distribución por unas pocas horas. Para mí, la prueba que nos ocupa era una suerte de consagración definitiva, para bien o para mal, de mi impresión de este sistema. Usarla durante un mes entero podía acabar por fin con los recelos que me provocaba. Nótese el tiempo verbal empleado…
Y lo escribo en pasado porque es eso, pasado, lo que Fedora representa en mi equipo. Ni dos días ha aguantado la distro. Eso sí, durante el día de ayer, que empleé en instalarla, configurarla y hacerla más usable para mí, Fedora 18 Spherical Cow se comportó con bastante estabilidad, quitando un par de reportes de error, simplemente incómodos, que no afearon del todo la experiencia. Hoy, cuando me aprestaba a continuar con el uso y disfrute, Fedora hizo «catacrac» y hasta aquí hemos llegado. Vuelta al redil de Chakra, donde me siento como en casa, para escribir estas líneas e intentar explicar qué conclusiones he sacado de Fedora y qué ha podido motivar que la distro se niegue a arrancar. Allá vamos.
Instalación
¿Qué decir del recién estrenado relevo de Anaconda como instalador de Fedora? Para resumir, podríamos catalogarlo de extremadamente sencillo en general y tremendamente complicado en parte. Sencillo en cuanto que bastan unas pocas preguntas para dejar configuradas la mayoría de opciones del sistema. Complicado porque la parte destinada al particionado es poco clara, ineficiente y conlleva un alto riesgo de pérdida de datos. Es mi opinión, forjada desde el rato que me llevé pensando qué tenía que formatear y montar y qué no. Tal vez sea el novedoso aspecto y lo reticentes que a veces somos al cambio, pero no me gustó la forma de abordar algo tan delicado como es dar formato y particionar el disco, especialmente para un usuario poco experimentado.
Salvada esta parte, el resto es una balsa de aceite. Una rápida instalación de menos de diez minutos y un par de pantallas de post-instalación nos llevan con celeridad al primer inicio de nuestro nuevo sistema fedoriano. Compruebo con satisfacción que Grub ha reconocido y configurado correctamente las entradas correspondientes a Windows 7 y Chakra. La entrada al sistema me muestra un fondo de pantalla de tonos azulados y mi viejo «amigo» Gnome 3, con su barra superior, sus favoritos y demás. Fedora ha reconocido mi gráfica integrada AMD/ATI y se inicia con los controladores libres, como no podía ser de otra forma, dada la filosofía de la distro. Por desgracia los drivers libres actuales son eso, una desgracia, y mi pantalla se llena de extrañas rayas y efectos oscuros en las ventanas que no son achacables a Fedora en sí, pues lo mismo me pasó en su día mientras probaba Gnome 3 en Arch Linux.
Esta misma filosofía que comento es la que nos entrega Fedora libre de códecs multimedia, flash y del resto de elementos que son imprescindibles para usar el ordenador. No es nada nuevo, no es nada malo, simplemente se precisa pasar un ratillo configurando cosas y descargando paquetes. En principio Fedora no me avisa de la existencia de actualizaciones, pero vaya si las hay: basta hacer un sudo yum update para darse cuenta. Con nuestro sistema ya actualizado, podemos proceder a usar alguna utilidad que nos haga más llevadera la tarea de dejar Fedora lista para la acción, aplicación que en mi caso se llama Easylife y es proporcionada por la comunidad brasileña. Este script habilita el popular repositorio RPMFusion y nos da a escoger qué queremos instalar desde el mismo.
Tras veinte minutos de arduo trabajo de mi procesador y mi conexión ADSL descargando e instalando paquetería reinicio el sistema sin mayor dificultad. Puesto que deseo librarme de las inconsistencias gráficas que aparecen en mi pantalla no me queda otra que instalar los controladores Catalyst, y lo hago siguiendo este tutorial de Xenode Systems. Pese a que en los comentarios al citado tutorial hay lectores que reportan incompatibilidades, todo salió bien y tras reiniciar tenía Fedora completamente operativa y con unos FPS en glxgears de 2000, aproximadamente, esto es, los mismos que obtenía con Unity y Compiz en Ubuntu 12.10.
Navegación
En Fedora me encontré con Firefox 17 que se actualiza a 18. En principio no trae flash, pero se instala fácilmente usando el script que veíamos más arriba. También probé Chrome y ambos funcionaron perfectamente bien.
Vídeo
El reproductor de vídeo, también conocido como Tótem, se quejaba de la falta de complementos para los archivos MP4. Pese a ofrecerse a buscarlos no encontraba nada. La solución fue instalar VLC y olvidarme de Tótem.
Música
Rhythmbox 2.98 es el reproductor de audio predeterminado de Fedora y funciona bien. Poco más que añadir.
Ofimática
Libreoffice 3.6.3 preinstalado pero en inglés. Ni siquiera tuve tiempo de buscar el paquete en español, tarea que pretendía realizar hoy cuando Fedora se inmoló.
Fotografía e imágenes
Como ya es habitual, Shotwell viene instalado y funcionando, en concreto su versión 0.13.1 y Gimp está disponible en los repositorios.
Gestor de software
Me costó un poco encontrarlo, se trata de gpk-application aunque viene con el nombre de «Software» a secas. Ayer no me avisó de ninguna actualización, pero sí lo hizo esta mañana y maldita la hora, vistos los resultados.
Reconocimiento de hardware
Muy bueno, como suele ocurrir con esta distro. Detección automática y veloz de la impresora, escáner y webcam.
Navegador de archivos
El nuevo Nautilus se denomina, simplemente, «Archivos». No me molesta su excesiva simplicidad, incluso me gusta y no entiendo mucho que se le haya atacado tanto, la verdad. Pero bueno, es cuestión de gustos personales. En lo concerniente a su funcionamiento no tengo ningún pero que ponerle, conectó mediante Samba con mi portátil y fui capaz de reproducir vídeo en streaming. Los dispositivos de almacenamiento (pendrive, tarjeta SD, disco USB externo) los reconoció y montó de forma automática. Lo que me llamó la atención – también pasaba con Gnome 3 en Arch – es el chasquido que produce la inserción y extracción de cualquier dispositivo USB, un molesto sonido como de estática. Extraño como poco.
Gestor de arranque
Ya indiqué antes que Grub reconoció sin dificultad a los otros dos sistemas que había en el equipo. Sin embargo no fui capaz de encontrar ninguna utilidad que me permitiese editar el menú de arranque, ya que el Grub Customizer que intenté instalar no conseguí que iniciase.
Estabilidad y suspensión a RAM
En este apartado pretendía otorgar a Fedora la máxima puntuación, pues a parte de dos avisos de SELinux tras correspondientes errores en aplicaciones eran todo lo que podía poner en el debe de la distro a este respecto. Pero eso era ayer, hoy la cosa cambió del todo.
Y Fedora hizo «crack»
Tras iniciar esta mañana el equipo y entrar en mi escritorio se me advierte de la posibilidad de instalar varias actualizaciones, 46 para ser exactos. En un primer momento me extrañó, pues ayer no recibí notificación alguna en todo el día y ya pensaba que no estaba instalado o activado el avisador de actualizaciones. Acepto lo que se me propone, y mientras se descargan los paquetes abro Firefox. Pincho con el botón derecho en un enlace que me disponía a abrir en una nueva pestaña y… congelación absoluta. Ni responde el ratón, ni el teclado, ni nada de nada. Como compruebo que todo ha dejado de funcionar y no sigue adelante la descarga de paquetes (la luz del router está fija) hago un «hard reset» y cruzo los dedos.
Y hasta aquí llegó. No hay forma de entrar de nuevo a Fedora y lo único que obtengo es una pantalla negra. Si abro un terminal y entro, al intentar iniciar el servidor X se queja de la falta de no se qué librería. Me da igual, la que sea. La cuestión es que apenas se había iniciado la descarga de paquetes, con lo que no se había podido instalar nada nuevo. ¿Qué es lo que ha podido pasar?
Me hago la pregunta de modo retórico, pues ni en broma estoy dispuesto a investigar la cuestión, al menos no por el momento. Es lo que siempre me termina pasando con Fedora, simplemente falla. A mí personalmente me falla y ya pueden venir miles de felices usuarios de la distro a decirme lo equivocado que estoy que mi experiencia con ella no va a cambiar. Es la que es, la que ha sido siempre.
Con el tan debatido abanico de posibilidades que tenemos en Linux me resulta absurdo insistir una y otra vez con una distribución que no me funciona bien. Ni en este hardware ni en el anterior. Algunos sostienen que Fedora es poco más que el banco de pruebas que utiliza Red Hat para sacar mejores versiones comerciales. No lo sé, pero parece que la estabilidad de esta última versión está quedando un poco en entredicho, es algo que se comprueba con solo dar una vuelta por las numerosas revisiones que pululan por la red. Yo pretendía ser la nota discordante y «arreglar» mi relación con Fedora. No pudo ser, pero fue bonito durante el día que duró. Si de aquí a quince días se me pasa intentaré probarla con KDE, entre tanto estoy muy pero que muy a gusto en Chakra. 7’95 para la vaca esférica, solo ligeramente mejor que la ternera. Un saludo.