Adiós a los bundles en Chakra

Lo anunciaba ayer Manuel Tortosa en los foros de Chakra: tras dos años utilizando los bundles para proveer aplicaciones gtk en un entorno qt puro, los desarrolladores han encontrado otra forma de hacer lo mismo que añade una serie de ventajas y minimiza algunos de los inconvenientes. Admito que este tema de los bundles siempre me ha parecido una solución compleja y no del todo funcional, aunque a decir verdad he llegado a acostumbrarme y a apreciar un buen puñado de aplicaciones qt que no desmerecen en nada a las que solía utilizar antes, de tal modo que el único bundle que actualmente usaba era Gimp. Diversas inconsistencias y problemas varios con Chrome y Chromium en su versión bundle me obligaron en su momento a instalar el primero desde CCR, aunque igualmente reconozco que Rekonq cumple con casi todo lo que preciso, con la excepción de algunas páginas relacionadas estrechamente con Google, como el blog que estáis leyendo ahora.

Pero mis diatribas con los productos del gigante de Mountain View están fuera de lugar, vamos a lo que vamos en este artículo. Los bundles, más allá de los problemas puntuales que cada cual pudiéramos tener con ellos, parecen ser un sistema complejo de mantener y alejado del principio KISS que rige las decisiones del equipo de desarrollo de Chakra. Tras varias discusiones en el sentido de crear un repositorio oficial con aplicaciones gtk, algo con lo que no todo el mundo estaba de acuerdo, u optar por mejorar el sistema de bundles, se ha llegado a esta especie de consenso a medio camino entre ambas cosas: el repositorio extra. Sin entrar demasiado a fondo en lo técnico, se crea una nueva jerarquía de directorios que penden de /extra por un lado, a la vez que hay ciertas cosas (entiendo que no-gtk) que cada programa incluido en el repositorio tiene permitido instalar en el sistema general.

Se espera que este nuevo repositorio, que acaba de iniciar su andadura y como tal se encuentra en período de pruebas, dé cabida a todos los bundles populares y alguna que otra aplicación nueva. Los desarrolladores han dejado claro, no obstante, que no encontraremos ahí programas para los que exista una alternativa qt válida, esto es, no se va a incluir Rhythmbox cuando tenemos Clementine, por poner un ejemplo. También se ha descartado Chrome en favor de su variante libre Chromium.

Cómo habilitar el nuevo repositorio extra
Para los usuarios de Chakra que tienen a bien pasarse por aquí de cuando en cuando, si aún no han tenido noticia de este cambio, dejo los pasos necesarios para activar el nuevo repositorio. En primer lugar debemos editar el archivo /etc/pacman.conf y añadir las siguientes líneas al final:

[extra]
Include = /etc/pacman.d/mirrorlist

Luego instalamos la nueva jerarquía de directorios:

sudo pacman -Sy filesystem-extra

Tras esto es imprescindible reiniciar nuestro equipo. Tras hacerlo, podemos empezar a descargar desde el nuevo repositorio. En mi caso he procedido a instalar Chromium y Gimp, siguiendo el procedimiento:

sudo pacman -S chromium gimp
kbuildsycoca4
sudo ldconfig

La primera instrucción, como es obvio, instala los paquetes a la manera tradicional. La segunda regenera la caché del sistema para aquellos casos en que no veamos el icono de la aplicación en el menú de KDE. El tercero se emplea si, como me ocurrió con Gimp, al iniciar desde el menú no se abre el programa y tras hacerlo desde consola nos lanza un error de librería no encontrada. Son pequeños inconvenientes inherentes a un sistema recién instaurado que se irán resolviendo poco a poco. Cabe añadir, a modo de advertencia, que el sistema se está comenzando a probar ahora y no va a estar exento de errores, con lo que lo mejor que podemos hacer es probarlo e informar de lo que nos vayamos encontrando en el correspondiente hilo del foro de Chakra.

Y poco más que añadir salvo que me parece una decisión acertada por parte del equipo de Chakra ir abandonando los bundles en favor de un sistema más sencillo de utilizar por el usuario y, según comentan los que entienden del asunto, mucho más simple de implementar y mantener actualizado por los propios desarrolladores. Todos, según parece, salimos ganando con el cambio.

Más información de primera mano en The Chakra Bay, vía Malcer. Un saludo a todos, en especial a los muchos chakreros que, por el entusiasmo con el que han acogido la noticia me demuestran dos cosas: que Chakra sigue muy viva y que el sistema de bundles era algo que había que mejorar.

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Ubuntu 13.04: progresa adecuadamente

Si bien es cierto que los lanzamientos periódicos con los que nos obsequia Canonical ya no levantan la expectación que solían, por una razón u otra, uno no puede resistirse a descargar y probar la recién salida del horno Ubuntu Raring Ringtail, así como sus correspondientes variantes mantenidas por la comunidad. Me gusta darle a cada distro el reconocimiento que se merece y no hago una excepción con Ubuntu, la que me re-descubrió Linux en todo su esplendor y me animó a inmiscuirme en el maravilloso mundo del software libre, allá por su versión 7.04. Le debo mucho a Ubuntu e igual que yo, posiblemente muchos de los que hoy la denostan.

Ahora bien, lo cortés no quita lo valiente, de manera que lanzo un aviso para navegantes: me dispongo a someter a Ubuntu Raring a un análisis todo lo objetivo posible, de manera que aquí no hallarán los odiadores su alimento («haters gonna hate», ya se sabe), del mismo modo que no contribuiré al regocijo de los acérrimos «fanboys». Voy a contaros mi experiencia en estos cinco días de uso de la versión 13.04 de Ubuntu, nada más y nada menos. Como quiera que la tarea se hace un poco repetitiva y aprovechando el debate surgido en torno a las altas calificaciones obtenidas por las últimas distribuciones analizadas, Vicente y yo nos hemos puesto manos a la obra en la realización de un sistema de análisis más justo, más ponderado y que incluya un mayor número de puntos. El resultado, que podrá gustar más o menos, lo hemos plasmado en su correspondiente artículo, que podéis encontrar en las pestañas que adornan la cabecera del blog.

Hacemos, por lo tanto, tabla rasa en nuestra clasificación de distribuciones y comenzamos la nueva etapa con la distribución más insigne posible, por repercusión en todos los sentidos. Manos a la obra, pues.

Instalación
Si obviamos la desaparición de la posibilidad de hacernos la foto de usuario y la obligada aunque escueta remodelación de las diapositivas, tenemos el instalador de Ubuntu de siempre, lo cual no es algo negativo para nada. Funciona bien, como acostumbra, a la par que permite al usuario menos experimentado optar por particiones automáticas, dejando espacio para que los que saben algo más del tema se monten su sistema a medida. Vamos, lo habitual. En lo que creo que ha ganado Ubuntu Raring es en tiempo de instalación, en el sentido de que parece más corta y fluida. Recurriendo al reloj, se tomó veinte minutos para instalarse y otros quince para actualizarse, a pesar de haber efectuado la instalación el mismo día de su lanzamiento. Por no ir muy atrás en el tiempo, en la última versión me llevó una hora completar el proceso.

Tras acabar, elijo reiniciar el equipo. Me topo con la pantalla negra sin más indicaciones (¿problema de controladores gráficos AMD/ATI?), pero con solo presionar Enter el equipo reinicia. Al volver, además de comprobar con agrado que todos los sistemas se han añadido al menú de arranque, me encuentro con una estética de escritorio ya conocida: Unity a la izquierda (versión 7.0 ya), iconos con ligeras remodelaciones, fondo de pantalla de siempre, esquina superior izquierda desactivada por defecto. Línea continuista, al fin y al cabo.

Sobre los controladores propietarios Catalyst tan solo comentaré que el rendimiento de Ubuntu no empeoró ni mejoró al entrar estos en liza. La opción para instalar este tipo de controladores continúa escondida en una pestaña del programa «Orígenes de software». De entre los dos controladores que aparecen para instalar en el caso de AMD/ATI, el primero de ellos provocó la aparición de una marca de agua en la esquina inferior derecha de mi escritorio, con la leyenda en inglés «unsupported hardware» (hardware incompatible). El segundo, que aparece como fglrx-updates, hizo desaparecer la incómoda marca y es, por tanto, el que recomiendo instalar si se desea un mejor soporte 3D que el que proporcionan los controladores libres.

Arranque y apagado
Ubuntu Raring, en mi equipo, se inicia en 20 segundos y se apaga en 14. No son los mejores tiempos posibles, pero no se hacen molestos en absoluto, lo considero un pequeño precio a pagar por tener más servicios en funcionamiento que faciliten las cosas. En cuanto a la posibilidad de editar el menú de Grub, Ubuntu no incluye una herramienta per se, pero podemos instalar Grub Customizer, que cuenta en su web con un paquete compatible con Ubuntu 12.04 que funciona sin problemas en esta versión.

Software
Con el centro de software de Ubuntu, que se encarga de la instalación y desinstalación de programas tomando incluso el control de los paquetes .deb que descarguemos, la tarea es bastante sencilla. Al hilo de los nuevas «App store», contamos con descripciones de otros usuarios y podemos llevar un registro de qué instalamos y en qué fecha lo hicimos.

En lo que respecta a las actualizaciones automáticas, Ubuntu viene configurado para mostrarnos diariamente las de seguridad y semanalmente el resto. Esto se puede cambiar fácilmente en la correspondiente pestaña de «Configuración de actualizaciones». Como novedad, tras una larga y tediosa comprobación manual me topé con una ventana donde se me preguntaba si deseaba instalar unas actualizaciones que ya habían sido descargadas en segundo plano (¿a qué me recuerda esto?).

El arsenal de aplicaciones incluidas por defecto con Ubuntu tampoco ha cambiado, contamos con Firefox en su versión 20 para navegar, Rhythmbox como gestor de colecciones musicales/reproductor, Tótem para el vídeo, Libreoffice como suite ofimática, Shotwell para las fotografías… Nada nuevo bajo el sol. A todo ello se añade la posibilidad de instalar cualquier programa con solo buscarlo en el dash de Unity, muy cómoda y de tremenda utilidad para quienes acaban de aterrizar en Linux y andan un poco perdidos.

Hardware
Curiosamente seguimos jugando a cambiar cosas… casi no recuerdo ya una versión de Ubuntu en que la impresora no se configurase de modo automático cuando… ¡zas! Con Raring Ringtail volvemos a los tiempos en que hemos de ejecutar el módulo «Impresora» del menú de configuración y pulsar en Añadir. Son dos simples clics de ratón, tampoco vamos a dramatizar e imagino que se tiene en cuenta a los usuarios que no precisan de impresoras en aras de sobrecargar un poco menos el sistema. Para todo lo demás, la acostumbrada perfección: escáner y webcam funcionando, basta ejecutar Simple Scan y descargar Cheese para comprobarlo, mientras que la red, ya sea en su versión cableada o con mi adaptador wifi, se comporta a las mil maravillas.

Conectividad
El antiguo Nautilus, llamado Archivos sin más, va perdiendo utilidad a medida que pasa el tiempo. Lo cierto es que esta pretendida simplificación parece ir empujando a los usuarios más tradicionales al uso del dash como localizador de archivos, programas o incluso productos (lens de Amazon dichosas) en detrimento de este Nautilus descafeinado. Supuesta modernidad o imposición de Canonical, el caso es que Archivos hace bien lo poco que hace. La conexión a mi portátil con Windows, vía samba, es satisfactoria. Puedo hacer «streaming» sin problemas y el sistema recuerda mi contraseña de acceso a las carpetas de red tal y como le pido que haga, lo cual puede parecer una perogrullada pero no siempre ocurre así. En cuanto a dispositivos que facilitan la conectividad no hay nada negativo que comentar, perfecta detección y desempeño de mi pendrive, mi disco duro USB y mi tarjeta SD.

Experiencia «out of the box»
No me gusta el anglicismo, pero no he conseguido encontrar una expresión en castellano equivalente que pueda resumir todo lo que expresa ese «out of the box». Se admiten sugerencias. Ubuntu puede no ser un dechado de virtudes en según qué aspectos, pero no se le puede objetar nada a la facilidad de uso. Con su sola instalación podremos ver vídeos en Youtube, navegar perfectamente, reproducir todo tipo de archivos, leer pdf, comprimir y descomprimir en varios formatos… Todo ello sin que el usuario deba instalar nada o a lo sumo, como en el caso de los archivos rar, a un par de clic de distancia como indica el propio sistema.

Mi único pero viene en cuanto al sonido del sistema, que si bien funcionaba adecuadamente en el primer reinicio, dejó de hacerlo en los siguientes (tal vez alguna actualización truncó el servidor de audio). La cuestión es que el applet de sonido en la bandeja del sistema indicaba como activa la «Salida para torpes» (curiosa traducción, sin duda). La solución la encontré en dos comandos:

sudo apt-get purge linux-sound-base alsa-base alsa-utils
sudo apt-get install linux-sound-base alsa-base alsa-utils ubuntu-desktop

Con esta re-instalación se solucionó el problema, por si a alguien le fuese de utilidad.

Estabilidad
Llegamos al quid de la cuestión, la tan cacareada falta de estabilidad de las últimas versiones de Ubuntu. Aun no habiendo encontrado tantas dificultades como en anteriores ocasiones, reconozco que no termina de estar exenta de problemas, ya sea usando los controladores gráficos libres o los privativos. Mi experiencia se resume en un único cuelgue del sistema, consistente en la imposibilidad de arrancar en una de las ocasiones en que encendí el ordenador una mañana. Con el solo gesto de apagar y volver a encender se arregló el inconveniente. A este fallo he de añadir numerosos problemas a la salida de aplicaciones, son tantos que mejor no los enumero, afectando desde Spotify hasta Shotwell, pasando por My Weather Indicator e incluso el propio Centro de software. La cuestión es que uno pierde la cuenta de las veces en que Apport le informa de un problema en una aplicación y aún sabiendo que es posible desactivar esta herramienta, para mí sería como esconder la cabeza o mirar para otro lado: los errores, aunque no te enteres, siguen ahí. Finalmente puedo reseñar como, tras iniciar Libreoffice Calc por primera vez el escritorio se quedó como congelado, produciéndose un reinicio de Unity que me dejó el fondo de pantalla en negro.

Fluidez
Me considero afortunado poseedor de un equipo con suficientes garantías como para mover cualquier distribución con el entorno de escritorio que sea, Ubuntu con Unity no es una excepción. Noto el sistema muy fluido, la respuesta a cada acción es inmediata, cosa que no recuerdo que fuese exactamente así en anteriores ediciones, al menos hasta la instalación de los controladores propietarios. Ubuntu Raring, al menos en mi equipo, no se arrastra, pero a pesar de ello sí puedo constatar un aumento en el ruido provocado por el ventilador del equipo que parece ser indicativo de una mayor demanda de recursos. Y escribo parece, pues no dispongo de datos fehacientes que respalden esta impresión.

Gestión de energía
La suspensión a RAM va muy bien, la hibernación en cambio es preciso activarla si se desea usarla, como indica la propia ayuda de Ubuntu. Así mismo, la pantalla pasa a reposo en el tiempo que se marca en el apartado correspondiente de la configuración del sistema, viniendo desactivada dicha función en principio.

Personalizando Ubuntu
Durante las pruebas con Raring Ringtail me dediqué a dejar el entorno más o menos a mi gusto. Ya he comentado en alguna otra ocasión que Unity, lejos de disgustarme, me parece una buena idea con la que se puede ser tan productivo como con cualquier otra implementación, es solo que necesita de algún tiempo para estabilizarse. Y a fe que lo está logrando, pues edición tras edición se nota más asentado. Para personalizar Unity recomiendo la herramienta Unity Tweak Tool, con la que tenemos un completo editor no solo de la barra lateral sino del entorno de escritorio completo que nos permitirá, entre otras muchas cosas, activar la función de exposición de las ventanas con la esquina superior izquierda («hot corner») de la pantalla.

La instalación de mis programas habituales apenas encontró impedimentos dignos de reseñar. Instalé Chromium de los repositorios oficiales, Clementine (gran integración de esta herramienta Qt con Unity), Spotify, Gimp, Unity mail, Variety y los iconos Faenza. Nada destacable, salvo que Spotify hace saltar a Apport cada vez que se cierra. Por lo demás, chapeau.

Pruebas de rendimiento
Inauguramos con Ubuntu el banco de pruebas de rendimiento de distribuciones Linux, el cual fundamentamos en cinco tests de los muchos que componen la Phoronix Test Suite y con los cuales pretendemos evaluar cómo se comporta el sistema en general, el procesador bajo dicho kernel, el disco y la tarjeta o unidad gráfica integrada. Ubuntu Raring me ha sorprendido gratamente, sobre todo en las pruebas de rendimiento general donde ha obtenido unas puntuaciones muy destacables que superan las logradas con Chakra. En los aspectos donde apenas presentan diferencias, o si las hay son muy escasas, Ubuntu destaca por su rendimiento gráfico muy ligeramente superior.

Conclusiones
Ubuntu sigue avanzando, es la conclusión más diáfana que obtengo de estos días de prueba de la distro de Canonical en mi equipo, lo que no tengo tan claro es hacia dónde. Las noticias que apuntan en la dirección de un cambio de rumbo (Qt y Mir en lugar de Gtk y Wayland son un claro ejemplo) me hacen dudar de la utilidad de esta entrega, que sigue la línea de las anteriores y representa poco cambio más allá de las nuevas versiones de los programas que incluye. Aunque no vamos a criticar que Ubuntu tienda a estabilizarse, faltaría más, sigo sin ver claro que esta versión suponga una gran ventaja sobre la de soporte extendido, Precise Pangolin.

A destacar en positivo el gran rendimiento en las pruebas de Phoronix y el adecuado desempeño de los controladores gráficos, ya sean libres o propietarios. En negativo, aunque disminuyen los cuelgues e inestabilidad general no podemos librarnos del todo de ellos, un aspecto en el que Ubuntu sobresale, por desgracia, entre otras muchas distribuciones en las que no se presentan estos inconvenientes. Y este es, en mi opinión, el gran talón de Aquiles de la distro de Canonical, más allá de la falta de adaptación a una nueva forma de trabajar, (ojo, para mí cómoda) que propone Unity.

Para finalizar, si fuese usuario de Ubuntu no tengo muy claro si actualizaría mi hipotética Ubuntu Precise 12.04 LTS a esta versión. Supongo que, según soplaran mis vientos linuxeros, caso de necesitar imperiosamente una nueva entrega de alguno de mis programas favoritos, lo haría. Digamos sencillamente que entre actualizar a la 12.10 y hacerlo a esta 13.04, me quedo con la última. Más estable sí, ¿suficiente? Tal vez, no.

FICHA TÉCNICA
Distribución: Ubuntu 13.04 Raring Ringtail 64 bits
Entorno de escritorio: Unity 7.0.0
Kernel: 3.8.0-19-generic
Xorg: 1.13.3
Driver gráfico: fglrx 9.1.11
OpenGL: 4.2.12002
Gcc: 4.7

table.tableizer-table {
border: 1px solid #CCC; font-family: ;
font-size: 12px;
}
.tableizer-table td {
padding: 4px;
margin: 3px;
border: 1px solid #ccc;
}
.tableizer-table th {
background-color: #1B54A5;
color: #FFF;
font-weight: bold;
}

UBUNTU 13.04 RARING RINGTAIL LSDH
Instalación 10,00
Arranque y apagado 7,50
Software 10,00
Hardware 9,00
Conectividad 10,00
Out of the box 9,17
Estabilidad 0,00
Fluidez 10,00
Gestión de energía 8,33
Pybench 3.161,00
Apache 21.605,41
Encode-flac 8,26
Unpack-linux 17,82
Unigine Valley 420,00
Corrección por rendimiento 0,33
CALIFICACIÓN 7,54

Editado el 7/05/13 por un error en la fórmula de cálculo de la corrección por rendimiento

Trisquel 6.0 Toutatis: para la libertad

Muchos han sido los intentos frustrados de probar una de las distribuciones consideradas por la FSF como totalmente libre. Cuando era poseedor de un equipo Intel, Pentium IV para más señas, no fui capaz de hacer funcionar ninguna, de manera que en mi actual sistema donde gobierna AMD y su hardware «pro-privativo» llegué a pensar que la tarea sería del todo imposible. Pero hete aquí que me equivocaba, como el presente artículo demuestra. En una nueva intentona de asomarme a la ventana del software libre con mayúsculas he tenido éxito, y el fruto de mis probaturas no ha podido ser más sorprendente…

Antes de empezar a relatar mi experiencia con Trisquel 6 creo que sería conveniente clarificar algunos conceptos que no todos los usuarios de GNU/Linux (en un artículo sobre Trisquel es inevitable usar la terminología completa, o como diría Richard Stallman, llamar a las cosas por su nombre) conocen sobre el significado de la palabra libre. En nuestro idioma es mucho más sencillo de aclarar que en inglés, donde «free» fomenta la ambigüedad entre «libre» y «gratuito». Software libre es todo aquel que se ajusta a cuatro premisas fundamentales: podemos usarlo para lo que queramos, podemos estudiar y modificar el código fuente (las instrucciones, en un lenguaje legible para un ser humano, que componen el programa en sí), podemos copiar el programa y distribuirlo libremente (cobrar o no por ello es otra cuestión, libre albedrío), y copiar y distribuir, igualmente, una versión modificada por nosotros o por cualquiera de dicho software con las mejoras destinadas a ayudar a la comunidad. Han de cumplirse, invariablemente, todas estas posibilidades para que un sistema o programa se pueda considerar software libre.

Al contrario de lo que muchos podáis pensar, el usar un sistema GNU/Linux no nos hace completamente libres, en la acepción del término que propone la FSF. Incluso el kernel que en su momento creara Linus Torvalds no es, hoy en día, libre por completo, pues para que funcionen ciertos dispositivos (especialmente tarjetas inalámbricas) es necesario que incorpore instrucciones binarias, conocidas como blobs, de las cuales no se tiene acceso a su código fuente. De esta guisa, un usuario preocupado por adherirse a los fundamentos de la FSF en su totalidad no puede usar una distribución cualquiera: es aquí donde entran en escena el puñado escaso de sistemas que cumplen, a rajatabla, las cuatro condiciones antes reseñadas. Y Trisquel, distro española, es una de ellas.

De todo lo anterior se desprende que Trisquel, al igual que las distribuciones que aparecen en la citada lista de la FSF, incluye el conocido como kernel-libre, despojado de todos los blobs binarios. Podemos suponer por ello que no será fácil que en nuestro sistema funcionen completamente todos los dispositivos, siendo en mi caso particular la gráfica integrada AMD/ATI la parte problemática y, como veremos, sin solución éticamente viable.

Instalación
Trisquel 6.0 se basa en Ubuntu 12.04 y al igual que ésta es una versión de soporte extendido. El instalador es una versión del de la conocida distro de Canonical donde se hace especial hincapié en las ventajas e implicaciones del software libre. Tratándose de una distro española sería una aberración que no pudiéramos usar el castellano desde el principio, así que los que no dominen la lengua de Shakespeare pueden estar tranquilos: todo el proceso se desarrolla en nuestro idioma. Al reiniciar entramos a un escritorio Gnome Classic, sobrio a la par que distintivo, con iconos propios y una tipografía poco habitual que le confiere un aspecto especial. El problema: la resolución no es la nativa para mi monitor, el cual identifica como un portátil. Y no hay forma de cambiar esto, ya que el controlador libre necesita de blobs en el kernel para funcionar perfectamente…

En este punto es cuando me planteé abandonar nuevamente, pues con la resolución que obtenía se me hacía complicado trabajar y ya intuía que no iba a lograr buenos resultados. Después de bucear por varios foros, entre ellos el de la propia Trisquel, me encontré con varios caminos que tomar:

1. Usar el sistema en esa resolución, no recuerdo exactamente cuál era pero en torno a 1200×800.
2. Comprar hardware que cumpliera los requisitos para hacer funcionar Trisquel a la perfección (las solución favorita de la mayoría, todo hay que decirlo, pero que no está al alcance de algunos usuarios).
3. Olvidarme de que estoy usando Trisquel e instalar los controladores privativos de AMD/ATI.

Ya he comentado en la introducción que tenía muchas ganas de hincarle el diente a Trisquel. Me pareció que, puesto que no todo el mundo tiene hardware AMD/ATI, la postura a tomar era la de instalar los propietarios para poder analizar la distribución en sí, que es mucho más que el rendimiento gráfico o la resolución del monitor. Ello no es óbice para que cuestione la idoneidad de que un auténtico usuario de la distro (a fin de cuentas, esto es solamente una prueba) tome ese camino. O, para ser más claros, si me dispusiera a usar Trisquel en el día a día no instalaría los controladores, puesto que resultaría absurdo «traicionar» de este modo la filosofía de la distro habiendo tantas otras opciones disponibles. Es a lo que me refería con la falta de solución éticamente viable.

Navegación
Con todo lo que supone la fundación Mozilla para el mundo del software libre tal vez pueda parecer extraña la no inclusión de Firefox (o de Iceweasel) en Trisquel. Contamos con una versión, el navegador Abrowser, que resulta ser idéntico pero con la salvedad de que usa extensiones completamente libres, cosa que no ocurre con Firefox. Tampoco hay nada de flash, lo que no nos impide la reproducción de vídeos en Youtube merced a la introducción del cada vez más eficiente protocolo HTML5. Fluidez y buen funcionamiento, no se echa nada en falta en el desempeño de Abrowser frente a su hermano Firefox. La versión incluida es la 19.0. Ni que decir tiene que utiliza Duck Duck Go como buscador por defecto.

Vídeos
El reproductor de Gnome, Tótem, funciona sin problemas con todos los formatos que probé.

Música
En Trisquel tenemos Rhytmbox como reproductor y organizador musical por defecto. Reproduce mp3 sin necesidad de instalar nada por parte del usuario.

Ofimática
Contamos con la versión 3.5.7.2 de Libreoffice a nuestra disposición, perfectamente operativa.

Fotografía e imágenes
Gimp, en su versión 2.6, está instalado. El gestor fotográfico que se incluye es el modesto (aunque cada vez incorpora más mejoras) gthumb, pero tenemos Shotwell en los repositorios.

Gestor de programas
Los desarrolladores confían la tarea de instalar programas al clásico Synaptic y a la aplicación Gnome-app-install. Cualquiera de las dos funciona bien, aunque me quedo con la segunda, un centro de software completo y sin embargo sencillo que presenta con claridad la información y realiza bien su función. Tenemos, así mismo, un avisador de actualizaciones para la bandeja del sistema.

Reconocimiento de hardware
Una maravilla, a buen seguro heredada de la distribución en que se basa. Con solo encender cada dispositivo éste es reconocido y funciona. No puedo pedir más. Impresora, escáner y webcam operativos en un santiamén.

Navegador de archivos
Nautilus 3.4.2 se encarga de la tarea. Samba viene instalado y configurado, de modo que funciona la compartición con mi equipo Windows, streaming de ficheros multimedia incluido. El pendrive, el disco duro externo y la tarjeta SD son reconocidos y montados.

Gestor de arranque
Grub reconoce todos los sistemas de mi equipo, si bien no conseguí encontrar directamente en los repositorios ningún programa para editar el menú de arranque. Mi solución fue descargar el paquete startupmanager.deb de los repositorios de Debian Stable e instalarlo con Gdebi en Trisquel (está en los repositorios).

Estabilidad y suspensión a RAM
Muy estable. Incluso me atrevería a decir que, más allá de su solidez, el sistema se siente muy fluido, todo se abre con gran rapidez y el consumo de memoria al inicio no llega a los 450 Mb, lo cual tratándose de Gnome no está nada mal. La suspensión no hay modo de que funcione dadas las limitaciones del controlador, es decir, funciona con el propietario pero no con el libre.

Ciclo de desarrollo
Hasta esta última versión, llamada Toutatis, Trisquel seguía el ciclo de Ubuntu, de modo que por cada versión de la distro de Canonical aparecía una de la española, si bien el tiempo transcurrido desde el lanzamiento de la sudafricana hasta la aparición de la correspondiente versión de Trisquel era variable. El esquema se rompió en Toutatis, publicada en marzo de 2013, basándose en Ubuntu Precise cuando es inminente el lanzamiento de Raring Ringtail.

Rendimiento gráfico
No voy a incluir a Trisquel en la clasificación según el «benchmark» de Unigine, pues para que este funcione se precisa de los controladores propietarios.

No puedo ocultar que Trisquel me ha agradado sobremanera. Yo no soy una persona de extremismos, creo que los artículos lo demuestran, por eso no comparto por completo los principios que maneja la distribución y, por ende, Stallman y la FSF. No obstante, los respeto profundamente y puedo llegar a entender esa obsesión por la nomenclatura GNU/Linux («no llamarías bolígrafo a una rosa», proclama Stallman) en su objetivo de conseguir la universalización del software libre. Se llega a etiquetar a un usuario como yo, no tan preocupado por esa causa, como alguien que pone «otras cosas» por encima de su libertad. Por ejemplo, el dinero, ya que opto por usar distros amigables con mi hardware en lugar de comprarme un Intel. Yo prefiero llamarlo vivir en un mundo en el que necesito confiar un poco en los demás, al menos como para suponer que uno o varios tipos que programan un controlador para una tarjeta gráfica no van a incluir en el código unas líneas «malignas» para espiarme y enviar información a la empresa sobre mí.

Sintiéndolo mucho, no puedo desconfiar tanto. Si me preocupara hasta ese punto, para ser fiel a mí mismo no bastaría con usar Trisquel o Parábola, tendría que tirar a la basura el móvil, no usar el coche (¿quién sabe lo que pasa por la cabeza a un ingeniero de Citroën?) y adoptar ciertas costumbres que, en una escalada hacia la perfecta libertad, acabarían dando con mis huesos en una granja perdida sin conexión a Internet. Es mi opinión y así la escribo, aún a sabiendas de que mi supuesta tolerancia para con el software no totalmente libre choca de frente con los objetivos de la FSF. Pero así es como lo veo.

En lo estrictamente referido a GNU/Linux, Trisquel es una estupenda distribución que funciona rápido, proporciona estabilidad y la seguridad de estar usando algo completamente libre para aquellos que se identifican con esta filosofía. Creo que poco más se puede pedir. La distro cuenta con una activa comunidad de usuarios, entusiastas en sus principios y siempre dispuestos a ayudar en los foros. Eso sí, no pidamos peras al olmo y entremos allí buscando soluciones a cosas que no tienen solución, como los problemas con la mayoría de gráficas modernas de AMD o tarjetas inalámbricas. Si somos afortunados poseedores de un equipo Intel de sobremesa y todo funciona como debe, podremos disfrutar de Trisquel al cien por cien, de lo contrario tenemos muchas otras distros para elegir. Si os estáis preguntando qué tal funcionaría Trisquel en vuestro equipo, os dejo el lugar al que acudir en busca de respuestas: la base de datos de h-node. 9’43 puntos para Trisquel, realmente mucho más de lo que esperaba. Me despido con la esperanza de que el debate que pueda surgir en torno al artículo se desarrolle con respeto. Un saludo a todos.

SparkyLinux 2.1: Debian Testing en cinco minutos

Muchas distribuciones han pasado ya por el blog, de diferentes nacionalidades, variados objetivos que se consiguen o no, dificultad variable en su método de instalación y un largo etcétera. Refiriéndonos al apartado nacionalidad hoy vamos a revisar una distribución polaca que no tenía el gusto de conocer y de la cual tuve noticias leyendo un comentario de reisilver y un artículo de Frannoe en LMDE cosillas. En un principio no me llamó mucho la atención pero en cierto modo tenía ganas de probar algo basado en Debian. Al menos, eso creía yo, porque la realidad es que más que basarse en ella, SparkyLinux es Debian.

Con una serie de características ya implementadas con el claro objetivo de facilitar la vida al usuario final, SparkyLinux nos presenta un Debian Testing con tres posibles escritorios de entrada: Openbox, LXDE y MATE. La vocación de sistema para todo tipo de equipos, modestos y potentes, es evidente. Si bien es cierto que los días en que instalar Debian resultaba complicado quedaron muy atrás, un usuario novel con ganas de acercarse a la distribución madre de tantas otras puede agradecer las facilidades que va a encontrar en este sistema, como la inclusión de escritorios como MATE o repositorios no libres sin que se tenga que tocar nada.

Instalación
La primera impresión que uno se lleva de SparkyLinux es que se trata de un entorno espartano, sencillo y con una combinación de colores en la que predominan el gris y el blanco. El set de iconos tampoco es el más habitual que se puede encontrar por ahí fuera, con lo que se completa una sensación de encontrarnos ante algo distinto. Lo mismo ocurre con el dock escogido para la parte inferior del escritorio, que se sale de la terna común (Avant Window Navigator, Docky y Cairo Dock) ofreciéndonos el simple pero potente Wbar. La instalación ha de hacerse totalmente en inglés, si bien es medianamente sencilla de completar, sin que por ello debamos dejar de prestar atención a un par de detalles concretos: en primer lugar la selección de los locales, por defecto trae activados un buen número de ellos (polaco, francés, japonés…) que no nos van a hacer falta y que deberemos de-seleccionar en la correspondiente pantalla.

Otro hecho que me resultó curioso es la imposibilidad de elegir la misma contraseña para el administrador (root) y un usuario del sistema, es algo que nunca se me había presentado hasta ahora, pero que en realidad tiene su lógica y puede ahorrarnos algún disgusto al evitar que hagamos algo como superusuario por equivocación. En realidad, te hace más consciente de cuándo estás usando los privilegios de administrador y poco más. Pero es algo singular, sin duda.

Una vez pasado el trámite de instalación, que como indico en el título del artículo no lleva más de cinco minutos, el primer reinicio ya nos deja claro que estamos ante Debian misma, pues así es como el sistema se identifica en el menú del gestor de arranque. Desde el momento de entrar al sistema ya encontraremos todo en nuestro idioma escogido. En lo personal no encuentro afortunado el esquema de colores e iconos elegido por los desarrolladores, pero claro está, es algo totalmente subjetivo y cada cual prefiere los suyos. Digamos que los fondos oscuros y las tipografías de color negro, simplemente no se llevan bien.

Para evitar posibles conflictos que me he encontrado en otras distribuciones, decido prescindir en la primera actualización del gestor de paquetes gráfico y opto por la socorrida terminal. Sudo no viene activado por defecto, de modo que hago «su» para convertirme en administrador y luego un apt-get upgrade que me avisa de la existencia de 213 Mb de paquetes por actualizar, incluyendo la versión del escritorio MATE, que pasa de 1.4.2 a la novedosa 1.6. Debido a que no pretendo usar Sparky como sistema habitual no creí necesario habilitar «sudo», pero para aquellos que sí lo deseen dejo un enlace donde se explica cómo hacerlo.

La actualización transcurre sin más incidentes que aquéllos propios de la inmadurez de MATE 1.6, pues al reiniciar vuelve a habilitar los paneles por defecto y nos crea un pequeño lío, nada del otro mundo que no se solucione configurando los paneles a nuestro gusto y forma. Entre los paquetes actualizados se encuentra intel-microcode, algo que no termino de entender puesto que estoy usando un equipo AMD. Así mismo, tras el reinicio el avisador de actualizaciones me indica que tengo otros 23 paquetes pendientes de poner al día. Uso el propio gestor en esta oportunidad, sin problemas que reseñar.

Por último, queda la delicada parte, que muchos de vosotros afortunados no poseedores de hardware AMD/ATI podéis obviar: instalar los controladores propietarios. La experiencia me dicta, en Debian y derivadas muy directas (SolusOS, por poner un ejemplo), que el script smxi funciona a las mil maravillas. Dicha utilidad, probablemente no apta para usuarios noveles, todo hay que decirlo, me instala los Catalyst 13.1 en SparkyLinux. Cero contratiempos.

Navegador
Al tratarse de Debian Testing pura y dura, esto es, sin backports ni nada parecido, la versión de Iceweasel disponible es la 10, considerada como versión de soporte extendido del navegador de Mozilla, en su variante debianita (totalmente libre, incluyendo logo y «branding»). Funciona muy bien y he de reconocer que no se echa en falta ningún aspecto de versiones más modernas. Pero si se desean obviar las ventajas de estabilidad que proporciona un software más que probado, dejo un par de enlaces: uno sobre los repositorios de Debian, para entender algo mejor de qué va todo eso de las diferentes ramas de desarrollo, y otro sobre los backports. El navegador está en inglés, deberemos instalar «iceweasel-l10n-es-es» para tenerlo en castellano.

Vídeos
En Sparky contamos con VLC ya instalado y funcionando, merced a la inclusión de todos los packs de códecs multimedia necesarios. Perfecto, aunque en la captura de pantalla no lo parezca, pues por alguna extraña razón que se me escapa la utilidad no era capaz de tomar la instantánea de la totalidad de la ventana del reproductor multimedia.

Música
Escogen Exaile como reproductor y organizador, no es mi favorito pero cumple sin más. Cualquier otra opción que se os ocurra está disponible en los extensos repositorios de Debian.

Ofimática
Se incluye de inicio la versión 3.5.4 de Libreoffice en inglés. Como en el caso de Iceweasel se puede optar por hacer «backporting» para buscar la versión 4, así como necesitaremos instalar el correspondiente paquete de idiomas.

Fotografía e imágenes
Tenemos a Gimp instalado, versión 2.8, la última disponible. En cuanto a programas para organizar nuestras fotografías podemos encontrar, entre otros, el siempre útil Shotwell en los repositorios, si bien en una versión ya algo anticuada, la 0.12.

Gestor de programas
Es habitual que las distribuciones con base en Debian incluyan el veterano Synaptic y SparkyLinux no es una excepción. Buen y robusto funcionamiento, con notificación de actualizaciones en la bandeja del sistema.

Reconocimiento de hardware
Realmente impresionante en este apartado, SparkyLinux detecta la impresora a la velocidad del rayo tras pulsar el botón de encendido. Con Simple Scan y Camorama instalados podemos comprobar el funcionamiento del escáner y la webcam, en ambos casos, absolutamente satisfactorio. Una auténtica experiencia «plug and play».

Navegador de archivos
El continuador de la saga Nautilus, llamado Caja, mantiene la esencia que hizo popular al navegador de ficheros otrora santo y seña de Gnome. Con su funcionalidad intacta, incluyendo el montaje de dispositivos externos y la conexión con equipos Windows sin necesidad de instalar nada, lo único que me falló fue la reproducción en streaming desde el portátil. En lo demás, chapeau.

Gestor de arranque
Sin nada que destacar en negativo, Grub reconoció todos los sistemas del equipo y el programa Startupmanager se puede instalar desde los repositorios de Debian.

Estabilidad y suspensión a RAM
Muy estable, como en otras ocasiones he mencionado, la nomenclatura de las ramas de desarrollo de Debian no le hace justicia a la realidad, de tal guisa que si de mi dependiera le daría el calificativo de estable incluso a Sid. Lo único que quizás no gustará a algunos usuarios es la antigüedad de ciertos paquetes, pero ya mencionaba antes la existencia de los socorridos backports para esta cuestión. El tema suspensión es otra historia, tal vez debido a algún error en MATE, pero el caso es que al regresar de dicho estado todo el escritorio estaba en negro y sin posibilidad de recuperación.

Ciclo de desarrollo
SparkyLinux es una distribución «rolling release». Sus repositorios apuntan a Debian Testing, cosa que se puede cambiar – y fácilmente, además – para hacerla Stable o incluso Sid o Experimental, el usuario decide. Lógicamente, pues en realidad no deja de ser Debian, sigue los ciclos propios de sus repositorios, de tal suerte que en estos momentos no pasan paquetes nuevos a Testing, salvo aquellas correcciones de errores imprescindibles, en tanto en cuanto la comunidad se prepara para recibir a la nueva versión estable de Debian.

Rendimiento gráfico
En las pruebas efectuadas con el benchmark Unigine Valley 1.0, SparkyLinux ha obtenido una puntuación de 425, suficiente para considerar un desempeño adecuado.

Para los usuarios experimentados de Debian la presente distribución aquí revisada no supondrá más que otra de tantas. En realidad, SparkyLinux ofrece una instalación rápida y sencilla de Debian. Como ya he comentado, la simple edición de los repositorios nos puede permitir apuntar a Stable, Sid o Experimental, con lo que Sparky no es solo y exclusivamente Debian Testing. Sobre la conveniencia o no de otra distro más no voy a ocuparme, insisto en que hay sitio para todos, aunque la única diferencia entre SparkyLinux y Debian sea el ahorrar al usuario todo el trabajo de post-instalación del sistema de la espiral carmesí.

Pero vaya, puede que algún debianita de pro no esté un día de humor para hacer una instalación «pura» y quiera darle una oportunidad a esta SparkyLinux, que a fin de cuentas no tiene más objetivo que facilitar la vida al usuario. Y eso, quieran algunos o no, no puede ser nunca negativo. Me ha gustado SparkyLinux, que obtiene un 9’5 y creo que puede tener su público, después de todo. Algo parecido a lo que Archbang es a Arch, ojo, solamente parecido, pues SparkyLinux es, simple y llanamente, una Debian en tu equipo en algo menos de tiempo que la propia Debian. Sin más.

Uso Linux, lo demás no importa

Permitidme una pequeña reflexión motivada por mi último incidente usando Arch y las consiguientes reacciones de algunas personas fuera de este blog. Más allá de que me puedan molestar determinados comentarios, he decidido hacer caso a los sabios consejos de muchos de vosotros, lectores habituales del blog, sobre la conveniencia de obviar opiniones de gente que ni me conoce ni han sido investidos, aunque ellos lo crean así, con la potestad de decidir qué distro puedes usar o no usar, si eres un «esto» o un «aquello» y demás chiquillerías. Último comentario que hago a este respecto.

Ahora bien, de todo se aprende en esta vida y el absurdo incidente me ha dado para pensar un poco sobre todo este tema de las distribuciones, los «fanboys» y las defensas y ataques a ultranza que muchos hacen de sistemas operativos gratuitos mayoritariamente creados y mantenidos por personas o sociedades sin ánimo de lucro. Es muy triste que haya personas que toman partido por una distribución como si de su equipo de fútbol se tratara y defienden contra viento y marea cualquier aspecto, incluyendo los negativos, que pueda caracterizar a dicha distro. Y no me refiero a la gente de Arch, en cuyo foro impera el respeto a otros sistemas auspiciado por una norma que los moderadores se encargan de que se cumpla a rajatabla. Como usuarios de Linux son muchas, muchísimas más las cosas que nos unen que las nimiedades que la gente se empeña en pensar que nos separan.

Pero esta es la tónica general del mundo Linux, así ha sido siempre y no hay visos de que vaya a cambiar próximamente. De modo que, centrándome en lo que yo puedo aportar como usuario y bloguero, seguiré dando a conocer distribuciones, criticando de forma constructiva aquello susceptible de ser mejorado y alabando las diferencias entre unas y otras, muy especialmente las que acercan Linux al usuario novel. Ése ha sido siempre el objetivo. Me planteo, no obstante, acabar con mis artículos referentes al «distro hopping» desde hoy mismo.

De hecho, no me gusta el palabrejo. A partir de ahora creo que me consideraré un «distro lover», me gustan tantas distribuciones, las diferentes aproximaciones a un mismo escritorio, las diversas herramientas, las prolíficas comunidades… Es más, en realidad no voy saltando de un sitio a otro, el único y afortunado salto que di tuvo lugar en el año 2007, cuando descubrí gracias a Ubuntu Feisty Fawn (vaya si ha llovido desde entonces) que se podía hacer un uso intensivo de tu equipo sin tener que andar pirateando software o pagando por caras licencias. Ahí tuvo lugar el cambio de mentalidad que buscaba desde los escasos dos años que deambulé por la carrera informática.

Para colmo, alguien que ya peina canas (pocas, por ahora) queda retratado en cada artículo que dedica a mostrar su nuevo escritorio cual adolescente imberbe que necesita de aprobación. Sé que muchos no lo comentáis por el clima de respeto mutuo que mantenemos en el blog, pero tanto reclamar vuestra atención con estas cosas me convierte en lo que no quiero ser. Es por ello que la sección «Mi escritorio actual» deja de tener sentido en este preciso instante. Tampoco vamos a convertir en asunto secreto la distro que me dé por usar en determinado momento, pero no creo que le importe a nadie y no deseo que mis «abandonos» acarreen ningún de tipo de connotación negativa para la distribución. Lo que ha pasado con Arch, puede pasar con cualquier otra distro.

En resumidas cuentas: ¿cuál es tu distro actual? Pues una, ¿acaso importa? ¿No lleva el kernel Linux creado en su día por Torvalds? ¿No es software libre? ¿No me adhiere su uso a una cierta forma de entender la Informática o, yendo incluso más allá, la vida? Esto es más que suficiente para mí, me declaro con esta entrada un linuxero «distro lover», espero que por muchos años. Ni «archer», ni «debianita», ni historias. Y a gusto que me he quedado, un saludo para todos.