Si hay una distribución a la que no le auguraba futuro alguno esa es la conocida en el mundillo Linux por su acrónimo: LMDE, versión de la distro de Clem y su equipo que se basa directamente en Debian y no en Ubuntu. La razón era el creciente descontento entre sus usuarios habituales por lo que se había dado en llamar una especie de «traición» a los principios por los que se suponía se iba a regir la distro, muy especialmente a su carácter de «rolling release». Para los que no estén familiarizados con LMDE, digamos que se trata de una distribución con una periodicidad y método de actualización algo peculiar, pues retienen los paquetes nuevos en pruebas durante meses, para luego lanzarlos todos juntos en un pack («update pack»), al estilo de los «service pack» de Windows.
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Como ya desarrollábamos en la última revisión de LMDE, era este estilo de manejar las actualizaciones lo que tenía a muchos usuarios molestos. Fue, a su vez, uno de los motivos que llevaron a Ikey Doherty, a la sazón uno de los creadores, si no el alma máter, de esta versión de Mint, a abandonar el barco e iniciar su propia aventura con SolusOS. Personalmente no encuentro tan dramático el asunto, observo que LMDE viene a situarse en un punto intermedio entre la tardanza en actualizarse de Debian Stable y el vertiginoso ritmo de las «rolling release». No veo nada malo en ello. Y a juzgar por la continuidad del proyecto hay más gente que no lo considera tampoco un modelo tan nefasto.
El caso es que ahí sigue LMDE, que alcanza ya su versión 2013.03, correspondiente al pack de actualizaciones número 6 (UP6). Como quiera que ha desaparecido ya la advertencia que solía adornar cada nuevo lanzamiento de la distro referente a la conveniencia de usar MATE en lugar de Cinnamon, parece buen momento para tratar de probar un poco más a fondo la variante de Gnome 3 que más está calando entre los ex-usuarios del escritorio de la huella. Mis escarceos con Cinnamon han sido más bien escasos (un par de días en Debian Wheezy, creo recordar) debido sobre todo a la explosiva combinación de los controladores gráficos AMD/ATI y todo lo que huela a Gnome 3. Algo de eso ha habido, como vamos a ver a continuación.
Instalación
Procedo a iniciar LMDE 2013.03 desde mi pendrive de siempre, grabado con el socorrido comando «dd» desde Arch Linux con KDE. Como es habitual, parpadeos al iniciar que denotan la presencia de los controladores AMD/ATI libres. Inicio al escritorio en vivo sin dificultades, salvo la imposibilidad de escoger el idioma, que llevará a realizar todo el proceso de instalación en inglés. En veinte minutos cronometrados tenemos LMDE instalado en la partición de pruebas del disco duro.
El reinicio me confirma que Grub, por una vez, sí que ha identificado todas las particiones del disco, de manera que tengo disponibles para iniciar tanto Arch como Windows 7. Es un detalle que últimamente no ocurría con frecuencia, la verdad. Todo el escritorio aparece traducido a nuestro idioma, sin fallos o ausencias parciales. La sensación general que produce el entorno recién instalado es la de hallarnos en Linux Mint (cosa que es cierta, claro), con el «artwork» ya habitual de la distro, su fondo de pantalla, iconos y temas de siempre. No insistiré en el tema, ya desgranado en la entrada sobre Linux Mint Nadia, de la conveniencia de dar un refrescante lavado de cara al aspecto de la distro. Es una cuestión de gustos, por supuesto, y como tal es algo subjetivo.
Tan solo 3 paquetes requieren actualizarse tras la instalación, siendo uno de ellos el que contiene la lista de espejos («mirrors») desde los que podemos descargar las actualizaciones. Dicho paquete realiza, tras la descarga de su nueva versión, una comprobación de los mirrors más cercanos y nos permite ajustar, de modo automático, para que las sucesivas descargas se realicen desde dicho espejo. Un detalle muy interesante.
Controladores propietarios: un infierno
¿Qué voy a contar a estas alturas del cariño que le tengo a mi gráfica integrada AMD/ATI? Los lápices vienen con goma de borrar, lo sé, pero cualquiera se aventura, tal y como están los tiempos, a darse el capricho de comprar una Nvidia… si, a fin de cuentas, los problemas pueden ser parecidos. Sobra decir que, si las cosas no cambian mucho de aquí a unos años, mi próximo equipo será Intel con toda seguridad.
Pero, a día de hoy, me toca lidiar de nuevo con los controladores privativos y su instalación. Los quebraderos de cabeza que provocan son independientes de la distro que uno use. Por poner un ejemplo, actualmente tengo habilitado el repositorio [xorg113] en mi Arch (gracias, Vi0l0), debido a la conocida tardanza de AMD en sacar controladores que soporten las nuevas versiones de xorg (hace poco salió la 1.14). En LMDE el proceso fue largo y penoso…
En primer lugar decidí buscar algo de información al respecto, para ello me dirigí a blogs especializados en la distro, como LMDE cosillas y me dispuse a seguir los tutoriales, que básicamente se limitaban a describir el proceso de instalación de un par de paquetes de fglrx que tiraban del resto de dependencias necesarias. Tras instalar con Synaptic (¿estuvo aquí el error al no usar la consola?) la salida del paquete me indica hacer lo de siempre, un «sudo aticonfig –initial» y es lo que hago. Tras cruzar los dedos, reinicio al canto.
Aunque se muestra el escritorio, lo único que veo son los iconos. Cinnamon no se ha cargado, como se encarga de mostrarme un mensaje en la esquina superior derecha, por ausencia de aceleración gráfica 3D. Comienzo mi particular «ensayo-error» para depurar responsabilidades con la eliminación de los paquetes «xserver-xorg-video-ati» y «xserver-xorg-video-radeon». Reinicio y obtengo más de lo mismo.
Decido, pues, que más vale prueba con controladores libres que ausencia de prueba. Sigo las instrucciones que encontré para regresar a ellos, pero obtengo como único resultado el fallo del servidor X que me obliga a entrar en LMDE en modo consola. Vuelta a los propietarios y como obviamente no he cambiado nada sigo sin tener aceleración 3D.
Se me enciende una bombillita y decido que va a ser la última intentona, pruebo a descargar el último controlador privativo disponible en la web de AMD, Catalyst 13.1, elimino y purgo cualquier resto de los controladores anteriores y ejecuto el script de instalación. ¡Eureka! Definitivamente, decir «no» a AMD en Linux te alarga la vida, seguro.
Navegación
En esta nueva versión de LMDE contamos con la versión 19 de Firefox. Como es la norma en cualquiera de los sabores de Mint, los códecs están instalados por defecto, proporcionando una experiencia de navegación sin sobresaltos.
Vídeos
El sencillo reproductor de Gnome, Tótem, cumple de sobra con la misión para la que fue creado. Insisto, la inclusión de todos los códecs necesarios tiene mucho que ver en ello.
Música
Banshee, al igual que en la versión derivada de Ubuntu, es el reproductor multimedia escogido. Sin problema alguno.
Ofimática
Libreoffice, versión 3.5. No es la última disponible, pero ciertamente los cambios acaecidos en la versión 4 de la suite ofimática no son tantos como para que la incorporada en esta LMDE resulte obsoleta en modo alguno.
Fotografía e imágenes
Echo en falta Shotwell (el gestor de fotos predeterminado es gThumb), pero nada que no se solucione con el gestor de programas. Gimp sí viene instalado de inicio. Ambos programas funcionan muy bien.
Gestor de software
El archiconocido mintInstall, que si bien parece ir un pasito por detrás del Centro de Software de Ubuntu, me da la impresión de funcionar con más fluidez que éste. Las actualizaciones automáticas están garantizadas con el script mintUpdate.
Reconocimiento de hardware
Al encender mi impresora aparece un mensaje que aduce la falta de un controlador como excusa para no completar la instalación. La solución es bien simple: Menú –> Impresoras –> Añadir. Desde esta ubicación se elige el modelo correspondiente y se acabó. Impresora funcionando a las mil maravillas. Con Simple Scan compruebo que el escáner marcha igualmente bien y con Cheese hago lo propio con la webcam. Fácil y rápido.
Navegador de archivos
El equipo de Linux Mint creó hace algún tiempo un derivado de Nautilus, llamado Nemo, que es el que incorpora LMDE. Resumiendo, no es más que el Nautilus de siempre, antes de que los desarrolladores de Gnome decidieran qué funciones no eran ya útiles en su navegador de cabecera y las eliminaran. Pensar (y decidir) por el usuario, vaya. En Linux Mint no estuvieron muy de acuerdo, y yo que me alegro, de modo que crearon su «fork». Nemo funciona perfecto, no tuve problemas para la navegación remota en mi portátil con Windows, ni siquiera para la reproducción en «streaming». El montaje de todos los dispositivos externos que probé funcionó como un reloj.
Gestor de arranque
Un Grub funcional y completo, por primera vez en varias revisiones es motivo de alegría. Por si fuera poco contamos con el viejo y útil Startupmanager en los repositorios, programa que nos permite, entre otras cosas, cambiar el sistema predeterminado de inicio.
Estabilidad y suspensión a RAM
Se puede afirmar taxativamente que LMDE con Cinnamon es estable. No hay cuelgues del sistema ni mensajes de error en las aplicaciones que he probado. Sí que noto pequeñas cosas que me resultan molestas, pero ninguna de ellas se puede poner como ejemplo de inestabilidad del sistema.
Rendimiento gráfico
Las pruebas con Unigine Valley reflejan resultados algo por debajo de los obtenidos con otras distros, si bien es una diferencia muy poco notable y que no supone una gran pérdida de eficacia en el rendimiento. 415 puntos logra LMDE Cinnamon, solo 2 puntos menos que Arch KDE o Chakra.
Ciclo de desarrollo
Queda bastante claro en el resto del artículo que el modelo que sigue LMDE es exclusivo de la distro, como comentaba más arriba, y se basa en la edición de paquetes de actualización sin una periodicidad establecida de antemano. Salen cuando están listos, con lo que la etiqueta «rolling release» no se puede aplicar a la distribución, claramente. Se basa en la rama Testing de Debian, por lo que esta versión todavía incorpora el kernel 3.2, por ejemplo.
El principal caballo de batalla lo he tenido con los controladores propietarios, nada nuevo bajo el sol. Me gustaría destacar de esta experiencia la notable mejoría que ha experimentado el entorno de escritorio Cinnamon, que se ha convertido en santo y seña de los desarrolladores de Linux Mint y cuyo uso se está haciendo extensivo a muchas otras distribuciones. Encuentro al Cinnamon actual mucho más usable que al de antaño, más fácil de configurar (cada vez se encuentran más extensiones, applets y temas en la web del entorno) y en definitiva supone una considerable mejora en la experiencia de usuario con respecto a sus anteriores versiones y, por descontado, con respecto a Gnome 3.
Sin embargo… no me convence del todo. Por un lado está la necesidad heredada del entorno en que se basa de tener que añadir extensiones para cosas que deberían proveerse de serie, a mi entender. Por otro, esos pequeños problemas gráficos que siguen presentes, esos «glitches» (no sé como nombrarlos en español, tal vez artefactos) que aparecen de cuando en cuando, las capturas de pantalla que no me funcionan bien (a veces solo captan un fondo negro) ni con el programa predeterminado ni con Shutter, el extraño renderizado de fuentes… Son eso, pequeños detalles, pero detalles al fin y al cabo que normalmente terminan por dar al traste con la experiencia de uso.
Como sé, y me consta, que todo ello no tiene por qué darse en otros equipos, especialmente si no tienen la «fortuna» de «disfrutar» de gráficos AMD/ATI, concluyo que es preferible quedarse con lo positivo de esta prueba, que en realidad es mucho. Cinnamon ha madurado y lo sigue haciendo con cada nuevo lanzamiento, demostrando que el equipo de Linux Mint que auspicia el proyecto tiene muy en cuenta la opinión de sus usuarios y en base a ella, junto con otras consideraciones, faltaría más, va perfilando y retocando su entorno de escritorio. Es la diferencia, obvia, con otras actitudes y otras aproximaciones con las que no estoy tan de acuerdo.
Añado, para acabar, que de ser usuario de Linux Mint Debian Edition probablemente seguiría optando por la nostalgia productiva que proporciona MATE. El tema de lo idóneo de la continuidad de este escritorio se ha debatido ya en la red, con opiniones que lo comparan con seguir usando Windows XP en la actualidad. Bueno, es cuestión de adaptación o no, a mí me sigue pareciendo una estupenda solución de escritorio. Para todo lo demás, este Cinnamon tampoco está nada mal. 9’81 de valoración para LMDE, una distro cuya filosofía y forma de trabajar tengo que admitir que me encanta. Es por ello que sigo aconsejando a los «minteros» que aún no la han probado que lo hagan. Un saludo.