No hay nada como volver a Arch Linux para que este vuestro blog pase de publicar artículos sobre revisiones de distros a llenarse de otro tipo de escritos, poblados de lamentos y maldiciones en arameo que, para qué vamos a engañarnos, son más divertidos de redactar y casi siempre acaban igual: con salto de distribución de quien suscribe. No tengo remedio, Arch vuelve a mi disco duro una y otra vez, siempre parece que será para quedarse, pero por maś empeño que pongo en que ello suceda, mi equipo, mi torpeza o falta de tiempo y el carácter «bleeding edge» de Arch, no sé si en este orden, acaban por dar al traste con la relación.
Hace apenas un mes instalaba Arch con KDE por enésima vez. A los pocos días llegaba la actualización del paquete xorg-server que rompía la compatibilidad con los controladores propietarios de ATI/AMD Catalyst, lo cual me obligaba a utilizar un repositorio de Vi0l0 para retener las antiguas versiones de xorg en el sistema. Hasta aquí, cero problemas, si acaso la leve molestia de tener que hacer esta especie de actualización parcial, que ya de por sí indican los desarrolladores de Arch que no es buena idea. Pero, insisto, todo parecía ir bien.
Al cabo de otros pocos días llegaba una actualización del kernel que no hacía saltar el recompilador automático de los controladores Catalyst que se suponía instalado. A base de googlear pude deducir que las últimas actualizaciones de systemd habían hecho incompatible a este paquete con el paradigma actual, de modo que tocaba compilar de modo manual o instalar otro script (catalyst-generator) que hiciera el trabajo. Como se puede observar, se van añadiendo pequeños inconvenientes que comienzan a pesar en el ánimo del usuario, en este caso en el mío, que no siempre me encuentro predispuesto y con ganas para andar con este tipo de averiguaciones.
Tras instalar el nuevo kernel, los efectos de KDE dejaron de funcionar y las ventanas se volvieron «pesadas» de arrastrar. Bastó recompilar el módulo fglrx con el susodicho script para que todo volviera a la normalidad. Así llegamos al día de hoy, cuando el nuevo kernel de Arch 3.8.6-1 aterriza en mi sistema. Se repite el mismo comportamiento, mas la solución otrora válida se presenta como inútil en esta oportunidad. Con gran pesar decido volver a los controladores libres, para lo cual sigo paso por paso lo que la wiki de Arch indica. Insistiré en lo de paso por paso, pues hay quien esgrime que cualquiera que sepa leer puede lidiar sin problemas con una instalación de Arch. El sistema, tras una escrupulosa instalación de los controladores libres previa eliminación absoluta de los propietarios, me lleva, una vez más, a una pantalla en negro.
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¿Cuántas veces mi Arch se ha convertido en esto? |
Al contrario de lo que a veces pueda parecer tengo una vida (familia, trabajo, problemas) y el límite de la paciencia no siempre tan alto. Firmo, también por enésima vez, mi separación de Arch Linux. Visto lo visto, tendrá que ser con orden de alejamiento…
Saltar de nuevo, pero ¿adónde?
He rodado tanto por el mundo Linux, ora por diversión, ora por obligación, que estoy realmente exhausto. Mi primer reflejo ha sido regresar a Chakra, aun sabiendo que impone unas limitaciones que invariablemente terminan por resultarme insoportables. Pero a pesar de haber estado usando Arch no he dejado de seguir a la comunidad de la distro, estoy al tanto de que atraviesa por momentos delicados (dos de sus referentes principales han abandonado el barco por discrepancias en torno a ciertas cuestiones) y, si bien no voy a hacer apología del desastre porque no es para tanto, no me apetece volver ahora.
Cuando se es, como dicen por mi tierra, «culo de mal asiento», y creo que está perfectamente demostrado que lo soy en cuanto a distribuciones Linux, la única forma de intentar quedarse por algún tiempo en una distro concreta tiene que ser, por fuerza, tratando de crear lazos con la comunidad que la desarrolla o soporta. Lo intenté en su día en SolusOS, lo intenté y creo que medianamente lo conseguí en Chakra. En Arch, sin embargo, por más que regreso jamás encuentro sus foros acogedores, la gran mayoría de lo que allí se discute es de un nivel técnico que me sobrepasa. En otras palabras, mucha gente usando gestores de ventanas de nombres impronunciables que son muy útiles para entornos de desarrollo y programación, pero poco, muy poco, referente al usuario doméstico. Y alguna que otra salida de tono, fruto de lo reiterativo de respoder preguntas que hallan su respuesta en la wiki que no todo el mundo se preocupa de revisar. Es una opinión personal, ojo, que espero que no moleste a nadie. Simplemente, no me identifico.
Refugiándome en Manjaro Linux
Si existe hoy un día una comunidad pujante e ilusionada con el futuro de su proyecto conjunto no cabe duda que ésa es la que arropa a Manjaro. Un «Arch para seres humanos», parafraseando el famoso eslógan de Ubuntu en su día, o al menos, para gente que no tiene la paciencia o el tiempo de lidiar con los inconvenientes que acaban surgiendo en una instalación de Arch, sobre todo cuando el hardware ayuda tan poco como en mi caso. Soy «archer», qué se le va a hacer, y añoro aquellas instalaciones que hacía en mi Pentium IV con gráfica integrada Intel que podían durar varios meses (por aquel entonces era «distro hopper» por aburrimiento únicamente) sin que nada fallara en un ápice.
Pero aquellos días, al contrario que las oscuras golondrinas, no volverán. En la actualidad me veo obligado a refugiarme en Manjaro, un proyecto que ha despegado con una fuerza enorme y cuyas virtudes principales son el entusiasmo de sus desarrolladores y comunidad, a la par que la existencia de múltiples sabores (en forma de ediciones oficiales y comunitarias) donde elegir. Manjaro lleva meses en mi portátil y, desde hoy, se hace hueco en mi ordenador de sobremesa como sistema principal. Es lo más parecido a Arch que puedo soportar en este momento personal en que me hallo, con menos tiempo y menos ganas de toquetear.
En fin, como escribía hace poco Manuel Tortosa en los foros de Chakra, en el mundo del software libre la gente viene y la gente va. Qué me van a contar a mi de ese particular… Espero que en Manjaro quede sitio para otro irredento nómada linuxero que ya no sabe dónde meterse. Salud.