Permitidme una pequeña reflexión motivada por mi último incidente usando Arch y las consiguientes reacciones de algunas personas fuera de este blog. Más allá de que me puedan molestar determinados comentarios, he decidido hacer caso a los sabios consejos de muchos de vosotros, lectores habituales del blog, sobre la conveniencia de obviar opiniones de gente que ni me conoce ni han sido investidos, aunque ellos lo crean así, con la potestad de decidir qué distro puedes usar o no usar, si eres un «esto» o un «aquello» y demás chiquillerías. Último comentario que hago a este respecto.
Ahora bien, de todo se aprende en esta vida y el absurdo incidente me ha dado para pensar un poco sobre todo este tema de las distribuciones, los «fanboys» y las defensas y ataques a ultranza que muchos hacen de sistemas operativos gratuitos mayoritariamente creados y mantenidos por personas o sociedades sin ánimo de lucro. Es muy triste que haya personas que toman partido por una distribución como si de su equipo de fútbol se tratara y defienden contra viento y marea cualquier aspecto, incluyendo los negativos, que pueda caracterizar a dicha distro. Y no me refiero a la gente de Arch, en cuyo foro impera el respeto a otros sistemas auspiciado por una norma que los moderadores se encargan de que se cumpla a rajatabla. Como usuarios de Linux son muchas, muchísimas más las cosas que nos unen que las nimiedades que la gente se empeña en pensar que nos separan.
Pero esta es la tónica general del mundo Linux, así ha sido siempre y no hay visos de que vaya a cambiar próximamente. De modo que, centrándome en lo que yo puedo aportar como usuario y bloguero, seguiré dando a conocer distribuciones, criticando de forma constructiva aquello susceptible de ser mejorado y alabando las diferencias entre unas y otras, muy especialmente las que acercan Linux al usuario novel. Ése ha sido siempre el objetivo. Me planteo, no obstante, acabar con mis artículos referentes al «distro hopping» desde hoy mismo.
De hecho, no me gusta el palabrejo. A partir de ahora creo que me consideraré un «distro lover», me gustan tantas distribuciones, las diferentes aproximaciones a un mismo escritorio, las diversas herramientas, las prolíficas comunidades… Es más, en realidad no voy saltando de un sitio a otro, el único y afortunado salto que di tuvo lugar en el año 2007, cuando descubrí gracias a Ubuntu Feisty Fawn (vaya si ha llovido desde entonces) que se podía hacer un uso intensivo de tu equipo sin tener que andar pirateando software o pagando por caras licencias. Ahí tuvo lugar el cambio de mentalidad que buscaba desde los escasos dos años que deambulé por la carrera informática.
Para colmo, alguien que ya peina canas (pocas, por ahora) queda retratado en cada artículo que dedica a mostrar su nuevo escritorio cual adolescente imberbe que necesita de aprobación. Sé que muchos no lo comentáis por el clima de respeto mutuo que mantenemos en el blog, pero tanto reclamar vuestra atención con estas cosas me convierte en lo que no quiero ser. Es por ello que la sección «Mi escritorio actual» deja de tener sentido en este preciso instante. Tampoco vamos a convertir en asunto secreto la distro que me dé por usar en determinado momento, pero no creo que le importe a nadie y no deseo que mis «abandonos» acarreen ningún de tipo de connotación negativa para la distribución. Lo que ha pasado con Arch, puede pasar con cualquier otra distro.
En resumidas cuentas: ¿cuál es tu distro actual? Pues una, ¿acaso importa? ¿No lleva el kernel Linux creado en su día por Torvalds? ¿No es software libre? ¿No me adhiere su uso a una cierta forma de entender la Informática o, yendo incluso más allá, la vida? Esto es más que suficiente para mí, me declaro con esta entrada un linuxero «distro lover», espero que por muchos años. Ni «archer», ni «debianita», ni historias. Y a gusto que me he quedado, un saludo para todos.