Si en algo me he especializado a lo largo de mi vida es en postergar. Comencé a practicar de niño, cuando más fácil hubiera sido lanzarse a la piscina en cantidad de circunstancias, siempre existía algo que hacer, alguna causa que abanderar, alguna falacia que argumentar, con tal de no seguir la senda que de sobra sabía que debía de caminar. Por culpa de esa trampa psicológica, de ese dejar pasar el tiempo sin hacer lo que se tiene que hacer, me perdí muchas cosas. Y a algunas personas, también. A la «edad del pavo» postergaba usando mi imaginación, daba vueltas a pensamientos y a hechos, reales o no, sucedidos o por suceder, lo mismo era. Todo valía con tal de permanecer inmóvil, sin actuar, sin mejorar. Y, de este modo, dar paso a la auto-compasión y continuar con la maldita espiral.
El tiempo pasa y a todos nos alcanza, llega un momento en que uno madura, o al menos, queda medianamente hecho el carácter y cuenta con la perspectiva que dan años de experiencia haciendo la misma cosa una y otra vez. Los agentes que ayudan a postergar van variando. En los últimos dos años escogí usar el distro hopping en GNU/Linux, con este blog como excusa, para acumular horas ante la pantalla configurando un sistema que al día siguiente ya estaría sentenciado y eliminado del disco duro. En varias ocasiones hemos tratado el tema de la enfermedad del distro hopper, ya sea aquí o en otros blogs, y si en algunos momentos ha dado la impresión de que para mí era divertido ha sido por no hacerlo parecer más absurdo de lo que es. Me dirijo a aquellos que no sois profesionales de la Informática o estudiantes tratando de aprender: el distro hopping es una adicción cuando deja de ser entretenido y apasionante y se convierte en una carga que pesa sobre los hombros.
Llegado el tiempo en que uno se da cuenta de que es un enfermo puede resultar sencillo recuperarse. O no, pues si se regenta un blog fundamentado en revisar distribuciones ya se tiene la excusa perfecta para seguir postergando el momento que ya se sabe que tiene que llegar. Cortar por lo sano antes de que se extienda la gangrena.
Amigos, el momento ha llegado. Al insoportable calor del verano sureño español (ver imagen de abajo para quien no lo conozca), que ya se ha cobrado la baja – temporal, eso sí – de Yoyo Fernández, he decidido que no postergo más. No voy a seguir con las revisiones, en cierto modo carecen de sentido desde el punto y hora en que las distros se comportan de manera distinta según el equipo en que se instalan. Y esto lo sé casi desde que empecé. ¿Por qué lo escribo ahora? Pues sí, por lo de siempre, por postergar. Los asiduos del blog sabéis que no me dedico a esto, y ésa es otra: mi profesión, la Enfermería, demanda de nosotros el aprendizaje continuo, la renovación de conocimientos, el ser un eterno estudiante. Algo que he dejado completamente de lado en los últimos años por dedicar mi escaso tiempo libre a comportarme como un autómata instalador de sistemas operativos libres.
No todo ha sido malo, por supuesto, aunque suene a horrible como lo he expresado hasta ahora. Hemos formado una pequeña comunidad y he tenido el placer de intercambiar muchos comentarios con muchas personas entusiastas del software libre. También he disfrutado de la satisfacción de ayudar a otros, con tutoriales o colaborando en la medida de mis posibilidades con algunos proyectos. Fue bonito, pero ahora siento la llamada más poderosa de otros asuntos que reclaman mi atención, como mi familia y un retoño que llega a edades en que necesita de mí mucho más de lo que puedo darle siendo un bloguero linuxero. En resumidas cuentas, quiero dedicar más tiempo a mi familia y a mi verdadera profesión que a GNU/Linux.
En el momento de abandonar el tren no quisiera hacerlo disparando a diestro y siniestro, despotricando contra lo menos bueno que he encontrado en este mundillo. Únicamente me gustaría resaltar que hay demasiados egos enfrentados en el software libre, demasiada necesidad de ir cada uno a lo suyo y demasiado «fanboyismo«. Pero esto ya lo sabéis casi todos. En mi universo personal creo que he alcanzado ya el punto de estar hastiado de tanto «Gnome vs KDE», «Ubuntu malo», etcétera. E igualmente harto de que con cada actualización de la mayoría de las distribuciones aparezcan errores nuevos que, en muchas ocasiones, requieren de horas ante la pantalla y pérdida de tiempo que nadie te va a devolver. Lógicamente, no es exclusivo del software libre, también hay muchos errores en el privativo, el problema lo tengo yo: ni ganas, ni tiempo, ni espíritu para seguir batallando contra los errores o saltando de distro cada vez que estos aparecen.
Y vamos acabando. Quisiera daros las gracias a todos por haber mantenido la compostura en vuestras intervenciones en el blog, creo que si por algo se ha caracterizado LSDH ha sido por la buena educación y la apertura de miras en los comentarios. Que yo deje de revisar distros no significa que el blog vaya a desaparecer, no soy el ombligo del mismo, hay más colaboradores a los que invito a seguir participando siempre que quieran con el envío de artículos que serán puntualmente publicados como hasta ahora. Igualmente, aunque tengo el firme propósito de olvidarme por un tiempo de los entresijos de GNU/Linux (escribo desde Ubuntu, a la que muchos ya consideran otra cosa), esto no quita que de vez en cuando me dé por aparecer para castigaros con alguno de mis tochos. Una mención especial para Vicente Seguí (visesen), quien se bajó en la estación anterior por parecidos motivos, decisión que aplaudí y que ha supuesto otro pequeño empujón para alcanzar, por fin y para bien, el final de la tortuosa espiral. Gracias por vuestra comprensión y hasta siempre.