No son pocas las ocasiones en que leemos a lo largo y ancho de la blogosfera opiniones encontradas acerca de lo que algunos llaman fragmentación, con la consiguiente reprimenda y rechinar de dientes de quienes detestan la palabrita de marras. Se han abierto con demasiada frecuencia encendidos debates, apasionadas diatribas tanto en un sentido como en otro, por parte de quienes defienden la libertad creativa y el espíritu altruista y comunitario que lleva a algunos desarrolladores a emprender el camino por su cuenta, frente a los que esgrimen lo equivocado de esta idea, argumentando que se trata del principal causante del supuesto estancamiento de GNU/Linux como sistema de uso masivo.
Por mi parte, si es que me he posicionado alguna vez, y como enemigo que soy de los extremismos, he defendido una postura intermedia. Diversidad sí, pero con matices, sin crear distribuciones que únicamente aportan fondos de pantalla distintos a los de aquella en la que se basan. Tal vez me equivoco, no lo sé, por aquello de la imposibilidad de vallar el campo, pues dentro de la bendita libertad que existe en GNU/Linux, ¿quién soy yo para decirle a alguien que no cree su «distro-wallpaper»?
Al hilo de estas reflexiones me encuentro esta mañana con un comentario en Google + de Ikey Doherty, desarrollador casi en solitario de SolusOS, quien a tenor del tono de su discurso empieza a estar cansado de que le digan qué puede y qué no puede hacer, si debe continuar su aventura o debe unirse a otros, si SolusOS es un intento estéril que debería quedarse en aportar Consort para que otras distribuciones lo incluyan entre la nómina de escritorios como alternativa al tantas veces denostado Gnome 3. Pues sí, Ikey se ha cansado y utiliza la popular red social para desahogarse y expresar su postura sobre el tema. Como me parece una deliciosa lectura, os la sirvo traducida:
Empiezo a estar algo confundido acerca de la actitud que se está tomando sobre la diversidad en el software libre hoy día. Había una época en que la gente se mostraba entusiasmada ante la oportunidad de probar «cosas nuevas» sin razón, por puro interés pueril.
En la actualidad uno debe justificarse sobre cada pequeño programa que hace (aunque se trate de una pieza de código de 20 líneas, test.py, para pruebas). Tengo que admitir que esto me desconcierta bastante. Llevo algunos años ya en este «juego de las distros» y en muchas ocasiones he visto artículos o posts (en foros, g+, etc) que predicen la defunción inminente de todos y cada uno de los proyectos en los que he trabajado o con los que he contribuido.
Me he dado cuenta de que no estoy solo. Volviendo la vista atrás hacia mis primeros días construyendo distros (LMDE, por ejemplo) uno recuerda un punto de vista completamente distinto. LMDE era «algo excitante» y mucha gente se congratulaba de su aparición. Es la misma reacción que (inicialmente) se dio cuando presenté SolusOS 1 al mundo.
Entonces, ¿qué ha cambiado? ¿Acaso las distros y proyectos de software libre se han vuelto impopulares de repente? No precisamente. Incluso en mi experiencia particular, cuando recibo preguntas sobre SolusOS 2, veo comentarios de gente que en principio apoyaron a LMDE y SolusOS 1, que parecen ahora tirarse a la calle en manifestación, a menudo (demasiado a menudo) gritando cosas como «¿Por qué? ¿Por qué no te unes a todas esas distros para crear una SuperFantástica Fedebiantu, para que todos podamos beneficiarnos de esos programadores que realmente no están haciendo aquello que adoran?»
Y entonces lo veo. No es que los usuarios hayan cambiado en absoluto, son los medios en Internet. Echando la vista unos años atrás teníamos las mismas fuentes de información sobre distros de Linux (y proyectos de software libre en general) donde la gente solía encontrar desde cambios apasionantes hasta utilidades aleatorias, totalmente absurdas y sin sentido.
Lo que en realidad ha cambiado es cómo la gente usa servicios como Blogger, Google+, etc. Unos pocos elegidos se volvieron populares demostrando, al principio, una mente abierta. Después de algún tiempo, algunos de estos blogs (o incluso feeds de G+) se volvieron completamente venenosos, clamando contra todo. Tras unos cuantos años de proliferación de ese tipo de artículos, hoy día es una «Cosa Totalmente Terrible» iniciar un proyecto en solitario. De igual modo es una «Idea Absurdamente Estúpida» ser independiente.
Pues bien, puede que yo sea un completo idiota, pero cualquiera que repase la historia del software libre, y de Linux, se dará cuenta de inmediato que muchos grandes proyectos se tomaron como «Locuras En Principio», y fueron creados por un «Ejército De Un Solo Hombre».
De modo que, resumiendo, no soy yo el que en realidad está haciendo nada diferente, o dividiendo nada. Sí, estoy creando una distro a mi manera, pero lo estoy haciendo con exactamente la misma idea que aquellos que me precedieron. Y aún ando por aquí, y eso es SolusOS. Tal vez todos tengamos que recapacitar un poco y decidir qué pensamos realmente del software libre, y quizás no permitir que unas ideas erróneas lanzadas por unos pocos blogs envenenados afecten a nuestra propia percepción de las cosas. Recordemos, incluso aunque un proyecto termine siendo público, nueve de cada diez veces ese proyecto se inicia por razones totalmente egoístas. El desarrollador tenía sus razones para desarrollar «Lo Que Sea», así que tal vez no fuese una idea tan estúpida. Lo que hay que preguntarse es ¿por qué/cómo esa idea era útil para ese desarrollador, y por qué la gente sigue realmente ese proyecto? Eso nos dirá qué tiene de bueno y podremos decidir a partir de ahí (sin la influencia de blogs, posts, etc) si merece la pena. Los desarrolladores no están creando ese software para ti, pero han decidido que quieren compartir su trabajo con el mundo, si es que el mundo está un poco interesado al menos (Si no es así, no se ha perdido nada. Los desarrolladores solo están persiguiendo su sueño 🙂 )
Tenéis la reflexión original, libre de mi imperfecta traducción (no me dedico a eso, aunque siempre será mejor que el traductor de la «gran G», pido perdón de antemano), en este enlace. Merece la pena tomar una buena bocanada de aire, al menos yo la he tomado, tras su lectura y el modo tan apasionado en que Ikey Doherty defiende su idea. Que, a fin de cuentas, es la misma idea de libertad y hacer lo que le gusta, además de compartirlo con el mundo GRATIS, que muchos de los que leemos blogs como este tenemos. No me doy por aludido cuando se refiere a que hay mucha gente «envenenada» por ciertos blogs que atacan continuamente la diversidad de GNU/Linux, como comentaba antes si algo he apoyado ha sido cierta moderación en la creación de distribuciones. Nunca he ido más allá. Tampoco me veo en disposición de defender «una distro para gobernarlos a todos», sobre todo teniendo en cuenta que soy usuario de una distribución minoritaria que poca gente utiliza.
Aun así, la parrafada de Ikey me ha hecho pensar y creo que tiene toda la razón. Defendamos la libertad por encima de todo, a nadie daña el que un programador quiera realizar su sueño, su propia distribución a su manera y sin injerencias de nadie más. Sigamos defendiendo nuestra libertad para usarla o no, ignorarla o no, criticarla – en esta parte creo que Ikey falla en su razonamiento un poco, solo un poco – o no. Pero no esgrimamos la «dichosa fragmentación» como la causa de todos los males en GNU/Linux, no es ese el enemigo, si es que hay alguno. Como no es el uso masivo de nuestro sistema preferido el objetivo marcado. Nunca lo ha sido y, a poco que uno conozca como funciona el mundo, nunca lo será.