Transcurrido un tiempo prudencial desde su lanzamiento y una vez vencida la tremenda pereza que me da volver a revisar lo tantas veces revisado, allá vamos con una nueva versión de Ubuntu, la distribución que a nadie deja indiferente. Siguiendo con la nomenclatura habitual que emplea Canonical, es el turno de la letra s, habiendo elegido Saucy Salamander, algo así como la atrevida salamandra, como nombre de guerra. Lo primero que cabe recalcar es que esta versión es el paso último antes de la publicación de una nueva versión de soporte extendido, prevista para abril de 2014, y que como tal únicamente brinda actualizaciones durante 9 meses.
Igualmente quisiera destacar, antes de enredarnos en los entresijos del último lanzamiento de Ubuntu, que me considero de algún modo admirador de las versiones LTS, por lo que suponen de estabilidad respecto al resto de lanzamientos de Canonical, y porque creo que dos años es un período de tiempo razonable para mantener un sistema operativo instalado, disfrutar de él y no tener que preocuparse por una eventual ruptura del mismo durante una actualización. Sí, sé que esta última frase no casa muy bien con un fanboy de Chakra, pero el tiempo va pasando tan deprisa que uno se va agarrando a ritmos más tranquilos. Ese es el motivo de que siga manteniendo una partición con Ubuntu Precise, actualmente por su versión 12.04.3, que funciona cual reloj suizo.
Como advertencia final previa a la revisión, algo que ya he comentado en otras ocasiones, aquí no se va a tratar sobre temas que trasciendan la idoneidad de Ubuntu como sistema operativo para usuarios con pocos conocimientos previos de Informática. Con ello quiero decir que no entraré en el debate de Mir contra Wayland, de KDE contra Canonical, de Ubuntu contra el mundo GNU/Linux, ni voy a valorar a Mark Shuttleworth, sus decisiones y las implicaciones éticas de las mismas, o si su plan es dominar el mundo a lo Hank Scorpio… No, nada de eso se tocará en este artículo. Siento desilusionar a aquellos que buscan la confrontación en cada mención de Ubuntu que se hace en la red, pero ya hace tiempo que prefiero centrarme en lo que une a la comunidad GNU/Linux en lugar de en lo que la divide. Es lo que hay…
Instalación
¿Qué voy a contar? La instalación de Ubuntu 13.10 es casi calcada a la de anteriores versiones, con la excepción de que ahora se permite al usuario elegir si desea conectarse a su cuenta de Ubuntu One, o crear una en caso de que no la tenga. Insistiré en que se trata de algo opcional, por lo que se puede continuar sin hacer ninguna de las dos cosas. El proceso completo toma 20 minutos, incluyendo la descarga de las últimas actualizaciones y de los «codecs» multimedia. Es un tiempo muy bueno para lo que Ubuntu nos tiene acostumbrados, supongo que la fiebre inicial de descarga de la distro ha pasado ya, casi un mes después del lanzamiento, eliminando la saturación en los servidores. Aún así sigue siendo tremenda la diferencia entre descargar desde la réplica en España (lenta hasta la extenuación) y hacerlo desde cualquier otro lugar. No me explico el porqué, pero así ha sido siempre mi experiencia.
Tras finalizar, se nos indica que debemos reiniciar, algo que no sucederá si no pulsamos la tecla «Enter». Recuerdo que en anteriores versiones se instaba al usuario a hacer esto, sería buena cosa continuar haciéndolo, sobre todo pensando en ese tipo de persona que no sabe qué hacer cuando el equipo parece no responder, como es el caso. Grub reconoce todos los sistemas y, una vez iniciado el nuevo Ubuntu, digamos que nos toparemos con la apariencia habitual, marca de la casa, predominando los tonos morados y marrones. En resumidas cuentas, el Ubuntu de toda la vida. Si bien se han descargado las pertinentes actualizaciones, éstas no terminan de instalarse hasta que así se lo indicamos al entrar por primera vez al escritorio. Cero problemas.
Respecto a los programas que nos encontraremos tampoco hay novedad en el frente. Tras la instalaciones de las mencionadas actualizaciones tendremos Firefox 25, Libreoffice 4.1.2, Rhythmbox 2.99.1… insisto, lo habitual de la distro, aderezado con el kernel 3.11.0, uno de los últimos disponibles.
Arranque y apagado
Espectacular mejoría en el tiempo de apagado de esta Saucy Salamander. Nada menos que 3 segundos, cronometrados. Realmente increíble. El tiempo de inicio, por el contrario, ha aumentado ligeramente (27 segundos frente a los 20 de la versión anterior), pero sigue entrando dentro de los parámetros que personalmente considero aceptables, teniendo en cuenta el equipo en el que nos encontramos. Como también viene siendo habitual, para poder modificar el Grub y sus parámetros vamos a precisar un programa externo, siendo mi recomendación el Grub Customizer de Daniel Richter.
Gestión de software
El Centro de Software de Ubuntu, que en sus inicios era tremendamente pesado y lento, ha mejorado una barbaridad. Destacaría la facilidad con la que una usuario sin apenas conocimientos de paquetería y forma de instalar programas en GNU/Linux podría lograr descargar y ejecutar cualquier cosa que se encuentre en los repositorios oficiales. Gracias a la función de búsqueda del Dash, en tres sencillos pasos se tiene la aplicación deseada en la barra lateral de Unity.
Reconocimiento de hardware
El que cabe esperar de Ubuntu. La única novedad viene dada por mi parte, al poder incluir en este análisis una nueva pieza de hardware, en concreto una impresora: la HP Laserjet 1018, una impresora láser monocromo que ha caído en mis manos tras una historia que no viene a cuento y que reemplaza para ciertas impresiones a mi obsoleta Epson Stylus Color 685.
El caso es que la instalación de la nueva impresora no resultó tan simple como en Ubuntu Precise, donde me bastó conectarla para que se abriese una terminal, se descargasen los controladores desde los servidores de HP y listo, a imprimir. Con Saucy esto no ocurrió así, aunque la impresora es reconocida y se puede añadir desde el módulo «Impresoras», no realiza su función en principio. Intenté ejecutar la utilidad hp-setup, pero tampoco logré que la cosa marchase.
La solución pasa por descargar los últimos controladores para la impresora. Abrimos terminal con CTRL+ALT+T y escribimos:
wget http://prdownloads.sourceforge.net/hplip/hplip-3.13.11.run
Ejecutando dicho script se desinstala la versión anterior, al parecer incompatible con Ubuntu Saucy, y se instala la nueva. Tras el preceptivo reinicio… voilá. Impresora funcionando.
Todo lo demás, impresora Epson, escáner, webcam, tarjeta Ethernet y wifi no ofreció dificultad alguna.
Conectividad
Pues como siempre, esto es, absoluta conexión con el resto de mis dispositivos sin fisuras de ningún tipo. Buena velocidad en las transferencias mediante Samba, «streaming» de vídeo incluido, y reconocimiento de mi disco duro externo, mis pendrives y mi tarjeta SD.
Experiencia «out of the box»
Seguimos para bingo. Otra de las señas de identidad de Ubuntu continúa inalterable versión tras versión, siendo capaz el sistema de reproducir cada tipo de archivo que guardo en el disco. El único que requiere un paso adicional, bien sencillo por otra parte, es el archivo comprimido en rar, pero el propio sistema conduce al usuario a la instalación inmediata y la posterior descompresión.
Estabilidad
En otras ocasiones talón de Aquiles, con Saucy Salamander se nota que nos estamos acercando a la próxima LTS de Ubuntu. Mucho más estable en sus primeros días de vida que las anteriores, tan solo he de lamentar un par de errores en aplicaciones, concretamente en el HUD y en indicator-power, ambas tras sendos reinicios. Por lo demás, ni cuelgues del servidor gráfico ni congelaciones de Unity. En este sentido me confieso sorprendido, pero insisto en que el objetivo de estas versiones «entre LTS» se ha conseguido.
Fluidez
Si llevamos tiempo en GNU/Linux sabemos de sobra ya que Ubuntu no es un dechado de virtudes en cuanto a requerimientos mínimos del equipo. Es conocido y aceptado, por unos más que por otros. En mi equipo, recalco, se comporta absolutamente fluido y sin sensación de pesadez. Nada que envidiar a entornos mucho más ligeros en principio. Esto no va a ser así si se instala en un equipo más antiguo, para esos menesteres hay otras distribuciones más adecuadas y hay que ser consciente de ello antes de empezar a soltar barbaridades sobre lo lento y pesado que es Unity. Es mi opinión personal, claro está.
Gestión de energía
Poco que destacar en este apartado. Suspende a RAM y entra en modo de ahorro de energía sin más. Para hibernar, también como suele ser habitual, hemos de abrir una terminal y escribir:
sudo pm-hibernate
Funciona perfecto, manteniendo abiertas las aplicaciones al volver a encender el equipo.
Personalización
El entorno de escritorio Unity es, por definición, poco personalizable, al menos sin esa gran aplicación que es «Ajustes de Unity». Una vez instalada es sumamente sencillo adecuar la apariencia a nuestros gustos personales. En cuanto a programas que suelo emplear, no tuve problemas en encontrar ninguno de ellos. Instalé Variety, My-weather-indicator, Clementine y Spotify, todos ellos correctos en su funcionamiento.
Ya hace bastante que no utilizo los controladores propietarios de AMD en ninguna distro que instalo, salvo para lanzar la batería de pruebas de Phoronix, al seguir siendo indispensables para el empleo de aceleración 3D. En el caso de Saucy, la instalación de Catalyst no ofreció resistencia, basta iniciar «Software y actualizaciones», donde encontraremos «Controladores adicionales» en forma de pestaña.
Lo que sí me sigue resultando molesto es el hecho de que Ubuntu dé por sentado que el usuario desea realizar búsquedas en Amazon o enviar información a Canonical sobre qué teclea en el Dash. No me chupo el dedo, ya soy mayorcito, y hasta cierto punto comprendo las necesidades que la empresa pueda tener de rentabilizar de algún modo su «producto». Pero es evidente que este tema encaja muy mal dentro del mundo del FOSS y es por esto que genera la controversia que genera. Una opción para deshabilitarlo durante la instalación estaría incluso mejor que la alternativa existente (en el apartado «Privacidad» del menú). Pero entonces, muy probablemente, la multinacional que patrocina esto pagaría mucho menos…
Pruebas de rendimiento
Los resultados que arroja Ubuntu Saucy Salamander en los cinco tests de Phoronix a los que la sometí me resultan un tanto sorprendentes, al menos cuando los comparo con los obtenidos en mi partición con Precise Pangolin. Y es que la versión 13.10 que nos ocupa solamente resulta vencedora en la prueba de codificación de audio y en el banco de pruebas de Python. Por mi parte reconozco que esperaba una mejora general, sobre todo teniendo en cuenta la gran diferencia de tiempo entre la aparición de una y otra, especialmente en cuanto al kernel de Linux. Pero es posible que, bien el parcheado sucesivo a la LTS (vamos por 12.04.3) o bien el aumento en los requerimientos mínimos tengan la culpa de que el Pangolin se comporte mejor que la Salamandra.
Pese a todo ello, insisto en que el sistema se nota fluido, incluso más en Saucy si es que es posible apreciar una diferencia tan sutil. De igual manera se pueden señalar ciertas mejoras, como la perfecta integración de las barras de menú en el panel superior, incluso para aplicaciones Qt como Clementine, cosa que no sucedía ni sucede en Precise. La fuente tipográfica da la impresión de ser más fina, más clara, pero al igual que comentaba antes se trata de apreciaciones muy difíciles de hacer, tan subjetivas que igual no son ciertas y hay que tomarlas con precaución. Pero esto es un análisis personal, que aunque intento que sea lo más objetivo posible, nunca podrá despojarse de eso, de la persona que lo realiza.
Y esa persona, quien escribe estas líneas, encuentra la experiencia de uso de Ubuntu Saucy muy satisfactoria. Las mejoras que incorpora no me parecen suficientes, una vez más, para dar el salto desde la confortable y segura Ubuntu Precise Pangonlin, pero sé que hay muchos usuarios cuya «versionitis» les impide ver esto. Para todos ellos existe esta Salamandra. No me bajo del burro, insisto en que el mejor Ubuntu se encuentra en las LTS, sobre todo transcurrido algún tiempo desde su lanzamiento. Lo estoy experimentando actualmente, usando una versión robusta y que funciona muy bien, que cubre de sobra todas mis necesidades excepto una: la sensación de pertenencia a una comunidad, con posibilidad de aportar, aspecto por el que nunca fui capaz de abandonar Chakra.
Pero mi preferencia por las LTS no puede impedir que alabe a una versión 13.10 muy conseguida y que se encuentra solo un peldaño por debajo, como corresponde por otra parte, a lo que cabe esperar de las versiones de soporte extendido. Agoreros aparte, solo puedo desear que en abril de 2014 vea la luz otra excelente versión ubuntera, tras dos años de probaturas con el Quetzal, el Ringtail y la Salamandra. Esto está montado así por alguna razón desde que apareció la distro de Canonical y así continúa por ahora. Un saludo a todos.
LO MEJOR
- Versiones bastante actualizadas de los programas y paquetes
- Sistema fluido y que se siente ligero pese al entorno Unity
- Muy fácil de usar para usuarios noveles
LO PEOR
- Pequeños fallos en algunos programas
- Tiempo de soporte muy limitado
- El empeño en mantener las búsquedas en Amazon por defecto
UBUNTU 13.10 | LSDH |
---|---|
Instalación | 9,80 |
Arranque y apagado | 8,75 |
Software | 10,00 |
Hardware | 9,50 |
Conectividad | 10,00 |
Out of the box | 10,00 |
Estabilidad | 8,00 |
Fluidez | 10,00 |
Gestión de energía | 8,33 |
Pybench | 2.982,00 |
Apache | 22.541,78 |
Encode-flac | 8,38 |
Unpack-linux | 17,82 |
Unigine Valley | 421,00 |
Corrección por rendimiento | 0,36 |
CALIFICACIÓN | 9,58 |