Después de una gran versión de Ubuntu suele venir otra de Linux Mint que no le va a la zaga. Es la lógica consecuencia de que ésta se base en aquélla. Pero como no siempre se cumple lo que en un principio parece obvio, tras acometer el análisis de la distro de Canonical hoy le toca el turno al reciente lanzamiento del equipo liderado por Clem Lefebvre. He usado Linux Mint en distintas etapas de mi vida linuxera, se podría decir que fue la distribución con la cual empecé a descubrir que hay todo un mundo más allá de Ubuntu, digamos que fue la que disparó al distrohopper que hay en mí. No le guardo rencor, pese a todo, más bien al contrario…
Recuerdo con un cariño especial aquellas primeras versiones (para mí lo fueron, aunque la andadura de Mint se remonta a Ada, en agosto de 2006) con nombre de mujer: Elyssa, Felicia, Gloria, Helena… Muy buenos sistemas, con sus problemas de detección de hardware inherentes a la época en que nos encontrábamos y que hoy, en su gran mayoría, han pasado a la historia. A lo largo de todos estos años el equipo de Mint ha ido poniendo su esfuerzo y dedicación al servicio de la comunidad GNU/Linux para mejorar en lo posible las respectivas versiones de Ubuntu, puliendo los pocos bordes rugosos que éstas pudieran tener. Elevando la ya de por sí excelente Debian al cubo, por así decirlo. Y con su decimosexta intentona, lo digo con la boca bien grande, lo han conseguido. Vamos a detenernos en un análisis pormenorizado de un sistema ideal para iniciarse en el ecosistema de Tux que, por desgracia, nace como un gigante con pies de barro debido al ridículo tiempo de soporte que tiene. La versión escogida, por su relevancia y su modernidad, tenía que ser la de Cinnamon.
Instalación
No hay nada nuevo que destacar en el instalador de Linux Mint Petra: es el mismo de siempre, con el aspecto de siempre y, claro está, la fiabilidad y rapidez de siempre. En 8 minutos tenía el sistema instalado en una de mis particiones de prueba, habiendo detectado Grub tanto a Ubuntu Precise como a Chakra Fritz. Tras el primer inicio se me advierte de la existencia de 92 paquetes para actualizar. Al contrario que en otras distribuciones todo el escritorio se encuentra en nuestro idioma, sin extrañas mezclas de ningún tipo.
Procedo a actualizar y a reiniciar, de nuevo sin incidencias. Ante mí contemplo el mismo «artwork» marca de la casa, que se mueve con fluidez en el nuevo Cinnamon 2.0 ocupando unos escasos 292 Mb de RAM. Para mi regocijo han desaparecido todas los pequeños detalles que se me hacían molestos en Cinnamon, en su mayoría artefactos gráficos, falta de agilidad en la ejecución de alguna aplicación o inconsistencias en la barra de tareas. Después de lanzar varias versiones, por fin tengo la sensación de que me encuentro ante un entorno de escritorio completo y original, que no parece ya un parche encima de Gnome 3 y que incorpora interesantes novedades como un esquema de sonido para acciones comunes (subir o bajar el volumen o insertar un pendrive), nuevos efectos de escritorio que hacen que ya no se eche de menos al vetusto Compiz, o un módulo de control de las esquinas activas del escritorio, entre otras cosas.
Sobre la reiteración en el uso del mismo tema de escritorio e iconos no voy a volver a incidir. Es algo secundario si se tiene en cuenta que la mayoría de usuarios proceden a cambiarlo cuando no les gusta, y me imagino que para la próxima versión de soporte extendido (LTS) los desarrolladores se plantearán la introducción de novedades.
Arranque y apagado
Tiempos de inicio y finalización prácticamente calcados a los de Ubuntu Saucy, lo que es algo muy bueno dada la rapidez con que ambas acciones se ejecutan en la distro de Canonical. Como tantos otros sistemas, sálvese Chakra y quien pueda, adolece de alguna forma de cambiar el aspecto y demás parámetros del menú de arranque, con lo que en caso de precisarlo o desearlo tendremos que recurrir al consabido Grub customizer.
Software
Tampoco hay grandes novedades en el apartado de programas incluidos con Mint Petra. Para ser exactos, ni grandes ni pequeñas, a excepción de las nuevas versiones de las clásicas aplicaciones que trae la distribución. Contaremos con Firefox 25, Libreoffice 4.1.2.3, VLC 2.0.8, Gimp 2.8, Banshee 2.6.1 o Nemo 2.0.8. El manejo de actualizaciones continúa siendo uno de los puntos fuertes, a pesar de la polémica suscitada por ciertas informaciones que apuntaban a una presunta vulnerabilidad en la forma de tratar estas cuestiones, acusaciones vertidas por Canonical que, a tenor de las contestaciones recibidas, no han sido demostradas. En cualquier caso, basta marcar los niveles de seguridad 4 y 5 en el gestor de actualizaciones si uno está preocupado por el asunto.
Reconocimiento de hardware
Experiencia casi idéntica a la vivida con Ubuntu Saucy Salamander, esto es, algún problemilla para echar a andar a mi impresora HP Laserjet 1018 y cero inconvenientes en el resto de periféricos que rodean mi equipo. El problema lo solventé tras iniciar el programa hp-setup desde la terminal, si bien dicha aplicación termina de forma inquietante con un mensaje en letras rojas que indica que no se pudo descargar el controlador necesario. Pues no hay que hacer caso a dicho mensaje apocalíptico, al menos en mi caso no hubo que hacer más para que la impresora funcionase.
Conectividad
Perfecta conexión del sistema con el portátil, pudiendo ver archivos de vídeo en «streaming» directo vía wifi. Los dispositivos conectados son reconocidos y se permite el acceso a todos los archivos sin restricción alguna.
Experiencia «out of the box»
Realmente excelente. La sensación de «instalar y listo» es plena en esta distribución, lo que la convierte sencillamente en la ideal para no iniciados. Sí, ya sé que Ubuntu ofrece algo muy parecido, pero con Cinnamon permanece el paradigma de escritorio clásico, por lo que alguien que venga de Windows prácticamente no notará el cambio, en sus connotaciones negativas claro, que para bien sí que lo va a notar en las muchas virtudes que los que llevamos años con GNU/Linux ya de sobra conocemos. Resumiendo: todo funciona, todo se reproduce y no hace falta instalar nada. No se puede pedir más.
Estabilidad
Si cogemos Ubuntu Saucy y eliminamos los cada vez más escasos mensajes de error al cerrar alguna aplicación obtenemos… un sistema tan estable como el mejor Debian. Nada más que añadir.
Fluidez y desempeño del sistema
La sensación de «atrancarse» que notaba en ocasiones cuando usaba versiones anteriores de Cinnamon ha desaparecido por entero. El escritorio se siente muy fluido y ligero, apenas ocupa 300 Mb de RAM de inicio y la experiencia de uso es una gozada.
Gestión de energía
La pantalla entra en modo de reposo cuando debe y la suspensión funciona perfectamente. Los problemas acontecidos en la hibernación, que me imposibilitaban retornar al entorno gráfico tras encender el equipo, resultaron ser responsabilidad del controlador libre de ATI/AMD, pues tras la instalación de Catalyst desaparecieron por completo.
Personalización
Con el paso de las versiones Cinnamon va incorporando más y más añadiduras que lo complementan, en forma de extensiones, applets y desklets. No soy muy amigo de los dos últimos, pero he de decir que instalé cosas como el reloj de escritorio o el parte meteorológico sin más complicación. En cuanto a las extensiones, Cinnamon ya incluye las más usadas de serie, de modo que tan solo tuve que ocuparme de instalar la meteorología para la barra de tareas y el botón de apagado, que me gusta tenerlo a la derecha del reloj. Recuerdo que, en especial la extensión meteorológica fallaba más que una escopeta de feria, cosa que ahora no sucede. Trabajo bien hecho.
En lo referente a programas, tuve la oportunidad de comprobar el buen funcionamiento y fácil instalación (PPA mediante) de Spotify y Variety. Los controladores propietarios de ATI/AMD, vulgo Catalyst, se pueden descargar e instalar desde la entrada «Controladores adicionales» del menú principal de Cinnamon.
Pruebas de rendimiento
Puesto que prácticamente incorpora el mismo kernel, de la serie 3.11.0, que Ubuntu Saucy, era de esperar que los resultados fueran parejos a los logrados con la distro de Canonical. Mint empeora ligeramente en dos de las pruebas y mejora en otras tantas a Ubuntu. La quinta de ellas, el test Apache, no pude realizarla debido a divergencias en las versiones que la Phoronix Test Suite pretende descargar y las disponibles a día de hoy en los servidores de Apache. Pero, visto el patrón de resultados cosechado, cabe esperar que se asemeje al de la distro en que se basa, con lo que se indica el mismo valor. En cualquier caso no tiene un peso excesivo, más bien mínimo, en la obtención de la fantástica nota que otorgamos a esta versión de Linux Mint.
Una nota, la máxima posible, que es la primera vez en más de dos años de andadura de este blog que se la concedemos a una distribución. Desde sus inicios, LSDH se ha caracterizado por centrar sus análisis en un público concreto, el que a mi juicio precisa de más información y ayuda, que no es otro que el que se inicia en el conocimiento y uso de GNU/Linux. Este es el motivo de que nuestra plantilla de calificaciones dé la máxima importancia a unos aspectos y no a otros. Teniendo en cuenta estas premisas, a nadie debería extrañar que Linux Mint Petra, siendo como es una de las distribuciones más populares y enfocadas a este tipo de usuarios, alcance el cum laude.
Pero pensar que esto es únicamente mérito de Lefebvre y su equipo sería quedarnos cortos en nuestra apreciación. Lo cierto es que GNU/Linux, en su conjunto, ha avanzado de un modo tan impresionante en todos los ámbitos en un período de tiempo tan relativamente corto que tenemos, hoy por hoy, un sistema fantástico en su base, que aderezado con algunos toques personales (cada distro da los suyos) viene a resultar en esto que presenta el equipo de Linux Mint. Un sistema robusto, fácil de usar, gratuito y de una calidad suprema. Y esto se ha conseguido gracias a Debian, a Ubuntu, a Linux Mint y a todos los que colaboramos en lo posible con nuestros granitos de arena particulares. Estamos de enhorabuena.
Lástima que esta maravilla de sistema operativo peque de inconsistencia en el aspecto relativo al tiempo de soporte ofrecido, que finaliza en julio de 2014. Se podrá argüir que para eso existen las versiones de soporte extendido (Maya, en el caso de Linux Mint, que extiende el suyo hasta 2017). Pero no es de Maya de quien estamos hablando hoy, sino de Petra, y esta última tiene un ciclo de vida a todas luces muy corto, que sin embargo no ensombrece la gran experiencia ofrecida. Para finalizar, me dirijo a los posibles usuarios de otros sistemas que estén pensando en saltar a GNU/Linux: dejen de darle vueltas. Linux Mint 16 Petra es el sistema perfecto para empezar… y hasta para acabar. Un saludo a todos.
LO MEJOR
- Versión muy mejorada de Cinnamon
- Gran cantidad de programas disponibles
- La sencillez de uso
LO PEOR
- Sin duda alguna, el tiempo de soporte
FICHA TÉCNICA
LINUX MINT PETRA | LSDH |
---|---|
Instalación | 10,00 |
Arranque y apagado | 8,75 |
Software | 10,00 |
Hardware | 9,50 |
Conectividad | 10,00 |
Out of the box | 10,00 |
Estabilidad | 10,00 |
Fluidez | 10,00 |
Gestión de energía | 8,33 |
Pybench | 3.013,00 |
Apache | 22.541,78 |
Encode-flac | 8,37 |
Unpack-linux | 17,60 |
Unigine Valley | 424,00 |
Corrección por rendimiento | 0,37 |
CALIFICACIÓN | 10,00 |