Camino a la libertad: openmailbox y ownCloud

Un lobo flaco y hambriento se encontró en su camino con un perro gordo y bien cuidado.
– ¿Por qué será – le dijo – que, siendo yo más fuerte que tú, no encuentre qué comer?
– Se debe a que mi amo me cuida y me alimenta – dijo el can. – A cambio, yo vigilo su casa. Si quieres, puedes disfrutar de lo mío, cumpliendo las mismas obligaciones.
– De acuerdo. Estoy cansado de pasar hambre. Pero, oye, ¿qué tienes en el cuello?
– Es el collar de la cadena con la que me atan a la perrera durante el día. Por la noche me dejan libre y puedo correr.
– Pues si no eres libre – replicó el lobo – goza de tus bienes, que yo no los cambio por mi libertad.

Moraleja: es mejor la libertad que el lujo y la comodidad.

Esopo

A raíz de un interesantísimo artículo publicado por Eugenio M. Vigo en su excelente blog sobre software libre me planteé, de nuevo, pues llueve sobre mojado, mis hábitos de navegación y programas favoritos para el desempeño informático diario. Ya hace tiempo que concluí que Richard Matthew Stallman tenía razón, algo que, a poco que se hayan seguido las revelaciones de Edward Snowden y el escándalo de la NSA, cualquiera con ciertas luces puede llegar a comprender. El comportamiento de Stallman se suele situar en un extremo cercano a la enfermedad mental o la paranoia por aquellos que solamente saben recurrir al ad hominem a la hora de rebatir argumentos difícilmente discutibles. Para este tipo de gente debe haber sido un golpe muy duro descubrir que el manido «no tengo nada que ocultar» no es suficiente para hacer oídos sordos a la tremenda coerción de la libertad que suponen las informaciones reveladas en los últimos meses.

Navegar por la red, mantener conversaciones por Whatsapp, comprar en Amazon, y un largo etcétera de acciones normales y corrientes se han convertido, hoy día, en una forma sencilla de rastrear al usuario y usar sus datos personales con fines que casi nunca están del todo claros. No me voy a ir al extremo de dejar de usar la tecnología, único modo que garantiza la privacidad absoluta (o no), pero ya va siendo hora de arrimar un poco el hombro en la concienciación, mediante el uso propio, de que toda esta gran red de espionaje montada a nuestro alrededor sin un ápice de ética que la fundamente se puede desmontar. Hay que ir, como suele ser habitual, paso a paso, y todo comienza con una correcta elección de las aplicaciones que uno mismo utiliza y recomienda a sus conocidos.

En su artículo, Eugenio da unas pautas y menciona programas y extensiones para el navegador que puedo constatar que no interfieren en el normal desarrollo de mis actividades. Hablando claro: no noto lentitud ni pérdida de funcionalidad en Firefox desde que uso las susodichas extensiones.

Además de lo apuntado por el artículo de Eugenio, tuve hace unos días una desagradable experiencia personal que sirve como ejemplo de por qué no se pueden confiar datos personales a «La gran G» y olvidarse del tema. Mi hijo recibió como regalo de Reyes el pasado mes de Enero una tablet Bq Maxwell 2 Plus. Las tablets, regalo estrella en los últimos años para los niños, no son un juguete, y nos corresponde a los padres establecer límites en su uso si no queremos convertir a nuestros hijos en zombis desde temprana edad. Fin del consejo, seguimos con la anécdota.

Desde la primera vez que se inicia un dispositivo con Android uno ya se ve en la tesitura de tener que conectarlo a su dichosa cuenta de Google. Las prisas no son buenas consejeras, y el tener que configurar el dispositivo a escondidas para preservar la feliz inocencia infantil tampoco ayuda demasiado. Resumiendo, que cometí el error de vincular la tablet a mi cuenta de correo personal. Añadan a este imperdonable descuido la Google Wallet, un juego donde se puede comprar contenido a través de dicha cartera virtual y un niño de 6 años y medio. Tremenda combinación que hace muy probable la ocurrencia de algún desastre.

La cosa no pasó a mayores gracias a que los «amigos» de Google tuvieron a bien informarme, correo mediante, de que se habían comprado productos por valor de unos 4 euros para mi dispositivo Bq. Rápidamente corrí a anular la puñetera «wallet» y me dediqué a aleccionar a mi hijo de por qué eso no se puede hacer, lo que cuesta ganar el dinero, etc. Pero, en el fondo (y en la superficie, qué demonios) no es culpa suya, sino de su padre y de unos señores de Mountain View, estado de California… Repartamos las culpas, en un 80-20, para el padre.

Este desafortunado incidente que pudo ser mucho peor (en el jueguecito de marras puedes comprar cosas por valor de más de cien euros, sudores fríos solo de pensarlo) me llevó a terminar de decidirme por prescindir de ciertos servicios. Será duro cortar con Google, probablemente no pueda hacerlo del todo, pero poco a poco lo voy a intentar. Entre tanto lo consigo, se me ha ocurrido haceros partícipes de la experiencia de pasar la mayoría de mis aplicaciones y utilidades a opciones cien por cien software libre. Comenzamos hoy este particular camino a la libertad con la combinación de una cuenta de correo libre con openmailbox y una nube personal de 1 Gb alojada en los mismos servidores de dicha cuenta, usando para ello la solución, también libre, que propone ownCloud. Al lío.

Abrir una cuenta de correo openmailbox
Para documentar gráficamente el proceso voy a emplear capturas de pantalla realizadas en una máquina virtual corriendo Arch Linux con KDE bajo Chakra.

1º Entramos en la web de openmailbox.

2º Pulsamos en «Registro» y completamos los datos. Podéis elegir cualquier nombre de usuario que no esté ya en uso, excepto «sombra» que ése ya lo tengo yo 🙂

3º Si todo ha ido bien, que irá, ya estamos registrados y tenemos 250 Mb de espacio en nuestra nueva cuenta de correo. Sé que no es mucho, más bien todo lo contrario, pero no hemos llegado hasta aquí por la comodidad, sino por algo bien distinto, cercano a los ideales (ver fábula que encabeza el artículo). En cualquier caso, se está trabajando en la posibilidad de ampliar dicho espacio por un módico precio.

4º Pulsamos en «Conectar» y nos aparece la pantalla de inicio de sesión.

5º Y ya estamos en la interfaz web. Como se puede apreciar, está en inglés, algo muy fácil de remediar pulsando en «Settings».

6º Desde la pantalla de «Ajustes», podremos cambiar muchas cosas, entre ellas el idioma de la aplicación y el intervalo de tiempo entre comprobaciones de la llegada de nuevos correos.

Tras el cambio, ya tenemos todo en nuestro idioma. El manejo de la cuenta de correo es similar a los ya conocidos servicios que ofrecen las empresas, intuitivo y muy sencillo. De igual modo, para los que prefieren acceder a su correo a través de programas gestores, como Thunderbird, Evolution o Kmail, existe la posibilidad de hacerlo. En la página principal de openmailbox.org están los protocolos de conexión correspondientes para configurar los clientes de correo. Desde dicha página también se puede acceder a opentrashbox, una utilidad para crear direcciones de correo temporales que podemos emplear para registrarnos en sitios sin dar nuestro correo personal.

ownCloud: nuestro espacio gratuito en la nube
Como funcionalidad añadida a openmailbox, dispondremos de 1 Gb de espacio en la nube gestionado a través del servicio gratuito y de código abierto de ownCloud. Desde este espacio en la nube podremos sincronizar y compartir archivos como lo haríamos con Dropbox, Copy y la ya extinta Ubuntu One.

1º Accedemos a nuestro espacio en ownCloud.

2º Entramos con nuestra dirección de correo completa y nuestra contraseña de acceso a dicho correo.

3º Tendremos la pantalla de bienvenida, donde se nos informa de las distintas aplicaciones con las que extender las posibilidades de nuestro nuevo espacio en la nube. También encontraremos información sobre el modo de sincronizar nuestros contactos, libretas de direcciones, e incluso calendarios y agendas. Un servicio muy completo.

4º Finalmente, nuestra pantalla con los directorios predeterminados y archivos de muestra.

Si bien es muy sencillo gestionar nuestra nube ownCloud desde aquí, lo es más aún si utilizamos las herramientas correspondientes para el escritorio y el móvil o tablet. Respecto a estos últimos, se encuentra disponible una aplicación en la tienda Google Play, por tan solo 0’78 euros, con los que contribuimos al esfuerzo de los desarrolladores. Pero claro, no todo el mundo se siente cómodo dando los datos de su tarjeta de crédito o débito a Google (huelga reincidir en lo que puede pasar). En este caso, podemos descargar su correspondiente alternativa gratuita en F-droid.

Instalar la aplicación de escritorio ownCloud
Para tener nuestro ownCloud completamente operativo e interconectado con nuestro escritorio, podemos instalar el cliente correspondiente.

1º En Arch está en AUR, de modo que se instala con yaourt, pacaur, o el script preferido de cada cual. En Chakra lo tenemos en CCR, y se instala con ccr -S owncloud-client. Para otras distribuciones, los paquetes pre-compilados se alojan en el «Build service» de openSUSE.

2º El paquete se compila e instala para nuestro sistema, gracias a yaourt, pacaur, ccr o lo que sea que usemos.

3º Y ya está disponible entre nuestras aplicaciones de escritorio. Procedemos a iniciarlo por primera vez.

4º La dirección del servidor en la nube es https://cloud.openmailbox.org.

5º De nuevo, los datos de acceso son los mismos que para nuestra cuenta de correo de openmailbox.

6º A continuación, podemos escoger la carpeta de nuestro disco donde se alojarán los archivos. Esta será la carpeta sincronizada con el contenido de nuestra nube personal.

7º Todo listo, todo perfecto.

8º Si abrimos nuestra carpeta, nos encontramos ya con nuestros archivos sincronizados.

9º Finalmente, una vista de la ventana que se abre al hacer clic sobre la pequeña nube que nos aparece en la barra de tareas, desde donde podemos configurar las opciones del cliente de escritorio, incluyendo las velocidades de subida y descarga de archivos.

Como veis, poco o nada que envidiar a otro tipo de soluciones privativas, por mucho que sean gratuitas también. Facilidad de instalación y uso por doquier en una excelente opción con software libre. El camino a la libertad es pedregoso y difícil (a los carceleros les conviene que lo sea) pero muy satisfactorio a la postre. Los que somos asiduos del mundillo GNU/Linux lo sabemos bien, traiciones e «idas de olla» temporales aparte. Espero continuar esta serie de artículos con nuevos pasitos hacia la completa libertad informática, o al menos, algo parecido (Trisquel ya sería demasiado pedir para un usuario de ATI/AMD, en su momento lo intenté pero…uff).

Y termino con un pequeño homenaje al recién desaparecido Gabo que bien podría aplicarse a aquello de lo que pretende tratar este artículo. «He aprendido que el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada» – Gabriel García Márquez (1927-2014).

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