La Navidad suele ser para muchas personas una época de añoranza, que aviva los recuerdos, no todos felices, por desgracia. Se echa de menos a muchos que ya emprendieron el viaje, o que se encuentran lejos por mor de las circunstancias económicas del tiempo que nos tocó vivir, siendo continuamente manejados por poderes económicos desconocidos, esos que no nos brindan ni tan siquiera la posibilidad de defendernos, aunque sea a h*****s (editado para cumplir con las leyes del país de la piruleta, donde puedes acabar en la cárcel por insultar a un futbolista millonario, mientras robar y estafar puede salir hasta gratis). Sí, como suena. Pero mejor me centro, que como empiece a hablar de política (en minúsculas, por supuesto, no merecen otra cosa) me conozco y acabamos mal.
Retomo el hilo. Si nos ponemos nostálgicos, en clave de GNU/Linux, algunos podemos rememorar nuestros comienzos con el sistema, si bien los míos ya se empiezan a vislumbrar lejanos, allá por 2007 con Ubuntu Feisty Fawn. Pero si la nostalgia es de la buena, de la que se torna melancolía, cuando echo la vista atrás y pienso en la versión de Ubuntu que hizo consolidarse mi preferencia por GNU/Linux sobre Windows, entonces no veo otra cosa que Lucid Lynx. Un Gnome 2 en la cúspide de su funcionalidad y estética que dejaron, para tristeza de muchos, caer finalmente en la primera versión del año 2011.
Pero, como sabemos, Gnome 2 renació en Mate. Y últimamente, Ubuntu Lucid ha vuelto a cobrar vida también, con la aparición de una versión «pseudo-oficial» (todavía no me ha quedado claro este punto, pues se refieren a ella en su web como una versión comunitaria y en muchos sitios la dan como totalmente soportada por Canonical) que implementa el escritorio con nombre de yerba del Paraguay. Aprovechando esta época de recuerdos bonitos y esta vorágine de instalación de distros que seguramente no me conduce a nada bueno, he puesto el punto de mira en este nuevo sabor de Ubuntu. Veamos lo que me he encontrado.
Instalación
La clásica de Ubuntu, eso sí, en tonos verdes y azulados que combinan a la perfección con las señas de identidad de Mate. Lástima que la presentación aparezca por entero en inglés, si bien el resto de aspectos de la instalación se encuentran en español. El reinicio nos conduce a un precioso grub tematizado (bien harían otras distros en copiar este punto) que reconoce a Chakra y a Windows 7. Tras las consabidas actualizaciones automáticas de rigor, vuelvo a reiniciar y ya está todo hecho.
Arranque y apagado
Esperaba algo más de rapidez al iniciar, pero 35 segundos sigue suponiendo un buen guarismo. El apagado se ejecuta en 5.
Software
Voy a ser breve con esta revisión, en general, pues a Ubuntu ya de sobra la conocemos. Su sabor a yerba mate no cambia demasiado algunas cosas, de modo que disponemos del mismo centro de gestión de programas que la versión principal. También se producen algunos errores… como el que me arrojó la primera ejecución de Grub-customizer. Pero no creo que algo así se tenga que apuntar en el debe de Ubuntu Mate, además de que no recuerdo más problemas en toda la experiencia de uso.
Hardware
Lo de siempre: una utilidad de impresoras que no me sirve para instalar los controladores de la HP Laserjet 1018. O, para ser más exactos, que los instala pero ésta no funciona ni a tiros. Menos mal que está hp-setup para acudir al rescate. Escáner, webcam y tarjeta inalámbrica, sin incidencias.
Conectividad
Érase una vez un usuario de GNU/Linux que no era capaz de emplear Samba para conectarse con su portátil de Windows. Distro tras distro, tenía que soportar con desgana el sempiterno mensajito, siempre algo parecido a: «Imposible obtener la lista de compartición del servidor». Empiezo a estar algo paranoico con este tema, a decir verdad. De hecho, estoy por culpar bien a Windows, que en alguna actualización se haya cambiado algún parámetro que impide ser visto por Samba, o bien a mi router, de una compañía francesa que me está dando un servicio infame y de la que estoy deseando poder librarme en cuanto esa cadena al cuello llamada «compromiso de permanencia» finalice. Sí, hablo de Orange, maldita sea la hora en que se me ocurrió contratar sus servicios y su ADSL lleno de cortes sin solución. Nunca hubo un eslogan publicitario más acertado en la historia de la televisión: «tu vida cambia con Orange». Ya lo creo que cambia, amigos…
Vaya, he vuelto a mis desvaríos. El caso es que hay dos variables que han cambiado en las revisiones de este año con respecto al anterior: el router y la versión de Samba. Dicho de otro modo, cuando la mayoría de distribuciones que probaba lograban realizar con éxito la tarea de conectar al portátil con Windows, estaba empleando un router diferente y una versión de Samba diferente. Y, como os decía, empiezo a pensar que el problema no se encuentra en GNU/Linux. Investigaré, lo prometo.
En cuanto a reconocimiento y tiempos de acceso a los dispositivos externos, todo bien. En Ubuntu sigo consiguiendo las copias de archivo más rápidas, en general. No sé por qué, pero así es.
Experiencia «out of the box»
A excepción de un fichero comprimido con extensión «rar», todo aquello que intenté ver o reproducir desde el inicio con Ubuntu Mate lo logré hacer sin mayores inconvenientes. Es decir, una experiencia de uso de primera categoría.
Estabilidad
Un pequeño error, ya comentado, al cerrar Grub customizer es todo lo que puedo recalcar como negativo en esta distro. Ni cuelgues, ni reinicios, ni extraños comportamientos (¡ay, Rebeca!) que señalar.
Fluidez
Como toda distro tiene su punto débil, voy a contaros cuál me ha parecido el de ésta. Y, sorprendentemente, se nota un cierto retardo al cerrar algunas ventanas, así como al cargar los iconos en el menú del sistema (en especial los de Libreoffice). Sin que ello lastre la experiencia en demasía, sí tengo que reconocer que no me lo esperaba en un escritorio como Mate.
Gestión de energía
Este tema representa otro de mis bucles actuales. AMD no me deja, con sus lamentables controladores propietarios, que suspenda o hiberne mi equipo. A mí me da igual, porque no hago ni lo uno ni lo otro, pero a quien le interesen estas opciones ya sabe qué hardware no debe comprar.
Rendimiento
Se da la circunstancia de que la distribución empleada para comparar en nuestro sistema de calificaciones no es otra que Ubuntu 14.04. Había que elegir alguna, pues un «benchmark» no son más que un montón de números sin sentido cuando se carece de algún otro sistema al que equipararlo. Es por ello que este apartado tenía para mí un interés doble: comprobar las mejoras entre las versiones 14.04 y 14.10 de Ubuntu, al mismo tiempo que poder medir cuán pesado es Unity con respecto a Mate. Pues resulta que la LTS gana en la mayoría de puntos, con especial holgura en el tiempo de transferencia al «pendrive» y, lo que resulta más sorprendente aún, en el «benchmark» de rendimiento de gráficos 3D.
Aunque, si lo pensamos, existe la remotísima posibilidad (estoy siendo irónico, de nuevo) de que los controladores propietarios de AMD vayan cada vez a peor. No, no creo que sea eso…
Bueno, me pongo serio para concluir el artículo, algo más ácido de lo habitual. Espero que sepáis disculparme, pero hacer revisiones una tras otra, todas en el mismo tono, aburre hasta a las ovejas. Y con esta Ubuntu Mate, la verdad es que he disfrutado bastante. Digamos que se trata de aquel Ubuntu que se fue y que jamás volverá, al que muchos que no se sienten cómodos con los paradigmas de escritorio actuales no dudarán en regresar, ahora que se les ofrece la oportunidad.
¿Qué destacar de Ubuntu Mate? A mí me ha gustado mucho la estética, con unos tonos de colores acertados y un fondo de escritorio muy bonito para mi gusto. Se nota, además, que Mate está avanzando en el buen sentido, con la desaparición de algunos errores que solían dejarse ver por versiones pretéritas. Sobre si merece la pena otra versión más de Ubuntu cuando ya tenemos Linux Mint, cuyo equipo se dedica a colaborar más que ninguno con los desarrolladores de Mate… no lo sé. Cansados estamos de decir que la libertad de elección es inherente a GNU/Linux, y estamos ante una prueba más.
Me ha encantado volver a usar Mate y recordar viejos y buenos tiempos «gnomeros» (mi SolusOS, mi Debian Squeeze…) Faltaría una comparativa con la última versión de Mint que implementa el mismo escritorio. A ver si me pongo a ello. De momento, os dejo esta muy buena distribución que puntúa 7’76 y nos devuelve a los días en que Gnome 2 era el rey y los escritorios tenían un corte tradicional centrado en la productividad y sin tantas zarandajas. A algunos nos bastaba y nos sobraba.
Salud
Ubuntu Mate 14.10 | LSDH |
---|---|
Instalación | 10 |
Arranque y apagado | 7,50 |
Software | 10 |
Hardware | 8,13 |
Conectividad | 5 |
Out of the box | 9’17 |
Estabilidad | 10 |
Fluidez | 8’75 |
Gestión de energía | 3,33 |
Pybench | 2.972 |
Apache | 17.057,52 |
Encode-flac | 13,15 |
Unpack-linux | 17,39 |
Unigine Valley | 438 |
Browsermark FF | 2.956 |
Browsermark GC | 3.896 |
Transf. pendrive | 4,31 |
Transf. disco USB | 1,03 |
Transf. SD-card | 4,55 |
Corrección por rendimiento | -0,61 |
Corrección por errores | 0,00 |
CALIFICACIÓN | 7,76 |