Ubuntu Mate 14.10: bendita nostalgia

La Navidad suele ser para muchas personas una época de añoranza, que aviva los recuerdos, no todos felices, por desgracia. Se echa de menos a muchos que ya emprendieron el viaje, o que se encuentran lejos por mor de las circunstancias económicas del tiempo que nos tocó vivir, siendo continuamente manejados por poderes económicos desconocidos, esos que no nos brindan ni tan siquiera la posibilidad de defendernos, aunque sea a h*****s (editado para cumplir con las leyes del país de la piruleta, donde puedes acabar en la cárcel por insultar a un futbolista millonario, mientras robar y estafar puede salir hasta gratis). Sí, como suena. Pero mejor me centro, que como empiece a hablar de política (en minúsculas, por supuesto, no merecen otra cosa) me conozco y acabamos mal.

Retomo el hilo. Si nos ponemos nostálgicos, en clave de GNU/Linux, algunos podemos rememorar nuestros comienzos con el sistema, si bien los míos ya se empiezan a vislumbrar lejanos, allá por 2007 con Ubuntu Feisty Fawn. Pero si la nostalgia es de la buena, de la que se torna melancolía, cuando echo la vista atrás y pienso en la versión de Ubuntu que hizo consolidarse mi preferencia por GNU/Linux sobre Windows, entonces no veo otra cosa que Lucid Lynx. Un Gnome 2 en la cúspide de su funcionalidad y estética que dejaron, para tristeza de muchos, caer finalmente en la primera versión del año 2011.

Pero, como sabemos, Gnome 2 renació en Mate. Y últimamente, Ubuntu Lucid ha vuelto a cobrar vida también, con la aparición de una versión «pseudo-oficial» (todavía no me ha quedado claro este punto, pues se refieren a ella en su web como una versión comunitaria y en muchos sitios la dan como totalmente soportada por Canonical) que implementa el escritorio con nombre de yerba del Paraguay. Aprovechando esta época de recuerdos bonitos y esta vorágine de instalación de distros que seguramente no me conduce a nada bueno, he puesto el punto de mira en este nuevo sabor de Ubuntu. Veamos lo que me he encontrado.

Instalación
La clásica de Ubuntu, eso sí, en tonos verdes y azulados que combinan a la perfección con las señas de identidad de Mate. Lástima que la presentación aparezca por entero en inglés, si bien el resto de aspectos de la instalación se encuentran en español. El reinicio nos conduce a un precioso grub tematizado (bien harían otras distros en copiar este punto) que reconoce a Chakra y a Windows 7. Tras las consabidas actualizaciones automáticas de rigor, vuelvo a reiniciar y ya está todo hecho.

Arranque y apagado
Esperaba algo más de rapidez al iniciar, pero 35 segundos sigue suponiendo un buen guarismo. El apagado se ejecuta en 5.

Software
Voy a ser breve con esta revisión, en general, pues a Ubuntu ya de sobra la conocemos. Su sabor a yerba mate no cambia demasiado algunas cosas, de modo que disponemos del mismo centro de gestión de programas que la versión principal. También se producen algunos errores… como el que me arrojó la primera ejecución de Grub-customizer. Pero no creo que algo así se tenga que apuntar en el debe de Ubuntu Mate, además de que no recuerdo más problemas en toda la experiencia de uso.

Hardware
Lo de siempre: una utilidad de impresoras que no me sirve para instalar los controladores de la HP Laserjet 1018. O, para ser más exactos, que los instala pero ésta no funciona ni a tiros. Menos mal que está hp-setup para acudir al rescate. Escáner, webcam y tarjeta inalámbrica, sin incidencias.

Conectividad
Érase una vez un usuario de GNU/Linux que no era capaz de emplear Samba para conectarse con su portátil de Windows. Distro tras distro, tenía que soportar con desgana el sempiterno mensajito, siempre algo parecido a: «Imposible obtener la lista de compartición del servidor». Empiezo a estar algo paranoico con este tema, a decir verdad. De hecho, estoy por culpar bien a Windows, que en alguna actualización se haya cambiado algún parámetro que impide ser visto por Samba, o bien a mi router, de una compañía francesa que me está dando un servicio infame y de la que estoy deseando poder librarme en cuanto esa cadena al cuello llamada «compromiso de permanencia» finalice. Sí, hablo de Orange, maldita sea la hora en que se me ocurrió contratar sus servicios y su ADSL lleno de cortes sin solución. Nunca hubo un eslogan publicitario más acertado en la historia de la televisión: «tu vida cambia con Orange». Ya lo creo que cambia, amigos…

Vaya, he vuelto a mis desvaríos. El caso es que hay dos variables que han cambiado en las revisiones de este año con respecto al anterior: el router y la versión de Samba. Dicho de otro modo, cuando la mayoría de distribuciones que probaba lograban realizar con éxito la tarea de conectar al portátil con Windows, estaba empleando un router diferente y una versión de Samba diferente. Y, como os decía, empiezo a pensar que el problema no se encuentra en GNU/Linux. Investigaré, lo prometo.

En cuanto a reconocimiento y tiempos de acceso a los dispositivos externos, todo bien. En Ubuntu sigo consiguiendo las copias de archivo más rápidas, en general. No sé por qué, pero así es.

Experiencia «out of the box»
A excepción de un fichero comprimido con extensión «rar», todo aquello que intenté ver o reproducir desde el inicio con Ubuntu Mate lo logré hacer sin mayores inconvenientes. Es decir, una experiencia de uso de primera categoría.

Estabilidad
Un pequeño error, ya comentado, al cerrar Grub customizer es todo lo que puedo recalcar como negativo en esta distro. Ni cuelgues, ni reinicios, ni extraños comportamientos (¡ay, Rebeca!) que señalar.

Fluidez
Como toda distro tiene su punto débil, voy a contaros cuál me ha parecido el de ésta. Y, sorprendentemente, se nota un cierto retardo al cerrar algunas ventanas, así como al cargar los iconos en el menú del sistema (en especial los de Libreoffice). Sin que ello lastre la experiencia en demasía, sí tengo que reconocer que no me lo esperaba en un escritorio como Mate.

Gestión de energía
Este tema representa otro de mis bucles actuales. AMD no me deja, con sus lamentables controladores propietarios, que suspenda o hiberne mi equipo. A mí me da igual, porque no hago ni lo uno ni lo otro, pero a quien le interesen estas opciones ya sabe qué hardware no debe comprar.

Rendimiento
Se da la circunstancia de que la distribución empleada para comparar en nuestro sistema de calificaciones no es otra que Ubuntu 14.04. Había que elegir alguna, pues un «benchmark» no son más que un montón de números sin sentido cuando se carece de algún otro sistema al que equipararlo. Es por ello que este apartado tenía para mí un interés doble: comprobar las mejoras entre las versiones 14.04 y 14.10 de Ubuntu, al mismo tiempo que poder medir cuán pesado es Unity con respecto a Mate. Pues resulta que la LTS gana en la mayoría de puntos, con especial holgura en el tiempo de transferencia al «pendrive» y, lo que resulta más sorprendente aún, en el «benchmark» de rendimiento de gráficos 3D.

Aunque, si lo pensamos, existe la remotísima posibilidad (estoy siendo irónico, de nuevo) de que los controladores propietarios de AMD vayan cada vez a peor. No, no creo que sea eso…

Bueno, me pongo serio para concluir el artículo, algo más ácido de lo habitual. Espero que sepáis disculparme, pero hacer revisiones una tras otra, todas en el mismo tono, aburre hasta a las ovejas. Y con esta Ubuntu Mate, la verdad es que he disfrutado bastante. Digamos que se trata de aquel Ubuntu que se fue y que jamás volverá, al que muchos que no se sienten cómodos con los paradigmas de escritorio actuales no dudarán en regresar, ahora que se les ofrece la oportunidad.

¿Qué destacar de Ubuntu Mate? A mí me ha gustado mucho la estética, con unos tonos de colores acertados y un fondo de escritorio muy bonito para mi gusto. Se nota, además, que Mate está avanzando en el buen sentido, con la desaparición de algunos errores que solían dejarse ver por versiones pretéritas. Sobre si merece la pena otra versión más de Ubuntu cuando ya tenemos Linux Mint, cuyo equipo se dedica a colaborar más que ninguno con los desarrolladores de Mate… no lo sé. Cansados estamos de decir que la libertad de elección es inherente a GNU/Linux, y estamos ante una prueba más.

Me ha encantado volver a usar Mate y recordar viejos y buenos tiempos «gnomeros» (mi SolusOS, mi Debian Squeeze…) Faltaría una comparativa con la última versión de Mint que implementa el mismo escritorio. A ver si me pongo a ello. De momento, os dejo esta muy buena distribución que puntúa 7’76 y nos devuelve a los días en que Gnome 2 era el rey y los escritorios tenían un corte tradicional centrado en la productividad y sin tantas zarandajas. A algunos nos bastaba y nos sobraba.

Salud

 

Ubuntu Mate 14.10 LSDH
Instalación 10
Arranque y apagado 7,50
Software 10
Hardware 8,13
Conectividad 5
Out of the box 9’17
Estabilidad 10
Fluidez 8’75
Gestión de energía 3,33
Pybench 2.972
Apache 17.057,52
Encode-flac 13,15
Unpack-linux 17,39
Unigine Valley 438
Browsermark FF 2.956
Browsermark GC 3.896
Transf. pendrive 4,31
Transf. disco USB 1,03
Transf. SD-card 4,55
Corrección por rendimiento -0,61
Corrección por errores 0,00
CALIFICACIÓN 7,76
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Fedora 21: «déjà vu»

Si por algo se caracteriza la estación del año en la que nos hallamos ahora mismo es por desatarse la fiebre de los lanzamientos en el mundo de Tux. Casualidad o no, que no lo tengo yo tan claro, el caso es que esta vorágine de «versionitis» de periodicidad anual empieza despertando en mí el deseo de probar y degustar tanto sabor que se nos ofrece, para acabar, de manera invariable, en el hartazgo, la monotonía y la sensación de estar dando vueltas sobre sistemas que son, en suma, prácticamente lo mismo en cuanto a virtudes y defectos. Si acaso, lo que sí supone alguna diferencia es el rendimiento que da cada cual en mi sistema. Pero poco más allá de esta cuestión, el resto de aspectos resultan tan repetitivos que uno parece revivir una y otra vez lo mismo.

Cuando el que realiza la revisión no disfruta, existen muchas probabilidades de que el artículo resultante tampoco invite al goce. Os pido disculpas de antemano si os parece que el espacio dedicado a Fedora, insigne distribución que sirve de conejillo de indias a Red Hat, es escaso o carente de excesivo entusiasmo. Pero ya os digo que cansa encontrar los mismos errores en todas las distribuciones, y tener que volver a repetir los consabidos argumentos en contra de AMD, mi sistema, Samba, mi impresora, etcétera, etcétera. Comprendo que a la gran mayoría todo ello os importe un pimiento, en especial a aquellos que usan Fedora y les va de cine. Pero una revisión es una revisión, de modo que os contaré cómo me fue con Fedora 21, a punto de cumplirse dos años desde la última serie de artículos que dediqué a la misma. La versión explorada ha sido la recomendada para equipos de sobremesa y portátiles, denominada Fedora Workstation. El escritorio, como no podía ser de otra forma tratándose de esta distribución, es Gnome 3.

Instalación
Si bien la sesión de escritorio en vivo ha de desarrollarse por entero en inglés, a la hora de instalar podemos escoger nuestro idioma. El instalador de Fedora posee una serie de características y un aspecto únicos, sobre todo en la parte referente al particionado del disco. Se nota que la intención de los creadores es facilitar la tarea, un poco en la línea de lo que ofrece Gnome 3. Pero, de modo parecido a lo que ocurre con el escritorio, aquellos no acostumbrados a esta forma de hacer las cosas van a encontrar esta parte de la instalación más complicada, lo que viene siendo lograr lo contrario del objetivo que se perseguía. En mi caso particular, el particionador me obliga a estar más pendiente de lo habitual, pues no parece claro en determinados momentos qué se va a formatear y qué no, qué se monta y qué no.

Cuestión de habituarse, supongo. Al menos, mirado desde el punto de vista de los usuarios poco avezados en la materia, existe la posibilidad de optar por el particionado automático. La secuencia de imágenes que acompaña al proceso de instalación es sencilla, pero refrescante, pues también se aleja de lo tradicional para ofrecernos líneas modernas, con colores claros y distintivos, incluyendo el ¿perrito caliente? que aparece junto al enlace que invita a colaborar con la distribución de Red Hat. Aun no entendiendo muy bien la relación entre las salchichas y los sombreros tipo Fedora, queda resultón y divertido.

Tras reiniciar, un grub de texto plano que se podría adecentar un poco más nos da la bienvenida. Todos los sistemas reconocidos y funcionando, mi capitán. El escritorio Gnome, en versión 3.14, comienza su sesión con una serie de pantallas de configuración y ayuda para aquellos poco familiarizados con la forma de hacer las cosas un tanto especial que caracteriza a las versiones modernas del popular entorno. Vídeos incluidos, todo hay que decirlo.

El aspecto general es de un Gnome bastante «vanilla», algo que se antoja hasta lógico, siendo Red Hat uno de los principales valedores del escritorio. Si queremos modificar algún aspecto del grub en modo gráfico, como es habitual, hay que tirar de programas externos como grub-customizer, el cual, en su versión para Fedora logré localizar en el genial buscador rpmfind.

Arranque y apagado
Un tiempo de encendido normal, de 40 segundos, y uno de apagado que supone un récord hasta ahora: 3 segundos. Menos, creo, es imposible salvo que se corte la corriente…

Gestión de software
Me ha gustado la integración del instalador de paquetería con el escritorio, a lo Ubuntu con Unity, esto es, que permite introducir cualquier programa en el campo de búsqueda, dando como resultado el enlace para iniciarlo cuando ya está instalado, o la posibilidad de descargarlo y añadirlo a nuestro sistema cuando todavía no lo está. Es algo que puede parecer trivial, pero facilita y mucho la tarea de instalar programas que para los recién llegados a GNU/Linux no son conocidos. Me quito el sombrero (rojo) ante esta característica.

¿Qué programas nos entrega Fedora por defecto? Firefox, Libreoffice, Rhythmbox, Vídeos, Shotwell… lo clásico, que si funciona, no tiene sentido cambiarlo. Y una peculiaridad referida a las actualizaciones que me resulta molesta: en cierta ocasión, cuando fui a reiniciar, el sistema me informó de la existencia de las mismas, dispuestas para ser aplicadas, al más puro estilo de Windows. Reinicié, apareció el «Installing updates…» y… ¡volvió a reiniciar! Lo dicho, estilo Redmond.

Reconocimiento de hardware
Podría hacer un «copia y pega» de todas mis últimas revisiones. Resumiendo la experiencia: uno intenta instalar la HP Laserjet 1018 con la utilidad entregada para tal efecto por el sistema, de nombre «Impresoras». Se instala y no imprime. A continuación, se busca la utilidad gráfica de HP y se instala: la búsqueda del «plugin» no concluye nunca y tengo que matar el proceso. Finalmente, intento hacerlo desde consola con «hp-setup». Se instala, pero sigue sin imprimir, aun mediando un reinicio. La utilidad de diagnóstico de HP me muestra que faltan gran cantidad de paquetes por instalar y recomienda deshabilitar «SELinux». ¿Por qué, entonces, da la impresora por bien instalada? Total, resultado final: cero, nada, «niente».

También es justo mencionar, por supuesto, que la webcam y el escáner, así como mi tarjeta de red inalámbrica van perfectas desde el inicio.

Conectividad
Venga, ¿hacemos otro «copia y pega»? Samba sigue diciendo que no, que no se conecta al portátil con Windows y eso es lo que hay. En los tiempos de acceso a dispositivos externos se produce un incremento preocupante, destacando los más de siete minutos que tardé en copiar los 1’7 Gb de la iso de Chakra a la tarjeta de memoria. ¿Por qué este rendimiento tan paupérrimo?

Experiencia «out of the box»
Sin ser de las peores, Fedora tampoco es la mejor en este aspecto. De inicio ya sé, aunque un usuario novel no tiene por qué saberlo, que se va a necesitar al menos un repositorio adicional a los instalados de serie: el archiconocido «RPMFusion». De no instalarse éste, los intentos de las aplicaciones multimedia por encontrar «codecs» para reproducir archivos serán infructuosos. A pesar de todo, si no añadimos dicho repositorio todavía seremos capaces de reproducir algunos de los formatos más populares, como «.avi» o «.dv». Pero si queremos la funcionalidad completa, que es lo habitual, hay que optar por RPMFusion sí o sí.

Lo extraño, como se aprecia en las capturas de arriba, es que el sistema informa de los paquetes que se necesitan, pero a la hora de instalarlos los reconoce como si ya estuvieran en el sistema. Todo ello, repito, sin haber añadido el repositorio de RPMFusion.

Intenté también hacer uso de la utilidad que recomienda Tannhausser en su artículo dedicado a la misma: Fedy. Cuando lo leí me pareció que es justamente lo que le falta a Fedora, o más bien, aquello que no puede incluir por razones de espacio o de licencias. Pero el «script» anteriormente conocido como Fedora Utils todavía no se encuentra disponible para esta versión, y mis intentos de emplearlo terminaron con la cancelación por mi parte del proceso, toda vez que pretendía añadir repositorios de la versión 20, algo que no creo que sea recomendable para el sistema, la verdad.

Estabilidad
Muchas de las críticas que sus detractores hacen a Fedora se refieren a este aspecto, ya que se trata de una distribución que suele estar a la última y ello entraña sus riesgos. En el tiempo de uso, corto eso sí, no he tenido que lamentar fallos de estabilidad o cuelgues de aplicaciones, por lo que mi experiencia en este apartado es altamente positiva.

Fluidez
Las nuevas versiones de Gnome 3 se mueven perfectamente en mi sistema, sin sensación de pesadez ni «lags» que señalar.

Gestión de energía
Lamentablemente no encontré la manera de habilitar las opciones de suspensión e hibernación, pues me fue imposible instalar los controladores privativos. En ausencia de un repositorio con los Catalyst para Fedora 21, traté de hacerlo a las bravas y compilarlos con la utilidad que AMD pone a nuestra disposición en su web. Ni que decir tiene que fue un fracaso rotundo que me obligó a reinstalar Fedora, pues ni conseguí iniciar al entorno gráfico ni arreglar el tremendo desaguisado que yo mismo había creado. ¿Mensajes de error? Pues en concreto, tras la instalación del controlador propietario, uno que rezaba «DKMS part of installation failed». Inquietante, tanto que ya me imaginaba que el posterior reinicio acabaría en tragedia. Y así fue en todos mis intentos, con los dos kernels (el de serie y el actualizado) y el modo de recuperación. Un «a reinstalar se ha dicho» de manual.

Rendimiento
Tengo poca experiencia con Fedora, de modo que no soy capaz de explicar el resultado tan pobre de las pruebas de rendimiento de Phoronix en mi sistema, al igual que tampoco tengo idea del porqué de los tiempos tan alargados de copia al «pendrive» y la tarjeta de memoria. Como es costumbre (la excepción fue KaOS), los controladores libres no me permiten correr el «benchmark» de rendimiento gráfico Unigine Valley, de modo que he tenido que obviar esa parte de las pruebas.

Esta revisión puede que no guste demasiado a los felices usuarios de Fedora. Ya lo siento, pero así son las cosas y esto es lo que la distro precursora de RHEL me ofrece a mí, con mi hardware y mis configuraciones particulares. Aspectos positivos, pues sí que los tiene: un Gnome de serie que hará las delicias de los muchos admiradores del escritorio de la huella y una gran base de usuarios a los que preguntar y a quienes acudir en busca de ayuda. Así mismo, gustará a todos a los que les gusta estar a la última, y como muestra un botón: ofrece la posibilidad de iniciar sesión utilizando Wayland. Ahí es nada.

¿Puntos negativos? No estoy muy seguro de qué parte de la problemática actual de mi equipo en GNU/Linux puede achacarse a Fedora, visto el resultado de las últimas revisiones. Pareciera que voy retrocediendo cual cangrejo, y que las nuevas versiones de paquetes causan regresiones en lugar de avances. Pero eso no explica el asunto del rendimiento, máxime cuando la siguiente revisión (estoy «on fire», literalmente), se ha comportado mucho mejor a todos los niveles. Ello me lleva a concluir, y sigo insistiendo en que lo lamento, que Fedora está bastante por detrás en desempeño de otros sistemas ya analizados aquí. Si le unimos esa extraña sensación de vivir siempre al filo de la navaja con las constantes actualizaciones de paquetes de importancia crítica, tenemos que reconocer que Fedora no es una distribución que uno se aventure a recomendar a la ligera para usuarios noveles. Esa es mi opinión y así os la cuento.

Y en resumidas cuentas, que siguen existiendo distribuciones que no casan demasiado bien con según qué equipos. Lo mío con Fedora, lo tengo más que asumido, tiene poco arreglo.

Salud

 

Fedora 21 LSDH
Instalación 10
Arranque y apagado 7,50
Software 10
Hardware 7,50
Conectividad 5
Out of the box 5,83
Estabilidad 10
Fluidez 10
Gestión de energía 3,33
Pybench 3.775
Apache 11.747,67
Encode-flac 13,40
Unpack-linux 18,70
Unigine Valley N/D
Browsermark FF 2.761
Browsermark GC 3.807
Transf. pendrive 5,46
Transf. disco USB 1,07
Transf. SD-card 7,25
Corrección por rendimiento -1,17
Corrección por errores 0,00
CALIFICACIÓN 7,17

Linux Mint 17.1 Rebecca: triste regresión

Menuda racha llevamos con los análisis del blog, con lo feliz que a un servidor le hace revisar una distribución GNU/Linux casi perfecta, que poder recomendar a diestro y siniestro. Como, por ejemplo, oh tremenda ironía, un par de versiones anteriores a esta Linux Mint Rebecca. Recuerdo lo bien que iba Petra, sin errores, con un rendimiento digno de reconocimiento, aunque algo escasa de soporte… Pues no hay manera, señor@s, y lo reconozco con pesar: las dichosas regresiones en GNU/Linux me tienen frito. Nuevas funcionalidades, algunas muy vistosas desde el punto de vista estético, otras que añaden facilidad para el usuario, que llaman poderosamente la atención en las nuevas versiones lanzadas de ciertas distribuciones. Todo ello, lamentablemente, se queda en agua de borrajas cuando nos encontramos, como es el caso que hoy nos ocupa, con un grave fallo que echa a perder toda la experiencia.

Y es que Cinnamon siempre me pareció una gran idea, al principio con sus problemas lógicos, pero que poco a poco se fue transformando en un escritorio de una utilidad estimable, en especial para aquellos que no conseguían adaptarse a los nuevos paradigmas de trabajo que introdujeron Gnome 3 y Unity. Distintas versiones de Linux Mint me hicieron reconciliarme con el entorno de escritorio, muy fallón y lento en mi equipo en sus comienzos, para concluir con la puntuación perfecta para Petra, que en su día todos celebramos. Veamos por qué motivo hoy no estamos de fiesta.

Instalación
Aquí hay poco que comentar, en tanto en cuanto Mint continúa con la apariencia y la funcionalidad de siempre. O, para ser más exactos, la línea de «artwork» iniciada en Linux Mint 10 Julia, que vaya si ha llovido desde entonces. El mismo fondo de pantalla, el mismo tema de escritorio (con alguna variación menor), el viejo y amigable Mint que todos conocemos, para concretar. En las fuentes tipográficas sí se aprecia alguna diferencia, con el uso de Noto, y un gran renderizado a la par. Bastante por encima de la mayoría de distribuciones que conozco, en este sentido. El grub sigue sin estar tematizado, algo que no debiera ser demasiado trabajoso y aportaría un plus de calidad al ya de por sí bien cuidado aspecto general.

Algo que sí se ha hecho con la pantalla de «login», que nos muestra una sucesión de bellos fondos de pantalla paisajísticos muy de agradecer. Un detalle de los desarrolladores para con el usuario, como también lo supone el hecho de que se recuerde la contraseña de la red wifi introducida en la sesión «live», de manera que tras el primer reinicio al nuevo sistema no es necesario volverla a introducir. Son las pequeñas cosas que hacen de Mint una distro puntera en cuanto a facilidad de uso y apariencia.

El clásico escudo de la bandeja del sistema nos muestra, como de costumbre, las actualizaciones disponibles ordenadas por niveles de seguridad. Algo que también es único en esta distro, donde se gradúan del 1 al 5 dependiendo de cuan peligrosas puedan resultar para la estabilidad de nuestro sistema. Como ya ocurría en la última versión, que no llegamos a analizar en este blog, podemos ver todos los niveles, aunque el 4 y 5 (dbus sería un ejemplo del primer caso, y el kernel del segundo) aparecen deshabilitados por defecto.

Tras la actualización de rigor y el consiguiente reinicio, no hay problemas ni errores que lamentar. Eso sí, merece la pena perder algo de tiempo entrando al módulo de «Idiomas» de la configuración general del sistema y eliminando la gran mayoría de los 43 (sí, leéis bien, cuarenta y tres) instalados. Con el inglés de los «states» y el castellano, a mí me vale. De igual manera recomiendo entrar en «Orígenes del software», donde podemos elegir el mejor espejo como repositorio principal con una facilidad pasmosa, al ordenarse todos los disponibles según el tiempo de respuesta (un ping, supongo).

Arranque y apagado
Si queremos modificar el grub de un modo gráfico tendremos que instalar un programa adicional, como es el caso del Grub-customizer, mediante PPA. Los tiempos de inicio y apagado del sistema son más que correctos: 41 segundos para entrar y 6 para salir.

Software
MintInstall se encarga de facilitarnos la instalación de programas, siendo una utilidad que, en general, se maneja con más fluidez y es más simple que su equivalente para Ubuntu, distribución en la que Linux Mint se basa desde sus comienzos. De serie contamos con Firefox como navegador, VLC y Vídeos para multimedia, Banshee para música, Gimp para retoques gráficos y Libreoffice como «suite» ofimática.

Reconocimiento de hardware
Más o menos lo habitual para mi equipo: un ratillo para configurar la impresora y todo perfecto para la webcam, el escáner y la tarjeta de red inalámbrica. La instalación de los controladores propietarios de AMD se puede hacer sin temores gracias a la inclusión de un módulo «Administrador de controladores» que nos facilita, una vez más como es norma, el trabajo.

La impresora, desde el punto de vista del usuario novel, puede suponer algún problema si se opta por instalarla desde el módulo incluido en el menú de Mint. Dicho módulo instala el controlador libre foo2zjs, que antaño iba bien, pero que en la actualidad no provoca el resultado deseado, esto es, que la impresora funcione. Por ello recomiendo usar directamente la utilidad «hp-setup», incluida en el paquete «hplip-gui», fácilmente instalable desde el centro de software.

Conectividad
En distintos comentarios de otras revisiones pasadas he observado a algún que otro lector extrañado de mis problemas con Samba. Yo insisto en mi postura: solía ir bien con casi todas las distribuciones y ahora no funciona en ninguna. Que sí, que puedo perder el tiempo en configuraciones y demás… pero no me apetece volver a eso. No entiendo el porqué de esta regresión y además, al llover sobre mojado, incluso me llega a molestar. Absténganse los talibanes del «colabora y lo arreglas tú», pues no soy programador. En resumen: seguimos igual, «no Samba, no party».

Los dispositivos externos se conectan y son reconocidos. Los tiempos de lectura y escritura son buenos, similares a los de Ubuntu salvo en «pendrive», bastante más lento. Si el dispositivo introducido contiene archivos multimedia, se lanza un importador, lo que supone otro paso más en pos de la facilidad de uso. Detalle a detalle se crea una gran impresión general que, por desgracia, acaba de un plumazo como veremos pronto.

Experiencia de uso
Linux Mint es casi inigualable en este aspecto. Incluye de serie todos los «codecs» y utilidades necesarias para cualquier tarea que precise un usuario medio. A tal punto llega que hasta se pueden reproducir archivos de vídeo digital puro (.dv), con el programa Vídeos, algo que no he logrado en ninguna otra distribución. Simplemente, perfecto.

Estabilidad
Cuando ideé el sistema de puntuaciones que sostiene el blog tenía dos cosas en mente: premiar la facilidad de uso para noveles en GNU/Linux y la estabilidad por encima de todo. Por este motivo, cualquier error de dicha índole es fuertemente castigado en la nota final. Y esto, como os temíais, es lo que ocurre aquí.

El fallo en cuestión no es de gravedad extrema, pues el sistema no se congela. Pero, de cuando en cuando y de un modo totalmente aleatorio, me encuentro con que Cinnamon no inicia ninguna ventana de modo tradicional. Esto es, ni mediante iconos de la barra de tareas ni usando el menú. Digamos que quiero abrir Firefox, pulso el icono, aparece el cursor de espera y… eso es todo. Tal como aparece, desaparece. Lo mismo con la terminal, con Nemo, con cualquier cosa.

Para añadir misterio al tema (o no, depende de los conocimientos de cada cual), si ejecuto un atajo de teclado, sí que se abre. Lo comprobé con la terminal, a la que pude acceder con CTRL + ALT + T, pudiendo observar un montón de líneas de «permiso denegado», como muestra la imagen.

Esto, como digo, ocurre sin más. No parece obedecer a algo concreto, solamente sucede y el único modo de devolver el sistema a la normalidad es reiniciando el equipo, pues el «Reiniciar Cinnamon» de la barra de tareas no lo arregla. Y si trato de reiniciar sesión, una inquietante ventana con el mensaje «Su sesión ha durado menos de 10 segundos» me devuelve una y otra vez a lo mismo. Frustrante como poco, se puede decir que este fallo arruina lo que hasta entonces era una gran experiencia de uso. Una lástima.

Fluidez
Exceptuando lo visto en el párrafo anterior, todo lo demás va muy bien, y ello incluye un sistema que responde con rapidez y fluidez al uso.

Gestión de la energía
Más de lo mismo, en ración doble: ni suspensión ni hibernación. Como siempre, Catalyst en el punto de mira. ¿Por qué, AMD, por qué este castigo? Qué cruz…

Rendimiento del sistema
Teniendo en cuenta que la base de Linux Mint es Ubuntu, uno esperaría resultados parejos entre ambas distribuciones. Y así es, en la mayoría de apartados, destacando Mint en lo negativo con el test de codificación de audio (casi 5 segundos más que Ubuntu, resultado comprobado), así como el ya mencionado desfase de copia en el «pendrive». Igualmente, Mint también rinde peor en el «benchmark» gráfico Unigine Valley, con 20 puntos menos de valoración.

Las regresiones, una a una
Llegado este punto se me ocurre que sería buena idea comparar la «perfección» de Linux Mint Petra en mi equipo con las molestas regresiones encontradas en Rebecca. Veamos, pues:

– Arranque y apagado más lentos que en Petra. Esto es anecdótico, al ser una diferencia muy pequeña y carente de importancia.

– La impresora no funciona con foo2zjs, el controlador libre. En Petra opté por instalar directamente el privativo, de modo que no se puede probar la regresión, pero es cierto que en versiones anteriores sí que he podido constatar que funcionaba.

– Samba ya no conecta «de serie». En Petra sí lo hacía.

– Estabilidad del escritorio. El Cinnamon de Petra no me planteó problemas. En Rebecca, ya hemos comentado el desaguisado.

– Gestión de energía. En Petra podía suspender e hibernar el equipo. Nada de esto es posible en Rebecca.

Recapitulando que es gerundio. ¿Cuándo podremos librarnos en GNU/Linux de estas molestas y continuas regresiones? La insistente sensación de que estamos usando una «beta», ¿se acabará algún día? ¿Por qué existe esa necesidad, casi patológica, en desarrolladores y usuarios de seguir sacando versiones nuevas sin parar cuando todavía no se han perfeccionado las antiguas? ¿Merece la pena introducir funcionalidades nuevas cuando se arruina la experiencia de uso estable de anteriores sistemas?

Son muchas preguntas de golpe, lo reconozco. Y la respuesta a muchas de ellas no es simple en absoluto. Como nos conocemos (algunos, que nadie se me vaya a enfadar), este artículo no pretende arrojar improperios contra GNU/Linux, solo es una revisión más. El problema es que esperaba encontrar continuidad a la maravilla que supuso Linux Mint 16 Petra, cuyo soporte ya expiró, por cierto. Y en su lugar, me encuentro con que tengo que reiniciar el sistema cada dos por tres, no puedo poner el equipo en modo suspensión, no puedo usar el controlador libre de la impresora, tengo que hacer labor detectivesca para conectarme a mi portátil sobre por qué Samba no quiere funcionar…

Tenemos, por lo tanto, un sistema con una excepcional facilidad de uso de cara al usuario con pocos conocimientos, con herramientas que mejoran las incluidas en otras distribuciones, y un cuidado aspecto. Todo ello se va por el desagüe por culpa de errores groseros que no estaban presentes, en su mayoría, en anteriores versiones. ¿Qué necesidad hay de esto?

La respuesta, como os decía, quizás no sea sencilla. O tal vez sí: seguir con lo que conocemos y sabemos que va bien, por antiguo que pueda parecernos. Linux Mint 13 Maya, por ejemplo, todavía tiene soporte a día de hoy. Y no ha pasado tanto tiempo desde que vio la luz, en realidad. Sostiene Clem Lefebvre, a la sazón «alma máter» de esta distribución, que si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Creo que ha de tener razón, visto lo visto, pues con cada revisión que acometo las cosas parecen torcerse en uno o en otro sentido. En lo estrictamente referido a Linux Mint, puesto que Petra no tiene ya soporte, os recomiendo encarecidamente que os quedéis con Qiana. Por desgracia no puedo atestiguar que vaya tan bien como su predecesora, pues no la probé en su momento, pero cada uno es conocedor de su equipo y bien podrá sacar conclusiones.

El resto de la cuestión, con sus inquietantes preguntas, tal vez sea motivo para un debate sosegado. Os invito a ello.

Salud

 

Linux Mint Rebecca LSDH
Instalación 10
Arranque y apagado 7,50
Software 10
Hardware 8,13
Conectividad 5
Out of the box 10
Estabilidad 5
Fluidez 10
Gestión de energía 3,33
Pybench 3.039
Apache 23.380,51
Encode-flac 13,21
Unpack-linux 17,98
Unigine Valley 454
Browsermark FF 2.832
Browsermark GC 3.966
Transf. pendrive 4,18
Transf. disco USB 1,08
Transf. SD-card 4,57
Corrección por rendimiento -0,55
Corrección por errores 0,00
CALIFICACIÓN 6,85

KaOS: fiel a sus principios

Revisión delicada la que acometemos hoy. No debería serlo, pues en el mundo del software libre se supone que ha de imperar la libertad, valga la redundancia, para opinar sobre lo que a cada cual le parezca sin temer a las hordas de «fanboys» que se echan encima a la mínima oportunidad. Pero una cosa es lo que me gustaría y otra muy distinta la realidad, y me temo por lo ya leído en diferentes foros y blogs, que existe una cierta polémica en torno a esta distribución que hace saltar chispas entre detractores y fieles. Como lo primero es lo primero, yo no me declaro perteneciente a ninguno de los dos grupos, y vaya por delante mi respeto y admiración por el trabajo de Anke Boersma, desarrolladora en solitario de toda una distribución GNU/Linux, que no es poco. Anke decidió en su día salir de Chakra, algo que en mi humilde opinión supuso una grave pérdida para la distribución, por tratarse de una persona que colaboraba activamente en el desarrollo y en los foros, como creo que se puede intuir por su incansable trabajo al frente de KaOS. Pero así es el software libre: la gente viene, la gente va. Y a «demm», antes «abveritas», se le echa de menos.

Obviando toda esa historia, vamos a centrarnos en KaOS, que es lo que toca. Prometo, igualmente, no mencionar ni Skype ni Steam… vaya, ya es tarde. Bueno, los menciono, pero solo para recalcar lo absurdo de quejarse de su no inclusión en KaOS: los principios de la distribución están claros y accesibles en la web, por lo tanto, uno ya sabe qué instala y qué necesita. Si ambas cosas no son coincidentes, la culpa no es de KaOS. Es como pretender instalarla con Gnome… oiga usted, búsquese otra distro que las hay a patadas.

Instalación
Sencillo, intuitivo y traducido al español, el instalador de KaOS, que supongo que será próximamente reemplazado por el emergente Calamares, es estupendo. El particionador incluso permite seleccionar si nuestro disco es SSD o no, algo que se echa en falta en otras aplicaciones similares. Rápido y eficaz, no le encuentro ninguna pega, salvo la de no soportar UEFI, pero de nuevo es algo que se anuncia convenientemente en la web.

Tras el primer reinicio todo está como y donde debe. La combinación de colores claros (tema Midna) e iconos «flat» (Flattr) proporciona a KaOS una aspecto distintivo y diferenciador, seña de identidad de la distro. El renderizado de fuentes, sin ser malo, es mejorable para mis gustos particulares. Se incluye un menú de KDE más sencillo que el tradicional, pero que sigue ofreciendo una opción importante para mí: la búsqueda. Por lo demás, todo está en español y el indicador de actualizaciones de Octopi nos señala 169 paquetes a actualizar, cosa normal en una distribución de marcado carácter «rolling release».

Arranque y apagado
Como suele ser habitual en las distros centradas en KDE disponemos de un módulo de configuración que nos permite editar el menú de arranque sin mayores complicaciones o aplicaciones de terceros. En cuanto a tiempos, un inicio de 48 segundos que resulta aceptable para KDE, y un apagado de 4 segundos, casi de récord.

Software
La instalación de software, para aquellos alérgicos a la consola, corre a cargo de Octopi, una genial implementación gráfica de pacman que, en KaOS, podemos usar al completo libre de la terminal, algo que, por ejemplo, en Chakra no es posible. Se nos permite, igualmente, elegir las dependencias opcionales a instalar cuando seleccionamos un paquete, cuestión ésta muy de agradecer. KaOS nos trae de serie aplicaciones para cubrir gran parte de las necesidades de escritorio de un usuario medio, siendo, como reza el título de este artículo, fiel a sus principios: una única aplicación para hacer algo, que lo haga bien, en lugar de varias que hacen lo mismo. Es una buena filosofía.

De serie nos encontramos con el navegador Qupzilla, el reproductor Clementine, la «suite» ofimática Calligra, un visor de cámara web que no conocía, llamado Webcamoid (que por desgracia no funciona, al menos en mi equipo) y una alternativa vía web a Skype, de nombre Appear. Esta página nos permite iniciar conversaciones entre usuarios (hasta ocho a la vez) sin necesidad de instalar programas externos, usando tan solo nuestro navegador habitual.

Hardware
Mi impresora HP Laserjet 1018, siempre trabajosa de instalar, no quiso ser menos en KaOS. Para empezar, la utilidad de HP para tal menester no se abre en modo gráfico, obligándome a iniciarla desde la terminal. Allí, el programa se queja de la falta del paquete «python-gobject», problema de sencilla resolución: basta instalarlo. Tras todo esto, la impresora se configura sin más usando la citada utilidad del fabricante. En lo que respecta al escáner, cero problemas. Y en cuanto a la webcam, puesto que Webcamoid no me funcionó pese a no arrojar errores desde la terminal, pude corroborar su buen reconocimiento tras la instalación de VLC, como atestigua la clásica instantánea de la mano del cansino que suscribe… A propósito de Webcamoid, debo añadir que tras toquetear un poco las opciones de la pestaña de configuración del programa, descubrí que con solo pulsar el botón de «Reset» en la resolución se soluciona el problema.

Conectividad
Otra vez más, y ya he perdido la cuenta, que no consigo conectar con mi portátil con Windows usando Samba. Esto, ya lo sé, no es problema de la distribución, sino de algo que falta por configurar en las nuevas versiones del paquete y que en ninguno de los sistemas probados desde la aparición de la misma (versiones 4.x) viene de serie. Yo lo único que sé es que en mis revisiones de antaño solía ser coser y cantar… pero ya no lo es. Y ganas de averiguar el motivo tengo las justas y necesarias, tendiendo a cero.

Los dispositivos externos que conecté fueron reconocidos todos. Lo extraño del asunto es que pensaba encontrar en KaOS, una distro centrada en el buen desempeño, unos tiempos de lectura y escritura muy buenos. Y aunque en el disco duro externo se alcanza y se supera a Ubuntu, referencia que utilizo en las comparaciones, la cosa cambia y de qué manera en el «pendrive» y la tarjeta de memoria: más de un minuto añadido en la copia de archivos grandes. Al igual que me ocurriera días atrás con openSUSE, Dolphin se colgó mientras copiaba en una ocasión. Tal vez se trata de un problema «upstream» de KDE.

Experiencia de uso
En este apartado es donde KaOS más destaca, permitiéndonos visualizar, escuchar o trabajar con múltiples formatos de archivo sin necesidad de instalaciones adicionales. No hubo problemas con Youtube, salvo un «crash» de Qupzilla que achaco al propio navegador y que no se reprodujo con Firefox. Perfecto reconocimiento de todos mis archivos en sus diversos formatos. De diez.

Estabilidad
Una «extreme rolling» (esto es «made in Yoyo», poseedor del copyright de la expresión) que a la vez resulta estable cual Debian. Poco más que añadir. El único inconveniente grave que encontré fue que el sonido dejó de funcionar de buenas a primeras en cierta ocasión. Tras reiniciar, el problema se arregló, por lo que decidí penalizar en la puntuación con un error moderado, que se viene a añadir al mencionado cuelgue de Dolphin, haciendo un total de 0’75 puntos a descontar.

Fluidez
El sistema se mueve con rapidez, sin saltos, como era de esperar. Nada negativo a destacar en este apartado.

Gestión de energía
Como ya sospechaba desde el inicio, cuando se me ofreció instalar con los controladores nVidia o con los libres, obviando a Catalyst, no es posible usar la versión propietaria de los «drivers» de AMD en KaOS. Las razones de esta exclusión las explica la propia Anke en los foros. De todas formas, como vengo comprobando últimamente, la gestión de energía falla tanto con los controladores libres como con los Catalyst, algo que también sucede en KaOS y que me hace imposible suspender a RAM. La hibernación no está habilitada de serie, o yo al menos no he encontrado la opción en el menú.

Rendimiento
La madre del cordero. No sé muy bien por qué, pero esperaba mayor rendimiento en KaOS. Había llegado a la conclusión, personalísima por supuesto, de que el hecho de centrarse en una arquitectura, un escritorio, y un número determinado de paquetes iba a repercutir fantásticamente en esta faceta de la distribución. Pero la realidad de las pruebas realizadas demuestran que no es así: salvo por pequeñas diferencias favorables a KaOS en los «benchmarks» de navegadores y la ya reseñada de la lecto-escritura al disco duro externo, en la mayoría de pruebas KaOS rinde peor.

Mención aparte merece el test gráfico Unigine Valley, que hube de realizar por vez primera con los controladores libres. He de reconocer que no esperaba que funcionase siquiera, pues tal era mi experiencia con otras distribuciones. El hecho de poder probar el rendimiento de los controladores libres en KaOS, pese al pobre resultado, me pareció un hecho muy positivo y merecedor de una corrección positiva en la puntuación (+0’25). Por desgracia, como ya me temía, los valores obtenidos por estos controladores siguen muy lejos de los logrados por Catalyst. Todo se andará, espero.

KaOS fue creado como un sistema destinado a satisfacer las necesidades de un número limitado de usuarios del entorno de su desarrolladora. Creo que Anke no contaba con el poder de persuasión de cierto bloguero de habla hispana (va por usted, señor Fernández, no se esconda), cuyo gusto por la distro y la consiguiente difusión entre sus muchos seguidores ayudó a la expansión un tanto descontrolada. Y de ahí a Distrowatch. El resultado es que KaOS, finalmente, se convirtió en una distribución de uso generalista, y no estoy muy seguro de que a su desarrolladora esto termine de gustarle.

Y, lo queramos o no, un sistema con cierta popularidad está sujeto a la crítica. Lo que no es de recibo es que se argumente contra KaOS usando como arma arrojadiza la falta de este o aquel paquete, cuando los principios de la distribución están clarísimos desde el inicio. Pero es algo que ya ocurrió con Chakra en su momento, si es que acaso no sigue ocurriendo en la actualidad, cuando se la acusaba de cierto elitismo por no incluir paquetería «GTK» más que a través de los famosos «bundles», o por eliminar el soporte a la arquitectura de 32 bits.

Polémicas aparte, y más allá de su 7’11 de puntuación, ¿qué opino de KaOS? Pues que es una distribución muy válida que sirve a los principios para los que fue creada (desde cero, conviene no olvidarlo). Hay usuarios a los que, por su hardware y sus necesidades, este bonito sistema les encaja como un guante. Algo extensible, siendo realistas, a toda distribución GNU/Linux. Y que todos estos usuarios la disfruten y traten de colaborar (como muestra el creciente número de paquetes en KCP, el repositorio comunitario) no puede ser otra cosa que una buena noticia y un motivo de orgullo para su creadora. Enhorabuena, pues, y mucho ánimo para continuar. Sacarse una distribución de la chistera, sin base ninguna, y mantenerla actualizada al máximo casi sin ayuda es una labor loable que solo puede despertar admiración.

Salud

 

KaOS ROLLING LSDH
Instalación 10
Arranque y apagado 8,75
Software 10
Hardware 8,75
Conectividad 5
Out of the box 10
Estabilidad 10
Fluidez 10
Gestión de energía 3,33
Pybench 3.886
Apache 20.907,39
Encode-flac 13,51
Unpack-linux 18,41
Unigine Valley 282
Browsermark FF 2.768
Browsermark GC 3.991
Transf. pendrive 5,01
Transf. disco USB 1,09
Transf. SD-card 6,05
Corrección por rendimiento -1,10
Corrección por errores -0,50
CALIFICACIÓN 7,11