Resulta muy difícil, muchísimo, escribir en días como hoy. Como también es complicado tratar de analizar un resultado electoral que desafía el sentido común sin que se te acuse de infantil, de sufrir una pataleta, como ese niño que se quiere llevar la pelota a casa porque el marcador del partido no es el que esperaba. Aunque quienes me conocen saben que el desenlace de la expresión del pueblo soberano no me pilla por sorpresa. Pesimista era, y mi pesimismo se confirmó. ¿»Andaluces, levantaos»? Andalucía no aspira a levantarse. Seguimos anclados en lo mismo y así continuaremos por los siglos de los siglos. Es la eterna expresión del «vivan las caenas«, cambiando a Fernando VII por una nutrida representación de vividores profesionales que te roban, te engañan, se ríen de ti y, como castigo, reciben tu voto una y otra vez.