Debian 8 Jessie: impresionante fluidez

La comunidad GNU/Linux se vestía de largo el pasado sábado, con sus mejores galas posibles, para dar la bienvenida a una nueva versión estable de la distribución madre de muchas: Debian. La octava en numeración, que siguiendo con la tradición tiene nombre de personaje de la serie Toy Story, en esta ocasión la vaquera Jessie. Revisar Debian no es una tarea cualquiera, si me permitís señalarlo. Todo lo que rodea al «sistema operativo universal» se antoja casi místico y de Debian casi todos hablan con adoración, fiel e incondicional. Por mi parte, aun estando de acuerdo en la práctica totalidad del contrato social y maravillado por la seriedad y la forma de trabajar del inmenso equipo de desarrolladores, quisiera recordar que, al fin y al cabo, estamos ante un sistema, una herramienta que, como tal, es susceptible de cumplir con más o menos brillantez su cometido. De manera que, dejando halos a un lado, vamos a someter a la distro a nuestra batería de pruebas varias habitual. Sigue leyendo «Debian 8 Jessie: impresionante fluidez»

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Elementary OS Freya: belleza en la sencillez

Define la Real Academia Española la palabra «elemental» como aquello que es fundamental o primordial. Aplicando tal adjetivo a una distribución GNU/Linux, o más allá, a cualquier sistema operativo conocido o por conocer, encontraríamos que lo que se puede esperar de éste es su enfoque en lo útil y lo necesario, sin más florituras. Que cumpla su cometido con las herramientas que incorpora y poco más. Ello no es óbice para que los desarrolladores de tal sistema decidan adornarlo y dotarlo de un estilo, no diré único porque todos tenemos en mente a lo que recuerda, pero sí elegante y práctico en su minimalismo. Esto es, aportaciones económicas voluntarias aparte, Elementary OS, que alcanza estos días su versión número 0.3, que han bautizado como Freya.

Escojo esta introducción a tenor de varios artículos que rondan por la red de redes, casi todos de enfoque claramente negativo en su trato a la distribución y sus desarrolladores. Intuyo que puede deberse, en buena parte, a aquel asunto de las «donaciones cero», donde hay que reconocer, más allá de sus razones, que a los desarrolladores les faltó tacto para tratar la cuestión. Se gestó entonces una corriente de opinión claramente contraria a Elementary OS, donde se le acusaba de aprovecharse del trabajo de Canonical y pretender, poco menos, que cobrar por un entorno de escritorio y punto. ¡Cobrar en GNU/Linux! ¡Blasfemia!

Dejando la ironía del asunto a un lado, no estoy para nada de acuerdo en que Elementary OS sea Pantheon y cuatro aplicaciones vacías de contenido. Entiendo que el nombre de la distro la define: enfoque en lo elemental. No busque usted más allá, porque no encontrará. Foré, James y compañía nos presentan un sistema que puede ser más o menos bonito – la belleza está en los ojos de quien mira – y que, es innegable, rezuma olor a Cupertino por todas partes. A mí esto me encanta, pues nunca escondí mis preferencias por los gustos artísticos de la compañía de la manzana mordida. En cualquier caso, mi análisis de hoy no variará por mucho de los habituales, tratando a la distribución como un todo y evaluando su facilidad de uso por encima de otras cuestiones. Sí creo necesario, y por ello lo hago, centrarme en las aplicaciones que diferencian a Elementary OS del resto del nutrido y más que saturado ecosistema linuxero. Mi experiencia con Elementary OS Freya, basada en Ubuntu 14.04, ha sido la siguiente:

Instalación
El aspecto es fantástico, como siempre, desde que uno inicia al entorno en vivo. En esta nueva edición se ha optado por dotar de transparencia a la barra superior, salvo en los casos en que una ventana se maximiza, momento en que vuelve a su tonalidad negra habitual. Los fondos de pantalla, otra virtud conocida, también son una gozada visual. Hay, sin embargo, pequeños detalles que no se han cuidado tanto, como el pobre aspecto de Grub o la raquítica ventanita durante la instalación, sin presentación gráfica, que chirría bastante en el conjunto.

El instalador, además, se muestra bastante lento y errático, en lo que parece ser un problema con «os-prober»: cada vez que se ejecuta el susodicho programa, la demora alcanza los 5 minutos donde da la impresión de no estar haciendo nada. Si se tiene paciencia se puede comprobar que no es un cuelgue, sino algún algoritmo que se alarga mucho más de lo necesario. Como quiera que el instalador llama a «os-prober» varias veces (por ejemplo, al instalar el kernel o ejecutar «mkinitcpio») el resultado es un proceso que llega a hacerse eterno. Detalle importante a mejorar, sin duda.

Una vez acaba el «suplicio» de la instalación, nos da la bienvenida una pantalla de «login» renovada en su totalidad, con el distintivo aspecto de Elementary OS. La entrada al escritorio nos desvela una apuesta continuista: el clásico «dock» de borde inferior de pantalla, con un icono nuevo destinado a hacer más fácil la multitarea y el cambio de escritorio virtual.

Arranque y apagado
Se vuelve a repetir el error que encontré en Arch y en LMDE Betsy: una demora inexplicable a la entrada al sistema que no me sucede con Ubuntu Trusty. Debe ser cosa del kernel o el controlador gráfico. Como consecuencia obtengo unos tiempos muy desiguales: arranque en un minuto y veinticinco segundos, apagado en solo cuatro segundos.

Software
Elementary OS incorpora el centro de software de Ubuntu Trusty, en la que se basa, pero con una nueva inconsistencia gráfica: no aparecen la mayoría de iconos de los programas a instalar. Nada grave pero, una vez más, queda feo y no está en consonancia con el cuidado aspecto de la distro. Vamos a ir desgranando, una por una, las aplicaciones que los desarrolladores han incluido en Freya y que se consideran básicas para un uso habitual del sistema. 

Navegador Midori. En su versión 0.5.9, a esta ligera aplicación que conocí, si mal no recuerdo, en mi primer encuentro con la minimalista Bodhi Linux, le sigue faltando para ser una opción a tener en cuenta. No en vano, la gran mayoría de la actividad que realizamos con el equipo suele hacerse con el navegador web, de lo que se deduce que estamos ante una aplicación clave que no puede fallar. Bien es cierto que Midori va mejorando, que reproduce Flash sin problemas e incluye bastantes extensiones de serie que antes no incluía. Pero su lentitud en el «scroll» me exaspera hasta límites insospechados. Su rendimiento en el «benchmark» Browsermark fue, además, bastante discreto, con 2.367 puntos, por debajo de Firefox y Chrome. 

Correo Geary. Aquí sí que aprecio una importante mejoría. Para empezar, Geary se puede iniciar con el sistema a través de una opción disponible en el apartado de configuración de Elementary OS. Se inicia, además, minimizado. Puede parecer baladí, pero para hacer lo mismo con Thunderbird precisamos de la extensión Firetray, por no hablar de la imposibilidad de hacerlo con Evolution (yo, al menos, nunca lo he logrado). Geary, en su versión 0.8.3, se integra con el «dock» y nos muestra el contador de mensajes no leídos. Si algo se echa en falta es una gestión de la libreta de direcciones decente. Por lo demás, «chapeau» para Geary que, en su ligereza, poco tiene que envidiar a otras opciones disponibles.

  
Calendario. Otra sencilla aplicación que simplifica el acceso a nuestros calendarios en la red. Probado con Google Calendar, opera perfectamente, incluyendo el modo bidireccional (de nuevo, algo que precisa de la pertinente extensión en Thunderbird, además de Lightening).

 

Música. Programa que en inglés se llama «Noise» (ruido) vaya usted a saber por qué… Aprecio, como en el resto de aplicaciones comentadas, mejoras importantes respecto a la anterior versión (que en mi experiencia se colgaba con facilidad, de hecho). No obstante, la incorporación de mi colección de música se eternizó más allá de los diez minutos, algo que Clementine, por ejemplo, hace en cuestión de segundos. Como punto destacado, la integración con Last.fm que lleva a recomendar canciones similares a la que estemos escuchando. En lo negativo de la balanza, pondría la no aparición de las carátulas incrustadas en los archivos hasta que no se han reproducido por vez primera, así como su parquedad en opciones (una extensión con las letras de las canciones es para mí fundamental).

Vídeos. El reproductor de vídeo, para empezar, no respeta el tema predominantemente gris de Elementary OS, y se muestra en negro. También limitado en opciones, al menos incluye el sonido dual y la posibilidad de añadir subtítulos. Si lo cerramos, al volver a abrirlo continúa la reproducción del último archivo escogido, en el punto en que lo dejamos. Para el uso que yo hago de este tipo de programas, es más que suficiente.

Fotos. El programa de gestión de fotografías, aunque su nombre no aparezca por ninguna parte, es Shotwell. O una adaptación casi idéntica del mismo, desde luego. De sobra conocido, poco puedo comentar del que sigue siendo mi gestor preferido para estas lides, y que Gwenview y sus admiradores me perdonen.

Cámara. Elementary OS también nos trae como novedad este programa, cuya única utilidad es tomarnos fotografías con la webcam. Aparte de eso, no permite nada más, ni tan siquiera la grabación en vídeo. ¿He mencionado ya el minimalismo en este artículo?

Scratch. El «editor de texto que funciona» (lema de sus desarrolladores) sigue en su nivel habitual. Vuelvo a incidir en lo ya comentado en otras revisiones de Elementary OS: no busquéis la opción de grabar el archivo, pues lo que vas escribiendo se va almacenando sobre la marcha. De nada.

Reconocimiento de hardware
Las cosas no son exactamente iguales en Elementary OS y en su distribución base, Ubuntu Trusty. Un ejemplo lo encontramos en el reconocimiento de la impresora e instalación del «plugin» propietario de HP. El programa, una vez instalado, no se muestra entre los disponibles en el menú de aplicaciones. Si lo lanzamos desde consola nos dejará esperando eternamente en bucle, pues carece de permisos para descargar e instalar el «plugin». La solución estriba en lanzarlo con «gksudo hp-setup» y listo. El resto de periféricos, sin problemas que mencionar.

Conectividad
Todo lo relacionado con Samba y su configuración funciona de maravilla. Se pueden compartir archivos con Windows e incluso reproducirlos de modo remoto, si bien el programa Vídeos lo hace a saltos. Con VLC, en cambio, la reproducción es perfecta. Los tiempos de lectura y escritura a periféricos no son malos en absoluto, con especial mención al referido al disco duro externo.


Experiencia de uso «out-of-the-box»
No hay nada que reprochar a Elementary OS en este aspecto. El único tipo de archivo para el que no hay programas pre-instalados es el «.rar», pero el propio sistema te da la opción de instalar el correspondiente descompresor y lo ejecuta seguidamente.

Estabilidad, fluidez y gestión de energía
En mis horas de uso de Elementary OS no hubo cuelgues ni precisé reiniciar en ningún momento. La experiencia es fluida, con algún pequeño retardo en ciertas animaciones en los efectos de escritorio. Pero, en cualquier caso, nada grave ni que arruine la impresión general que ofrece la distribución. El tema de la gestión de energía es un caso perdido con la actual versión de los controladores de AMD, ya sean libres o propietarios: nada funciona… (insértese aquí, por enésima vez, el dedo corazón que Linus dedicó a Nvidia, versión AMD).

Rendimiento
Cuestión importante, en tanto en cuanto se tiene la idea preconcebida de que Ubuntu con Unity es un devorador de recursos. Tomando esta premisa como cierta, Elementary OS debería comportarse mejor en cuanto a rendimiento que su «madre», al haberse eliminado el voraz entorno de escritorio. Pero hete aquí que no ocurre de ese modo. Como en el resto de distribuciones analizadas hasta ahora, Ubuntu «gana». Bien es verdad que por un pequeño margen, pero la distro de Canonical sigue siendo la que mejor me funciona a mí, en el caso particular de mi equipo.

Y es por este, y otros motivos de índole personal, como el cansancio del «distro hopper» más «hartible» del universo, que no siento la tentación de instalar Elementary OS como distribución del día a día. Aun reconociendo que es muy buena, como también denota la gran puntuación que obtiene en nuestras pruebas (por fin, una distro que supera a Windows), se antoja demasiado básica para mis necesidades habituales. Ojo, no lo afirmo como algo negativo. «No eres tú, soy yo», que diría en una ruptura sentimental… Es una distro que me encanta a nivel gráfico, pero cuyas utilidades por defecto siguen siendo, dentro de su mejoría, parcas en opciones para mí.

Por suerte o por desgracia, la adición de varios programas de uso cotidiano terminan por romper el encanto, pues no se integran en la forma en que deberían. Se ven extraños, como fuera de lugar, y dan al traste con la gran experiencia que antes señalaba. Por eso, Elementary OS no se me antoja una opción válida para quienes precisan de muchas aplicaciones más allá de las que vienen por defecto.

Ahora bien, terminaré instalándola en el portátil, probablemente. Porque es un equipo al que doy un uso muy elemental, valga el juego de palabras, y a nadie le amarga un dulce de vez en cuando. Sin duda, el cuidadísimo aspecto y la experiencia de uso general de Elementary OS bien merecen tenerla al alcance, aunque solo sea a ratos. Para todo lo demás, un servidor se sigue quedando con Ubuntu.

Salud

 

ELEMENTARY OS FREYA LSDH
Instalación 10
Arranque y apagado 6,25
Software 10
Hardware 8,13
Conectividad 10
Out of the box 10
Estabilidad 10
Fluidez 8’75
Gestión de energía 3,33
Pybench 3.130
Apache 21.069,27
Encode-flac 13,20
Unpack-linux 18,40
Unigine Valley 470
Browsermark FF 2.756
Browsermark GC 4.089
Transf. pendrive 4,44
Transf. disco USB 0,53
Transf. SD-card 5,05
Corrección por rendimiento -0,10
Corrección por errores 0,00
CALIFICACIÓN 8,73

LMDE 2 Betsy: ¿estabilidad duradera?

Menudo mes y pico nos espera a los amantes del «distro hopping» por curiosidad y novelerío. Varios lanzamientos, algunos de ellos largamente esperados, copan los días venideros mientras nos frotamos las manos esperando a que caigan en nuestras ídem las imágenes prestas a su instalación. Elementary, Debian, Ubuntu y alguna que otra más, como aquella con la que vamos a comenzar el largo camino de revisiones: la nueva Linux Mint Debian Edition, de ahora en adelante LMDE, de nombre Betsy. Se trata de una versión un tanto especial, que se ha hecho de rogar y mucho, tanto que algunos de los que solían usarla llegaron a crear un «fork» (SolydXK) para satisfacer su demanda de actualizaciones.

LMDE 2, al contrario que su predecesora, asienta su base en Debian Jessie, que verá la luz, si todo va bien, de aquí a un par de semanas. Según entiendo de la documentación revisada, la distribución mantendrá los repositorios apuntando a la rama estable de Debian (LMDE 1 lo hacía a»testing»), pero con el añadido de varios «repos» de cosecha propia, donde aseguran que actualizarán ciertos paquetes, en especial los referidos a los dos entornos de escritorio que alcanzan su excelencia en Linux Mint, es decir, Cinnamon y Mate. Insisto, si he entendido bien el mensaje de Clem y compañía, las novedades en ambos entornos se lanzarán antes en LMDE que en la versión basada en Ubuntu.

Si esto es así, trabajo tienen por delante para conjugar la estabilidad a prueba de bombas que proporciona una base en Debian Jessie con la rabiosa actualidad de nuevos paquetes para Cinnamon o Mate. El tiempo dirá si lo consiguen. Por mi parte, os voy a comentar aquí mis impresiones sobre esta segunda versión de la distribución, que he probado con Cinnamon.

Instalación
Durante el inicio de la sesión en vivo se produce una larga pausa, de un minuto o más, durante la cual nada parece suceder. No hay lecturas en disco ni oigo el ventilador del equipo a tope como cuando la CPU trabaja duro. Nada de nada. Este comportamiento, que también he observado en una reciente prueba de Arch con Gnome 3.16, se reproduce una vez instalada la distribución, en todos y cada uno de los inicios al sistema. ¿Problemas con systemd? ¿El nuevo kernel? Ni idea, lo único que puedo aportar al asunto es que mi Ubuntu Trusty sigue arrancando con la rapidez habitual, libre de este problema.


En lo que a la instalación se refiere, poco nuevo que señalar. El proceso es sencillo, con una presentación de diapositivas que carece de imágenes y además, está en inglés. Todo concluye sin incidencias y al reiniciar, el entorno está en castellano y han sido reconocidos el resto de sistemas que coexisten en el equipo.

Arranque y apagado
Lo indicaba en el párrafo anterior: el arranque se hace eterno, con un minuto y treinta y seis segundos. Ya sé que el Windows de algunos tarda el triple en echar a andar, pero estamos en GNU/Linux, qué narices, y aquí en los dominios de Tux no es una cifra aceptable. Algo anda mal en el inicio del sistema. El apagado tampoco destaca para nada: once segundos. Se trata, sin duda, de los peores tiempos obtenidos últimamente en mis revisiones.


Software
LMDE, como su hermana basada en Ubuntu, viene con una buena colección de programas, entre los que se incluyen Firefox 37, Libreoffice 4.3.3, VLC 2.2.0 o Banshee 2.6.2. Sobre la reiterada inclusión de este último, bueno, en mi opinión no es la mejor opción disponible… pero son sus costumbres y hay que respetarlas.


Reconocimiento de hardware
Realmente bueno. Para configurar mi impresora tuve que hacer uso de las utilidades de HP disponibles en el gestor de programas. HP-Setup no siempre funciona, en especial falla el apartado de descarga del «plugin» propietario en determinadas distribuciones, mas no es el caso de LMDE, donde todo va como la seda. El resto de dispositivos los reconoce de inmediato.


Conectividad
Vaya si echaba de menos los tiempos en que todo iba de maravilla en este apartado. La pre-configuración de Samba incluida en LMDE es perfecta, haciendo que la conexión con un equipo Windows sea un juego de niños. Recuerda las contraseñas de una sesión para otra y permite hacer «streaming» multimedia sin que el usuario tenga que configurar nada en absoluto. Perfecto. Los tiempos de acceso para lectura y escritura a periféricos, por el contrario, son harina de otro costal, obteniendo unos pobres resultados muy por debajo de los de Linux Mint Rebecca.


Experiencia «out of the box»
Absolutamente genial. Poco más que añadir. Reproducción sobre la marcha de cuantos archivos le puse por delante, de vídeos en Youtube, extracción y compresión, lectura de PDFs… Y, nuevamente, sin que el usuario deba preocuparse de instalar nada.


Estabilidad, fluidez y gestión de energía
Como comentaba antes, ignoro si el equipo de desarrolladores conseguirá mantener la estabilidad que se presupone a Debian Jessie tras la inclusión de nuevos paquetes de los repositorios de pruebas de Linux Mint. Hoy por hoy, doy fe de que lo han logrado. La experiencia de uso ha sido muy buena, con total fluidez del sistema y sin cuelgues de aplicaciones ni del entorno gráfico. Tan solo un pequeño lunar, que califico como error leve: tras un cierre de sesión, al volver a entrar, el entorno había cambiado al idioma inglés, siendo preciso volver a seleccionar el español en el apartado correspondiente. Es extraño, porque en dicho apartado figuraba el español como escogido, pero no fue hasta que volví a insistir en seleccionar lo ya seleccionado, que el entorno regresó al castellano. Nimiedad de fácil solución, por fortuna.

Rendimiento
Por debajo de Linux Mint Rebecca, con especial énfasis en los tiempos de lectura y escritura al «pendrive» y la tarjeta de memoria. En lo referente a la prueba de rendimiento gráfico en 3D, Unigine Valley, destacar que obtuve un valor mucho mayor tras seleccionar la casilla «desactivar composición de ventanas a pantalla completa», disponible en las opciones generales de LMDE. Un considerable incremento del rendimiento, de 437 a 468 puntos. Valga el consejo para quienes pretendan usar la distro para juegos.

Finalizada la revisión de LMDE Betsy me vais a permitir que insista en que, quizás, lo más destacable estriba en la incertidumbre que adorna el título de este artículo. Como idea, esto es, en la teoría, la distribución puede ser un auténtico bombazo: la tan ansiada búsqueda del equilibrio entre estabilidad y novedad puede haber finalizado con la decisión que ha llevado a Clem Lefebvre y su equipo a plantear su versión «debianita» de Linux Mint en estos extremos.

Y es que, sinceramente, todo lo demás me sobra por ya conocido. Alguien que tenga la intención de instalar esta distribución podría plantearse, antes que nada, qué le va a aportar que sea distinto a instalar Debian puro y añadir Cinnamon. Algo que, dicho sea de paso, nunca fue tan sencillo al incluirse esta posibilidad en el nuevo instalador de la «gran dama». La respuesta está en la propia página de descarga de LMDE:

LMDE no es tan «mainstream» como Linux Mint, con una base mucho más pequeña de usuarios, no es compatible con PPAs y carece de ciertas características. Esto la hace algo más complicada de usar y de encontrar ayuda, por lo que no se recomienda para usuarios noveles.

LMDE es, sin embargo, ligeramente más rápida que Linux Mint e incorpora paquetes más nuevos. La vida en LMDE puede ser apasionante. No hay versiones intermedias en LMDE 2, salvo para reparar errores y parches de seguridad, los paquetes básicos no cambian, mientras que los componentes del escritorio y paquetes propios de Mint son actualizados contínuamente. Cuando están listas, las nuevas características desarrolladas entran directamente en LMDE 2, mientras quedan aplazadas en Linux Mint hasta su inclusión en la nueva versión intermedia (N. del T.: point release, es decir, la 17.1 o 17.2, por ejemplo). En consecuencia, los usuarios de Linux Mint solamente acceden a las nuevas características cuando sale una nueva versión intermedia, y escogen actualizar. Los usuarios de LMDE 2 no tienen esta posibilidad de escoger, pero a cambio reciben los primeros estos paquetes, y no tienen que esperar. Es más arriesgado, pero más emocionante.

Creo que el texto lo deja bastante claro. LMDE Betsy es una distro estable pero inestable. Debian Jessie con paquetes nuevos que sirven de probatura a la distro principal de Linux Mint, en particular todos los referidos a nuevas características de Cinnamon y Mate, o a los programas de factura propia, como MintInstall. En principio parece una gran idea, aunque cabe puntualizar que del comunicado se desprende que los paquetes nuevos se van a limitar a los mencionados, por lo que nadie debe esperar encontrar en LMDE las últimas versiones de programas como Libreoffice o VLC, por poner un par de ejemplos. Con lo que el puzzle se completa: base estable + escritorio «testing» + programas obsoletos. Interesante, cuanto menos.

No seré yo quien prejuzgue esta extraña combinación. Bien llevada puede ser, como digo, una genial idea. Os corresponde a vosotros, a los que la curiosidad os esté picando para instalar este nuevo sabor mentolado, la última palabra. Por el momento, en mi experiencia durante sus primeras horas de vida, LMDE Betsy se ha comportado de modo impecable. El reto está en mantenerse así durante todo su larguísimo ciclo de vida.

Salud

 

LMDE 2 BETSY LSDH
Instalación 10
Arranque y apagado 5
Software 10
Hardware 8,75
Conectividad 10
Out of the box 10
Estabilidad 10
Fluidez 10
Gestión de energía 3,33
Pybench 2.993
Apache 15.488,92
Encode-flac 13,15
Unpack-linux 17,92
Unigine Valley 468
Browsermark FF 2.930
Browsermark GC 4.146
Transf. pendrive 5,19
Transf. disco USB 0,56
Transf. SD-card 6,44
Corrección por rendimiento -0,81
Corrección por errores -0,25
CALIFICACIÓN 7,94