Si hay una comunidad de GNU/Linux que no ha tenido las cosas fáciles es la que se encarga de dar forma y soporte a Mageia, distribución nacida de las cenizas de una de las más veteranas del lugar. Siempre lo recalco: fue Mandrake Linux la primera distribución que probé, en un equipo con procesador Athlon a 1 Ghz de velocidad de reloj que me agencié nada más regresar de mi experiencia laboral en tierras escocesas. Doscientas mil de las antiguas pesetas que me costó el «bicho». Alguien me pasó un CD de una revista de Informática que traía una versión de Mandrake y, ávido de conocimientos y lleno de novelerío, como siempre, me lancé a instalarla junto al Windows 98 que campaba a sus anchas en el disco duro.