Las cosas de palacio van despacio. Y las de las distribuciones GNU/Linux con pequeños equipos de desarrolladores ya ni os cuento. Es el caso de Chakra, sistema que utilizo desde mi primera declaración pública de amor en 2012 y acerca del cual procuro estar al tanto, con más o menos atino como en el caso que nos ocupa, de sus novedades. Ya por aquel entonces existía entre los integrantes del equipo la inquietud manifiesta de romper uno de los pocos lazos que mantenían con su distribución de origen, Arch Linux. Me estoy refiriendo a la intención de cambiar Pacman por un gestor de paqueterías propio, escrito desde cero, capaz de tomar lo mejor del gestor de Arch y añadirle algunas funciones.
Como se publicó en su día en la wiki, las razones para prescindir de Pacman y lanzarse a la aventura de crear una herramienta nueva son principalmente tres:
Que destacase por su velocidad. Buscaban una aplicación rápida a la hora de instalar y buscar paquetería.
Fácilmente adaptable al uso de aplicaciones gráficas. Lo que en el mundillo se viene llamando «GUI friendly», vaya. Entonces, si mal no recuerdo, ni siquiera existía Octopi.
Con un formato de paquetes que cumpla la filosofía KISS. Dato importante, dado que la distribución se sigue rigiendo por dicha forma de hacer las cosas.
De las tres, la única que para mí justificaría el enorme esfuerzo de desarrollo tal vez fuese la segunda. Al menos, en aquellos días en que se planteó la creación de Akabei. Actualmente, con Octopi y PacmanXG disponibles, ni tan siquiera eso. A no ser que se busque un cliente puramente escrito en Qt … ah, no. Que eso ya lo tenemos con Octopi. ¿Entonces?
Podréis suponer, y acertaréis, que no soy muy amigo de Akabei. A mí me gusta Pacman, lo encuentro el mejor gestor de paquetes de GNU/Linux y no comparto las razones para plantearse siquiera su sustitución. Para colmo, su exagerado ciclo de desarrollo, por mucho que en la actualidad haya tres personas trabajando en él, hace palidecer al de otros proyectos (hola, Enlightenment). Akabei se puede utilizar desde hace algún tiempo en Chakra, aunque sigue en estado alfa y no sabemos hasta cuándo permanecerá así.
Chaser: un gestor de paquetes comunitarios de última generación
La viabilidad de Akabei como proyecto daría para un artículo propio mientras seguimos esperando que alcance plena madurez o, al menos, la suficiente para que nos atrevamos a probarlo sin miedo. Entre tanto, he venido a hablaros de Chaser, un script en Python creado por Ryan Shipp, que facilita la instalación de paquetes desde el repositorio comunitario CCR y elimina las analogías de uso con el gestor principal Pacman. Me refiero a las opciones y argumentos, como ccr -Syu para actualizar, comando idéntico en ambos que en Chaser cambia a un simple:
$ chaser update
Entre las opciones disponibles, encontraremos:
chaser get paquete. Descarga únicamente el código fuente del paquete, sin instalarlo.
chaser install paquete. Instala un paquete de CCR.
chaser listupdates. Muestra las actualizaciones disponibles entre los paquetes de CCR que tengamos instalados en nuestro sistema.
chaser update. Lo dicho, actualiza nuestro sistema, aunque de momento no incluye paquetes de los repositorios oficiales. Es decir, no equivale a ccr -Syu sino que tendríamos que complementarlo con el pacman -Syu de rigor.
chaser search palabra(s). Búsqueda de paquetes en cuyo nombre o descripción aparezcan la(s) palabra(s) que se pase(n) como argumento.
chaser info paquete. Muestra información del paquete que se indique, como el mantenedor, versión, si está o no marcado como desactualizado, la licencia, etc.
Como argumentos opcionales, por el momento contamos con tres:
-h ó –help. Muestra información sobre el uso de la aplicación.
-v ó –version. Nos enseña la versión actual del script y luego sale. 0.9.2 en el momento de escribir estas líneas.
-b BUILD_DIR ó –build-dir BUILD_DIR. Permite cambiar el directorio donde se construyen los paquetes de CCR al valor que le pasemos como BUILD_DIR. Por defecto emplea /tmp/chaser. Útil si tenemos poco espacio en la partición raíz del sistema y deseamos que el script trabaje en otro lugar. Ejemplo de uso:
Que nos instalaría las fuentes de Apple (marca registrada, todos los derechos reservados, blablabla…) en nuestro sistema, usando como directorio temporal de trabajo uno de nuestra partición /home.
Para instalar chaser en vuestro Chakra, la cosa está clara y diáfana:
$ sudo pacman -S chaser
Chaser en acción en mi Chakra Testing
El renovado script aur2ccr
El amigo Ryan, no contento con eso, nos facilita además una actualización más que necesaria del script que antaño solíamos usar los «chakreros» a la hora de importar un paquete de AUR (o los repos de Arch) a CCR. En mi caso, tras varios intentos inútiles allá por mis comienzos con la distribución, decidí liarme la manta a la cabeza y crear un tutorial para la tarea, que sirviera a la vez de ayuda para recordar los pasos y de iniciación al tema para los usuarios nuevos en Chakra. Ahora mismo no tengo necesidad de usar ningún paquete nuevo de Arch, de modo que he intentado probar el script con alguno de «mis imposibles», como Shotwell, pero falla al no encontrar dependencias que no están en Chakra, como es lógico. Podéis probarlo si queréis, instalándolo en vuestro sistema con:
$ chaser install aur2ccr
O con el clásico:
$ ccr -S aur2ccr
Pues eso es todo, sirva este artículo para presentaros el nuevo trabajo de este colaborador de mi distribución favorita, el cual lleva disponible desde Febrero, pero cuyo lanzamiento pasó inadvertido para mí al perderme el correspondiente anuncio en los foros de Chakra.
Es costumbre en el blog que a cada revisión de Ubuntu le siga, con más o menos diferencia de tiempo, la de su versión con KDE. Kubuntu 16.04 Xenial Xerus, versión de soporte extendido acerca de la cual se ha escrito bastante en la red, muchas veces anunciando su desaparición, otras haciendo referencia a la salida de importantes desarrolladores del proyecto. Yo voy a enseñar mis cartas desde el primer párrafo: hace tiempo que la distribución me parece inferior a la gran mayoría de sus semejantes. Porque mira que hay distros con KDE por bandera: Linux Mint KDE, Netrunner, openSUSE, Mageia, Chakra, KaOS, SolydK… Aunque llevo tiempo trabajando únicamente en Cinnamon no son pocas las veces que me paso por mi partición con Chakra a toquetear un poco y descubrir las novedades que nos brinda cada versión de Plasma 5. Puede que ahí esté el problema (mi problema) con Kubuntu.
Pienso que no resiste la comparación con las distribuciones que nombro más arriba. Mi análisis me ha venido a confirmar lo que ya intuía: los tiempos en los que Kubuntu era importante para Canonical han quedado atrás. Muy atrás, de hecho. No en vano, ya ha llovido desde que la comunidad fuese quien se hiciera cargo del proyecto. A día de hoy, veo que Kubuntu se estanca y mantiene unos lanzamientos de calidad cuestionable. Es lo que hay.
Instalación
Refrendemos lo expuesto con hechos, no sin antes recordar, para aquellos con sensibilidad extrema, que cada equipo es un mundo y vuestra experiencia puede no coincidir con la mía. Nada más inicias el entorno en vivo de Kubuntu puedes palpar la dejadez: pequeño, diminuto rectángulo de una vista de carpeta que contiene el crucial icono de «Instalar Kubuntu». Yo sé que está ahí. Tú, lector con cierta experiencia, sabes que está ahí. El desarrollador, por lógica, también. ¿Y qué pasa con el usuario novel? ¿Nadie va a pensar en los usuarios noveles? Porque apenas si se atisba el susodicho icono sin que se acierte a leer nada dentro de ese ridículo espacio.
¿Qué leches pone en el recuadro ese? ¿Cómo se instala esto?
El aspecto del escritorio no puede ser más espartano, a imagen y semejanza de los que entregan distribuciones como Arch Linux y que vienen en llamarse configuraciones «vanilla», tirando de anglicismos. Tema de escritorio e iconos Brisa, fondo de pantalla por defecto de Plasma, que nos muestra su versión 5.5.5. Una versión que ya es bastante más estable que muchas de sus predecesoras, o al menos esa fue mi experiencia en Chakra, si bien Kubuntu parece empeñada en desmentirlo.
Una vez se atina con el icono de marras, la instalación transcurre sin problemas hasta que pulsamos el botón de reiniciar. El asunto se eterniza, mostrando en consola una frase repetida en bucle: «Driver ‘ebridge’ is already registered, aborting…». Mientras vuelvo a recurrir (dos de dos, querido Ubuntu) al ALT+ImprPant+REISUB, aparecen muchos otros mensajes, la mayoría de los cuales hacen referencia a NVIDIA. Esto va a ser cosa de los Nouveau, fíjate tú lo que te digo. Como en Ubuntu, vaya, solo que en lugar de causar congelaciones del escritorio van e impiden reinicios. Ya está bien la broma, me parece a mí, con estos controladores de código abierto.
Diseño
¿Qué queréis que os diga? Tengo que volver a emplear el mismo término anglosajón, «vanilla», pero es que no hay otra palabra que lo defina mejor. Espartano, tal vez. Vaya, esa también la he usado ya en este artículo. Austero, sobrio, firme o severo, dice la R.A.E. Me quedo con los dos primeros. Para colmo, y esto es algo que he observado en casi cada distribución con Plasma 5, la tipografía se ve bastante más borrosa y poco definida que en escritorios basados en GTK. Se puede arreglar, pues basta tocar un poco las «Preferencias del sistema» para que mejore una barbaridad el aspecto. Pero digo yo que podría venir activado en un principio y la impresión general en el plano estético sería mucho mejor.
Mensaje de actualizaciones disponibles en Kubuntu 16.04
Software
Para no desmerecer al aspecto gráfico, Kubuntu cuenta con una mínima instalación de programas por defecto. Firefox, Kmail, Amarok, LibreOffice, DragonPlayer… Es decir, las opciones habituales de KDE. En lugar del «Ubuntu Software» que veíamos en la versión principal, contamos con «Muon Discover», ahora reducido a «Discover», o «Descubrir», en español (no es Muon Discover, mis disculpas por el error, éste sigue disponible en los repositorios como bien indica VaryHeavy en los comentarios, aunque por ahora no es instalable). Diréis que ya vale de dar estopa, pero es que es inevitable: pésimamente diseñado, con párrafos que se superponen a las imágenes y con búsquedas que han de realizarse por categorías. Esto es, si en la página principal escribes «Skype», no encontrará nada. Si haces la misma búsqueda en el apartado de Internet, obtendrás premio.
El gestor «Descubrir», con su galimatías y sus letras apelmazadas. Uff…
Sobre la facilidad de uso pocos peros se pueden poner. Reproduce todos los archivos multimedia y el contenido Flash si, al igual que en Ubuntu, le decimos al instalador que se haga cargo de dejarnos el sistema preparado para ello. Cosas de las licencias y tal. Sin embargo, tuve problemas para descomprimir los archivos «.rar», cosa que en Ubuntu no. Dolphin prefirió hacer «crash» antes que recomendarme la instalación del paquete «unrar». Más madera.
Rendimiento
He optado por comparar Kubuntu 16.04 con la versión actual de Ubuntu y la antigua LTS. En los resultados obtenidos se puede comprobar que gana a ambas en uno de los «benchmarks» de Phoronix Test Suite, sucumbiendo ante Ubuntu 14.04 en el resto. Luego, al menos, podemos salvar algo de esta Kubuntu, y es que en términos generales parece rendir un punto, pequeñito, por encima de su hermana con Unity. Sin embargo, llevado al terreno del desempeño gráfico, está 10 puntos por debajo. Lo comido por lo servido, pues.
En cuestiones de fluidez no he de resaltar nada negativo. El escritorio se mueve bien – hasta que alguna aplicación se cae, cosa que sucede con frecuencia – y consume unos 800 Mb al inicio, valor más que aceptable en la actualidad para una suite de la complejidad de KDE con Plasma 5.
Estabilidad y errores
Por si no le he dado ya suficiente tralla a Kubuntu, vamos a mi queja principal. A «Ubuntu ha experimentado un error interno», del cual ya tuve noticias en mi revisión anterior con Unity, viene a sumarse el «Plasma crash» de la mariquita. Por separado ya son un incordio, imaginaros la que lían los dos juntos. Pues Kubuntu va bien servido de ambos, queridos amigos, hasta el punto de hacer perder la paciencia a alguno que yo me sé. Recapitulando en mi experiencia:
El errático reinicio del «Live CD», que obliga a hacer un ALT+ImprPant+REISUB para salir.
El gestor de controladores que no encuentra nada y se queda eternamente en «obteniendo información del sistema». Ello hace imposible instalar los controladores propietarios de NVIDIA para un usuario novel. En mi caso, la instalación manual sí funcionó.
El dichoso «apport» que cada dos por tres refiere un error interno de Ubuntu (sin K).
Los errores de Plasma 5. Los he sufrido en Dolphin, en Ark y en «Preferencias del sistema», sin hacer absolutamente nada del otro mundo. Hacen «crash» porque sí.
La exaltación del error: notificaciones por partida doble y hasta triple
Mi opinión de Kubuntu 16.04 Xenial Xerus
Resulta dolorosamente obvio en el caso de esta versión, de soporte extendido, no lo olvidemos, que la recomendación de aguardar un tiempo prudencial antes de instalar o actualizar Ubuntu y derivadas es digna de ser tenida en cuenta. Pese a lo cual, hay ciertas cosas que yo no alcanzo a comprender. ¿De qué demonios sirve lanzar versiones plagadas de errores, como Kubuntu Wily, con el pretexto de servir para mejorar las LTS, si luego nos entregan esto? Errores desde que uno inicia el escritorio en vivo, poquísima atención a la estética, escasez de programas preinstalados… Con estas premisas se me hace complicado encontrar un motivo para usar o recomendar Kubuntu.
Los controladores propietarios han de instalarse de forma manual en esta Kubuntu 16.04
Creo que la combinación de un Plasma 5 en ciernes – ¡pero es la versión 5.5 ya! – con un Ubuntu LTS recién nacido no puede resultar peor. Quizás sea todo consecuencia de la incertidumbre que rodea el futuro de la distribución, con la aparición de proyectos paralelos como KDE Neon, sea lo que sea eso, que todavía no lo tengo muy claro. O tal vez la feroz competencia entre distros KDE, con escritorios muy completos y bien desarrollados (KaOS y Chakra mis favoritos, openSUSE muy cerca) ha ido debilitando a una Kubuntu en la que nunca se puso demasiado empeño.
O quizás, simple y llanamente, estoy tan acostumbrado a la calidad de esas otras distribuciones y tan cansado de encontrar errores en los inicios de las LTS de la familia Ubuntu que mi tolerancia está bajo mínimos. Porque no lo entiendo, no veo para qué han servido Kubuntu 15.04 y 15.10, porque el resultado final, en forma de Xenial Xerus, deja bastante que desear. Es mi opinión y como tal la escribo, que de eso se trata al hacer una revisión. Aunque el resultado desmerezca a 26 de Abril, en los 3 años de soporte ofrecidos es de esperar y desear que Kubuntu pula sus defectos y alcance la calidad que su larga historia merece. Que así sea si no quiere desaparecer, engullida por distribuciones mucho más jóvenes que entregan un KDE bastante mejor.
Salud
PD: la webcam sí funciona. Pero el rollo de sacar la mano a pasear en cada artículo ya cansa, ¿no?
Puntos fuertes: la compatibilidad con Ubuntu asegura gran cantidad de programas y PPAs disponibles
Puntos débiles: errores, errores, errores. ¿He mencionado los errores?
Hay cosas que nunca cambian y una de estas es la cita bienal que tenemos los usuarios barra simpatizantes de GNU/Linux con el lanzamiento de soporte extendido que nos trae Canonical. 2016 no podía ser una excepción, de manera que ya tenemos entre nosotros a Xenial Xerus, la nueva LTS de Ubuntu que ha de servir como base para cosas tan importantes como la tan esperada – por algunos – convergencia entre dispositivos y, lo que a mi juicio es más significativo aún, la presunta solución al eterno dilema entre estabilidad y novedad que parece supondrá la irrupción de Snap a modo de torbellino en los mundos de Tux, acerca del cual podéis leer más en este artículo de La mirada del replicante. Ya que estamos con enlaces, os dejo otro, una interesante reflexión de Eugenio M. Vigo acerca de este tema en su blog.
Pero vamos con Ubuntu. Aquellos, que haberlos, «haylos», que se hayan apresurado a la instalación y configuración de la nueva versión como quien suscribe, tal vez estén a estas alturas un pelín decepcionados. En el sentido de que las cacareadas novedades no están aquí, al menos por el momento. Ubuntu 16.04 es más de lo mismo. De hecho costaría, para el ojo poco avezado, distinguir de primeras esta versión LTS de las dos anteriores. Tal y como os lo cuento. Este hecho no es por sí mismo necesariamente negativo. Canonical es amigo de los cambios graduales, cocinados a fuego lento, y no hace más que aquello a lo que nos tiene habituados: lanza una edición LTS que ha de servir como sólida base para implementar todas las mejoras de las que tanto hemos oído hablar últimamente.
Así que, ¿qué tenemos a día de hoy? Os cuento qué me han parecido mis primeras horas de uso de Ubuntu Xenial Xerus, nombre que cuesta recordar ahora pero que en nada recitaremos con suma facilidad. Así ha sido siempre.
Instalación
Amigo instalador de Ubuntu: ¿desde cuándo llevas con nosotros? Ubiquity y su interfaz gráfica es ya como de la familia. A excepción, claro está, de la presentación de diapositivas que se va cambiando con cada lanzamiento, volvemos a ver el sencillo y archiconocido programa que realiza su función sin demasiados contratiempos. Porque alguno he encontrado. De hecho, el primer intento de instalación salió rana y todavía no sé el motivo. Se quedó colgado justo antes de presentarme las particiones disponibles. Tras cancelar la operación y volver a iniciarlo, todo fue bien. Incluso me pareció que la instalación tomaba menos tiempo del habitual, a pesar de encontrarnos en plena vorágine de novedad, ésa que impulsa a miles de usuarios de todo el mundo a abalanzarse sobre cada nueva Ubuntu en cuestión de horas. O tal vez sean millones, este es un asunto mil veces discutido.
La ardilla, un nuevo animal que se une al amplio zoológico de Ubuntu
Estimaciones aparte, en el rato que estuve probando el escritorio en vivo encontré un error muy feo, de esos que echan atrás a los usuarios noveles que tienen su primer contacto con GNU/Linux. El veterano reproductor Totem – llamado simplemente «Vídeos» desde hace tiempo – no funciona, de modo que es imposible reproducir siquiera los archivos de ejemplo como «Ubuntu through the years». Malísima primera impresión, la verdad. ¿Es que nadie prueba estas cosas?
Para colmo, a los dos minutos de reiniciar y sin haber hecho nada del otro mundo, tenemos cuelgue a lo bestia. Había abierto Firefox y navegaba por mi propia web cuando se produjo una paralización total del sistema, de la cual hube de salir con la combinación mágica de teclas, ALT + ImprPant + REISUB. Esto me había ocurrido en anteriores versiones de Ubuntu y se debe a Nouveau, el controlador libre para gráficas NVIDIA. Ni que decir tiene que en cuanto volví al escritorio instalé, mediante la aplicación «Controladores adicionales», el último controlador privativo para la tarjeta que, además, es el recomendado por los desarrolladores de Canonical. Problema resuelto.
Violación de segmento. Así no hay manera de reproducir vídeos en la sesión en vivo
Diseño
Imagino que para un diseñador gráfico el aspecto de Ubuntu debe ser lo más parecido a aquello que jamás diseñaría. A mí no me desagradan los tonos anaranjados y violetas, si bien es verdad que llevamos unos cuantos años con ellos y están más vistos que el tebeo. Los iconos, otro tanto de lo mismo, demasiado trillados para lo que es el novelerío actual que nos invade. No es que sea algo de suma importancia, pues se pueden cambiar fácilmente con la herramienta «Unity Tweak Tool», pero de nuevo entra en juego el asunto de las primeras impresiones, que son las que quedan. Digamos que Ubuntu, como Linux Mint, va necesitando un lavado de cara.
Pocas novedades, por tanto, en el aspecto gráfico. Ventanas más redondeadas y una barra de desplazamiento más estilizada y moderna son los únicos cambios que han llamado algo mi atención. La tipografía, como siempre, excelente en su renderizado. No comentaré gran cosa acerca de la posibilidad de mover la barra de Unity a la parte inferior de la pantalla. Sinceramente, me parece ridículo el revuelo que ha levantado esta opción. Tan solo diré que semejante maravilla (¿cuántas líneas de código les habrá costado implementar eso?) se puede hacer mediante la herramienta «Unity Tweak Tool» o bien con un comando en la consola:
gsettings set com.canonical.Unity.Launcher launcher-position Bottom
Lo probé y el resultado, que tenéis más abajo, no me convenció. Consecuencias de llevar tanto tiempo viendo Unity a la izquierda, supongo. El caso es que me parece más feo todavía como barra inferior.
No sé a vosotros, a mí se me hace raro ver a Unity ahí abajo
Software
Entre las modificaciones que trae esta Ubuntu Xenial hay una que se ha comentado últimamente por la red: la desaparición del Centro de Software de Ubuntu, que ha sido reemplazado por la herramienta habitual en Gnome, rebautizada aquí como «Ubuntu Software». Si bien se trata de una alternativa aceptable, que funciona con cierta celeridad y fluidez, aprecio en ella fallos groseros que me hacen seguir prefiriendo, por el momento, a su predecesora. Por ejemplo, tras añadir los repositorios de los socios de Canonical, y mediando un reinicio, no hay manera de que aparezcan aplicaciones de uso tan común como Skype o Steam. Y estar, estaban, como demuestra el hecho de que pude instalarlas usando la consola. Pero para Ubuntu Software parece que no existieran. Una vez más, un error que condiciona, para mal, la experiencia del usuario novel.
Ubuntu Software, la nueva aplicación para instalar programas en la distribución
Entre los programas, ningún otro cambio significativo: Firefox, Thunderbird, Transmission, LibreOffice, Shotwell, Rhythmbox, Vídeos… Lo típico en Ubuntu desde hace eones. Vídeos, por cierto, sí que funciona una vez instalado, al contrario que en el escritorio en vivo. En lo que respecta a la reproducción de contenidos todo pasa por haber tenido la precaución de marcar la correspondiente casilla durante la instalación del sistema. Si lo hemos hecho así, no habrá archivo que se le resista a nuestro Ubuntu Xenial. Y si lo hubiera, basta instalar el paquete «ubuntu-restricted-extras» para dar solución al problema.
Rendimiento
He repetido hasta la saciedad en mis revisiones que Ubuntu 14.04 Trusty Tahr es la distribución GNU/Linux que mejor rendimiento saca a mi hardware. Esta afirmación está lejos de ser gratuita y se cimenta en el puñado de pruebas de Phoronix Test Suite y el «benchmark» gráfico Unigine Valley a las que he sometido a tantos sistemas que han pasado de modo efímero por mis discos duros. Sorprendentemente, parece ser que ni siquiera Ubuntu es capaz de batir a Ubuntu. Los resultados de Ubuntu 16.04, instalada desde cero en la «mismita» partición en la que habitaba la versión anterior, son inferiores en todos los casos salvo en el rendimiento gráfico, donde prácticamente son iguales (1 punto de diferencia). ¿Dónde está el truco aquí? Tal vez, y esto que hago es elucubrar, mi equipo va cumpliendo años y no se ajusta tan bien a las exigencias de los nuevos kernels (Ubuntu 16.04 viene con el 4.4 mientras la LTS anterior contaba con los de la serie 3.13). Otra explicación no le veo, salvo que Canonical nos entregue una versión de peor rendimiento que la anterior, algo que no parece ser así a poco que uno usa el sistema un rato, ya que se nota incluso más fluido y con respuestas más rápidas a la apertura de programas. Misterios de los «benchmarks»…
En la experiencia de uso diría que Ubuntu 16.04 merece un sobresaliente. Como os comento, no se notan apenas retardos en ningún aspecto del empleo habitual del sistema. Teniendo en cuenta que he instalado la distribución en mi disco externo (un disco duro tradicional) y que ahora me hallo habituado a la tremenda rapidez con la que se desenvuelve mi Linux Mint 17.3 en el disco de estado solido (SSD), entiendo que este Ubuntu se maneja bastante bien en todos los aspectos. 680 Mb de RAM al inicio y un encendido y apagado realmente rápidos para la primera versión LTS de la distro que implementa plenamente systemd.
Resultado de Unigine Valley en Ubuntu Trusty
Resultado de Unigine Valley en Ubuntu Xenial Xerus
Estabilidad y errores
Una lástima el cuelgue provocado por Nouveau. En su momento, cuando usaba la anterior versión LTS, dicho error me llevó a salir corriendo de Ubuntu para no volver. No fue hasta más tarde, con Linux Mint ya en el equipo, que descubrí dónde estaba el fallo. Este problema recurrente me hace pensar que debe haber tal cantidad de errores en el ecosistema GNU/Linux que ni siquiera una empresa como Canonical es capaz de lidiar con algunos, de modo que ahí permanecen durante años, espantando a los usuarios. Podría ponerme en plan despotrique y considerar que estamos ante una situación inaceptable, pero entonces recuerdo que esto es software libre y aquí no existen las obligaciones. Aunque dadas las pretensiones de Canonical, este error que cuelga únicamente Ubuntu en mi equipo al usarlo con los controladores libres es lo suficientemente grave como para que se hubiera podido solucionar ya. En fin…
Obviando, aunque me cueste, este fallo, el resto de la experiencia es positiva. En uno de mis reinicios me encontré con la famosa ventana que informa de un error en el sistema del que ni siquiera me había percatado. Esto también es habitual en Ubuntu. Si nos molesta demasiado, siempre podemos desactivar apport. En cualquier caso, no podemos olvidar una característica común a los lanzamientos de Ubuntu en los últimos años, que también haría extensiva a otras distribuciones: no conviene tirarse como un poseso a descargar e instalar la nueva versión tan pronto como está disponible. Es mejor dejar pasar unos días, o un par de semanas, hasta que el uso masivo dé lugar a una buena cantidad de informes de error que ayuden a paliar los principales fallos. Es mi recomendación, la cual me salto en lo que a los análisis se refiere, por aquello de estar al pie de la actualidad.
Las famosas ventanas de error suelen abundar en los primeros días de vida de una nueva Ubuntu
Mi opinión sobre Ubuntu 16.04 Xenial Xerus
Se podría resumir en la frase que encabeza el artículo. Creo que esta edición LTS de Ubuntu sienta las bases para todo lo que ha de venir, en especial Unity 8 y el nuevo paradigma que supone Snap para la distribución de software. Es indudable la capacidad que tiene Canonical para la innovación aunque a muchos les duela reconocerlo. Ya sé que existen propuestas similares, basta leer el artículo de Eugenio al que hacía referencia más arriba. Pero casi siempre es Canonical la que da el paso necesario para popularizar la novedad. Espero y deseo que tenga éxito también en esta empresa, pues si algo envidio de Windows es la diferenciación clara entre el sistema en sí y sus aplicaciones. En GNU/Linux hemos de renunciar muchas veces a las novedades en estas últimas con tal de no comprometer la estabilidad, debido a las diferentes versiones de librerías que, hasta ahora, no parecían poder convivir en armonía. De momento, Mozilla ha sido de las primeras en sumarse a la iniciativa. Veremos si esto no cambia en el futuro y hay muchos más apoyos. Todo sea por ir tachando líneas de la famosa lista de Tashkinov.
Probando la cámara en Ubuntu 16.04 Xenial Xerus. Todo OK.
Y es precisamente en el porvenir en lo que parece pensar Canonical con este Ubuntu 16.04. Misma versión de Unity, mismo diseño gráfico y mismas aplicaciones de uso habitual dejan a las claras que se apuesta por la continuidad y la sobriedad, en espera de ir desarrollando todo lo que se nos ha prometido. A los usuarios de la versión LTS anterior no puedo recomendarles que actualicen, salvo necesidad extrema de algún programa en su última versión o algún problema con su hardware que pueda arreglar un nuevo kernel. Salvo eso, no veo motivo para cambiar por el momento. pues se van a encontrar con más de lo mismo. Pero qué demonios, ya nos conocemos todos, así que de sobra sabemos que vamos a actualizar. ¿O no? Difícil resistir el magnetismo de una nueva Ubuntu, para qué nos vamos a engañar. Que ustedes lo disfruten, moderadamente ahora y es probable que mucho más en los meses venideros.
Salud
Puntos fuertes: facilidad de uso y gran cantidad de programas. Ubuntu es, para muchos, un estándar.
Puntos débiles: fallos diversos, como en otras ediciones LTS, que suelen acabar por arreglarse en unas cuantas semanas.