Réquiem por Desde Linux

Hasta hace bien poco lo seguía teniendo entre mis marcadores con la esperanza de que retomara su espíritu inicial, aquel que convirtió un portal construido por y para la comunidad en el claro referente a la hora de buscar información sobre GNU/Linux en español. No solo no se parecía en nada a lo que era antes de la venta por parte de sus creadores, no. Para colmo veía con incrédulo estupor como se iniciaban en el zafio arte del plagio y la copia descarada, ya no a la Taringa, donde al menos dan crédito y en mi caso personal, siempre respetaron mi licencia. Sino yendo mucho más allá, cogiendo un texto y cambiando lo justo.

Puesto que en uno de los últimos artículos robados, como bien explica aquí Tannhausser, su autor, han optado por cerrar los comentarios para que nadie les restriegue su sucia jugada, habrá que aprovechar el espacio de cada cual para ponerlos en su sitio. Eso sí, sin enlaces, que ya solo faltaba darles más visitas y tráfico a una cueva de ladrones. Y es lo que hago aquí: por si alguien no se ha enterado todavía, eliminen ese engendro de sus sitios favoritos. La creación de contenido original cuesta mucho tiempo, trabajo y talento. Aprovecharse de eso para lucrarse es una auténtica cabronada, con perdón de la audiencia, no se me ocurre un término más suave para describirlo.

Sobre la venta del otrora gran sitio web no creo que ninguno de los que solemos escribir sobre GNU/Linux debamos pronunciarnos. No es asunto nuestro. Cada cual tiene su criatura y sabe qué le proporciona y qué le resta, de modo que yo apoyo y entiendo cualquier decisión que un bloguero tome sobre su obra. Aun así, terminando esta breve nota de la vergüenza ajena, me doy cuenta de que se echa de menos un lugar con solera, un sitio comunitario donde un novato pueda zanjar sus dudas y empaparse del espíritu que rige en la mayoría de sitios sobre el sistema operativo de Tux. Lean, si no, este artículo del que fue mi primer descubrimiento en este mundillo, con más de 600 lamentos por la marcha de su autor, al que a día de hoy todavía hay quien se lo recrimina.

Da que pensar y genera nostalgia al mismo tiempo. Somos muchos los que escribimos, algunos tienen más visitas y más popularidad. Los temas son variados, con blogueros que se especializan en noticias, otros en contar historias, otros en revisar distribuciones (ésos somos pocos), otros en tutoriales más y menos técnicos, otros en la lucha activa en pro del software libre… Hace ya tiempo que me pregunto qué podríamos conseguir con la unión (¿hace la fuerza?) de la gran mayoría. Tal vez ese gran blog, o ese gran espacio, que algunos añoramos o envidiamos desde la distancia. Me da un poco de apuro lanzar el guante, porque mi sitio es muy pequeño (mil visitas al día, amigo arriba, amigo abajo) pero si alguno de los grandes se anima, que cuente con mi humilde aportación. Sabéis dónde encontrarme. No me importaría contribuir a la construcción de algo mejor, como en su momento fue el Desde Linux por el que nos lamentamos hoy. Cuestión de pensarlo y hablarlo.

¿Y si entre todos construimos un portal comunitario de referencia sobre GNU/Linux?

Salud

La imagen de la cabecera es cortesía de Shutterstock.

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Geeko y compañía

Han sido dos semanas intensas. Uno, por muy crecidito que esté ya, sigue albergando en su interior a un niño que mamó de la teta del equipo de la casta y el coraje, curtidas las posaderas en aquellos escalones de cemento armado, con mucho sol y alguna que otra lluvia, junto a los mismos incoercibles, auténticos Guardianes de Nervión. Por mucho que pueda reconocer que el fútbol actual vive en la desmesura, que los problemas de muchas personas son de una infinita importancia al lado de este circo mediático y de millonarios, el niño del Sánchez-Pizjuán sigue estando ahí. Permítanme que me dé el gusto de utilizar este pequeño espacio personal en la red para gritarlo a los cuatro vientos: gracias Sevilla, por haberme dado tanto.

Pero, ¿esto no era un blog de Linux? Sí, de GNU/Linux, pero también un blog personal. Ya pueden mis lectores odiantes de la fe palangana y/o balompédica, si es que tengo alguno, borrarme con mueca de asco de sus marcadores. Hala, con Dios. Venía hoy a escribir acerca de mi experiencia con openSUSE como sistema único en mi equipo de sobremesa y el primer párrafo que me ha salido pues, qué quieren que les diga, ha resultado como ha resultado. Lo dejo ahí, pero es que tanto morderse la lengua y aguantar a anormales por las redes sociales cansa una mijita. No se arañen más la cara que hace pupa. Vamos con Geeko.

Lo primero es lo primero, así que lo suelto sin más dilación: Geeko vuelve a tener compañía. Recuerden que había hecho una copia de seguridad de mi disco duro SSD, el cual tenía instalados Windows 10 y Linux Mint 17.3 Cinnamon. La situación hoy ha cambiado. Han vuelto los de Redmond… pero Geeko no se ha ido. El reto consistía en aguantar con openSUSE Leap 42.1 como sistema para todo, recurriendo a Wine en caso necesario. Máquinas virtuales con Windows, pues como que no, porque no soporto la virtualización que se come los recursos con voracidad y no sirve para jugar. Si hay que ir se va, pero ir «pa ná» es tontería. Traducción: para instalar Windows en Virtualbox, lo instalo en hardware real y a otra cosa.

Lo que he echado en falta en openSUSE

Se podría resumir en dos palabras: muy poquito. Todo lo más, un par de cosas, pues al fin conseguí instalar Spotify en la distro del camaleón gracias a las siempre útiles indicaciones que uno encuentra en los foros comunitarios. Con Acestream no hubo suerte, aunque me sirvió para probar de primera mano lo que es tener un repositorio propio en OBS y lo frustrante que resulta el intentar durante horas hacer funcionar algo que no está hecho para la distribución que uno usa. Es lo que más me molesta de la diversidad linuxera… la existencia de unos mínimos estándares se me antoja ya imprescindible para avanzar. Algo que nunca llegará y, por eso, amén de otras cuestiones externas, el año de Linux en el escritorio siempre será el que viene. Le tenía fe a los paquetes Snap de Ubuntu, mas me da que va a tardarse una eternidad en convertir eso en un estándar, si es que alguna vez sucede.

Acestream es, por tanto, el único programa que empleo habitualmente que no fui capaz de instalar en openSUSE. Y es una falta menor, dado que suelo darle uso en el salón y no en la habitación donde tengo el equipo de escritorio. Mientras tenga Linux Mint en el portátil, donde Acestream funciona de fábula, no supone problema alguno. Cuestión diferente es la de los juegos. En concreto, aquellos de Steam que, no existiendo para GNU/Linux, se deben utilizar bajo la versión para Windows, que en mi caso anda en Wine con PlayOnLinux. El rendimiento es bastante bueno, si acaso un puntito por debajo, del que se logra en el sistema de Microsoft. Sin embargo, hay programas auxiliares y utilidades que no corren ni para atrás. Uno de estos ejecutables es el que permite actualizar la base de datos de Pro Evolution Soccer a la temporada actual, que recién acaba – seguimos hablando de fútbol, después de todo – lo cual es importante para jugadores quisquillosos como yo.

En resumidas cuentas: pelín menos de rendimiento e imposibilidad de lanzar ciertos programas, lo cual me lleva las típicas preguntas de siempre: ¿para qué molestarse? ¿Por qué auto-limitarse si se dispone de licencia de Windows? O aunque ésta no se tenga, Windows 10 se puede descargar y el único precio a pagar por no activarlo es una marca de agua que apenas se percibe. Por ideario… no sé, ya eso es harina de otro costal. Mi intención con este experimento no era satisfacer la demanda romántica del usuario exclusivo de un sistema operativo libre. Me centré únicamente en lo práctico y, en ese aspecto, creo que el arranque dual es mucho mejor.

Y sin embargo me quedo con el Geeko

Aunque restauré mi disco duro original gracias a Clonezilla, apenas un rato de uso de Linux Mint 17.3 Cinnamon – pedazo de sistema, estable y sencillo – me hicieron echar de menos al entrañable camaleón. Ya dispongo de Linux Mint en el portátil, donde me permite hacer aquello para lo que uso ese ordenador, con total libertad y sin cortapisas a la instalación de Acestream. Esto no ocurre en openSUSE, pero como sistema de escritorio con su Plasma 5 pulido y la adición de los geniales iconos de Fabián, se alegra la vista. Uno está hecho a KDE, después de todo. «¡Distro hop!» y ale, cambiamos Linux Mint por openSUSE. Santas Pascuas.

 

Plasma 5 en openSUSE
Mi escritorio Plasma 5 en openSUSE Leap 42.1 con los iconos Antü

 

Como ya estoy más quemado que los palos del churrero, no voy a empezar con la retahíla de motivos por los cuales openSUSE mola mucho y Linux Mint un poco menos. O Chakra y sus limitaciones, lo mismo da. Todos tienen algo que les falta a los demás. Grandes sistemas inacabados donde falta un punto para la cuasi perfección, eso que podríamos conseguir si atendiésemos un poquito a los estándares y no existiese la imperiosa necesidad de tirar cada uno para un lado, muchas veces mirando su ombligo sin importar nada más. Yo quiero un «FrankenLinux», con el aspecto y la versatilidad del Plasma 5 de openSUSE, la buena integración con la nube de Gnome en Antergos, la popularidad y cuota de uso de Ubuntu o Linux Mint, la estabilidad de Debian, la vertiente innovadora de Fedora, la comunidad de Chakra… Nueve años después, sigo buscando sin hallar. Y lo que te rondaré, morena. Porque eso es algo que no existe. Y si existiera, sería perfecto para mí, pero no lo sería para otro.

Conclusión que saco de las dos semanas de experiencia exclusiva «opensusera»: me encanta la distro, tanto que sigo usándola. Su estabilidad y su Plasma 5 donde todo funciona bien me han ganado para la causa. En otras implementaciones del escritorio KDE, es decir, en otras distribuciones, sigo encontrando errores aquí y allá, a veces relacionados con el dichoso systemd (dichoso es un eufemismo para no afear demasiado el texto con términos soeces) y otras con el propio Plasma 5. En openSUSE todo parece ir bien, al menos por el momento. Otro gallo cantaría si tuviese que escoger un único sistema para usar exclusivamente, por narices. Tendría que ser, todavía a día de hoy, año 2016, el de Microsoft. Afortunadamente existe el arranque dual y uno puede disfrutar de lo mejor de ambos mundos a voluntad.

Salud y Geeko para todos

Después de instalar openSUSE Leap 42.1 KDE

Ayer fue un día de duro trabajo. No trabajo del de verdad, del que se hace para ganarse las habichuelas y seguir adelante en la jungla neoliberal en la que nos han metido algunos, sino aquel que los friquis de la Informática gustamos de realizar de cuando en cuando: la instalación y puesta a punto de un sistema operativo. Hay quien reinstala Windows y se maravilla con la velocidad que tiene recién colocadito en el disco duro. No sé si los «maqueros» harán algo parecido, no lo creo. Y luego estamos los «linuxeros». Anda que no nos gusta toquetear y disfrutar de las múltiples opciones que la libertad nos proporciona por la gracia de Tux.

Ando ya cantando las alabanzas de mi nuevo openSUSE Leap 42.1, rey y señor del disco duro SSD, con el que hasta el momento no ha habido problema alguno que reseñar. Cierto es que he sido extremadamente cuidadoso en la instalación y configuración, atendiendo solo a aquellos que más saben de la distribución del Geeko. Está claro que no es un sistema de instalar y punto, tiene sus cosillas, bastantes en realidad, que pueden frustrar a usuarios noveles o que no estén familiarizados con la particular metodología que se emplea en openSUSE. Yo lo tengo ya todo funcionando – soy así, un cansino que no para hasta que todo queda a su gusto – pero hoy solamente os comentaré las pinceladas básicas. Ya iremos desgranando en sucesivos artículos las piedras y bordes rugosos que me he encontrado en el camino. Poquito a poco, que se llega más lejos.

Cosas que hacer después de instalar openSUSE Leap 42.1

Como el tiempo es oro y no es plan de repetir lo que ya está escrito y documentado en la red, este apartado tan importante se puede resumir en un enlace:

Tutorial de Diversidad y un poco de todo sobre openSUSE Leap 42.1

Escrito por Benjamín García, se trata de un compendio de tareas a realizar, explicadas con claridad meridiana y paso a paso, de modo que es imposible equivocarse. Lo he seguido en dos ocasiones y en ambas todo ha quedado listo y sin líos de dependencias, algo que era común en mis anteriores experiencias con openSUSE. Me levanto y aplaudo a Benjamín por su tremendo trabajo. La única parte del tutorial – opcional, por cierto – que no he querido seguir es la adición de los repositorios de KDE para tener las últimas versiones de Plasma 5. Y no lo hago por dos motivos: el primero, el Plasma que viene de serie con Leap, versión 5.4.2, si bien no es el más actualizado sí que lo encuentro lo suficientemente parcheado como para que sus pequeños errores – muy pocos y que no provocan que Plasma haga «crash», como en otras distribuciones – me molesten en demasía. El segundo motivo, uno de peso, es que cuando intenté hacerlo en una ocasión anterior no fui capaz de resolver los líos de dependencias que se originaban. Y no, no tengo ganas de pelearme con el sistema por subir una versión los paquetes del entorno de escritorio. Ya no.

Lo dicho, sigan ustedes el tutorial de Benjamín y todo saldrá bien. Palabra.

 

Escritorio KDE openSUSE
El primer paso hasta un bonito y funcional sistema es el tutorial de Diversidad y un poco de todo

 

Mejorar las tipografías de openSUSE Leap 42.1

Qué pesado el tío este de la sombra con las tipografías… lo sé. Soy muy sibarita con esa cuestión. Me encantan los suavizados redondeados y el buen acabado que se disfruta en Ubuntu, Linux Mint o Chakra. Y en openSUSE, tras retocar un par de cosas, también, por supuesto.

No he encontrado un tutorial en el que se deje claro lo que hay que hacer, imagino que este asunto, al ser tan subjetivo, provoca una gran variabilidad en las formas de afrontarlo y en la comparación de resultados finales. Hablando en plata, que habrá quien termine con unas tipografías peores, en su opinión, que las que trae la distribución de inicio. A mí nunca se me ha dado el caso y la mejora es significativa cada vez que lo he intentado.

Si buscáis el paquete «fontconfig» en la web de software de openSUSE y pulsáis en «Show unstable packages» vais a encontrar varias versiones del mismo. En mi instalación ha funcionado la primera que probé, la del repositorio «nick31», que asegura incorporar los parches del famoso usuario Bohoomil de Arch Linux. Una vez se instala con el «1-click-install», aseguraos de continuar suscritos al repositorio. Luego vais a Yast, al módulo de instalar software. Allí escogéis la pestaña «Repositorios», os colocáis en el de nick31 y pulsáis la opción «Cambiar paquetes de sistema a versiones de este repositorio». Fácil y práctico.

 

Infinality openSUSE
Hemos de asegurarnos de que cambiamos los paquetes de proveedor o no notaremos mejoría

 

A continuación abrimos las preferencias del sistema de KDE y pulsamos en «Tipo de letra». Allí podéis escoger la tipografía que prefiráis, en mi caso he optado por Droid Sans. Si no están instaladas, como las fuentes de Ubuntu, por ejemplo, las encontraréis en la web de software de openSUSE. Suelo habilitar el suavizado de bordes, con una representación de subpíxeles RGB y un «hinting» suave. Es lo que mejor me funciona a mí, vosotros deberéis experimentar si el resultado no os convence, pues depende mucho de la tarjeta gráfica, el controlador (libre o propietario) y el monitor que tengáis.

Si optáis por cambiar la fuente predeterminada, conviene no olvidar abrir el módulo «Estilo de las aplicaciones» y cambiar también el tipo de letra a emplear en los programas que hacen uso de las librerías GTK, todo sea en pos de la uniformidad en el aspecto del sistema. Lo mismo sucede con las aplicaciones escritas en Qt4, es decir, que aún no han sido portadas a Qt5. Para este problema, openSUSE incorpora una entrada en el menú «Utilidades», denominada «Ajustes de Qt4», desde donde podremos seleccionar también el aspecto y el tipo de letra de estos programas.

Falta un paso más. Si no lo hacemos, cada vez que se abra alguna aplicación como superusuario no se aplicará nada de lo realizado en el párrafo anterior. De modo que pulsamos «Alt + F2» para ejecutar Krunner y escribimos la orden:

 

kdesu systemsettings5

 

Tras introducir la contraseña, estaremos cambiando las preferencias del sistema en modo «root». Volvemos a repetir los pasos anteriores, esta vez para el superusuario. Ahora sí, todo correcto.

Instalar los iconos Antü en openSUSE Leap 42.1

Desde que conocí el trabajo de Fabián Alexis Inostroza para KDE no uso otra cosa. Tengo predilección por los temas claros, de ahí que no suela instalar la suite Antü completa, pero los iconos me parecen una auténtica maravilla. No están empaquetados para openSUSE, que yo sepa, pero su instalación no es para nada compleja. Desde la página de KDE-Look se puede descargar el pack. Basta copiar (como superusuario) a la ubicación predeterminada de los iconos para Plasma, que no es otra que «/usr/share/icons», la carpeta Icons que está dentro de Antu-Master. Lo podemos hacer con Dolphin, si queremos, igual que antes, pulsando «Alt + F2» e introduciendo:

 

kdesu dolphin

 

Luego es cuestión de hacer un «copia y pega», simplemente. Luego volvemos a las «Preferencias del sistema», módulo «Iconos» y ahí los tendremos. Al igual que en el caso anterior de las tipografías, hay que tocar el módulo del aspecto GTK para que todo cuadre y repetir los pasos (salvo la copia a «/usr/share/icons») como superusuario si queremos una apariencia homogénea en nuestro sistema.

 

Iconos Antü openSUSE
Detalle de iconos Antü en la barra de tareas de mi openSUSE

 

Por si no lo sabíais, el autor de esta suite sufrió un robo hace cosa de un mes que lo dejó sin equipos con los que seguir su trabajo. Buena oportunidad, si disfrutáis de su creación, de echarle una mano en el apartado «Donaciones» de su web.

Configurando las preferencias del sistema en openSUSE Leap 42.1

Para terminar estos primeros esbozos de personalización y adecuación del sistema a mis gustos personales, suelo abrir el poderoso «Preferencias del sistema» de KDE para cambiar aquello que no me gusta. No toco todo, pero casi. Os lo cuento punto por punto:

Tema del espacio de trabajo. En el caso particular de openSUSE, me gusta como queda el tema por defecto, por lo que no cambio nada aquí.

Iconos. Ya lo hemos visto antes: Antü es mi preferido para KDE.

Tipo de letra. Ídem de lo mismo, lo he explicado más arriba.

Estilo de las aplicaciones. Conviene revisar el módulo de aplicaciones GTK y adecuar el tema de iconos y la tipografía al resto del sistema. Si no nos gusta el aspecto de las ventanas por defecto aquí podremos ponerle remedio.

Comportamiento del escritorio. Suelo añadir, en «Bordes de pantalla», la esquina inferior derecha para mostrar el escritorio. Utilizo la superior izquierda para el efecto «Exposé», que viene habilitado de inicio. También desactivo el bloqueo de pantalla, pues no me gusta y no lo uso.

Accesos rápidos. Habilito normalmente un atajo común a Ubuntu y derivadas al que estoy habituado: CTRL + ALT + T para abrir una terminal. La fuerza de la costumbre es poderosa, joven padawan.

Arranque y apagado. Me gusta marcar «Comenzar con una sesión vacía» en el apartado «Sesión de escritorio».

Preferencias regionales. Por alguna razón nunca aparece el español seleccionado en idiomas preferidos, algo que se puede solucionar en esta sección.

Pantalla y monitor. Importante para los jugones: en el módulo «Compositor» marcar la casilla «Suspender el compositor en las ventanas a pantalla completa» para ganar rendimiento y unos cuantos valiosos «FPS».

KDE Connect. A pesar de que veamos el apartado para esta genial aplicación, el paquete que la aporta no viene instalado por defecto. Está en los repositorios oficiales y recomiendo su inclusión antes de configurar nada. Tampoco tiene sentido activar el plasmoide de barra de tareas, pues si lo hacemos estaremos duplicando la entrada de la aplicación, que queda minimizada sin que necesitemos añadir nada más. Además, el plasmoide no funciona correctamente.

 

Preferencias del sistema openSUSE
La pantalla de preferencias del sistema de openSUSE KDE

 

Pues esto es todo lo que hago nada más instalar openSUSE Leap 42.1 KDE. Os emplazo a próximas entradas para ir añadiendo importantes funcionalidades al escritorio con el noble objetivo final de conseguir un sistema capaz de cubrir todas nuestras necesidades informáticas. Que no es moco de pavo, ojo. Y con software libre, avalado por la excelente comunidad y equipo de desarrolladores que respaldan a esta distribución.

Salud y Geeko para todos

openSUSE como único sistema: ¿es posible?

Así, tal cual, sin anestesia ni nada me lanzaba su pregunta un lector la semana pasada a través del correo electrónico de contacto del blog. Inquietante, Iker, que diría aquel. Reconozco que mi reacción inicial fue de rechazo: no voy. Tranquilamente instalado en la dualidad, a veces trinidad, de emplear Linux Mint para el día a día, Windows para jugar y Chakra cuando me ataca el gusanillo empaquetador y traductor, no tiene sentido mirar más allá. Lo que funciona bien no se ha de tocar. Palabra de ley en GNU/Linux. Peeeero…

Quizás fue el exceso de cerveza en una celebración el pasado fin de semana, qué se yo. O la enésima final que mi equipo va a disputar en breve. El caso es que me hallé inundado por el optimismo y la imperiosa necesidad de responder afirmativamente a la pregunta del lector. Claro que se puede, por mis castas que lo voy a demostrar. Cuando se produce ese singular «clic» en mi cabeza ya no hay vuelta atrás, lo sé muy bien porque me conozco desde hace casi cuatro décadas.

Rememorando mis experiencias con openSUSE me di cuenta de que la última vez que la tuve instalada no la quité. Se produjo un error de lectura y escritura en disco que acabó desembocando en la adquisición de mi primer SSD. No consigo recordar qué me llevó a Linux Mint en detrimento del Geeko o la propia Ubuntu, la cuestión es que no hubo espacio para openSUSE en ese disco. Supongo que fue cosa de la inmadurez de Plasma 5 y los novedosos cambios que introdujo el salto a Leap, valga la redundancia. Con la versión anterior, 13.2, llegué a estar más que satisfecho, como atestigua el artículo final de la serie «el verano del camaleón», que dediqué a conocer mejor esta venerable distribución GNU/Linux.

 

Mi centrocampista todoterreno marcando el gol de la victoria
Una instantánea del pasado verano: jugando a Football Manager en openSUSE 13.2

 

Volviendo a la preguntita de marras, es de suponer, y así se lo hice saber al lector, que la respuesta depende de aquello que queramos hacer con el equipo. De modo que, antes de acometer la machada conviene clarificar este tema. Desde el punto de vista del usuario exclusivo de GNU/Linux, la decisión no debe tener mucha miga. Hoy en día la mayoría de distribuciones cubren todas las necesidades, con diferencias más o menos notables en cuanto al camino utilizado para hacerlo. Pero, ¿qué pasa con aquellos que jugamos en el PC? ¿Se puede considerar a openSUSE una alternativa seria en este sentido?

Teniendo en cuenta que debo instalar los controladores propietarios de NVIDIA, no parece buena idea optar por la edición «rolling» de la distro, la ya famosa «Tumbleweed» que probé en cierta ocasión. Leap 42.1, que ya tiene varios meses de recorrido, me parece la mejor elección. Y en cuanto a escritorio, bueno, a estas alturas no descubro nada nuevo cuando elijo KDE. Creo recordar además un intento de instalación con Gnome en el cual fui incapaz de levantar la red inalámbrica después de horas lidiando con el tema. Mejor me quedo en lo conocido que bastante arriesgada es ya la aventura por sí sola.

La lista de tareas que pretendo poder acometer con la ayuda de openSUSE la conformarían, más o menos, los siguientes puntos:

Cotidianas: navegar, escuchar música, descargar fotos, escribir en el blog…

Ofimática: solo uso LibreOffice, y de higos a brevas, así que poco problema veo aquí.

Deportes online: esto sí puede ser un reto, considerando que Acestream no está empaquetado para openSUSE. Veremos qué tal.

Juegos: pretendo usar también los exclusivos de Windows, mediante PlayOnLinux.

Uso del hardware: han de funcionar las dos impresoras, el escáner, los auriculares Bluetooth, la webcam y la conexión con el Moto X, vía KDE Connect.

 

¿Os creíais que era un farol? Clonezilla salvaguardando mi disco SSD

Armado con la potente Clonezilla – ya estoy cansado de reinstalar Windows – he realizado una copia del estado actual de mi SSD Samsung, con el fin de poder regresar fácilmente a aquello que actualmente me funciona. Claro, pensaréis con razón que cuando hago esto es que no estoy muy seguro de que el experimento resulte bien. Tenga o no un final feliz, pienso disfrutar y divertirme por el camino, además de ir dejando constancia por aquí del proceso. Ya sabéis que a veces me canso de probar distribuciones y decido dedicarme a otros menesteres. A ver cómo va la cosa, hagan ustedes sus apuestas. Cualquiera diría que hay preguntas de los lectores que las carga el diablo… del «distro hopping».

Salud y Geeko para todos