Arch Linux y el silencio

Para los que vivimos en el valle del Guadalquivir, sur de España, el pasar de la primavera al verano no solo representa un cambio de estación. Supone dar la bienvenida, a regañadientes siempre, a un calor asfixiante que no te deja respirar, pensar ni salir a la calle a según qué horas de la jornada. En especial se sufre mucho durante los primeros días de canícula, cuando el cuerpo no está todavía adaptado del todo. Si es que es posible imaginar que un ser humano se pueda acostumbrar a vivir a más de cuarenta grados día sí, día también. Este año, en el que he logrado mantener la promesa que me hice a mí mismo de convertirme en corredor popular, por una cuestión de salud y actividad física, la aparición del calor me obliga también a cambiar los hábitos de entrenamiento, porque a ver quién es el guapo que se pone a correr a las siete de la tarde por el parque.

No, no voy a cambiar un blog linuxero por otro de Meteorología. Lo que pasa es que mi casa, último piso en un bloque de cuatro alturas, recibe el solano en sus paredes y techos durante todo el día, convirtiéndose en un horno muy difícil de soportar. El ordenador también lo sufre y lo demuestra, con el ventilador funcionando a tope durante mucho tiempo. En Windows, mejor ni os lo cuento, pero ya os podéis hacer una idea: se dispara y hace un ruido ensordecedor todo el rato, ya que el sistema de Microsoft se pasa las horas muertas haciendo desfragmentaciones y otras prácticas que prefiero no conocer (serán indexaciones… o no) con el ventilador girando a toda velocidad. Lo mismo me da, puesto que solo entro en ese sistema de higos a brevas cuando me apetece jugar a algo.

¿Y qué pasa con GNU/Linux? Últimamente venía usando openSUSE Leap 42.1 y antes que éste llevaba ya unos meses fijo en Linux Mint 17.3 Cinnamon. Ambos son grandes sistemas, hecho irrefutable al que contribuye una gran cantidad de servicios preinstalados y que corren de inicio. Para entendernos: un pelín inflados de contenido para garantizar su funcionamiento en el mayor número de equipos posible. El ventilador, sin llegar ni de lejos a las cotas de ruido y actividad de Windows 10, también se movía a veces más de lo deseable.

De modo que decidí buscarme una distribución para el verano. Una liviana. Tenía que ser con Plasma 5, porque tengo visto y comprobado que con el resto de escritorios siempre echo algo a faltar. Cinnamon, al menos el que entrega Linux Mint, es lo más parecido a una buena experiencia de uso para mí, pero KDE sigue ganando. Chakra ya la tenía instalada en el disco externo y tampoco estaba del todo satisfecho como para pasarla al SSD. Y entonces me acordé de Arch Linux.

Más de tres años después, de vuelta a Arch

Mi última pelea de enamorados con Arch fue a cuenta de la dichosa tarjeta gráfica integrada en mi APU AMD A8. Me llovieron críticas en Taringa, por cierto, pues interpretaron el artículo como un ataque a la distribución, cuando en realidad era un lamento por mi incapacidad para mantenerla. Lo comentó precisamente un «archer», Eugenio M. Vigo, en «3 maneras de instalar Arch«: es más difícil el trabajo de conservación de la distro que la propia tarea de configurarla al inicio. Sea como fuere, la APU queda ya fuera de la ecuación, gracias a la NVIDIA donada por Yoyo el pasado mes de noviembre.

Me planteé usar alguno de los métodos mencionados en mi artículo sobre la instalación de Arch, con preferencia por Antergos, pero al final decidí que merecía la pena echar unas horas y hacerlo a pelo. Yo es que soy un friki informático que disfruta con estas cosas, lo admito. En unos ratillos durante una única jornada tenía Arch a pleno rendimiento con KDE Plasma 5. Y pasados los primeros minutos en los que Baloo se pone a indexar, el ventilador está más calladito que nunca… qué alivio.

Al poco tiempo de empezar este blog, que por cierto en sus inicios tenía un nombre totalmente distinto (aplauso para el que lo encuentre en la captura de mi KDE de 2011), dediqué un primer artículo a mi devoción absoluta por Arch Linux. El paso de los meses y años me fue haciendo más cómodo y menos deseoso de leer manuales o wikis, de ahí que empezara a mirar hacia otras distribuciones más sencillas de utilizar y mantener. De vez en cuando me invadía la nostalgia y hacía una instalación en alguna partición olvidada, por los viejos tiempos. La maldición del «archer», que no me termina de abandonar nunca: «Archer una vez, archer para siempre».

 

Arch Linux KDE 2011
Mi primer Arch Linux con KDE data del año 2011

 

Así que ya sabéis, como aquel antiguo anuncio de aire acondicionado, Arch Linux es el silencio para tu ventilador. Y no te digo nada si encima eres fan de Openbox, eso ya debe ser gloria bendita. A mí, acérrimo entusiasta de KDE, me ha funcionado para bajar un poco el calor espantoso de mi habitación de trabajo y diversión, a la par que vuelvo a sentirme a gusto con la que fue mi distribución preferida desde que la descubrí. Que nadie se piense que openSUSE o Linux Mint convierten tu equipo en un tostador, que tampoco es eso. Sospecho, por unos problemillas a la hora de copiar archivos grandes a una unidad externa, que algo no estaba del todo bien configurado en mi instalación de la distro del Geeko. En cualquier caso, noto el KDE de Arch más ligero en general.

 

Arch Linux KDE Plasma 2016
Arch Linux con Plasma 5 en la actualidad

 

Si el verano pasado fue el del camaleón, este ha de ser el del arquero. Sí, ya sé lo que estáis pensando. Y lleváis razón. Más pronto que tarde, algo se romperá y me iré corriendo a Linux Mint Sarah o a Chakra, según sople el viento. Ya lo digo yo, que me conozco bien… De momento, calma chicha.

Salud

Advertencia: este relato está basado en hechos reales en el equipo del autor. Cualquier parecido con la realidad en otros equipos es pura coincidencia. Vamos que, a lo mejor, a ti te va Ubuntu más ligera que Arch. Aunque lo dudo.

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