Volver a disfrutar

Dentro de algo más de una semana, este blog cumplirá cinco años en la red. Que el tiempo pasa y todo cambia es una de las pocas verdades universales de nuestra realidad y pretender negarlo es absurdo. Este espacio nació como un blog personal, sin más pretensiones que las de compartir con otras personas mis gustos, aficiones o pensamientos, pero la temática se fue centrando paulatinamente en GNU/Linux, de ahí que, con contadas excepciones, la gran mayoría de los artículos publicados versen sobre el sistema del pingüino y el software libre. No obstante, nunca se alejó del todo de ser aquello que ideé en un principio, una bitácora de contar historias, algo que sucedió porque yo mismo me resistía a que perdiera su esencia.

Con el inexorable paso de los meses, esa característica a la que me refería ha ido engullendo al blog, lo que algún bloguero vino en llamar «amateurismo» – una palabra muy de moda entre los que profesamos la fe balompédica palangana, por cierto. Mezcolanza de opiniones políticas, artículos de apoyo a ciertas distribuciones, contadas colaboraciones de redactores invitados, desahogos y reflexiones como la que estáis leyendo ahora… todo ello rematado con un nombre que contribuye en buena medida a crear confusión sobre la temática del sitio. Esto es tan cierto como que en no pocas oportunidades he visto publicados aquí anuncios de Adsense relativos a helicópteros. Algo que tiene su lógica, obviamente.

En todo este lapso de tiempo he hecho un par de amagos de abandonar y cientos de veces he renunciado en mi cabeza. ¿Sabéis lo que siempre me saca de esas ideas? Releer lo escrito en mis etapas más animosas, cuando yo mismo percibo en los textos ilusión y ganas de probar distribuciones, alegría ante los buenos resultados y optimismo cuando los fallos son tan groseros que no se pueden pasar por alto. Y, por supuesto, lo principal: el contacto cercano con los lectores, el intercambio sosegado de opiniones, que es con diferencia la parte que más disfruto de esta tarea de mantener un blog. Disfrutar, ésa es la palabra clave aquí.

Mi intento de aglutinar a los principales blogueros que tratan sobre software libre en un único espacio no tuvo muy buena acogida que digamos. En el fondo – y en la superficie también, qué diantres – sabía que no iba a funcionar, que «cada uno es cada uno» y que tampoco la centralización tiene que ser buena por definición. Nada de malo hay en escribir cada mochuelo en su olivo, aquellos que desean encontrar todo en un mismo espacio ya cuentan con la genial iniciativa de Jesús Camacho en Planet Libre. Y luego está Lignux, donde se puede contribuir de diversas formas. Todo lo que no fuese una revolución, del estilo de juntar a blogueros de mucho peso, sería reinventar la rueda. No hay ganas, de veras que no.

Cogiendo todas estas reflexiones y mezclándolas en mi cabeza, aderezando con el tiempo libre y la tranquilidad de mi retiro vacacional ya concluido, sale esto: quiero comenzar un nuevo proyecto. Uno que seguirá siendo colaborativo, porque el software libre va de éso precisamente, de compartir y ayudar. Donde escribir por disfrute, por el placer de juntar letras y que alguien las lea, comente e inicie un interesante debate, en lugar de mirar por las limosnas de Google Adsense. En el que prime la calidad de los textos sobre la popularidad de los temas a tratar. Y revisar distribuciones, por supuesto, que hace ya tiempo que no me pongo a ello. Este espacio actual está, para colmo, mal optimizado desde su traslado a WordPress desde Blogger, de manera que hace aguas por muchos sitios. El ingente trabajo de chapa y pintura que precisa no me llama en absoluto.

A efectos de SEO, posicionamiento y demás zarandajas, esto es un auténtico suicidio virtual. Por eso me gusta tanto la idea. No tener tanta presión por mantener lo conseguido es lo que necesito en este momento. «Lo conseguido». ¿Y eso qué será? Ya os digo yo que no es dinero, prestigio o miles de seguidores. La búsqueda de todo eso a mí – lo recalco – solamente me trae sinsabores, me aleja de la diversión de los inicios. Mata la razón de ser que dio origen a todo esto. Me gusta GNU/Linux, me gusta escribir y me gusta la correspondencia con los lectores. Fuera de estas tres cosas, me sobra el resto.

La sombra del helicóptero va a seguir «online», creo que es lo que debe suceder, pues todavía alberga tutoriales y revisiones que pueden ser de alguna utilidad, amén de servir para enlazar al nuevo sitio y no perder contacto con demasiados lectores, que es de lo que se trata. Al SEO, que le den.

Salud

PD1: la imagen de cabecera aparece por cortesía de Shutterstock.

PD2: la idea es que en el nuevo proyecto solamente se trate sobre GNU/Linux y software libre. No tendrá cabida un artículo como este.

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Mi escritorio no virtual

Recojo el testigo que hace unos días me lanzaba Don Víctor a través de GNU Social para continuar una cadena que él mismo comenzara con la publicación en su blog de un artículo dedicado al espacio en que cada cual se ocupa en crear contenido. Toma ya, ni una coma en casi tres líneas de texto, he debido batir mi récord personal. El caso es que Víctor nominó a David, de ochobitshacenunbyte, y éste a su vez hizo lo propio con Tannhausser, que en su escritorio también ha visto cosas que no creeríais, lo que le obligaba a declinar la invitación por el momento. Todo se andará.

Un servidor, al igual que contaba David, tiene un rinconcito en la casa que poco tiene de extraordinario. Escondido en un cuarto que llamamos «el del ordenador», junto a un armario ropero, la bici de mi hijo y una cesta con más de diez balones de fútbol, no sea que un día no se pueda jugar por falta de uno… Hay que ser precavidos.

 

Cesta de balones
¿Echamos un partidito? Por balones que no quede

 

El plano general os enseña lo que hoy en día ya es «rara avis»: un monitor cuadrado. Sí, algunos carrozas informáticos todavía gastamos de eso. Sustentado por el altavoz central de la terna que constituye mi equipo de sonido por aquello de tener el monitor a la altura de los ojos. Un pequeño espacio en el que se amontonan mis dos pendrives (un Toshiba de 8 Gb y un Kingston de 16) y unos auriculares Bluetooth Sony que me regaló mi padre cuando pulsó dos veces el botoncito de pagar en Amazon, por error. También esta mi disco duro externo de 500 Mb Gb, poca cosa para lo que se suele tener hoy, el cual empleo para copias de seguridad y alguna que otra prueba de distribuciones. Ahora mismo, solo tiene instalada openSUSE Leap 42.1 con KDE.

 

Mi escritorio
En este rincón escribo mis paridas… digo, mis artículos

 

Junto a mi cada vez más inútil portalápices, completa el cuadro un «powerbank» que le regalaron a mi mujer y ninguno de los dos ha utilizado nunca. No uso tanto el móvil como para necesitar una cosa de éstas. De entre lo que adorna la pared, hay un cuadro abstracto de mi hermano, una foto de mi mujer de cuando éramos novios (veinte años no son nada) y una corbata que me fabricó mi hijo por el día del padre en clase de Inglés, con el tan clásico americanismo «#1 Dad».

 

Rincón pendrives
Cuantos cacharros llega uno a acumular. Por ahí asoma un escudo del SFC

 

La parte de abajo de la mesa está un poco desastrosa. Almaceno ahí mi caja de herramientas, el escáner y una segunda impresora, de inyección a color, que heredé de mi padre cuando se compró una nueva para el «revelado» de sus fotos. La guardamos por si mi hijo necesita imprimir algo a color para el colegio, porque yo me apaño de sobra con la HP Laserjet monocromo. Cajas variadas (del router, de la tarjeta que me regaló Yoyo, del SSD…), cuatro joysticks que tampoco uso nunca y algunos discos (CDs y DVDs) que no sé ni qué contienen. Distribuciones antiguas, la mayoría de cuando comencé con el blog y no tenía pendrives para grabar las isos.

 

Parte de abajo escritorio
Los bajos del escritorio vienen que ni pintados para seguir acumulando cosas

 

¿Echáis en falta algo? Yo también. No hay ninguna referencia a GNU/Linux, a ninguna distribución, a la FSF… lo sé, no parece el típico escritorio de un friki linuxero. En alguna que otra ocasión me he sentido tentado de comprar algo de material en Unixstickers, pero entonces, la duda me corroía: ¿de qué distro? Si no paro de cambiarla… Al hilo de esto, tengo que contaros que, una vez descubrí cuál era el problema con Linux Mint 17.3, regresé gustoso a ella tras un fallido intento con la nueva versión, donde los controladores que compilé para el adaptador WiFi no iban bien. La he instalado en solitario en el SSD. Huelga decir que funciona tan bien como antes del desaguisado que monté con los puertos USB. Ay, qué peligro tiene un linuxero con tiempo libre…

 

Linux Mint Rosa
Linux Mint Rosa ha vuelto a mi disco SSD para adueñarse de él

 

¡Casi se me olvida! El protagonista principal que da nombre al cuarto: el ordenador. Está colocado en un lateral, sirviendo de soporte a un altavoz y a la lámpara de escritorio. Os lo muestro aquí:

 

Ordenador
Ya cerraba el texto sin haberos enseñado el equipo. Nada del otro mundo.

 

Bueno, por hoy ya os he aburrido suficiente. Mi nominación, por continuar con la cadena como Víctor me pidió, va para el señor Yoyo Fernández, de Salmorejo Geek. Su turno, amigo.

Actualización a día 6 de Septiembre: Yoyo declina la invitación, por razones de falta de espacio. Paso a nominar a Liher Sánchez, de El blog de Liher.

Salud