Reflexiones sobre el escritorio

A pesar de que este año 2012 que se acaba ha sido, en términos generales, fructífero para Linux en lo que se refiere al aumento de usuarios y otros pequeños logros (se me viene a la mente Steam, principalmente) también se han multiplicado las dudas. Me refiero a la, para muchos, traumática desaparición de un entorno de escritorio bien conocido y apreciado, como era Gnome 2, y la consiguiente búsqueda de algo parecido o mejor. Este es un camino que, como yo, han emprendido muchos usuarios de Linux, algunos de los cuales ni siquiera eran conscientes de lo que podía significar un cambio tan radical en el escritorio más utilizado.

Imagen de Genbeta

Cuando la nueva versión del escritorio de la huella está alcanzando su madurez me parece que es una buena ocasión para hacer una revisión sobre el momento en que se encuentran las diferentes alternativas que tienen los usuarios. El haber probado y saltado entre tanta distribución me ha hecho conocedor, en algunos casos con más profundidad que en otros, de todos los entornos de escritorio y algún que otro gestor de ventanas. Voy a dar hoy mi opinión sobre los mismos, no con ánimo de crear una de esas encendidas luchas que no hacen sino dividir más a los linuxeros, sino más bien para servir un poco de guía a esos usuarios que se han iniciado hace poco con este sistema operativo y están un poco perdidos al respecto.

¿Qué es un entorno de escritorio?
El concepto de entorno de escritorio, cuando se viene de Windows, es muy sencillo: ese sitio con un fondo de pantalla, donde coloco los iconos de mis aplicaciones favoritas, veo la hora y la fecha y consta de una barra de tareas en la parte inferior de la pantalla. Si bien todas esas cosas son configurables en Windows, poca gente lo sabe y menos aún da el paso de personalizar el entorno a su gusto. Windows, simplemente, se acepta tal y como es, a excepción quizás del wallpaper, que es lo que todo el mundo tiende a cambiar.

Estando todo tan claro en Windows, el usuario llega a Linux y la cosa es muy distinta. Depende, por supuesto, de la distribución de entrada que se haya escogido, pero a poco que se ahonda en los conocimientos se encuentra uno con un galimatías de palabras como entorno, gestor de ventanas, gtk, qt… Sin entrar demasiado a fondo en el tema, se podría decir que el entorno de escritorio es la interfaz gráfica que nos hace más fácil interactuar con el ordenador.

Cada entorno se compone de sus propias aplicaciones, iconos, gestores de ventanas, barras de tareas, widgets, etc. Muchas de estas cosas son intercambiables entre entornos, con lo que las posibilidades de configuración son enormes, pero en el artículo nos vamos a ceñir al conjunto predeterminado de cada uno de ellos.

Gnome, del uso masivo al rechazo
Vamos a empezar con el que siempre fue mi favorito: Gnome. Este entorno, creado por Miguel de Icaza y Federico Mena en el verano de 1997, nació como alternativa a otro ya existente, KDE, que empleaba unas librerías de software propietario por aquel entonces (Qt, de Nokia). Rápidamente se hizo muy popular y fue mejorando versión a versión, hasta alcanzar la plena madurez con la serie 2.20, lanzada en Septiembre de 2007. Gnome era ya entonces un escritorio muy eficaz y sencillo a la vez, no exento de opciones de configuración, todo ello apreciado por la mayoría de usuarios, lo que lo acabó convirtiendo en entorno predeterminado para las distribuciones más populares, caso de Ubuntu, Fedora y Debian.

Y justo cuando se encontraba en la cresta de la ola, los desarrolladores decidieron que era el momento de adecuarse a las nuevas tecnologías y cambiaron completamente el paradigma para la versión 3 de su escritorio. Gnome pasó a ser un entorno centrado en las aplicaciones para dejar de lado el resto de aspectos, en especial la configuración personalizada, con lo que ofrecía un «look» espartano y la necesidad de recurrir a extensiones para poder parecerse un poco a lo que era antes. Muchos, muchísimos usuarios huyeron despavoridos, algunas distribuciones crearon sus propios entornos (Unity en Ubuntu, Cinnamon en Linux Mint) y hasta Debian se planteó dejar de incluirlo como opción predeterminada.

Gnome en Fedora

En mi opinión todos los cambios conllevan un esfuerzo de adaptación, esto es incuestionable. Gnome 3 no es mal entorno, pero aún le faltan algunos retoques para mi gusto. Algunas opciones de configuración más, como permitir el cambio en el aspecto de la barra de tareas y conseguir que las actualizaciones no rompan la compatibilidad de las extensiones sería primordial. Lo he probado en Debian y Arch Linux y, si bien he llegado a acostumbrarme a la nueva forma de trabajar, sin minimizar ventanas, algunos problemas de estabilidad con mi gráfica hicieron que, por el momento, lo dejase a un lado. Pero he de reconocer que está progresando. Y si escucharan un poco más a los usuarios, probablemente progresarían más.

Gnome 2 en Zorin

KDE, la opción más completa
Quizás el entorno tradicional más antiguo aún en uso, KDE es la contrapartida actual a Gnome, con quien desde el «albor de los tiempos» linuxeros mantiene una batalla por la supremacía. De origen alemán, Matthias Ettrich comienza su desarrollo en el otoño de 1996. Probablemente por su atadura a las librerías qt, que durante mucho tiempo tuvieron partes que no cumplían con los estándares de la FSF, KDE no alcanzó la popularidad de Gnome en cuanto a ser incluido como predeterminado en las distros punteras. Igualmente, el cambio del estable y conocido KDE 3.10 a KDE 4 resultó, como ahora con Gnome, en una sarta de críticas y desbandada de usuarios.

El motivo, sin embargo, no era la poca usabilidad o productividad del entonces nuevo entorno, más bien la gran cantidad de errores («¿quién no ha recibido un plasma crashes signal 11?») que provocaba. Con el paso de las versiones la cosa fue mejorando hasta el punto en que se encuentra ahora, con la 4.9. lanzada el pasado mes de agosto. KDE, más que un entorno de escritorio, es una colección de software completa que proporciona una experiencia muy parecida en cada una de sus aplicaciones y que, además, es multiplataforma al proporcionar versiones para Linux, FreeBSD, Solaris, Windows y Mac.

Con distribuciones en las que es protagonista absoluto (Chakra) y otras en las que, por el buen trabajo de integración, se nota que es el preferido (openSUSE o Mageia) KDE ofrece en estos momentos el conjunto de aplicaciones-escritorio que me parece más completo y con un aspecto que se asemeja en parte al del sistema de Microsoft (una de las cosas que, no entiendo el motivo, siempre se le ha achacado en forma de crítica a este entorno). De igual forma es, por mucho, el más configurable de los escritorios. Lástima que algunos, como el que escribe estas líneas, cayeramos en su día enamorados de Gnome y sus sencillas aplicaciones…

KDE en Arch Linux

XFCE, el hermano pequeño se hizo mayor
El entorno de escritorio libre de colesterol, significado del acrónimo XFCE en inglés, siempre se tuvo por un sistema ligero, indicado para ordenadores más antiguos. Nació en 1996 de la mente y el teclado de Olivier Fourdan, pero no fue hasta 1999 cuando lo reescribió por entero y lo basó en gtk, las mismas librerías en que se basaba Gnome.

Contando con un equipo de desarrollo más limitado que Gnome o KDE, XFCE ha evolucionado, pero lo ha hecho bastante más despacio. En la actualidad va por la versión 4.10, justamente desde la que escribo, y ha ejercido de nuevo hogar para muchos refugiados de Gnome 3. Con las nuevas funciones que ha ido implementando con los años, en especial las que implican a su gestor de archivos Thunar, se ha convertido en un escritorio maduro, quizás no ya tan liviano, pero que ofrece un equilibrio entre consumo y prestaciones muy interesante.

XFCE en Arch Linux

Unity, o cómo tirar por la calle de en medio
Algo que ocurre con mucha frecuencia en Linux: cualquier cosa no nos gusta, o nos gustaba antes y ahora no, pues ya tenemos la coartada perfecta para cambiarla… o crear una nueva. Es lo que Canonical debió pensar cuando intuyeron que Gnome 3 no iba a ser lo que se esperaba, la evolución natural de Gnome 2, sino algo completamente diferente. Y como no les gustó, supongo, decidieron crear su propia interfaz, orientada al uso en distintas plataformas: Unity.

En mi opinión, Unity no es tan diferente de Gnome 3, se aferra a un modelo parecido con algunas modificaciones, siendo la más notable la barra lateral. Y, como señalaba del escritorio de la huella, uno se llega a acostumbrar a trabajar en Unity y a precisar aplicaciones de terceros para configurarlo. El problema que se me presenta es el mismo: la inestabilidad. Mis pruebas de Unity casi siempre arrojaron errores y cuelgues por todas partes, excepción hecha de la versión LTS, Ubuntu Precise, donde el entorno se comportó con más estabilidad y mejor desempeño.

Reconozco, más allá de filias y fobias, que Unity está mejorando y su uso en estos momentos no enerva tanto como en las primeras versiones. La integración de la barra lateral, el HUD y la barra superior es una opción interesante. Aun así, tema Amazon aparte, Unity no es en absoluto mi entorno preferido.

Unity en Ubuntu 12.04

LXDE, el entorno más liviano
Si pusiéramos el límite entre lo que sería usar únicamente un gestor de ventanas y un entorno completo de escritorio, LXDE sería la frontera. De origen taiwanés, escrito en C y usando librerías gtk, se trata de la mejor opción para equipos muy modestos, ocupando el lugar que en su momento ostentaba XFCE. Lo he usado poco y he sacado dos conclusiones: es, en efecto, muy rápido y ligero. Y se me queda corto, sobre todo en cuanto al aspecto, si bien se puede configurar con herramientas como la popular LXAppearance.

LXDE en Peppermint Os 3


E17, la beta interminable
Enlightenment lleva tanto tiempo desarrollando su versión 17 que todo el mundo lo conoce por ese nombre, E17. Desde diciembre de 2000 (12 añitos, nada menos) se encuentra en estado beta el entorno de escritorio basado en las librerías EFL. Sin embargo, todo tiene un principio y un final, y mañana mismo, si los Mayas estaban equivocados, verá la luz la versión definitiva que han tenido a bien en llamar Omega.

Se trata de un gestor de ventanas que ha evolucionado a entorno completo, muy liviano y a la vez muy bonito, diferente. Su configuración es un reto, pues no maneja los mismos conceptos conocidos de barra de tareas, plasmoides y demás, es algo totalmente distinto. Lo he probado en Bodhi y Snowlinux, con resultados dispares. Lo peor, los errores que «matan» el escritorio y me devuelven a la pantalla de login de cuando en cuando. Lo mejor, el aspecto y las posibilidades de configuración.

E17 en Bodhi

Cinnamon, lo que se esperaba de Gnome 3
Otro ejemplo de lo que comentaba sobre Unity. El equipo de Linux Mint decidió que ni ésta ni Gnome 3 encajaban en su distribución y había que crear otra cosa, dando pie a la aparición de Cinnamon, al que muchos han calificado como el heredero natural de Gnome 2, o lo que dicho escritorio debería haber sido de no haber mediado el brutal cambio de enfoque del equipo de desarrolladores.

Estoy de acuerdo con dicha afirmación pero, a pesar de todo, Cinnamon no me termina de agradar. Lo veo un poco forzado, sobre todo en mi ordenador con AMD/ATI, y da la impresión de ser «algo» que se mueve encima de Gnome 3. Es solo una impresión, pues emplean distintos gestores de ventana e incluso distintos navegadores de archivo, pero no deja de parecerme eso, una variante algo forzada.

Cinnamon en Cinnarch

MATE, seguir donde lo dejaron otros
La mayoría de usuarios de Gnome 2, una vez se supo del cambio tan drástico en el escritorio que supondría la nueva versión, optaron por el cambio. Un usuario de Arch Linux (Perberos), en cambio, optó por continuar el trabajo donde otros ya no querían seguir, renombrando el viejo Gnome 2 como MATE 1.

MATE va ya por su versión 1.4, alcanzando el punto en que no solo mantiene la apariencia y funcionalidad del entorno en que se basa, sino que ha comenzado ya a solucionar problemas que presentaba Gnome 2, es decir, ha empezado a evolucionar. En un principio me mostraba escéptico y pensaba que podría seguir el camino de Trinity, el fork de KDE 3, es decir, quedar relegado al ostracismo. Pero no ha sido así, sobre todo gracias al apoyo del equipo de Linux Mint, que mantiene a MATE como un escritorio de referencia en sus distribuciones.

MATE en Linux Mint 14

Sé que me dejo muchas cosas en el tintero, pero tampoco pretendo con esta reseña sentar cátedra sobre el mundo de los entornos de escritorio. Mi intención no va más allá de orientar un poco al usuario novel y dar mi opinión. He obviado, por eso y por no ser realmente «entornos», los gestores de ventanas como Openbox.

Y, después de este tocho, ¿con cuál me quedo? Es una pregunta complicada, fui mucho tiempo usuario de Gnome 2 y, tras su desaparición, lo cierto es que me sentía perdido. Usé KDE también durante varios meses, pero estaba tan acostumbrado a Gnome y sus aplicaciones que no me hallaba completamente a gusto. Los entornos en los que obtengo mejores resultados y  donde mejor me muevo son, actualmente, XFCE y MATE.

XFCE en Arch Linux

La balanza se inclina ligeramente en favor de XFCE, debido sobre todo a que en MATE sigo encontrando problemillas derivados del hecho de que las aplicaciones más antiguas siguen tratando de interactuar con Gnome 2, y al haber cambiado muchos servicios de nombre se producen errores. Es algo que se va corrigiendo poco a poco, por eso sigo muy de cerca el desarrollo de MATE, aunque a veces me pregunto si merece la pena continuar por ese camino. En cualquier caso, XFCE se va adaptando a mí y viceversa, y en esas estamos el uno y el otro…

Nada más, espero vuestras opiniones y preferencias y aprovecho para desearos a todos una Feliz Navidad y un Próspero Año 2013.