Linux Mint 17.3 Rosa: un sistema para quedarse

Voy a dar un repaso a los propósitos de enmienda que me hice a mí mismo en el último artículo. Veamos: primer punto, ejercicio físico. Sí, he vuelto al mundo del atletismo popular, lo que se llama hoy en día el «running», porque parece algo más profesional si se usa el inglés, ¿verdad? Menuda paparrucha. Segundo punto, una distribución para gobernarlos a todos. En ello estamos. Tercer punto, renovar la apariencia del blog. Conseguido con bastante apoyo de los lectores, a tenor de las encuestas que planteé en redes sociales. Cuarto punto, diversificación de la temática. Todo se andará.

Sabemos que el objetivo más complicado es el de asentarse en una distribución GNU/Linux. Mi planteamiento del asunto, años de experiencia mediante, es que debe ser algo que se use como lo que es, una simple herramienta de trabajo que no dé lugar a distracciones. Un sistema aburrido, si se me permite. Que sirva para su propósito, sin restricciones de ninguna condición. No añadiré que deba funcionar cual reloj suizo – de los de antaño – porque no hay sistema perfecto, pero casi. Que maneje con cuidado las actualizaciones, algo que evitará tener que pasar más tiempo del deseable arreglando algún desaguisado. Con recorrido dentro del vasto mundo de las distribuciones, que luego hay quien deja colgado su proyecto. Y con una base sólida («subido a hombros de gigantes», ¿os suena?)

Linux Mint 17.3 Rosa
El escritorio de Linux Mint 17.3 Rosa recién instalado

De todo lo que he usado en los últimos ocho años y pico dedicados a GNU/Linux, lo que más se acerca a lo descrito arriba es Linux Mint. Instalar y usar, usar y olvidarse durante los largos años de soporte. En todo el proceso de instalación y puesta a punto, que detallaré en sucesivos artículos, se cuentan con los dedos de una mano las veces en que he necesitado «invocar» a la terminal para hacer algo. Yo estoy cansado de la consola, por muy hereje e impopular que dicha frase pueda sonar por estos lares.

La elección de esta distribución no ha sido cosa reciente. A pesar de que he estado muy ocupado durante semanas con la preparación de la OPE y trataba de mantenerme ajeno a GNU/Linux para descansar un poco, Windows ya nunca podrá sustituir al pingüino, pues mi forma de usar el equipo está absolutamente condicionada por los años que llevo al lado de Tux. En otras palabras: he seguido, «por lo bajini», usando nuestro sistema preferido. Chakra, casi siempre, pero también Ubuntu y Linux Mint Cinnamon. De las tres, que son mis favoritas, es en esta última donde menos tengo que trastear y donde el hacer un trabajo, efectivamente, me cuesta menos. Tal vez porque mi forma – personal e intransferible – de hacer las tareas informáticas se adapta mejor a entornos más clásicos.

Qúe hay de bueno en Linux Mint

En estas semanas de alternancia entre sistemas, Linux Mint 17.3 Rosa se ha revelado como una distribución muy sólida, que ha ido evolucionando desde la aparición de la primera versión de la serie, Qiana, con altibajos. No atisbo rastro de los errores mencionados en Rebecca. Tan solo queda un sistema robusto que no arroja fallo alguno en mi uso habitual y que, además, se ve beneficiado de mi reciente adquisición de un disco duro de estado sólido Samsung SSD 850 Evo. El ordenador ha rejuvenecido unos años y Linux Mint Rosa arranca y se apaga en un parpadeo. Una gozada.

Samsung SSD 850 Evo de 120 Gb
Samsung SSD 850 Evo de 120 Gb

En artículos anteriores dedicados a este sistema ya esbozamos sus principales ventajas, casi todas relacionadas con la comodidad de uso y su enfoque a usuarios recién llegados a GNU/Linux. Todo ello perdura en Rosa, con lo que no merece la pena insistir sobre lo mismo. No se me ocurre distribución más adecuada para recomendar a los que vienen de Windows o Mac y a aquellos que, como ocurre en mi situación, no disponen de tiempo o no quieren perderlo con otra cosa que no sea usar el equipo para trabajar. Ventajas para todos:

Sus herramientas únicas. MintInstall, MintUpdate… Escribí sobre ellas en el artículo dedicado a Rafaela.

Su comunidad numerosa. Como podemos comprobar por la actividad en sus foros.

Su concepto de «instalar y listo». Realmente todo funciona de inicio sin tocar nada. Es la experiencia en mi equipo principal, desde luego, y me consta que ocurre en la mayoría de ocasiones. También en mi portátil y un netbook (del que os hablaré otro día) de mi hijo.

Su aproximación cautelosa a las actualizaciones. No arregle usted lo que ya funciona, es un buen consejo. Pese a lo cual, se puede disponer de una versión moderna de algunas aplicaciones, como LibreOffice 5, que Rosa incorpora. O incluso, si uno se siente aventurero, siempre se pueden habilitar las actualizaciones de nivel 4 y 5, más susceptibles de fastidiar algo. Mi consejo es no hacerlo.

Su soporte hasta 2019. Algo que viene siendo así desde que apareció la primera versión de la serie, Qiana, allá por la primavera de 2014. La base de todas ellas (Qiana, Rebecca, Rafaela y Rosa), es Ubuntu 14.04. La próxima versión, Sarah, ya estará fundamentada sobre Ubuntu 16.04 y su vida se extenderá hasta 2021.

Su cuidado hacia todos los escritorios. Ya sean los dos principales, Cinnamon y Mate, o el resto, XFCE y KDE, Linux Mint trata con «cariño» a todos por igual. Sobre la versión con KDE de Rafaela ya escribí en su momento, haciendo constar mi opinión más que favorable. Sobre XFCE no he escrito, pero la he instalado en el netbook de mi hijo anteriormente mencionado y ya os digo que riza el rizo con unas especificaciones, a priori, nada buenas. Y además, valga la opinión de un experto en revisiones.

Por otra parte, siendo egoísta, he notado que los artículos que en el pasado dediqué a Linux Mint son, en general, bastante más seguidos y comentados. Parece existir un cierto vacío en la blogosfera tecnológica en castellano sobre este genial sistema operativo que mucha gente usa pero del que no tanta escribe, al menos en nuestro idioma. Parece, en principio, una buena temática, sobre todo si se enfoca desde el punto de vista de los usuarios noveles, algo que este blog lleva haciendo desde sus comienzos.

Cinnamon en Linux Mint 17.3 Rosa
El mismo escritorio, tras darle unos retoques personales

De modo que he decidido asentarme en Linux Mint y dedicar algunos artículos – los de materia «linuxera», que pretendo que no sean todos – al uso y configuración de la distribución, del estilo de los que escribí en verano sobre openSUSE. No van a ser artículos muy largos, porque ello iría en contra de uno de mis propósitos no mencionados: el de pasar menos tiempo ante la pantalla para beneficio de mis cervicales y el resto del cuerpo en general. Lo que me recuerda que ya llevo más de una hora aporreando el teclado… Así que, cambio y corto. Quisiera conocer vuestra opinión sobre Linux Mint en los comentarios, por qué la usáis dado el caso o qué desventajas le veis.

Salud

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