Debian 7 Wheezy: una auténtica roca

Llevar veinte meses contando mis historias linuxeras por aquí y no haber dedicado todavía una entrada a Debian, madre y maestra de tantas distribuciones, empezaba a resultar insultante, casi sacrílego. Bien es cierto que en su momento lo intenté, pero mi por entonces recién estrenado equipo era demasiado nuevo para que todo funcionara a la primera con Debian Squeeze, terminando el experimento en un fiasco. La larga espera, clave desde mi punto de vista en la principal virtud de la distribución de la espiral carmesí, ha terminado: una nueva Debian estable, de nombre Wheezy, está entre nosotros y allá que nos disponemos a someterla a nuestro análisis habitual.

Antes de empezar me gustaría recalcar que he sido usuario de Debian, allá por 2010, una Testing con Gnome 2 que se quedó por varios meses en mi equipo, constituyendo este intervalo un récord personal, creedme. En ella logré hacer funcionar, por vez primera, el fantástico cubo de escritorio de Compiz y la sometí a batalla tras batalla sin que hubiera de lamentar cuelgues o problemas excesivamente importantes. Lo que viene siendo una distribución a prueba de bombas, con el aliciente de poseer un sistema de actualizaciones que particularmente considero como muy acertado, aunque he de reconocer que el ritmo es algo lento. Pero claro, las cosas buenas se hacen esperar y la estabilidad, mal que nos pese a muchos, solamente se logra así, con el tiempo y la corrección de errores. Es la eterna paradoja de GNU/Linux, el sempiterno debate de estabilidad contra novedad, «stable vs bleeding edge», en suma… ¿Debian vs Arch? Pero mejor no alimentemos guerras que nadie puede ganar y vayamos a la revisión de esta estupenda distribución.

Instalación
Hubo una época en que existían enormes diferencias entre instalar Debian e instalar, por ejemplo, su derivada más famosa, Ubuntu. Había un abismo entre la facilidad de la última (nacida entre otras cosas para salvar estas distancias y permitir a un usuario sin conocimientos previos de GNU/Linux probar el sistema por sí mismo) y los varios bordes rugosos que se encontraban en la primera. Huelga decir que, a día de hoy, dichas diferencias han desaparecido. Debian cuenta con el más completo de los instaladores gráficos y, lo que es aún mejor, permite al usuario elegir si quiere utilizarlo o prefiere seguir el camino de la terminal, si desea instalar desde un único disco o hacerlo empleando varios (no todo el mundo disfruta de una buena conexión a Internet) o hacer una instalación mínima desde una réplica en red (me encanta esta palabra, es la mejor traducción posible para «mirror»).

En resumidas cuentas, Debian ofrece todas las opciones posibles, a todos los niveles. En mi caso me decanté por la instalación gráfica, en castellano en cuanto se elige el idioma, entreteniéndome en cada pantalla con lo que considero es una clase magistral sobre lo que debe ser un programa instalador, explicando al usuario qué va a escoger y por qué. Una gozada para aquellos a los que nos apasionan estos temas. Una instalación con opciones predeterminadas para equipo de escritorio, que fueron las que elegí, lleva un larguísimo tiempo, en mi caso cuarenta minutos. No es algo importante, a toda vez que uno no instala Debian Stable todos los días, sino todo lo contrario. Merece la pena esperar, sin duda.

Aunque Grub reconoce adecuadamente los sistemas es uno de los pocos instaladores que informan sobre esto antes de proceder a escribir el gestor de arranque en el disco duro, dando al usuario la opción (opciones, una vez más) de suspender en ese momento la instalación si algo no ha sido detectado. Como digo, no fue el caso, y tras reiniciar el sistema se muestra a una resolución gráfica inadecuada, consecuencia normal de la no inclusión de los controladores no totalmente libres que es inherente a la filosofía de Debian. Ello no es óbice para que se me avise de la posibilidad de instalar los paquetes firmware-linux-nonfree y firmware-realtek para que pueda usar completamente la tarjeta Ethernet y la gráfica. Tras proceder a editar el archivo de orígenes del software con:

su
nano /etc/apt/sources.list

Y añadir al final de las líneas que comienzan con «deb» las expresiones contrib non-free, salir y hacer un:

apt-get update
apt-get install firmware-linux-nonfree firmware-realtek

Problema resuelto. El nuevo reinicio me presenta el ya conocido fondo de pantalla de Wheezy en un escritorio Gnome limpio y listo para que el usuario lo pueda configurar, dentro de los límites que pone la nueva versión del escritorio mexicano. El Gnome incluido en Debian Wheezy es el 3.4.

Arranque y apagado
En el caso hipotético de que Grub no haya detectado todos nuestros sistemas podemos recurrir a Startupmanager, un programa sencillo y práctico que fue eliminado de los repositorios de Ubuntu por una razón que desconozco. En Debian lo tenemos a un tiro de «apt get install startupmanager». Respecto a los tiempos, un inicio discreto (38 segundos) aunque correcto para tratarse de Gnome y un apagado excelente (9 segundos) para una distro que todavía no implementa systemd.

Software
Debian trae por defecto instalado gpk-application como gestor de programas, además de contar con Synaptic y la opción tradicional del uso de la terminal. Entre el software con que cuenta de inicio tenemos Iceweasel 10.0.12, Rhythmbox 2.97, Tótem 3.0.1, Libreoffice 3.5.4.2, Shotwell 0.12.3 o Gimp 2.8.2. Como podemos observar no son las últimas versiones disponibles en otras distribuciones, pero hacen el trabajo y lo hacen bien, sin cuelgues o notificaciones de errores extraños. Aun así, si necesitamos imperiosamente la última versión de algún programa siempre podremos recurrir a los socorridos backports de Debian.

Hardware
Diversas visicitudes a este respecto, si bien ninguna insalvable, por fortuna. Para instalar mi impresora fui a Configuración del Sistema (esquina superior derecha) –> Impresoras –> Desbloquear –> Añadir impresora nueva. Pese a añadir a mi usuario a aquellos que tienen permitida la impresión, no conseguí que funcionase. El problema, que descubrí accediendo a través de la interfaz web de cups, era que se había asignado un controlador equivocado, concretamente un modelo anterior al de mi impresora Epson (para la Stylus Color 670, siendo la mía una 680). Tan pronto como modifiqué el parámetro la impresora respondió sin más tesituras.

Para probar el escáner me bastó iniciar Simple Scan. Cheese, también instalado, me mostró el funcionamiento correcto de mi webcam, al igual que el típico problema del tema Adwaita, que se configura en color negro para unas aplicaciones y el blanco para otras. La red cableada funcionaba desde la instalación, antes incluso de instalar el firmware Realtek, mientras que para lograr que se reconociese el adaptador wifi tuve que hacer lo propio con el paquete correspondiente, en este caso firmware-ralink.

Conectividad
No sé si el tiempo nubla mi recuerdo, pero juraría que conseguir que funcionase samba en Debian requería de un tutorial y algunas ediciones de archivos de configuración. El caso es que en la actualidad nada de eso es necesario. De entrada ya conseguí acceder a mi portátil con Windows y hacer streaming desde él sin tener que tocar nada. Todos los dispositivos externos se montaron sin incidencias a excepción del disco duro usb, que me arroja un mensaje de error sobre la imposibilidad de hacerlo como usuario normal. Esta es la típica complicación que esperaba se repitiese en muchos más aspectos de la configuración del equipo, para ser sinceros, y que solamente se reprodujo aquí.

Experiencia «out of the box»
Insisto con lo mismo: si todavía hay alguien que piense que Debian es complicado de instalar, complicado de configurar o complicado a secas, ya puede ir cambiando de parecer. La experiencia de uso sobre la marcha es increíble, a la altura de Ubuntu a día de hoy. Debian reprodujo cada archivo de vídeo, sonido, pdf, o lo que sea que le puse por delante, además de instalar por mí el paquete unrar cuando intenté descomprimir un archivo en formato rar. El usuario no tiene que preocuparse de nada más que de usar el equipo. Simplemente perfecto.

Estabilidad
Es la primera palabra que a uno le viene a la mente cuando piensa en Debian. Largos ciclos de desarrollo solo pueden desembocar en la distribución más robusta de cuantas existen, que no arroja un cuelgue o una ventana de error ni por casualidad. Ciertamente el hecho cobra mayor relevancia cuando se viene de probar otras distros donde la estabilidad ha sido el principal problema. Han sido varios días de pruebas de la distribución sin una sola queja al respecto de su estabilidad, algo que, por otra parte, ya me esperaba.

Fluidez
Pese a haber elegido Gnome como entorno de escritorio para probar la distribución la fluidez no se ha resentido por ello. Buena experiencia de usuario, un consumo de RAM ridículo (290 Mb) y ningún problema a la hora de moverme entre ventanas, efectos incluidos. Una balsa de aceite.

Gestión de energía
Todas las funciones referentes a la energía funcionan desde un principio. Probada la suspensión, probada la hibernación (habilitada por defecto) y probado el modo de ahorro de energía del monitor sin incidencias.

Personalización
Partimos de la base de que Gnome no es el entorno más personalizable de cuantos existen en GNU/Linux, es así porque así lo han querido sus desarrolladores y no hay que darle más vueltas. Pese a ello siempre podemos poner nuestro toque al escritorio, aunque sea en menor medida. A destacar que Debian incluye de partida una serie de extensiones muy útiles (muchas más en la web) que podemos habilitar con la herramienta (también incluida) Gnome-tweak-tool (Configuración avanzada es su nombre en el menú de aplicaciones). Allí también podremos cambiar las fuentes tipográficas o el tema de la shell para solucionar el que algunas aplicaciones luzcan en negro y otras en blanco. Recomiendo Greybird, tema muy popular en Xubuntu.

Capítulo aparte merecen las fuentes tipográficas, o más específicamente, su renderizado. En mi equipo al menos se ven horribles. La solución, si os ocurre lo que a mí, pasa por instalar Infinality. Siguiendo las instrucciones de algunos blogs, como éste, resulta bastante sencillo y la mejoría de aspecto es espectacular. Eso sí, antes de poner en práctica las instrucciones que se detallan en el enlace es imprescindible instalar algunas cosas:

su
apt-get install git devscripts build-essential

Entre los programas que descargué y probé no tuve que lamentar problemas graves. Chromium, que está en los repos, instalado y funcionando. Clementine y VLC, más de lo mismo y con una integración perfecta en el escritorio pese a ser aplicaciones qt. Con Spotify, paquete que hay que descargar de su web, debemos instalar una versión anterior de la librería libssl, que aunque cueste creerlo es más moderna en Debian Wheezy. La que necesitamos es la 0.9.8, y disponemos en los repos de la 1.0. Pero que no cunda el pánico, la tenemos en snapshot.debian.org y no se crea conflicto de versiones por tener ambas instaladas.

Por último, el programa de gestión de fondos de escritorio Variety se negó a cambiar automáticamente en el intervalo indicado, algo que atribuyo más bien a su incompatibilidad con Gnome 3.4. En cuanto a los controladores gráficos destacar el buen funcionamiento de los libres que no me hicieron echar de menos a los Catalyst salvo en las pruebas de rendimiento con Unigine Valley. Para instalarlos empleé el script smxi, que me suele dar buen resultado en Debian y derivadas.

Pruebas de rendimiento
Debian se comporta con corrección en los tests Phoronix realizados, especialmente en los destinados a medir el rendimiento general del sistema. No se observan grandes variaciones con el resto de distribuciones analizadas hasta el momento, pese a incluir un kernel relativamente antiguo.

Concluida mi revisión de Debian Wheezy solo puedo proclamar a los cuatro vientos sus virtudes, que son muchas y bien definidas. Un sistema que raramente falla (en mi caso nunca, pero lo he probado varios días solamente), con aplicaciones que ya tienen la mayoría de errores corregidos y que aseguran varios años de soporte sin sobresaltos. Es ideal para entornos de producción y servidores, la NASA es un buen ejemplo, aunque éstos van más allá y escogen Squeeze, la Old Stable. Y también, por qué no, lo es para los usuarios a los que no les importa sacrificar la absoluta novedad de los programas en aras de la tranquilidad y ausencia de errores graves.

Y me reitero en lo anteriormente señalado, si alguien teme probar Debian por aquello de ser una distribución complicada, donde hay que configurar muchas cosas o cuya comunidad es hostil y se come a los niños, que sepa que está en un craso error. El mejor modo de comprobarlo es descargando Debian Wheezy y probándolo, hay múltiples sabores para elegir. Tendréis distro para rato, os lo aseguro, y a un alto nivel, pues Debian nunca decepciona. Un saludo para todos.

LO MEJOR

  • Estabilidad por los cuatro costados
  • La gran cantidad de programas instalados de serie y disponibles en los repositorios
  • La oportunidad de usar una distro que es la madre de muchas otras
LO PEOR
  • Por señalar algo, programas menos nuevos, lo que no es algo necesariamente malo

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DEBIAN 7 WHEEZY LSDH
Instalación 10,00
Arranque y apagado 7,50
Software 10,00
Hardware 7,50
Conectividad 8,33
Out of the box 10,00
Estabilidad 10,00
Fluidez 10,00
Gestión de energía 10,00
Pybench 3.235,00
Apache 11.289,27
Encode-flac 8,17
Unpack-linux 17,79
Unigine Valley 421,00
Corrección por rendimiento 0,13
CALIFICACIÓN 9,62